Por Raúl Hernández Viveros
El 23 de enero de 1997, fue elegido miembro
correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. Entre sus premios y distinciones: Xavier
Villaurrutia 1981 por Nocturno de Bujara, Bellas Artes de Narrativa Colima para
Obra Publicada en 1982. Herralde 1984
por El desfile del amor. El Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de
Lingüística y Literatura 1993. Mazatlán de Literatura 1997 por El arte de la
fuga, Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo 1999, y el Cervantes en
2005.
Su libro de cuentos Infierno de todos, apareció en
la trascedental Serie Ficción de la Universidad Veracruzana, 1964. Tuvo a cargo
la editorial La Palabra y el Hombre. Impartió un curso sobre el estudio y
análisis de la obra de William Shakespeare, donde investigó en las
profundidades del genio de Stratford-on-Avon.
Creo que
representó mi primer encuentro con mi admirado amigo, quien impulsó el estudio
de las huellas en cada personaje,
escenarios, y temas, y permitió el encuentro con el autor de Hamlet. Recuerdo
sus apasionadas conferencias sobre cada pieza teatral de Shakespeare, y
principalmente las referencias hacia la lectura de los capítulos de Shakespeare
nuestro contemporáneo, de Jan Kott.
Las charlas universitarias rebasaron las aulas, y Sergio Pitol comienzó a iluminar
a sus estudiantes y discípulos. Durante estos años salió a la luz pública la
Antología del cuento polaco contemporáneo, y todavía conservo la primera
edición que me obsequio con la dedicatoria: “Para Raúl Hernández, deseándole
una formidable estancia en el lugar al que en fin decida (o pueda) irse y el
deseo de verlo pronto por allá. Sergio Pitol, octubre, 20 1967”.
Desde luego fue mi primer contacto con la literatura
polaca: Bruno Schultz, Witold Gombrowicz, Marek Hlasko, Slawomir Mrozek, Jerzy
Andrejewski, o Kazimierz Brandys, que entre otros autores llegaron a causarme
interés y preocupación. En la entonces famosa Serie Ficción, Sergio
Pitol dio a conocer su versión de Cartas a la señora Z, Kazimierz de Brandys.
También me puso en confrontación con la novela Las
puertas del paraíso, de Jerzy Andrejewski. Pude destacar el descubrimiento de
Witold Gombrowicz, de quien posteriormente construimos un culto. Recuerdo sus
versiones de Transatlántico y Cosmos, en Seix Barral, o el Diario argentino, en
la editorial Sudamericana. Logró la autorización de publicar Tierra de nadie,
de Juan Carlos Onetti, en la Serie Ficción. Regresó al viejo continente, en las
embajadas de México en Polonia, Yugoslavia, y en Francia al lado de Carlos
Fuentes, y embajador en la llamada entonces Checoslovaquia.
Su
texto “Milagros de la memoria”, que representa un muestra de su maestría
narrativa, encabeza la antología Narradores de México y Veracruz, de próxima
aparición bajo el sello editorial del IVEC. Lo cual representa la oportunidad
de recomendar a los lectores permitirse el lujo de sentir la excelencia de este
magistral relato, como un homenaje a mi
estimado Sergio Pitol. comprender el concepto de la amistad. Aristóteles
definió que existían sólo uno o dos amigos, y el número corresponde a nuestras
inolvidables circunstancias.
Después de noches de zozobra en Varsovia, Estocolmo,
Viena, Turín y Barcelona llegó la iluminación de empezar a partir del grado
cero. Regresar al lugar de origen, y dar inicio al diálogo en voz alta.
Representó un viaje hacia el cosmos, el tiempo de germinar, alzarse y caminar.
Búsqueda y participación en la creación literaria. Bajo la inspiración de
Witold Gombrowicz percibí mi propio proyecto con “la esencia de la humanidad es
tal que constantemente me veo obligado a
definirme y a evitar toda definición de mi propio ser. La realidad no me es
algo que pueda ser totalmente aprendido por la forma. Pues la forma no
corresponde a la esencia de la vida. Pero todo pensamiento grandioso que
intente definir esa insuficiencia de la
forma, se convierte él mismo en forma, confirmando el hecho de que estamos
condenados a ella”
En enero de 1973 di a conocer la revista Cosmos,
como un homenaje a Witold Gombrowicz. Además de proseguir con el culto que iniciamos al lado de Sergio Pitol.
Años antes Sergio Pitol en La Palabra y el Hombre, abrió sus páginas a
colaboraciones de Julio Cortazar, Juan García Ponce, Ernesto Cardenal, George
Steiner, y José Bianco entre otros importantes escritores de entonces,
fundadores de las letras latinoamericanas.
Pedro M. Domene, desde España le dedicó el libro El
sueño de lo real, monografía en colaboración con varios autores, imágenes del
autor de El Mago de Viena y el El arte de la fuga. Las imágenes concuerdan con
pasajes de mi experiencia literaria y principalmente sobre las estadías largas
y formidables en Polonia, Italia y España. Entre la oscuridad de los sueños se
repiten los recorridos por algunas calles y antiguas tabernas de la ciudad
vieja de Varsovia.
