Itzel Amor García Gutiérrez.
Hoja en blanco, mar
sin fronteras…
Sitio austero, pulcro, enigmático…
Rocas de pensamiento acariciadas por el viento.
Rostro de arena
similar a la expresión de los que mueren convencidos, y llevan en sus labios una sonrisa.
Arrecife de sensaciones encontradas con el ser interno,
mientras el sabio silencio se reviste por la conciencia suprema
omnipotente muy cercana al sol.
Tintero de color eterno impregnado en cada palabra bañada
con oleajes de añoranza que se difuminan
con el tiempo.
Letras que se conjugan en medio de ráfagas elocuentes de
ideas.
Ángel intrínseco que medita en el índigo de la noche,
soledad extraviada en el horizonte.
Trascendencia sublime de palabras esparcidas sobre dunas
perceptibles.
Rapsodia de caracolas, aliciente matinal que transcribe el regocijo tan implorado por
el anhelo.
Compendio de sueños, enciclopedia de esperanzas, cofre de
riqueza invaluable.
Palmeras que se mecen recuperando alegría en un marco de
plenitud consumada.
Bálsamo de luz permanente
prolongado en el descanso de cultura que se desprende de la ignorancia
ceñida por el papel corrugado.
Palmeras que se mecen recuperando alegría en un marco de
plenitud alcanzada.
Acuarela magistral que se refleja sobre los ojos de
quienes así lo vislumbran.
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