Wilfrido Sánchez Márquez
Cónsul de la Rep. De Cuba en Veracruz
Distinguida Lic. María Luisa Eguilaz
Estimados asistentes a esta ceremonia:
Cuando mis compañeros, miembros del Instituto de
Relaciones Culturales Mexicano-Cubanas “Flores Magón-Mella”, de esta ciudad
capital, me confirieron el honor de representarlos en este acto conmemorativo
del centésimo décimo octavo aniversario de la muerte en combate del apóstol y
maestro de América José Martí; estando consciente de la
responsabilidad y la importancia de este encargo, de inmediato me pregunté: ¿Cuál
es el tema que habré de abordar en dicha ceremonia relacionado con la vida
polifacética y extremadamente compleja de nuestro homenajeado?
Después de analizar la enorme amplitud, la profundidad y
las acciones que constituyeron la temática de su existencia, me decidí por
comentar ante ustedes, la fase de su vida en la que él estableció nexos
profundos y mantuvo interacciones altamente productivas con nuestro país y con
los mexicanos de su tiempo.
Debo decir previamente que su estancia en nuestra patria
como se verá, fue y continúa siendo muy importante y trascendente para él, para
su amada Cuba y para México.
Empecemos
APUNTES SOBRE MARTÍ EN MÉXICO.
“José Martí vino
por vez primera a México, donde desde hacía algún tiempo vivían sus
seres queridos, llegó a Veracruz el 8 de febrero de 1875”, cuando solamente
habían transcurrido 8 años del fin de un conflicto armado que duró 13 años y que
concluyó en 1867 con el triunfo del liberalismo y la expulsión definitiva de nuestro territorio del ejército francés.
Del puerto de Veracruz, se trasladó por ferrocarril a la
capital de la República.
“Era la media noche cuando el tren entró en la estación
de Buenavista. Ahí lo esperaba don Mariano, (su padre), a quien acompañaba un
buen vecino y amigo, don Manuel Mercado que ocupaba el puesto de Secretario del
Gobierno del Distrito Federal”.
Su contacto con los intelectuales de aquel tiempo, se hizo
a través de la Revista Universal, que era un nido de liberales; ahí se
relacionó con la realidad mexicana, con los hombres de la Reforma y con los pensadores liberales mexicanos,
entre éstos: el “Maestro” Guillermo Prieto, el poeta indígena Manuel
Altamirano, Ignacio Ramírez “El
Nigromante”, Juan A. Mateos, orador,
novelista y dramaturgo, Hilarión Frías y
Soto, Juan de Dios Peza, Justo Sierra, Francisco Bulnes, y otros más”; también se
integró a la masonería mexicana, cuyos miembros participaron destacadamente en la formulación del ideario del liberalismo
y en la lucha armada que después de tres años concluyó con la expedición de las
Leyes de Reforma y la instauración del régimen liberal en el Estado Mexicano.
En 1884 escribió
un artículo sobre la personalidad y la ejecutoria de Benito Juárez:
”Ese nombre resplandece como si fuera de acero bruñido; y
así fue en verdad, porque el gran indio que lo llevó era de acero, y el tiempo
se lo bruñe…A Juárez , a quien odiaron tanto en vida, apenas habría ahora, si
volviese a vivir, quien agradecido, no le besase la mano. Otros hombres famosos, todos palabra y hoja, se
evaporan. Quedan los hombres de acto; y sobre todo los de acto de amor. El acto
es la dignidad de la grandeza. Juárez rompió con el pecho las olas pujantes que
echaba encima de la América todo un continente; y se rompieron las olas, y
Juárez no se movió”.
Después de la muerte del Presidente Juárez, surgió un
serio conflicto entre los aspirantes a ocupar la presidencia de la República;
las ambiciones desatadas pusieron en peligro la estabilidad del país; ante esta
situación Martí expresó:
“¡Oh México querido! ¡Oh México adorado, ve los peligros
que se acercan! ¡Oye el clamor de un hijo tuyo, que no nació de ti! Por el
Norte un vecino avieso se cuaja… Tú te ordenarás, tú entenderás, tú te guiarás:
yo habré muerto, Oh México, por defenderte y amarte”.
“En cada uno de sus escritos, Martí hablaba como
mexicano. México le había ganado y penetrado hasta lo más íntimo de su ser,
sintiendo sus tragedias y sus luchas como propias”.
Al finalizar su primera estancia en nuestro país y
retornar a su patria expresó:
“…digo adiós a este México a que vine con el espíritu
aterrado y del que me alejo con esperanza y con amor, como si se extendiera por
toda la tierra el cariño de los que en ella me han querido”. (1° de enero de
1887).
En 1891 Martí escribió sus Versos Sencillos que dedicó a su íntimo amigo Manuel Mercado; en
uno de sus cuartetos escribió:
Tiene el conde su abolengo,
Tiene la aurora un mendigo,
Tiene ala el ave: ¡Yo tengo
Allá en México un amigo.
Cuando retornó a México, se instaló en la casa de su
amigo entrañable Manuel Mercado. Allí estrecha sus relaciones con Gutiérrez
Nájera. Entre los asiduos interlocutores se encontraba el poeta Amado Nervo quien
dejó escrita la siguiente constancia: “Lo
conocí, nutrí mi espíritu con su verso radiante; y, oyendo hablar al patriota,
creí en la libertad…”.
Cuando Martí consideró haber cumplido la misión que trajera a México, y ya había sembrado la
semilla de la independencia de Cuba en nuestro país, donde dejaba constituidos
dos nuevos clubes revolucionarios: el Josefa Ortiz, de damas y el Miguel
Hidalgo integrado por caballeros,
retornó a Cuba para incorporarse y encabezar la lucha por la independencia de su
patria.
El 18 de mayo de 1895, un día antes de su muerte en
combate, tomó la pluma para escribir al fraterno amigo Manuel Mercado, una carta
(inconclusa) que ha sido catalogada como el “Testamento Histórico de José Martí. En la primera parte de este documento se lee:
“Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895.
Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir, ya puedo
decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que
es mía, y mi orgullo y mi obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar
mi vida por mi país y por mi deber… de impedir a tiempo con la independencia de
Cuba que se extiendan los Estados Unidos por las Antillas y caigan con esa
fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré,
es para eso”.
Al día siguiente, el 19 de mayo, “cuando el sol se
encontraba en el cenit iluminando la vega de Dos Ríos, Martí montando su corcel
blanco, revólver en mano, de cara al enemigo, …se lanzó sobre los cuadros
españoles agazapados en la maleza: una descarga cerrada, humo y olor a pólvora,
todo gira a su derredor, y se desploma sobre la tierra cubana, atravesado el
pecho y el cuello por las balas españolas”.
Martí rubricó con su sangre generosa toda su obra.” Y
aquel cuerpo pequeño comenzó a crecer, agigantarse y extenderse por sobre el
continente americano y por sobre toda la faz de La Tierra.”
Recordemos de Martí el siguiente cuarteto:
NO ME PONGAN EN LO OSCURO ¡YO SOY BUENO Y COMO
BUENO
A MORIR COMO UN TRAIDOR MORIRÉ DE CARA AL SOL”
Xalapa, Ver., a 19 de mayo de 2013
Wilfrido Sánchez Márquez.
Presidente del Instituto de Relaciones Culturales Mexicano-Cubanas “Flores
Magón-Mella” de Xalapa, Ver.
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