domingo, 11 de noviembre de 2012

UN LLAMADO A LA ESENCIA DEL SER HUMANO.



Por Ana Lidia Martínez Martínez
Introducción.
Estudiar el Doctorado en Educación Relacional y Bioaprendizaje en la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV) me ha involucrado en una comunidad aprendiente hacia un cambio de rumbo en la educación. Desde esta experiencia he sentido fluir una modificación-ruptura en las visiones y paradigmas de las ciencias clásicas, superadas por exponentes clave de la ciencia cuántica y de la complejidad, de la teoría del caos, de la ecología profunda y de dimensiones atentas al ser humano en lo individual, lo colectivo y lo cósmico.
El escrito individual que realicé en el Primer Núcleo de Aprendizaje Fundamentos Científicos del Paradigma Emergente lo titulé “Mi encuentro conmigo”. En el contenido de ese primer ensayo, registré las provocaciones del estudio sobre lecturas de Capra, Vilar, Morin, Boff, Prigoggine, y otros estudiosos más, relacionados a las experiencias en mi vida personal.
Para este segundo trimestre de estudio en el Núcleo de Aprendizaje Principios y Valores del Paradigma Emergente, se integra una serie de nodos a reflexionar en relación a los modos de actuar y pensar del mundo clásico, con base a exponentes Briggs y Peat, Morin, Boff, Bohm; lo que me llevó a plasmar en el presente ensayo, las construcciones y aprendizajes detonados por la experiencia compartida anteriormente y la retroalimentación positiva, amable y sutil del grupo de doctores asesores en el Doctorado.
Este escrito decidí llamarlo “Un llamado a la esencia del ser humano”. No fue sencillo llegar a esta nominación. Pretendía capturar en pocas palabras aquellos fenómenos ocurridos en mi ser al repensar y resignificar cada línea de los materiales de estudio sobre la función de la escuela ante la educación. Sentí un redescubrimiento, un cambio de piel, la necesidad de renacer para construir nuevamente. Mi intuición me llevó entonces hacia el llamado a la esencia del ser humano y ser como niños. Desde el cómo aprenden, con asombro y curiosidad; a través de una observación sin prejuicios; con ternura y alegría; sin culpas o suposiciones, sin resentimientos o mitos, cuestionando los procedimientos, con sus incansables ¿por qué? de las cosas. Propongo un conocer de nuevo, con otra mirada, reconstruyendo estructuras, buscando equilibrios en la integración de lo nuevo y en la adaptación a ello, para volver a cuestionar y desordenar otros.
Es así, que este llamado lo organicé en tres subtemas. En el primero Mi referente es el mundo, relaciono mis reflexiones sobre el actuar en la escuela, la actitud y comportamiento de muchos compañeros docentes, al entretejer situaciones multi-inter e intradependientes cotidianas que restan la sustancial tarea de educar y mirar al mundo. En Vaciando la taza manifiesto mi comprensión ante los nuevos referentes de estudio, intento suspender mis reacciones automáticas a ellos y considero un escenario tan cercano-lejano hacia una ética del cuidado para la vida. En el tercer apartado Ser como niños y abrazarnos definitivamente evoco de mi experiencia docente con niños pequeños y apuesto por esa vía para fundamentar una propuesta de intervención en la educación de mejores personas en la complejidad; con base a las aspiraciones de una sociedad amorosa, creativa, y espiritual.
Dejé para el final del escrito, la expresión de algunas tensiones cotidianas al intentar romper ataduras del paradigma clásico, hacia uno emergente. Expondré aquellos acuerdos que en la complejidad, pondré en práctica en lo colectivo, con el ánimo gozoso de provocar reacciones al nicho vital; compartiré también algunas incomprensiones en las que aún me encuentro en esta realidad compleja.
Para este ensayo que en lo individual presento, ha sido invaluable el diálogo compartido y profundo en el grupo Q Humus Holón. Todos y cada uno de nosotros intentamos ser tazas vacías y buscar la esencia del ser humano al conocer y descubrir otros caminos para desarrollar proyectos educativos en una educación para la vida. Comparto contigo apreciable lector, este llamado al que todos estamos invitados.
