Rafael Mario Islas Ojeda *
Le dijeron que debía aprovisionarse de metáforas.
Llenar los odres y las alforjas y peregrinar hacia la meca de la imaginación,
sembrando en el viento las semillas engendradas por las metáforas más fértiles
y esperar la cosecha ubérrima.
Echo a andar con paso apresurado y se hizo de una
red fuerte y segura. Para alcanzar al vuelo las metáforas. Al inicio del camino cazó muchas que le
llevaban más y más allá, en carrera sin fin. Algunas se salieron entre la
urdimbre y otros huecos de los hilos de la red, otras desparramaron y solo unas
cuantas se quedaron. Alguna sufrió
metamorfosis, otras sufrieron mimetismos sorprendentes. Cambios que parecían
tener vida propia.
Se convirtió en
experto, las agrupó por tamaño, por género y por número. Metáforas
impuras cuyas imágenes reflejaban un piélago distante, profundo e ignoto como
el viento. Sensoriales, complejas, visionarias y aún colectó las anheladas
hiperbólicas
Algunas
sufrían de metonimia, las restantes eran
metagoges simiescas, tropos por semejanza y alegorías, buscó la metagoge que
cobraba animación por si sola. Las escogía, las contemplaba, incluso las
arrullaba. Por fin las sembró en el
....aire y se sentó exhausto a esperar la ubérrima cosecha de poemas, así
se durmió y al despertar... la vida había cambiado, el amor había escapado, la
poesía estaba muerta y los poetas proscritos. Las metáforas atrapadas al vuelo
habían perdido su frescura y por ello habían terminado en convertirse todas en
signos insípidos, insustanciales y vacuos.
“O tempora o
mores” ya no había una sola metáfora para sembrar de nuevo la poesía. El Réquiem
se escuchó en la madrugada.
* Minicuento dedicado a los cazadores de sueños y buscadores de utopías.
1 comentario:
Hermoso minicuento, ya quisiera yo esa facilidad de palabra!!! jajaja Felicidades maestro Víctor, por una edición más, llena de cultura!! En hora buena
Publicar un comentario