Javier Ortiz Aguilar
Doy
las gracias, sin ningún formalismo, a los maestros que amablemente me invitaron
a participar en la presentación del libro de Enrique Ávila Castillo titulado Santana y Peña Nieto. El despojo de una
nación. Acepté la invitación por dos razones, primera, por lo sugerente del
título, y segunda, por la amistad y el respeto de las personas que me invitaron
y por tener el honor de participar con respetables maestros comprometidos con
su tiempo desde hace algunos ayeres. No obstante, reconozco que mis juicios tal
vez no coincidan con lo esperado, por la simple razón de que mi vida militante
desde hace algunas décadas la abandoné, para dedicarme exclusivamente al trabajo
docente, aun cuando comparto en lo esencial con las ideas de mis compañeros de
mesa. Y desde esta perspectiva, leí el trabajo que hoy recomiendo a todos los
que generosamente me escuchan.
Al
ir leyendo el texto recordé una lectura de juventud. En ella estaba una
afirmación contundente, cito de memoria, “sí las matemáticas afectaran
intereses, éstas serían ampliamente discutidas”, así justificaba el carácter
polémico de las ciencias sociales. En la actualidad también el pensamiento
formal de las matemáticas ha entrado en discusión. De aquí nace mi convicción
de que la historia como ciencia social, hoy menos que antes, no puede estar
ayuna de los compromisos políticos y de proyectos de futuro. La historia afecta
intereses y provoca discusiones. En otras palabras, el historiador no permanece
atado en la ilusión de un pasado, por el contrario, es el profesional que
vislumbra las posibilidades futuro, o intenta iluminar el cambio de la
transformación social. De no hacerlo así, el historiador no cumple con su tarea
esencial, transformar el pasado en historia. Esta tarea evita el peligro que
denunciaba Leopoldo Zea, que el pasado permaneciera al lado de los procesos
modernizadores en el presente y en el futuro.
Recurrir
entonces a obras historiográficas comprometidas explícitamente con un definido
proyecto de país, constituye el medio para generar no solo fértiles discusiones
para construir nuevas formas de historiar yformarno profesionales de la historia,
sinoeducar, mediante la toma de conciencia de las nuevas generaciones del significado
de la ciudadanía; pues sólo los ciudadanos que huyan de la obsesión de las
novedades y de los dogmatismos heredados del pasado, serán capaces de impulsar
una democracia real. Aquí es la parte del trabajo que atrajo mi atención. El
maestro Ávila Carrillo expresa claramente, sin esconder sus convicciones de su
prácticadocente, cito: “En mi ya larga travesía magisterial, cada vez me
convenzo que los jóvenes serán los encargados de transformar la realidad, que
la actual ‘noche neoliberal’ que padecemos llegará su fin, y la nación
resurgirá…”
La
conciencia histórica forjada en la discusión, únicamente así podrá vincular las
tres dimensiones del tiempo histórico. El pasado, el presente y el futuro. Esto
mi juicio es educar. La historia no es el conocimiento ornamental del
pasado sino la única vía para vivir conscientemente el presente, para
transformar realmente la realidad social
Nuestro
autor delimita su investigación no de manera tradicional, fechas y
acontecimientos, sino a través de dos personajes emblemáticos en el proceso
histórico, tomado a uno como símbolo en nuestra historia nacional, Este
personaje encarna el mal de nuestra época, la corrupción política. Si bien la ´preocupación
es política subyace en su estudio, el texto no expresa una preocupación moral,
sino que ofrece una visión totalizadora de este proceso. La narración ofrece al
lector una visión no solo económica sino ideológica, y por supuesto política y
sus formas prácticas de conquista y conservación del poder. De esta manera
puede advertirse que desde el siglo XIX hasta la fecha hay permanencias y
rupturas. Esto queda manifiesto que a pesar de los cambios sufridos en el
proceso histórico de país comprendido entre 1821 hasta 2017, permanece la
característica propia del capitalismo: la ausencia de los valores éticos en las
prácticas sociales.
El objetivo totalizador de su análisis explica el
epígrafe de Nicolás Maquiavelo, que ilumina el texto. El pensador florentino al
descubrir la secularizacióndel pensamiento y la vida que provocan los inicios
del capitalismo, temporaliza el quehacer político. Su tesis más conocida “la
política es amoral” revela el carácter temporal del carácter de la vida
política que le toca vivir. El tiempo del Maquiavelo es la conciencia de la
tendencia de su tiempo: el desarrollo del capitalismo, cuya finalidad no es la
realización de valores sino crear las condiciones para la acumulación del
capital y la realización individual mediante ejercicio del poder y las
riquezas.
De ahí que la corrupción política es propia del
capitalismo, según el renacentista florentino. Con esa premisa concluye que la
amoralidad de la práctica y la teoría políticason inherentes en el sistema que
surgía en el siglo XVI. Por tanto, el nuevo orden no busca la realización de
valores sino la eficacia en la conquista y la conquista del poder. Por eso
resulta importante el epígrafe que encabeza la presentación de su
investigación. Esta cita es precisamente de Nicolás Maquiavelo que pone en
evidencia la perspectiva ideológica del autor. La cito para aclarar el espíritu
del capital; “En el partido principal, ya sea en el pueblo, o en el ejército, o
en la nobleza, lo que pienses es más útil y consecuente para mantener la dignidad,
sin importar lo corrupto que sea, trata de hacerlo de buen humor, ignorando
aquellos que te critican, debiendo que en este caso la honestidad y la virtud
son perniciosas.”
De esta manera el autor de la obra que hoy
comentamos, los personajes de su estudio tienen en común la corrupción. El
primero en el periodo de tránsito a la institucionalización del estado
nacional, y el segundo en el tránsito del capitalismo industrial al capitalismo
global. Esta afirmación no exime de la responsabilidad ética de los personajes,
pues esta es producto de la libertad, simplemente se afirma que las conductas
históricas no están e determinadas, sino producto de una tensión entre las
necesidades del sistema y la libertad de los hombres.
Esto
idea resulta evidente, gracias a la claridad de la narración que atrae la
atención de los lectores, y por otra parte sus fuentes y su manejo. revelan el
trabajo profesional del historiador
Es
todo lo que puedo decirles, y solo me resta agradecer la generosidad de su
atención y al Maestro Ávila Carrillo por compartir el producto de su
investigación.
[i] Presentación del libro de Enrique Ávila
Carrillo en la ciudad de Jalapa Ver. Audiovisual de la Benemérita Escuela
Normal Veracruzana. 3 de abril de 2017. 17:00 hrs.
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