I. Mi referente es el Mundo.
Como profesional que interviene en diferentes ámbitos de la educación, desde la administración educativa y la docencia en nivel preescolar, superior y posgrado, he reflexionado acerca de la apreciación de mundo que tengo, a partir de lo social y culturalmente vivido. En ésta visión, los quehaceres docentes, las reproducciones de esquemas y tradiciones escolarizadas ausentes de toda razón, sin intención de cambio o modificación y ajenos a la creatividad, tienden disfrazadamente a mantener el control, el orden y la disciplina (entendida como obediencia ciega).
El patrón de comportamiento en muchas escuelas de México, es que los estudiantes deben guardar las formas esperadas por sus maestros; comportarse, formarse y manifestarse sobre un perfil esperado bajo estándares y programación, ahora, registrado en cartillas de evaluación para la educación básica. Incluso la mayoría de los padres, esperan que sus hijos  mejoren o refuercen la uniformidad e insertarse en la sociedad y al mercado laboral, casi casi: crecer, reproducirse y morir. Esa es la verdad, en muchas de las estructuras sociales. Es la verdad que se ha heredado y reproducido sin construcción, condicionando las formas de percibir al mundo y la propiocepción que tenemos.
¿Qué es lo que promueve la escuela en México?
Los apuros y desesperos por cumplir con la norma en tiempo y forma es lo que importa. Los errores cometidos se desprecian, como señala Briggs y Peat (1999), el caos y el desorden no son bien vistos en el ámbito de la escuela. Las bajas calificaciones, la diferencia, lo heterogéneo, las asimetrías, las minorías y adversidades no son rasgos deseables al operar la política educativa: en lo institucional, directivo y social; aunque el discurso se refleje incluyente y se dé cuenta de la pluralidad en estadísticas, no cabe duda de la distancia abismal que hay en la práctica.
Esa atmosfera clásica de vida en la escuela, ha prevalecido a lo largo de la historia. Sus modificaciones sujetas en reformas educativas, siguen tendenciosamente a satisfacer y a mantener la “estabilidad social” de grupos de poder; y, los docentes como ejecutores de un currículum, que simulan adoptar nuevos lenguajes como evidencia de la transformación necesaria en el mundo. Mientras seamos colectivamente ciegos, sordos y auto engañados a otras realidades, otros paradigmas, otros pensamientos, contextos, comportamientos y personas que paradójicamente están tan cerca y tan lejos de nosotros, ayudándonos y esperando a que los ayudemos; otra sociedad mas humana, racional, colaborativa, cuidadosa y Universal, está esperando a ser descubierta.
En los espacios que compartimos en las escuelas, ante el caos y el desorden surgen conflictos laborales, discusiones, prejuicios, hermetismos, mitotes, descalificativos y fragmentaciones, hipocresías, simulaciones, grupos cerrados, y toda clase de mobbing laboral. Esos son los valores que se respiran y de forma oculta, implícita o explícitamente, están permeando a los estudiantes. La escuela misma es perpetuadora de ello.
Llama la atención que como profesionales, tendamos hacia esos comportamientos y vayamos en la corriente, sin líderes creativos en estructuras impuestas. Gusto de cuestionar entonces ¿nos movemos por las representaciones sociales construidas? o ¿por la razón?, ¿en qué manifestamos que nuestro cerebro ha evolucionado?, ¿hasta cuándo la escuela cambiará de rumbo y antepondrá la educación como el espacio vital de sus actores? Parto del supuesto que la educación es para ser mejores personas, moralmente hablando.
A todo esto ¿quiénes son los docentes?, ¿los docentes son la escuela?
Reflexionar sobre las leyes del caos, me mueve hacia varios planteamientos para los colectivos escolares: “y si descubrimos que el caos y el desorden son una posibilidad para ir mas allá de lo vivido”, “y si buscamos la autorganización desde la estructura colectiva, abierta y multilineal opuesta a la que opera”, “y si comprendemos que la complejidad y la incertidumbre son características de nuestra realidad y brindan bifurcaciones para sortear una y mil experiencias al reestructurar saberes, modos de comportamiento, contrastación de otras realidades”, “y si damos paso a un pequeño movimiento creativo con el poder de la influencia sutil, para impactar positivamente en lo inmediato o mediato a nuestro ecosistema…”
Y si nos mostramos capaces de superar las obsesivas dualidades ¿cuál sería el escenario de la educación en México, bajo este paradigma emergente?
