Héctor
Martínez Domínguez
Durante
mucho tiempo hemos visto y oído una serie de opiniones sobre las aportaciones
teóricas de Antonio Gramsci. Quizá más como mitos o comentarios recurrentes, ya
que su obra, además de ser poco conocida, no ha sido estudiada a profundidad. Y
con la firme intención de acercarnos a las aportaciones que hiciera, partiremos
de sus textos conocidos como los Cuadernos
de la Cárcel, es decir, consultar sus fuentes originales, analizar hasta
donde sea posible lo escrito por él, para retomar lo que a nuestro juicio son
los temas que consideramos más relevantes de su obra.
Pero,
sin duda alguna, debemos entender que, a pesar de las adversas condiciones que
vivió en la cárcel, él poseía una gran formación intelectual, un profundo conocimiento de la historia, así como un
objetivo muy claro, no sólo intelectual o académico, sino teórico-práctico y
revolucionario porque se proponía transformar las instituciones estatales y el
poder público. Político y militante partidista, con verdadera vocación
de cambio y de toma del poder para realizar un ejercicio democrático de la vida
de sus contemporáneos.
No por ello sus planteamientos quedan en el
plano de lo ideológico, sino que se advierte un rigor científico y creativo en
sus propuestas teóricas. Gramsci escribía al comienzo de su trabajo: «no será
de carácter sociológico sino que será la base para una serie de ensayos de
historia de la cultura (culturgechichte), y de historia de la ciencia política»
(1)
Con una verdadera vocación
educativa, misma que constituye una sólida base para el conocimiento y la
transformación de la vida social, cultural y política, que en si es educativa, nos
muestra y enseña a analizar las instituciones estatales.
«Gramsci –afirma Alessandro Pizzorno–,
elabora conceptos y generalizaciones que no sólo anticipan, sino que a veces nos
sorprenden por su claridad…» (2)
En el ensayo «La formación de los
intelectuales», Gramsci cuestiona si los intelectuales son un grupo social
autónomo e independiente; o si cada grupo o clase social construye sus propios
intelectuales que elaboran sus propias teorías. Ante este problema complejo e
histórico, él plantea dos importantes conclusiones:
1.- Cada grupo social,
naciendo en el terreno originario de una función esencial del mundo de la
producción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de
intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de la propia función, no
sólo en el campo económico sino también en el social y en el político; el empresario capitalista crea consigo mismo al
técnico industrial y al especialista en economía política, a los
organizadores de una nueva cultura, de
un nuevo derecho, etc., etc. Se debe notar el hecho que el empresario representa
una elaboración social superior, ya
caracterizada por una cierta capacidad dirigente y técnica (o sea intelectual):
éste no sólo debe poseer una cierta capacidad técnica fuera de la esfera
circunscripta de su actividad y de su iniciativa propia, sino también en otras
esferas, por lo menos en aquellas más directamente con la actividad económica
(debe ser un organizador de masas de hombres; un organizador de la confianza de
los inversores de la empresa, de los compradores de sus mercancías, etc.) (3)
Sólo
un pequeño grupo de los empresarios asume conscientemente una función
directiva y de organización (élite) este
grupo organiza a la sociedad en general en torno a un complejo sistema de
servicios, la organización estatal, y generará
las condiciones generales básicas para su reproducción y expansión de la
clase social. Como mínimo debe tener la capacidad de seleccionar a los
empleados a los que se pueda confiar la actividad organizativa de la empresa
(buen funcionamiento).
Se puede observar que los intelectuales
orgánicos que cada nueva clase crea consigo misma y forma en su desarrollo
progresivo, son en general especializaciones de aspectos parciales de la
actividad primitiva del tipo social nuevo que la nueva clase ha dado a luz. (4)
Los señores feudales detectaron una
capacidad técnica, capacidad militar, en el momento que la aristocracia perdió
el monopolio de su capacidad
técnico–militar fue cuando empezó la crisis del feudalismo.
2.-
Pero cada grupo social al surgir a la historia desde la estructura económica
precedente y como expresión del desarrollo de esa estructura ha encontrado, por
lo menos en la historia hasta ahora desenvuelta, categorías intelectuales
preexistentes y que además aparecían como representando una continuidad
histórica ininterrumpida, aún por los más complicados cambios de las formas
políticas y sociales.
