lunes, 10 de junio de 2013

Algunos Recuerdos de Sergio Pitol


 

Por Raúl Hernández Viveros

 Sergio Pitol Demeneghi cumplió ochenta años el 18 de marzo de 2013. Obtuvo la licenciatura en derecho en la UNAM. Desde hace varios años decidió radicar en la capital veracruzana. Entre  1969 y 1972 vivió en España, y trabajó para varias editoriales, entre ellas Seix Barral, Tusquets y Anagrama.

El 23 de enero de 1997, fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. Entre  sus premios y distinciones: Xavier Villaurrutia 1981 por Nocturno de Bujara, Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada  en 1982. Herralde 1984 por El desfile del amor. El Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura 1993. Mazatlán de Literatura 1997 por El arte de la fuga, Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo 1999, y el Cervantes en 2005.

Su libro de cuentos Infierno de todos, apareció en la trascedental Serie Ficción de la Universidad Veracruzana, 1964. Tuvo a cargo la editorial La Palabra y el Hombre. Impartió un curso sobre el estudio y análisis de la obra de William Shakespeare, donde investigó en las profundidades del genio de Stratford-on-Avon.

 Creo que representó mi primer encuentro con mi admirado amigo, quien impulsó el estudio de  las huellas en cada personaje, escenarios, y temas, y permitió el encuentro con el autor de Hamlet. Recuerdo sus apasionadas conferencias sobre cada pieza teatral de Shakespeare, y principalmente las referencias hacia la lectura de los capítulos de Shakespeare nuestro contemporáneo, de Jan Kott.

Las charlas universitarias rebasaron  las aulas, y Sergio Pitol comienzó a iluminar a sus estudiantes y discípulos. Durante estos años salió a la luz pública la Antología del cuento polaco contemporáneo, y todavía conservo la primera edición que me obsequio con la dedicatoria: “Para Raúl Hernández, deseándole una formidable estancia en el lugar al que en fin decida (o pueda) irse y el deseo de verlo pronto por allá. Sergio Pitol, octubre, 20 1967”. 

Desde luego fue mi primer contacto con la literatura polaca: Bruno Schultz, Witold Gombrowicz, Marek Hlasko, Slawomir Mrozek, Jerzy Andrejewski, o Kazimierz Brandys, que entre otros autores llegaron a causarme interés y preocupación.  En  la entonces famosa Serie Ficción, Sergio Pitol dio a conocer su versión de Cartas a la señora Z, Kazimierz de Brandys.

También me puso en confrontación con la novela Las puertas del paraíso, de Jerzy Andrejewski. Pude destacar el descubrimiento de Witold Gombrowicz, de quien posteriormente construimos un culto. Recuerdo sus versiones de Transatlántico y Cosmos, en Seix Barral, o el Diario argentino, en la editorial Sudamericana. Logró la autorización de publicar Tierra de nadie, de Juan Carlos Onetti, en la Serie Ficción. Regresó al viejo continente, en las embajadas de México en Polonia, Yugoslavia, y en Francia al lado de Carlos Fuentes,  y embajador en la llamada  entonces Checoslovaquia.

            Su texto “Milagros de la memoria”, que representa un muestra de su maestría narrativa, encabeza la antología Narradores de México y Veracruz, de próxima aparición bajo el sello editorial del IVEC. Lo cual representa la oportunidad de recomendar a los lectores permitirse el lujo de sentir la excelencia de este magistral relato,  como un homenaje a mi estimado Sergio Pitol. comprender el concepto de la amistad. Aristóteles definió que existían sólo uno o dos amigos, y el número corresponde a nuestras inolvidables circunstancias. 

Después de noches de zozobra en Varsovia, Estocolmo, Viena, Turín y Barcelona llegó la iluminación de empezar a partir del grado cero. Regresar al lugar de origen, y dar inicio al diálogo en voz alta. Representó un viaje hacia el cosmos, el tiempo de germinar, alzarse y caminar. Búsqueda y participación en la creación literaria. Bajo la inspiración de Witold Gombrowicz percibí mi propio proyecto con “la esencia de la humanidad es tal que constantemente  me veo obligado a definirme y a evitar toda definición de mi propio ser. La realidad no me es algo que pueda ser totalmente aprendido por la forma. Pues la forma no corresponde a la esencia de la vida. Pero todo pensamiento grandioso que intente definir  esa insuficiencia de la forma, se convierte él mismo en forma, confirmando el hecho de que estamos condenados a ella”

En enero de 1973 di a conocer la revista Cosmos, como un homenaje a Witold Gombrowicz. Además de proseguir con el  culto que iniciamos al lado de Sergio Pitol. Años antes Sergio Pitol en La Palabra y el Hombre, abrió sus páginas a colaboraciones de Julio Cortazar, Juan García Ponce, Ernesto Cardenal, George Steiner, y José Bianco entre otros importantes escritores de entonces, fundadores de las letras latinoamericanas.

Pedro M. Domene, desde España le dedicó el libro El sueño de lo real, monografía en colaboración con varios autores, imágenes del autor de El Mago de Viena y el El arte de la fuga. Las imágenes concuerdan con pasajes de mi experiencia literaria y principalmente sobre las estadías largas y formidables en Polonia, Italia y España. Entre la oscuridad de los sueños se repiten los recorridos por algunas calles y antiguas tabernas de la ciudad vieja de Varsovia.

