viernes, 11 de octubre de 2013

EL DESPRESTIGIO DEL SINDICALISMO MAGISTERIAL


Alfredo Villa Vásquez

Para infortunio del magisterio, el desprestigio del sindicalismo magisterial, necesariamente viene acompañado del desprestigio de los trabajadores de la educación. Los sindicatos magisteriales sufren de desprestigio por corrupciones hartamente documentadas. Con los aconteceres actuales (desconocimiento del liderazgo, deterioro del diálogo, incapacidad de respuestas, argumentación artificial  y velada representatividad)  las perspectivas visibles dan idea de una gran crisis de legitimidad, que nos invita y limita a formular algunas observaciones generales: parece ser,  que el movimiento sindical magisterial ha perdido su vitalidad, infortunadamente se nota que sus dirigencias no han sabido adaptarse a los cambios. Las dirigencias sindicales han olvidado una condición previa a toda discusión sobre el papel que juegan: la garantía de su libertad o independencia respecto de otros poderes. Muchos agremiados preguntan continuamente sobre las posibilidades de supervivencia de “su sindicato”; y, en lugar de preguntar sobre las razones de su declive,  -que bien conocen- ,  que siempre han avalado, pero que intentan minimizar, deberían poner énfasis sobre las adaptaciones necesarias de la organización y de su acción como sindicato. Son ellos mismos, los trabajadores de la educación, los que deben pronunciarse, en prioridad, sobre el futuro papel del sindicalismo, como un gremio que se vislumbra únicamente de gestión y servicios. Estudios prospectivos contienen previsiones pesimistas, provocadas por estos momentos turbulentos que vivimos, secuela a la última reforma constitucional en materia educativa. Se aprecia una necesaria adaptación del movimiento sindical magisterial, ajuste que permitiría al sindicalismo superar en parte sus dificultades actuales. Me refiero a cuatro  aspectos de su vida interna: sus objetivos, su representatividad, su estructura y sus actividades. En lo que se refiere a sus objetivos debemos insistir sobre la necesidad de mantener intacto el objetivo primordial y su verdadera razón de ser: la defensa  de los intereses de los trabajadores. Objetivo que no debe ser subordinado a ningún otro, como a menudo observamos que sucede. El segundo aspecto que refiero es el fortalecimiento de su representatividad, si los sindicatos no mantienen su aspiración tradicional de representar, si no a la totalidad por lo menos a la gran mayoría de los trabajadores, corren el riesgo de transformarse progresivamente en una serie de pequeñas “corporaciones”  luchando cada una separadamente en la defensa de los intereses particulares de sus miembros. Desafortunadamente, la tendencia actual parece marchar en esta dirección. El tercer aspecto de esta  adaptación se refiere a la necesidad de revisar las estructuras sindicales actuales,  sobrevivencias del pasado y que, en su mayoría, no toman en cuenta las transformaciones actuales, necesarias de capacidad, imaginación e intelecto. Por último, se desprende que las actividades sindicales deberán también ser profundamente revisadas, fundamentalmente en estos puntos: diversificación de sus actividades, según las diversas categorías de sus afiliados (no son las mismas necesidades de un elemento de nuevo ingreso, de un trabajador a mitad de su vida laboral y de un compañero a punto de retiro), desarrollar y diversificar sus servicios a todos sus miembros, prestar mayor atención a los cambios culturales e intereses de sus agremiados, intereses a menudo incompatibles, y por último reorientar sus actividades poniendo énfasis sobre los aspectos cualitativos de una vida de trabajo para la niñez y la juventud.  Enfocando lo ocurrido con la dirigencia nacional de los trabajadores de la educación en nuestro país, uno de los rasgos más característicos en este periodo de “reajuste” es, precisamente, que la filosofía tradicional del sindicalismo magisterial está puesta en tela de juicio, por la sociedad y por los sindicalistas mismos. Pues para vivir y desarrollarse, toda institución tiene que evitar la rigidez y mantenerse abierta a los cambios que ocurren alrededor de ella. Combatir el desprestigio y la falta de credibilidad resulta de un trabajo serio, efectivo, transparente y veraz, es decir abrirse y escuchar todas las corrientes de opinión,  esto dará inmediato reconocimiento institucional. Tema aparte es la democracia sindical y la pluralidad como recursos para estrechar los vínculos entre los intereses de los dirigentes y los agremiados, cuando estos se han distanciado, como ahora ocurre. El secreto de la permanencia del sindicalismo magisterial ha sido, sin duda, el haber tratado siempre de adaptarse a las transformaciones ligeras o profundas que repetidamente ha enfrentado desde su aparición, y a los trabajadores de la educación les sobra conciencia e imaginación. Más no paciencia y resignación. Lo palpamos a diario. No hay mañana.
23 de Septiembre 2013


No hay comentarios: