Por Ana Lidia Martínez Martínez
Introducción.
Estudiar el Doctorado en Educación Relacional y
Bioaprendizaje en la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV) me ha
involucrado en una comunidad aprendiente hacia un cambio de rumbo en la
educación. Desde esta experiencia he sentido fluir una modificación-ruptura en
las visiones y paradigmas de las ciencias clásicas, superadas por exponentes
clave de la ciencia cuántica y de la complejidad, de la teoría del caos, de la
ecología profunda y de dimensiones atentas al ser humano en lo individual, lo
colectivo y lo cósmico.
El escrito individual que realicé en el Primer Núcleo de
Aprendizaje Fundamentos Científicos del Paradigma Emergente lo titulé “Mi
encuentro conmigo”. En el contenido de ese primer ensayo, registré las
provocaciones del estudio sobre lecturas de Capra, Vilar, Morin, Boff,
Prigoggine, y otros estudiosos más, relacionados a las experiencias en mi vida
personal.
Para este segundo trimestre de estudio en el Núcleo de
Aprendizaje Principios y Valores del Paradigma Emergente, se integra una serie
de nodos a reflexionar en relación a los modos de actuar y pensar del mundo
clásico, con base a exponentes Briggs y Peat, Morin, Boff, Bohm; lo que me
llevó a plasmar en el presente ensayo, las construcciones y aprendizajes
detonados por la experiencia compartida anteriormente y la retroalimentación
positiva, amable y sutil del grupo de doctores asesores en el Doctorado.
Este escrito decidí llamarlo “Un llamado a la esencia del
ser humano”. No fue sencillo llegar a esta nominación. Pretendía capturar en
pocas palabras aquellos fenómenos ocurridos en mi ser al repensar y
resignificar cada línea de los materiales de estudio sobre la función de la
escuela ante la educación. Sentí un redescubrimiento, un cambio de piel, la
necesidad de renacer para construir nuevamente. Mi intuición me llevó entonces
hacia el llamado a la esencia del ser humano y ser como niños. Desde el cómo
aprenden, con asombro y curiosidad; a través de una observación sin prejuicios;
con ternura y alegría; sin culpas o suposiciones, sin resentimientos o mitos,
cuestionando los procedimientos, con sus incansables ¿por qué? de las cosas.
Propongo un conocer de nuevo, con otra mirada, reconstruyendo estructuras,
buscando equilibrios en la integración de lo nuevo y en la adaptación a ello,
para volver a cuestionar y desordenar otros.
Es así, que este llamado lo organicé en tres subtemas. En el
primero Mi referente es el mundo, relaciono mis reflexiones sobre el actuar en
la escuela, la actitud y comportamiento de muchos compañeros docentes, al
entretejer situaciones multi-inter e intradependientes cotidianas que restan la
sustancial tarea de educar y mirar al mundo. En Vaciando la taza manifiesto mi
comprensión ante los nuevos referentes de estudio, intento suspender mis
reacciones automáticas a ellos y considero un escenario tan cercano-lejano
hacia una ética del cuidado para la vida. En el tercer apartado Ser como niños
y abrazarnos definitivamente evoco de mi experiencia docente con niños pequeños
y apuesto por esa vía para fundamentar una propuesta de intervención en la
educación de mejores personas en la complejidad; con base a las aspiraciones de
una sociedad amorosa, creativa, y espiritual.
Dejé para el final del escrito, la expresión de algunas
tensiones cotidianas al intentar romper ataduras del paradigma clásico, hacia
uno emergente. Expondré aquellos acuerdos que en la complejidad, pondré en
práctica en lo colectivo, con el ánimo gozoso de provocar reacciones al nicho
vital; compartiré también algunas incomprensiones en las que aún me encuentro
en esta realidad compleja.
Para este ensayo que en lo individual presento, ha sido
invaluable el diálogo compartido y profundo en el grupo Q Humus Holón. Todos y
cada uno de nosotros intentamos ser tazas vacías y buscar la esencia del ser
humano al conocer y descubrir otros caminos para desarrollar proyectos
educativos en una educación para la vida. Comparto contigo apreciable lector,
este llamado al que todos estamos invitados.
I. Mi referente es el Mundo.
Como profesional que interviene en diferentes ámbitos de la
educación, desde la administración educativa y la docencia en nivel preescolar,
superior y posgrado, he reflexionado acerca de la apreciación de mundo que
tengo, a partir de lo social y culturalmente vivido. En ésta visión, los
quehaceres docentes, las reproducciones de esquemas y tradiciones escolarizadas
ausentes de toda razón, sin intención de cambio o modificación y ajenos a la
creatividad, tienden disfrazadamente a mantener el control, el orden y la
disciplina (entendida como obediencia ciega).
El patrón de comportamiento en muchas escuelas de México, es
que los estudiantes deben guardar las formas esperadas por sus maestros;
comportarse, formarse y manifestarse sobre un perfil esperado bajo estándares y
programación, ahora, registrado en cartillas de evaluación para la educación
básica. Incluso la mayoría de los padres, esperan que sus hijos mejoren o refuercen la uniformidad e
insertarse en la sociedad y al mercado laboral, casi casi: crecer, reproducirse
y morir. Esa es la verdad, en muchas de las estructuras sociales. Es la verdad
que se ha heredado y reproducido sin construcción, condicionando las formas de
percibir al mundo y la propiocepción que tenemos.
¿Qué es lo que promueve la escuela en México?
Los apuros y desesperos por cumplir con la norma en tiempo y
forma es lo que importa. Los errores cometidos se desprecian, como señala
Briggs y Peat (1999), el caos y el desorden no son bien vistos en el ámbito de
la escuela. Las bajas calificaciones, la diferencia, lo heterogéneo, las
asimetrías, las minorías y adversidades no son rasgos deseables al operar la
política educativa: en lo institucional, directivo y social; aunque el discurso
se refleje incluyente y se dé cuenta de la pluralidad en estadísticas, no cabe
duda de la distancia abismal que hay en la práctica.
Esa atmosfera clásica de vida en la escuela, ha prevalecido
a lo largo de la historia. Sus modificaciones sujetas en reformas educativas,
siguen tendenciosamente a satisfacer y a mantener la “estabilidad social” de
grupos de poder; y, los docentes como ejecutores de un currículum, que simulan
adoptar nuevos lenguajes como evidencia de la transformación necesaria en el
mundo. Mientras seamos colectivamente ciegos, sordos y auto engañados a otras
realidades, otros paradigmas, otros pensamientos, contextos, comportamientos y
personas que paradójicamente están tan cerca y tan lejos de nosotros,
ayudándonos y esperando a que los ayudemos; otra sociedad mas humana, racional,
colaborativa, cuidadosa y Universal, está esperando a ser descubierta.
En los espacios que compartimos en las escuelas, ante el
caos y el desorden surgen conflictos laborales, discusiones, prejuicios,
hermetismos, mitotes, descalificativos y fragmentaciones, hipocresías,
simulaciones, grupos cerrados, y toda clase de mobbing laboral. Esos son los
valores que se respiran y de forma oculta, implícita o explícitamente, están
permeando a los estudiantes. La escuela misma es perpetuadora de ello.
Llama la atención que como profesionales, tendamos hacia
esos comportamientos y vayamos en la corriente, sin líderes creativos en
estructuras impuestas. Gusto de cuestionar entonces ¿nos movemos por las
representaciones sociales construidas? o ¿por la razón?, ¿en qué manifestamos
que nuestro cerebro ha evolucionado?, ¿hasta cuándo la escuela cambiará de
rumbo y antepondrá la educación como el espacio vital de sus actores? Parto del
supuesto que la educación es para ser mejores personas, moralmente hablando.
A todo esto ¿quiénes son los docentes?, ¿los docentes son la
escuela?