UN PROMOTOR DE LA LABOR EDITORIAL

Sergio Pitol  recibió de  César Rodríguez Chicharro, la dirección de la revista La Palabra y el Hombre. Se debe reconocer la trascendencia de algunas de las colaboraciones que se insertaron en las páginas del máximo órgano de divulgación editorial en la Universidad Veracruzana. Por ejemplo, en su número  41  se incluyó el guión cinematográfico: “Pueblo fantasma” realizado por Juan Tovar, Ricardo Vinos y el  orizabeño Parménides García Saldaña.

En la siguiente entrega, número 42,  sobresalió la aparición de Enriqueta Ochoa con su presencia en la poesía mexicana, además de un texto inolvidable de Julio Cortázar “Sobre la exterminación de los cocodrilos en Auvernia”. Sergio Pitol dio a conocer su versión de la pieza dramática  de Jerzy Andrzejewski: “Las tinieblas cubren la tierra”. Por supuesto debo rescatar y recomendar el análisis de la ponencia de José Bianco: “Función social del escritor”.

Debido a las siguientes definiciones: “El narrador se ocupa de un acontecer imaginario que está integrado por elementos de la realidad”.  Por su reconocimiento y admiración a nuestro Premio Nobel de literatura Octavio Paz: “uno de los poetas y ensayistas que más admiro, dentro y fuera de México”.

Las páginas del número 43 consolidaron la difusión de trabajos de investigación académica con la publicación de: “La civilización olmeca de Veracruz”, de Michael D. Coe, Richard A. Diehl y Minze Stuiver;  o las valiosas “Notas sobre la producción histórica de México” de Enrique Florescano. Sergio Pitol hizo la traducción de los  fragmentos del Diario Argentino de Witold Gombrowicz. También se anunció que la Editorial de la Universidad Veracruzana publicaría en un volumen las piezas teatrales del mencionado autor polaco.

El veracruzano Juan Manuel Torres ofreció la versión de otro fundamental autor polaco Bruno Schulz: “Cuentos”; donde el mismo Sergio Pitol escribió las líneas de presentación de esta obra  que iba a ser incluida en la colección Ficción. Recomiendo la lectura del texto  “Mi sitio” de Peter Weiss, porque profundamente reflexiona sobre las atrocidades de las tropas nazis y el exterminio de judíos en el campo de concentración, el cual puede todavía puede visitarse en Auschwitz.

Sin embargo, en el número 44 de La Palabra y el Hombre, George Steiner en su ensayo: ”Erudición Humana”,  estudió y analizó el papel del crítico literario frente al genocidio y holocausto provocado por el fascismo alemán. “La imaginación ha devorado su cuota de espantos y llana trivialidad en que se expresa con frecuencia, el horror moderno. Hoy como nunca el silencio tienta a la poesía”. Sentenció George Steiner, en un capítulo de su libro Lenguaje y Silencio, que se anunciaba de próxima aparición en la colección Biblioteca de la Facultad de Filosofía Letras y Ciencias, bajo la traducción de Federico Patán.

En este espacio editorial brotó el proyecto poético de Orlando Guillén Tapia, en la sección “Nuevos poetas mexicanos”, se insertaron dos de sus poemas de este escritor originario de Acayucan, Ver. El estudioso de las tendencias jurídicas, Guillermo Floris Margadant  participó con su investigación “El Derecho en el Renacimiento”. Un ensayo fundamental, que puede consultarse por sus aportaciones bibliográficas sobre la poesía indígena, fue “In xochitl in cuicatl”, de Ernesto Cardenal.

Otra aportación interesante fue la publicación de algunas de las “Cartas de Emilio Abreu Gómez”, que donó a la Universidad Veracruzana y nunca aparecieron en la colección Biblioteca de la Facultad de Filosofía Letras y Ciencias. Todo este material bibliográfico puede consultarse en el número 43 de La Palabra y el Hombre. Demuestra el esfuerzo de Sergio Pitol por haber otorgado a los lectores en 1967 la posibilidad de vincularse con las letras de cualquier parte del mundo. La visión universal de ser contemporáneos y participantes en la evolución de la cultura.

Conservo todavía las ediciones originales de Bakakaj, y L’Herne Gombrowicz, que en l971-acompañado  de Alberto Guaraldo-; Rita Gombrowicz, en su casa de Milán Italia, me lo regaló como un recuerdo de aquel inolvidable encuentro. Entre la evocación de la visita permanece la anécdota. A propósito de la aparición del volumen de cuentos Bakakay, su autor aclaró que la elección de dicho título: “Bakakay,  es el nombre de una calle de Buenos Aires, donde habitaba en 1939: “He dado este título a mi libro como se le da  un nombre a los perros, simplemente para distinguirlos los unos de los otros”. Sergio Pitol  lo  definió como “el personaje que desde la infancia se propuso ser. Quiso ser un herético, un salvaje, un escritor genial y lo logró. A lo largo de toda su vida fue afinando su antipatía o su desgano hacia un mundo predecible, obtuso y correcto”.  Ambos promovieron el fervor de lo verdaderamente humano.

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