Estoy convencida que basta con poner en práctica ese poder sutil, desde un buen pensamiento con un cálido beso en el pensamiento para los demás: ¡sincero!, ¡honesto!, ¡que se sienta!, para iniciar con un rumbo diferente. Eso es fundamental.
Para conversar sobre el paradigma emergente en la educación, es necesario mirar al mundo. Nuestro referente es el mundo en la religación hacia lo particular, y viceversa. Estudiar la historia de algunas comunidades y culturas en el mundo, que lamentablemente padecieron graves pérdidas en sus pueblos pero que apostaron sobre la fortaleza en sus estructuras colectivas y con el paso del tiempo fueron capaces de crear formas de autorganización adaptables y resistentes a través de la coevolución y cooperación; nos ayudaría en lo colectivo a plantear acuerdos, identificar errores y a transformar nuestros espacios vitales y superar nuestras limitaciones al aspirar a la armonía con la madre Tierra.
Pero nos hemos dejado envolver, por modos de pensar y actuar ajenos a toda comprensión de la complejidad humana y Universal. Con base en Morín (2006) entiendo y comparto que la escuela tiene que emprender hacia una comprensión que no comprenda todo. Morín sugiere el imperativo de “enseñar la comprensión desde la escuela primaria y proseguir, a través de la secundaria, hasta la universidad…se consagre una cátedra a la comprensión humana” (Morín, 2006:137).
Pienso que la escuela no ha promovido una comprensión compleja entre culturas, entre seres humanos, o entre los contextos, los pensamientos o acciones. Se ocupa (ahora lo distingo) por ejemplo la Educación Básica de programar los contenidos del plan de estudios, bajo una planeación estratégica ocupada en los formatos, registros, modelos de gestión e intervención, con agendas lineales, redes cerradas, sin seguimiento complejo… ¿dónde queda la educación?
¿Cómo está el mundo?, de qué forma abordamos en la escuela a la diversidad, la crisis civilizacional, la hambruna, las guerras y la pobreza de espíritu… ¿en situaciones didácticas?, ¿cómo?, si estas se perfilan a un aprendizaje esperado, a un camino seguro, que de paso a otra temática de “interés grupal” y al festejo estúpido de un calendario. Sin buscar en el diálogo la causa real de los males del mundo desde los maestros entre maestros, entre padres y entre la población estudiantil “…vivimos tiempos de crueldad e insensatez. En ciertos aspectos, sufrimos una regresión a la barbarie más atroz” (Boff, 2002:20,).
Que tal y nos reveláramos hacia nosotros mismos e intentáramos atravesar el espejo de la totalidad, sutilmente perturbar hacia el saber vivir y religar con los otros un “pensamiento que abrace lo diverso y reúna lo separado” (Morín, 2006:160); profesando una sola moral, la de la comunidad, la del mundo...“la de la Tierra-Patria que es la comunidad de fraternidad todavía no realizada, pero que resulta necesaria en y por  la comunidad de destino de la humanidad planetaria. El triunfo de la ética de comunidad estaría en su ampliación universal” (Morín, 2006:167).
II. Vaciando la taza.
Krisnamurti en Bohm (1996), sugiere hacer a un lado nuestros contenidos familiares, culturales, sociales, ideológicos, morales para vaciarlos o, literalmente sacarlos de nosotros mismos; esto para poder contener unos nuevos y distintos, a fin de conocer y comprender otras realidades.
De esta forma es que abro mi mente, mi pensamiento y mis comportamientos para cuando en lo colectivo tengo que construir, tengo que acordar, convivir y dialogar. No me resulta sencillo hacerlo. Reconozco y siento las fuerzas de la separación, sin que primero llegue a entregarme y sentir las fuerzas del amor. Requiero de: energía y serenidad en la religación con mi entorno social y natural al “afrontar la complejidad de la vida el pensamiento complejo conduce a una ética de la solidaridad y de la no coerción” (Morin, 2006:71).