La
más típica de estas categorías intelectuales es la de los eclesiásticos, por
largo tiempo monopolizadores (durante toda una etapa histórica que en parte se
caracteriza por este monopolio) de algunos servicios importantes: la ideología
religiosa, es decir la filosofía y la
ciencia de la época, la escuela, la instrucción, la moral, la justicia, la beneficencia,
la asistencia, etc. La categoría de los eclesiásticos puede ser considerada
como la categoría intelectual orgánicamente ligada a la aristocracia
terrateniente que jurídicamente estaba equipada de la aristocracia y con la que
compartía el ejercicio de la propiedad feudal de la tierra y el uso de los
privilegios estatales ligados a la propiedad. Pero el monopolio de la
superestructura era por parte de los eclesiásticos. (5)
Con
el desarrollo de afianzamiento del poder central y el crecimiento de la
sociedad y la creación de nuevas necesidades surgieron nuevos especialistas,
como los administradores, científicos, teóricos y filósofos –no eclesiásticos–
de la llamada aristocracia de la toga.
Así
como estos intelectuales mantienen ininterrumpidamente la continuidad histórica,
del mismo modo se conservaron autónomos e independientes del grupo social
dominante.
«Sin
embargo, se debe observar que si bien el Papa y la alta jerarquía de la Iglesia
se creen más ligados a Cristo y a los apóstoles que los señores senadores
Agnelli y Benni, lo mismo no ocurre con Gentile y Croce, por ejemplo: Croce,
especialmente se siente estrechamente ligado con los senadores Angelli y Benni
y en eso precisamente se debe buscar el carácter más sobresaliente de la filosofía
de Croce» (6)
Al diferenciar la actividad intelectual encontraremos
en el conjunto del sistema de relaciones que estas actividades se mantienen,
así como los grupos que representan dentro del marco de las relaciones sociales,
por la situación que esta actividad conlleva en determinadas condiciones y en
determinadas relaciones sociales. Podríamos afirmar entonces que todos los
hombres son intelectuales, pero no todos los hombres tienen en la sociedad la
función de intelectuales. La diferencia entre intelectual y no intelectual
consiste en la función social de la categoría profesional de los intelectuales.
«El problema de la creación de un
nuevo grupo intelectual consiste por lo
tanto en elaborar críticamente la actividad que existe en cada uno en cierto
grado de desarrollo, modificando su relación con el esfuerzo muscular y
nervioso en un nuevo equilibrio, logrando obtener que el mismo esfuerzo
muscular y nervioso que como elemento de una actividad práctica general innova constantemente el mundo físico
y social, llegue a ser el fundamento de una nueva e integral concepción del mundo. El tipo
tradicional y vulgarizado del intelectual está dado por el literato, el filósofo
y el artista. Por lo tanto los
periodistas que pretenden ser literatos, filósofos y artistas pretenden también
ser los verdaderos intelectuales. En el mundo moderno, la educación técnica,
ligada estrechamente al trabajo industrial, aún el más primitivo y
descalificado, debe formar la base del nuevo tipo de intelectual» (7)
Según Gramsci, el modo de ser del
nuevo intelectual consiste en estar inscrito
activamente en la vida práctica, como constructor, organizador; persuasivo
permanentemente, no sólo se trata de ser especialista, sino dirigente,
(especialista mas no político) de esta forma se plantea históricamente las
categorías especializadas para el
ejercicio de la función intelectual, que se forman de acuerdo con los grupos
sociales más importantes, realizan modificaciones y elaboraciones más complejas
y extensas en conexión con el grupo social dominante.
«La
escuela es el instrumento para formar los intelectuales de diverso grado. La
complejidad de las funciones intelectuales en los diversos estados se puede
medir objetivamente por la cantidad de escuelas especializadas y por su
jerarquización: cuanto más extensa es el área escolar y cuanto más numerosos
son los grados verticales de la escuela, tanto más complejo es el mundo
cultural, la civilización, de un determinado estado. Se puede encontrar un parangón
en la esfera de la técnica industrial: la industrialización de un país se mide
por su capacidad en la construcción de máquinas para construir máquinas y en la
fabricación de instrumentos, y en la capacidad cada vez más precisa para construir máquinas e
instrumentos para construir máquinas etc.» (8)
Del mismo modo que un país
desarrolla escuelas técnicas, también
organiza escuelas con el propósito de preparar intelectuales de una
manera sólida y prestigiosa, seleccionando a los más aptos para recibir esa
instrucción.
