Alberto Rafael León Ramos
Un
tema muy interesante y que concierne a los mexicanos que se desempeñan como
docentes es el de la moral escolar. En el libro “El debate sobre los valores de la escuela mexicana” de Pablo
Latapí, aborda el tema de la orientación moral que se le ha dado a las escuelas
mexicanas. Aquí abordaré específicamente el capítulo “Los conflictos de valor en el ámbito educativo”.[1]
En ese apartado se mencionan los
problemas a los que se enfrentan la moral escolar, el autor nos señala varios
factores que son la causa de por qué la moral escolar esta en picada; un primer
factor es la televisión y los “contravalores televisivos” éstos, dice el autor,
son un factor principal para que los
niños y jóvenes tengan una visión equivocada de la vida, ya que los ideales que se plasman en ella son
realmente distópicos. También la moral que en la televisión se enseña es
deshumanizante.
“la televisión inculca
en los niños y jóvenes una visión de la vida carente de sentido humano… se les
familiariza con funciones sociales normativas y estereotipo… se les inculca persistentemente
el principio de que el éxito depende del consumismo, y de que e siempre el más
fuerte el que triunfa”[2]
Otro efecto que es patente en los niños y jóvenes mexicanos
a causa de los contravalores televisivos
es la falta de un sentido crítico porque la mente se acostumbra a las banalidades
y la trivialización, lo cual genera un lenguaje ínfimo e insulso.
Un segundo factor es la intrusión de los empresarios en la política
educativa, según el autor, son cinco motivos por los que los empresarios se entrometen en estos
asuntos:
- El interés por que la mano de obra de
sus empresas sea previamente entrenada en sus patrones.
- Consideran que la educación pública
es deficiente y que sus instituciones
educativas privadas son mejores por lo cual el estado debería de
imitarlas.
- Al considerar a la educación del
estado deficiente pretenden ofrecerles servicios de actualización y
mejoramiento de sus planes, también la venta de materiales didácticos. Lo
cual es un negocio muy rentable.
- Tratan de presentarse como
instituciones filantrópicas ante la sociedad para ganar reputación.
- La afinidad que tiene con el gobierno
en cuanto a sus objetivos e intereses.
Un tercer factor, que el autor considera, es la
simulación que se da en el Sindicato
Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE) y en el magisterio; también apunta en las
violaciones en que han incurrido los maestros en cuanto sus comportamientos y
conductas, las cuales les transmiten a los alumnos.
“si viola la
legislación para obtener permisos a cambio de beneficios para el SNTE; se
falsifican documentos a veces con anuencias de las autoridades…se venden
calificaciones…se lucra con negocios no autorizados, se induce a gastos a los
alumnos…se presiona a las familias a hacer contribuciones económicas “voluntarias”
y aun se encubren delitos graves de injusticia, maltrato y violaciones
sexuales”[3]
Y por tal razón, la autoridad moral que tienen los maestros sobre los educandos se ve cancelada, porque no son consecuentes.
Falta mucho para llegar a una cultura de la legalidad, la transparencia y la
confianza en las instituciones públicas, porque las prácticas cotidianas en las
escuelas van al revés. Latapí, sigue
comentando que por esas practicas inmorales es que se ha ido mermando la
calidad en la educación y que las escuelas mexicanas están en un grave deterioro y los alumnos son
los que más llevan la de perder porque imitan ese patrón de comportamiento de sus maestros, llevándolo a la práctica. Lo
cual degenera en una moral retorcida.
El tema que aborda Latapí es muy interesante, porque en
primer lugar trata una cuestión que es
común a todos los mexicanos, a las amas de casa, los obreros, campesinos, a los
mismos estudiantes, a los profesores, a muchos les compete este asunto. Es bien
sabido que la televisión mexicana es el principal factor de la desvalorización de los niños y jóvenes,
pues a través de ella se transmiten “valores” que no van acorde a la realidad
en que se vive, ya que los sujetos aprenden por imitación, y en estos últimos
años se ha dado por imitar modismos, pensamientos, formas de pensar y actuar
que llevan un tinte de “vida americana” y que no son del todo benéficas ni
mucho menos morales. La descomposición de la sociedad, y por ende de la moral, en parte es causa de la televisión. Y no
recae exclusivamente en los maestros como lo ha querido hacer ver el señor
Latapí.
Se nos habla de moral, de virtud, de ética, de compromiso
para y con los niños y jóvenes mexicanos y esta responsabilidad no es exclusiva
del educador, él es simplemente una parte del todo, porque el niño y el joven
se desarrolla en diferentes contextos; es decir, el principal y más importante
de todos, y que es donde desarrolla su moral es el hogar, en donde se encuentra
ese aparato deformador de mentes llamado por todos televisión. Otro contexto es
el social, el cual incluye los lugares
que regularmente visitan el niño y el joven en el cual ven cierto tipo de conductas que
llegan a repetir. El contexto de la escuela es el que se ha venido cuestionando
por este autor, y el cual dice es la principal fuente donde el niño y el joven
aprenden sus conductas inmorales, porque imitan a su maestro. Es necesario
hacer ver que el educador no tiene exclusivamente la responsabilidad de formar
un ser pensante, sino que es responsabilidad de todo el conjunto, porque una
sola parte no podrá llevar a buen término
la conformación de ese ser.
Como ya bien señala Latapí, la televisión es un factor por
el cual se aprenden conductas inmorales, que el niño y el joven repiten en la escuela,
¿cómo quiere que el maestro lleve a buen término la educación y la conformación
virtudes morales en el niño y el joven si ya de antemano vienen corrompidos y hacerlos sujetos pensantes, si están de
antemano programados en una anarquía y estulticia intelectual? La virtud[4]
es de dos especies, la intelectual y la moral. La primera se debe a la
experiencia y es de la que se encarga el educador; la segunda, la moral, es la
que se da por costumbre y esta costumbre es la que se da en la casa y el contexto social.
La virtud y los valores morales no se cosechan en ningún árbol,
ni mucho menos se les puede meter por la cabeza o se les puede dar en pastillas
para que se las tomen cada dos o tres horas; las virtudes- la moral y la
intelectual- y los valores son algo que no
se cosechan, sino que se ejercitan diariamente y los cuales hay que cuidar para que no se retuerzan. Y, como ya apunté, es tarea de todo el
conjunto y no de una parte.
e-mail: león.ramos.rafael @gmail.com
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