Marcelo Ramírez
Ramírez
La educación es un vehículo entre la
sociedad y la cultura. La primera transmite los bienes de la segunda y así,
podemos decir que una educación cumple mejor su tarea, cuando del bagaje
cultural, inabarcable en su contenido e inexpresable en su compleja variedad,
discrimina con sabiduría lo que en cada momento y a cada grupo es indispensable
para asegurar identidad y desarrollo; dos objetivos no siempre conciliables en
la proporción conveniente. La necesidad de seleccionar los contenidos en
relación con los desafíos que deberán enfrentar los individuos en la vida
laboral y de cada día, es muy grande e implica la eliminación de saberes sin
utilidad práctica. Esto, dicho sin olvidar que hay verdades que, rebasando el
ámbito de lo instrumental, sirven al enriquecimiento de la vida interior y, de
este modo, elevan el nivel de las relaciones interhumanas. De cualquier forma
el enciclopedismo no es posible. No lo era ya en el siglo diecinueve, a pesar
de que aún tuvo algunos grandes representantes. Charmot recoge el nuevo ideal
educativo vigente a partir del siglo veinte y lo enuncia con brevedad en su
obra: “Una cabeza bien formada”.
Ahora el propósito va a consistir en crear los hábitos de la reflexión, del
análisis, de la crítica, principios rectores que alimentarán las nuevas
corrientes de la pedagogía.
El problema de la política
educativa, sin embargo, es acercarse lo más posible al punto de equilibrio
entre la información que conviene en cada caso a los educandos y la formación
que requieren para continuar después, por sí mismos, el proceso de
actualización a que los obliga el desarrollo acelerado de la ciencia y la
tecnología. Este es un problema clave de la educación moderna, pero no puede
resolverse sin considerar, al mismo tiempo, la necesidad de fomentar el amor a
la cultura en los aspectos más desinteresados de la misma, nos referimos a las
diversas expresiones del arte, entendiendo por éste toda expresión creadora del
espíritu, sea que el artista se mueva en los círculos de la llamada “alta
cultura” ó dé expresión a la sensibilidad popular, siendo él mismo parte
integrante de la comunidad donde esa sensibilidad alienta y permanece viva. A
menudo la educación formal impartida por el Estado olvida o tiende a ver como
un complemento secundario el hacer participes a los alumnos en la herencia de
la comunidad parroquial y regional. Al proceder así, el maestro queda reducido
a ser un agente de una cultura utilitaria en el sentido más estrecho de la palabra.
Una educación para la vida, según reza el principio debe incluir todos los
bienes instrumentales, morales y espirituales que la vida humana requiere.
En esta perspectiva, puede
entenderse en todo su significado la felicitación que, por este medio, hacemos
pública para las autoridades de la SEV, por el acierto que han tenido al
promover el evento cultural: Un viaje
por la Huasteca Veracruzana. Organizado a través de la Dirección General de
Educación Universitaria, a cargo del licenciado Serafín Hernández Sagaón. El
evento fue inaugurado este veintiuno de mayo en el Ágora de nuestra ciudad, un
espacio que resultó una buena elección en estos días calurosos, para disfrutar
de la música del trío de huapango, traído expresamente del norte de Veracruz por
los organizadores y los bailables del grupo Jóvenes Zapateadores del Instituto Superior de Artes Escénicas Nandehui.
La música huasteca, plena de energía vital y los bailables diestramente
ejecutados, dieron cálida ambientación al evento. Al clima de orden, cooperaron
en no escasa medida las edecanes, un grupo de discretas y atentas jóvenes que
colaboran en la Dirección General de Educación Universitaria de SEV.
De acuerdo al programa, después vino
la entrega de reconocimientos a las Instituciones participantes de la muestra
gastronómica representativa de la cocina huasteca. Y aquí no es posible dejar
de señalar la importancia de la comida regional, que impregna de colores,
sabores y olores la cocina veracruzana. Enseguida, se invitó a los asistentes a
un recorrido bajo la guía amable del maestro René Rodríguez Ordoñez, para
admirar los trajes con que se engalana la mujer huasteca. Fue un recorrido por
la geografía y la historia, ya que las prendas corresponden a diversas épocas. La
exposición nos enseñó varias cosas, entre otras, el uso de las telas en estos
trajes policromos. Las telas sutiles, de colores encendidos, adecuados al
cuerpo femenino, sirven para cubrir y revelar los encantos de la mujer huasteca
en días festivos. Los trajes nos dicen mucho del concepto de la elegancia y el
lujo de nuestros pueblos originales. Y, así mismo, nos cuentan la historia del
sincretismo cultural reflejado, esta vez, en el empleo creativo de materiales
de diversa procedencia.
Asistieron al evento representantes
del mundo oficial, funcionarios de escuelas particulares de educación superior
y muchas personas que respondieron estimuladas por la oferta del programa. Es
la primera vez, en mucho tiempo que la cultura, en sí misma, desempeña el papel
de protagonista central en un acto de la Secretaria de Educación de Veracruz.
Ojalá el éxito obtenido motive a los organizadores a realizar, en otras partes
de nuestra entidad eventos de la misma naturaleza, pues es una manera positiva
de elevar la conciencia del magisterio y la sociedad, a una comprensión del
significado trascendente de la identidad cultural de los veracruzanos.
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