«Así
en la preparación de los intelectuales y en las escuelas dedicadas a esta
preparación; escuelas e institutos de
alta cultura son asimilables. También en este campo la cantidad no puede
separarse de la cualidad.» (9)
Destaca
Gramsci que la elaboración de grupos intelectuales se realiza de acuerdo con
procesos históricos tradicionales concretos, se forman grupos que históricamente
producen intelectuales que se han
especializado, como son la pequeña y la mediana burguesía de las
ciudades o los terratenientes.
«La
variada distribución de los diversos tipos
de escuelas (clásicas y profesionales) en el terreno económico y las
distintas aspiraciones de las múltiples categorías de esos grupos determinan o
dan forma a la producción de las diversas ramas de especialización intelectual.
La burguesía rural en Italia, por ejemplo, produce especialmente funcionarios
estatales y profesionales liberales, mientras que la burguesía ciudadana
produce técnicos para la industria: y por eso la Italia septentrional produce
especialmente técnicos y en cambio la Italia meridional principalmente
funcionarios y profesionales» (10)
La
relación entre los intelectuales y el mundo de la producción es mediada en
grado diverso en todo el tejido social y en el complejo de la superestructura
de la que los intelectuales son los funcionarios.
Para
Gramsci la superestructura se divide en dos grandes planos: La sociedad Civil,
que está formada por el conjunto de las organizaciones privadas, y el de la
Sociedad Política o estado que corresponde a la función de Hegemonía, que el
grupo dominante ejerce sobre toda la sociedad y la de dominio directo o de
comando que se expresa en el estado y en el gobierno. Estas funciones son
estrictamente organizativas y conectivas.
«Los
intelectuales son los empleados del grupo dominante para el ejercicio de las
funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político, a saber:
1).- del consenso espontáneo que las grandes masas de la población dan a la
dirección impuesta a la vida social por el grupo social dominante, consenso que
históricamente nace del prestigio (y por tanto de la confianza) detentada por
el grupo dominante de su posición y de su función en el mundo de la producción.
2).- del aparato de coerción estatal que asegura legalmente la disciplina de aquellos grupos que no
consienten ni activa ni pasivamente, pero que está preparado por toda la
sociedad en previsión de los momentos de crisis en el comando y en la
dirección, casos en que el consenso espontáneo viene a menos.» (11)
Para
Gramsci los intelectuales urbanos tienen un papel instrumental, casi pasivo,
cuyo propósito es hacer más funcional y viable el sistema capitalista, pues
nacen con el proceso de industrialización y de gran industria. Que habrán de
reflejar el progreso, no sólo económico, material, cultural y político de este
nuevo modo de producción, de sus instituciones y de sus modelos y prohombres en
una sociedad y con un constante y
creciente desarrollo y crecimiento que generan las nuevas fuerzas productivas.
«Los
intelectuales de tipo urbano han crecido
al mismo tiempo con la industria y están
ligados a su destino. Su función puede ser parangonada con la de los oficiales subalternos en el ejercicio; no tienen ninguna iniciativa autónoma para
elaborar planes de construcción; ponen en relación, articulándola, la masa
instrumental con el empresario, elaboran la ejecución inmediata del plan de
producción establecido por el estado mayor de la industria y controlan las
etapas laborales elementales» (12)
En
el caso de los intelectuales del medio rural, como las sociedades preexistentes
eran mayoritariamente campesinas, alejadas en todos los sentidos de las
nacientes ciudades, donde se encontraban, no sólo los bienes materiales, las
mercancías, los mercados, sino también la obra cultural, la arquitectura, las
grandes construcciones, las catedrales (sede el poder eclesiástico), los
profesionistas liberales como médicos y abogados, administradores, existe una
gran necesidad de servicios, así como una fascinación en lo urbano y una
posibilidad de dar a sus hijos una oportunidad de alcanzar mejores condiciones
de vida y de trabajo, de prestigio, para él y para su familia casi como
promoción social.