Advierto que mucho, de aquello con lo que crecí, crie a mis hijos y eduqué a niños en el preescolar, no es una educación para ser mejores personas, mejores seres humanos; no!, ha sido una enseñanza para reproducir esquemas, fragmentaciones, estereotipos convenientemente esperados por el grupo de poder, por los convencionalismos sociales, por lo socialmente aceptado, por la economía occidental y por la visión conservadora y clásica en el devenir del hombre. Por el confort del maestro…
Esta urdimbre social nos tiene atrapados, entretenidos y embelesados en las trampas de la televisión y de la tecnología que nos ha esculpido insensibles a la fuerza del amor. El mundo clama ser sanado y curado pero no lo escuchamos. No lo sentimos. Tenemos miradas superficiales a la civilización planetaria. Somos una sociedad secuestrada por el dolor, el sufrimiento, la pérdida, el desamor, la violencia, la indiferencia, la irresponsabilidad, el consumismo y otros males “Hay que comprender que el mundo se organiza desintegrándose y que el mundo se desintegra organizándose; esto determina correlativamente la crueldad del mundo y la posibilidad de resistencia a esta crueldad” (Morín, 2006:209).
Por ello propongo un llamado a la esencia del ser humano. Me refiero a ser como niños.
En la aportación para el diálogo de Bohm (1996), reflexioné sobre la naturaleza y génesis de la construcción de los pensamientos en el ser humano, sobre el cómo aprendemos: en lo social, en lo interpersonal, con la madre, la familia, el vecindario, la escuela, la comunidad: local, regional, nacional. Estos agentes brindan referentes sobre los que construimos nuestras nociones de conceptos, esquemas de pensamiento y modos de comportarse en la convivencia, el lenguaje, los valores, las costumbres y toda cultura. Resignifiqué al advertir que desde los orígenes de la especie humana, hay contaminación de tal modo que emergen más pensamientos, contaminados y contaminadores al socializarlos y ampliarlos.
Sobre lo anterior, tengo mas claridad de los nodos de la nueva racionalidad que “más que una reforma de la enseñanza, es necesaria una revolución en el pensamiento, en la elaboración de nuestras construcciones mentales y en su representación” (Vilar, 1997:14). Pero ¿cómo hacer  frente a un proceso social que es inconsciente, implícito y tácito?, ¿cómo acabar con la programación?, el mismo Bohm insiste en dejarnos claro que lo único suficiente y necesario es que nos demos cuenta del error en los pensamientos consensuados. Entiendo que requerimos de un pensamiento colectivo serio, con rigor en su abordaje profundo, para definir presupuestos y poder construir una nueva racionalidad. 
En los intercambios de representaciones mentales, de pensamientos y comportamientos al relacionarnos con los colectivos, se interactúa sobre los mismos contenidos que la sociedad nos ha heredado generación tras generación…y así por los siglos de los siglos hasta que seamos conscientes del error y decidamos hacer transformaciones profundas, complejas y religar hacia un nuevo ethos .
III.      Ser como niños y abrazarnos.
“Niñez es amor, alegría, despreocupación…” (Pappini, 2012:VII). Ser como niños trata de recuperar en colectivo, la capacidad de asombro, curiosidad y sorpresa ante el descubrimiento del mundo, retomar las relaciones interpersonales desde el aprecio de las cualidades de las demás personas y considerarlos como: ¡amigos!, desarrollando actitudes como modos de ser basadas en el cuidado responsable con y para el colectivo, porque allí mismo nos encontramos implicados.
“Todos nos sentimos ligados y re-ligados, unos a otros, formando un todo orgánico único, diverso y siempre incluyente” (Boff, 2002:78). De esta manera asumir espontáneamente tareas como en una fiesta, con alegría-gozo que tiendan a desarrollar una identidad planetaria, con sentimiento de pertenencia al Universo.
Practicar una mirada atenta a los compañeros, con ternura, sin resentimientos y egos, haciendo un fotomontaje de este sobre su infancia, me hace desarrollar la comprensión compleja en la comunidad planetaria y cósmica. Con base a Boff (2002), entiendo que el Universo esta sinfónicamente interligado y resulta necio que clásicamente vivamos redes cerradas o aisladas, hoscos y amputados de afecto como se expresa en Pappini (2012). Así que será extraordinario descubrir en diálogos compartidos y pensamientos colectivos que “existe una gran unidad, pero una unidad compleja, hecha de muchos niveles de muchos seres diferentes, todos ellos ligados y religados entre si y, por ello mismo, en un profundo e intenso dinamismo” (Boff, 2002).
