Itzel Amor García Gutiérrez
Alentadora imagen de un relieve sostenido por
cortinas
pronunciadas de: abetos, de encinos , de enramadas,
Apenas unos instantes…
el viento silente y afable, ha hecho su presencia
¡únicamente dos almas!
Almas que parecen sucumbir ante el hecho de
dirigirse
hacia un
tiempo irreal;
La temperatura desciende bendiciendo los espacios
que
les permiten
apreciar el entorno casi fugaz;
Al fondo, el estruendoso sonido de un águila
escrutando
la cenefa de
matices que enaltecen el recinto
El tiempo parece suspenderse un instante…
Binomio de soledad y compañía en el unísono,
adornado con
cascadas de
brisa fresca que se combinan con la tranquilidad
de robles antiguos
la neblina
envolviendo las texturas de carne húmeda
sobre el césped sin cerrojos ;
se resguardan bajo el techo de una ermita enclavada
en
la pendiente arbolada.
En el ambiente se aspiran aromas de violetas, frutas
secas y
bellotas expandidas a lo largo del paisaje
pies desnudos bañados con la tierra que no se
deja de pisar.
Remolino acariciando el terso cabello que se enreda
entre
las reconfortantes palmas de unas manos protectoras
miradas entretejidas en una mezcla de pertenencia y
calidez
Ilusión
arraigada al reloj que se mira con atención
suplicando que se vuelva infinito.
Esperanza retomada por la provocación de los
instintos
que no cesan
de jugar;
Tibio aliento de los labios unidos que se
intensifican con
la absurda
partida,
mientras se sumergen entre hojas, liquen y
musgos
manteniéndose en el sitio;
fundiéndose
en la hoguera exasperada
vislumbrando el mesurado movimiento de los girasoles
dulce vino burbujeando en el torrente de gargantas
recatadas;
la inevitable despedida ha ocurrido
se interrumpe la lluvia, que deja el lugar en
condiciones para
cuando las almas decidan volver…
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