Siendo
la iglesia y el ejército, las instituciones que tradicionalmente les ofrecían
la oportunidad de adquirir los conocimientos y la posibilidad, gracias al
estudio y al esfuerzo personal.
«Los
intelectuales de tipo rural son en gran parte tradicionales, es decir, están
ligados a la masa social campesina y pequeño burguesa de la ciudad (especialmente de los
centros menores) todavía no formada y puesta en movimiento por el sistema
capitalista: este tipo de intelectual pone en contacto la masa campesina con la
administración estatal o local (abogados), notarios, etc), y por esta misma
función tiene una gran función político- social, porque la mediación
profesional es difícilmente escindible de la mediación política. Además: en el
campo el intelectual (sacerdotes, abogados, maestros, notarios, médicos, etc.)
tienen un nivel de vida superior o por lo menos distinto del que tiene el
campesino medio, y por eso representa
para éste un modelo social en su aspiración para salir de sus condiciones o
mejorarlas. El campesino piensa siempre
que por lo menos un hijo suyo podría llegar a ser intelectual (especialmente sacerdote)»
(13)
Los
intelectuales urbanos no ejercen ninguna función política, sólo técnica. En el
caso de los intelectuales orgánicos, mismos que pertenecen a las clases
fundamentales como la burguesía-proletariado, al ocupar un lugar, una función
ya en las organizaciones como sindicatos, centrales obreras o partidos
políticos o en el apartado del estado cumplen una función orgánica, al formar parte de un órgano determinado, pues
tienen una clara conciencia de clase y de pertenencia y al grupo social hegemónico o alternativo.
«Desde
este punto de vista el problema más interesante es el que concierne al partido
político moderno en sus orígenes, sus desarrollos y sus formas. ¿Cómo se
transforma el partido político en relación al problema de los intelectuales? Se
deben hacer algunas distinciones: 1ª).-Para algunos grupos sociales el partido
político no es más que el modo de
articular la propia categoría de los intelectuales orgánicos (que se forman de
ese modo y no pueden dejar de formarse en función de los caracteres generales
dados y las condiciones de formación, de vida
y de desarrollo del grupo social) directamente en el campo político y
filosófico y no ya en el campo de la actividad productiva; 2ª).- Para todos los
grupos el partido político, es justamente el
mecanismo que en la sociedad civil, cumple la misma función que en
medida más vasta cumple el estado en la sociedad política, es decir, procura la
unión entre intelectuales orgánicos de un grupo dado, el dominante, y los
intelectuales tradicionales; y esta función el partido la cumple en dependencia con su función fundamental que
es formar sus propios componentes, elementos de un grupo social que ha surgido
y se ha desarrollado como económico, hasta convertirlos en intelectuales
políticos calificados, dirigentes,
organizadores de toda la actividad y la función inherente al desarrollo
orgánico de una sociedad integral, civil y política» (14)
De un extenso campo de acción de los
partidos políticos modernos, como organizaciones políticas para acceder al
poder público, con un programa social por la vía electoral (voto) de la orientación
de los partidos políticos, de izquierda, de derecha o de centro. Así como su
aceptación en la sociedad los partidos de opción real de gobierno, o partidos
de oposición.
BIBLIOGRAFIA:
1.- Gramsci, Antonio: Los Intelectuales y la Organización de la Cultura,
T. II. Juan Pablos Editor. S.A. México, D.F. 1975, 181 pp.
2.-
Pizzorno, Alessandro, et al: Gramsci y
las Ciencias Sociales (Cuadernos
pasado y presente No. 19), 5ª Edición, Siglo
XXI Editores, S.A. México, D.F.1978, 170
pp.
3.-
Ibid. p. II
4.-
Ibid. p. 12
5.-
Ibid. p.12 y 13.
6.- Ibid. pp. 13 y 14.
7.- Ibid. p.15 .
8.- Ibid. p. 16.
9.- Ibid. p. 16.
10.- Ibid. p. 17.
11.- Ibid. p. 18.
12.- Ibid. p. 19.
13.- Ibid. p. 19.
14.- Ibid pp 20-21.
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