Si tuviéramos en este momento en que escribo y que me leen, a un ser humano en sus primeros años de vida ¿que sería lo que vigilaríamos prodigarle?, abrigo, comida, cuidado, ternura, le mostraríamos las formas para comunicarse y de relacionarse con los otros…le mostraríamos el mundo; todo ello, por supuesto, con base a nuestra esencia, a nuestros pensamientos y contenido espiritual, sobre una espiritualidad humana manifiesta. Seguramente, nuestra acción sería caracterizada por una capacidad de dialogo amoroso de y hacia con nosotros mismos con el pequeñín, y con el “propio corazón, y se traduce en el amor, en la sensibilidad, en la compasión, en la escucha del otro, en la responsabilidad y en la solicitud como actitud fundamental (Boff, 2002).”
Solo que, sabemos, hay tantos hechos violentos cometidos a niños. Quienes los dañan, evidencian el desamor, el temor, la carencia, la pena, el tormento, la tristeza, la furia, la repetición y herencia de crianzas, propiocepciones y en la oquedad de oscuridades espirituales.
El llamado lo siento, me hace vibrar y no solo me invita a mostrar mi esencia como ser humano. Estoy obligada y me ha perturbado a fundamentar mi quehacer pedagógico sobre la necesidad del dialogo y la comunicación, desde mi esencia profunda.      
Algunas reflexiones…
Debo confesar mi debilidad ante situaciones cotidianas para mantener mi comprensión de la complejidad, sobre todo al superar y desbloquearme ante las obsesivas dualidades ante el caos permanente y el sin sentido de la realidad, de mi mundo y Universo. No obstante, aquello en lo que me refugio, que me sana y salva en el caos y el desorden, es el dialogo espiritual, la oración, mi confianza depositada en Dios, en la fuerza del amor supremo y con el Universo.
Identifico entonces, que mi error es querer hacerle frente desde lo individual, como me ha domesticado el paradigma clásico. Sin duda, el camino que debo tomar es el de la conversación plena con mis próximos, en la conspiración positiva de los amigos, en la religación con los compañeros en búsqueda de un rumbo correcto; en el éxtasis del despertar diario al sentir el Universo y la madre Tierra, al reconocerme en el todo del que soy también parte…de la creación de Dios.
Pero ¿cómo despertar las consciencias ante la crisis planetaria?...con la educación. ¡Definitivamente!
Estoy explorando y fundamentando formas de intervención en el quehacer pedagógico para contribuir a la educación de mejores personas en nuestra aldea planetaria. En los diferentes nichos de aprendizaje que comparto con otros aprendientes, compañeros de trabajo, mi familia y como ciudadana. Estoy definiendo mi proyecto relacionado con una educación para la vida. Por un lado, desde la conversación con los otros, voy comprendiendo mejor nuestra responsabilidad hacia la transformación de la escuela, esto es hacia la educación. Además,  debo contaminar mis nichos vitales (donde convivo) con estos pensamientos, con esa estructura de nociones sociales. Comprendo que estoy operando el trabajo por redes complejas (de forma insipiente aún), no se adónde me lleve…
Miro con emoción y ternura, que no estoy sola en la comprensión de los valores del paradigma emergente de la educación. Los diferentes espacios vitales donde convivo han iniciado a establecer comunicación conmigo con los mismos elementos y reflexiones con los que inundé hace unos meses. Mis compañeritos, mis otros yo, mi familia están conversando conmigo en esta nueva visión del mundo. Hay eco en mis espontáneos diálogos colectivos. Inicialmente les sonaba extraña, tal vez temían que estuviera enloqueciendo con tantas lecturas.
Ahora, observo con gozo que hemos sido tierra fértil ante los llamados del mundo, ante la necesidad de armonizar desde la totalidad, y que sólo, desde la esencia del ser humano y su comunión cósmica es que podemos convocar a movilizar hacia la educación y mundo mejor.      
Referencias Bibliográficas
Boff, Leonardo (2001). Espiritualidad. Un camino de transformación. Santander: Sal Térrea.
____________________El cuidado esencial. Ética de lo humano, compasión por la Tierra. Madrid: Editorial Trotta.
Bohm, David (1997). Sobre el diálogo. Barcelona: Editorial Kairós.
Briggs John, Peat, David (1999). Las siete leyes del caos. Barcelona: Grijalbo.
Morin, Edgar (2006). El método 6. Ética. Madrid: Cátedra.
Pappini, Giovanni (2012). COG & El libro negro. México: Editorial Porrúa.

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