UN PROMOTOR DE LA LABOR EDITORIAL
Sergio Pitol
recibió de César Rodríguez
Chicharro, la dirección de la revista La Palabra y el Hombre. Se debe reconocer
la trascendencia de algunas de las colaboraciones que se insertaron en las
páginas del máximo órgano de divulgación editorial en la Universidad
Veracruzana. Por ejemplo, en su número
41 se incluyó el guión
cinematográfico: “Pueblo fantasma” realizado por Juan Tovar, Ricardo Vinos y
el orizabeño Parménides García Saldaña.
En la siguiente entrega, número 42, sobresalió la aparición de Enriqueta Ochoa
con su presencia en la poesía mexicana, además de un texto inolvidable de Julio
Cortázar “Sobre la exterminación de los cocodrilos en Auvernia”. Sergio Pitol
dio a conocer su versión de la pieza dramática
de Jerzy Andrzejewski: “Las tinieblas cubren la tierra”. Por supuesto
debo rescatar y recomendar el análisis de la ponencia de José Bianco: “Función
social del escritor”.
Debido a las siguientes definiciones: “El narrador
se ocupa de un acontecer imaginario que está integrado por elementos de la
realidad”. Por su reconocimiento y
admiración a nuestro Premio Nobel de literatura Octavio Paz: “uno de los poetas
y ensayistas que más admiro, dentro y fuera de México”.
Las páginas del número 43 consolidaron la difusión
de trabajos de investigación académica con la publicación de: “La civilización
olmeca de Veracruz”, de Michael D. Coe, Richard A. Diehl y Minze Stuiver; o las valiosas “Notas sobre la producción
histórica de México” de Enrique Florescano. Sergio Pitol hizo la traducción de
los fragmentos del Diario Argentino de
Witold Gombrowicz. También se anunció que la Editorial de la Universidad
Veracruzana publicaría en un volumen las piezas teatrales del mencionado autor
polaco.
El veracruzano Juan Manuel Torres ofreció la versión
de otro fundamental autor polaco Bruno Schulz: “Cuentos”; donde el mismo Sergio
Pitol escribió las líneas de presentación de esta obra que iba a ser incluida en la colección
Ficción. Recomiendo la lectura del texto
“Mi sitio” de Peter Weiss, porque profundamente reflexiona sobre las
atrocidades de las tropas nazis y el exterminio de judíos en el campo de
concentración, el cual puede todavía puede visitarse en Auschwitz.
Sin embargo, en el número 44 de La Palabra y el
Hombre, George Steiner en su ensayo: ”Erudición Humana”, estudió y analizó el papel del crítico
literario frente al genocidio y holocausto provocado por el fascismo alemán.
“La imaginación ha devorado su cuota de espantos y llana trivialidad en que se
expresa con frecuencia, el horror moderno. Hoy como nunca el silencio tienta a
la poesía”. Sentenció George Steiner, en un capítulo de su libro Lenguaje y
Silencio, que se anunciaba de próxima aparición en la colección Biblioteca de
la Facultad de Filosofía Letras y Ciencias, bajo la traducción de Federico
Patán.
En este espacio editorial brotó el proyecto poético
de Orlando Guillén Tapia, en la sección “Nuevos poetas mexicanos”, se
insertaron dos de sus poemas de este escritor originario de Acayucan, Ver. El
estudioso de las tendencias jurídicas, Guillermo Floris Margadant participó con su investigación “El Derecho en
el Renacimiento”. Un ensayo fundamental, que puede consultarse por sus aportaciones
bibliográficas sobre la poesía indígena, fue “In xochitl in cuicatl”, de
Ernesto Cardenal.
Otra aportación interesante fue la publicación de
algunas de las “Cartas de Emilio Abreu Gómez”, que donó a la Universidad
Veracruzana y nunca aparecieron en la colección Biblioteca de la Facultad de
Filosofía Letras y Ciencias. Todo este material bibliográfico puede consultarse
en el número 43 de La Palabra y el Hombre. Demuestra el esfuerzo de Sergio
Pitol por haber otorgado a los lectores en 1967 la posibilidad de vincularse
con las letras de cualquier parte del mundo. La visión universal de ser
contemporáneos y participantes en la evolución de la cultura.
Conservo todavía las ediciones originales de
Bakakaj, y L’Herne Gombrowicz, que en l971-acompañado de Alberto Guaraldo-; Rita Gombrowicz, en su
casa de Milán Italia, me lo regaló como un recuerdo de aquel inolvidable
encuentro. Entre la evocación de la visita permanece la anécdota. A propósito
de la aparición del volumen de cuentos Bakakay, su autor aclaró que la elección
de dicho título: “Bakakay, es el nombre
de una calle de Buenos Aires, donde habitaba en 1939: “He dado este título a mi
libro como se le da un nombre a los
perros, simplemente para distinguirlos los unos de los otros”. Sergio
Pitol lo
definió como “el personaje que desde la infancia se propuso ser. Quiso
ser un herético, un salvaje, un escritor genial y lo logró. A lo largo de toda
su vida fue afinando su antipatía o su desgano hacia un mundo predecible,
obtuso y correcto”. Ambos promovieron el
fervor de lo verdaderamente humano.
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