Reflexionar sobre las leyes del caos, me mueve hacia varios
planteamientos para los colectivos escolares: “y si descubrimos que el caos y
el desorden son una posibilidad para ir mas allá de lo vivido”, “y si buscamos
la autorganización desde la estructura colectiva, abierta y multilineal opuesta
a la que opera”, “y si comprendemos que la complejidad y la incertidumbre son
características de nuestra realidad y brindan bifurcaciones para sortear una y
mil experiencias al reestructurar saberes, modos de comportamiento,
contrastación de otras realidades”, “y si damos paso a un pequeño movimiento
creativo con el poder de la influencia sutil, para impactar positivamente en lo
inmediato o mediato a nuestro ecosistema…”
Y si nos mostramos capaces de superar las obsesivas
dualidades ¿cuál sería el escenario de la educación en México, bajo este
paradigma emergente?
Estoy convencida que basta con poner en práctica ese poder
sutil, desde un buen pensamiento con un cálido beso en el pensamiento para los
demás: ¡sincero!, ¡honesto!, ¡que se sienta!, para iniciar con un rumbo
diferente. Eso es fundamental.
Para conversar sobre el paradigma emergente en la educación,
es necesario mirar al mundo. Nuestro referente es el mundo en la religación
hacia lo particular, y viceversa. Estudiar la historia de algunas comunidades y
culturas en el mundo, que lamentablemente padecieron graves pérdidas en sus
pueblos pero que apostaron sobre la fortaleza en sus estructuras colectivas y
con el paso del tiempo fueron capaces de crear formas de autorganización
adaptables y resistentes a través de la coevolución y cooperación; nos ayudaría
en lo colectivo a plantear acuerdos, identificar errores y a transformar
nuestros espacios vitales y superar nuestras limitaciones al aspirar a la
armonía con la madre Tierra.
Pero nos hemos dejado envolver, por modos de pensar y actuar
ajenos a toda comprensión de la complejidad humana y Universal. Con base en
Morín (2006) entiendo y comparto que la escuela tiene que emprender hacia una
comprensión que no comprenda todo. Morín sugiere el imperativo de “enseñar la
comprensión desde la escuela primaria y proseguir, a través de la secundaria,
hasta la universidad…se consagre una cátedra a la comprensión humana” (Morín,
2006:137).
Pienso que la escuela no ha promovido una comprensión
compleja entre culturas, entre seres humanos, o entre los contextos, los
pensamientos o acciones. Se ocupa (ahora lo distingo) por ejemplo la Educación
Básica de programar los contenidos del plan de estudios, bajo una planeación
estratégica ocupada en los formatos, registros, modelos de gestión e
intervención, con agendas lineales, redes cerradas, sin seguimiento complejo…
¿dónde queda la educación?
¿Cómo está el mundo?, de qué forma abordamos en la escuela a
la diversidad, la crisis civilizacional, la hambruna, las guerras y la pobreza
de espíritu… ¿en situaciones didácticas?, ¿cómo?, si estas se perfilan a un
aprendizaje esperado, a un camino seguro, que de paso a otra temática de
“interés grupal” y al festejo estúpido de un calendario. Sin buscar en el
diálogo la causa real de los males del mundo desde los maestros entre maestros,
entre padres y entre la población estudiantil “…vivimos tiempos de crueldad e
insensatez. En ciertos aspectos, sufrimos una regresión a la barbarie más
atroz” (Boff, 2002:20,).
Que tal y nos reveláramos hacia nosotros mismos e
intentáramos atravesar el espejo de la totalidad, sutilmente perturbar hacia el
saber vivir y religar con los otros un “pensamiento que abrace lo diverso y
reúna lo separado” (Morín, 2006:160); profesando una sola moral, la de la
comunidad, la del mundo...“la de la Tierra-Patria que es la comunidad de
fraternidad todavía no realizada, pero que resulta necesaria en y por la comunidad de destino de la humanidad
planetaria. El triunfo de la ética de comunidad estaría en su ampliación
universal” (Morín, 2006:167).
II. Vaciando la taza.
Krisnamurti en Bohm (1996), sugiere hacer a un lado nuestros
contenidos familiares, culturales, sociales, ideológicos, morales para
vaciarlos o, literalmente sacarlos de nosotros mismos; esto para poder contener
unos nuevos y distintos, a fin de conocer y comprender otras realidades.
De esta forma es que abro mi mente, mi pensamiento y mis
comportamientos para cuando en lo colectivo tengo que construir, tengo que
acordar, convivir y dialogar. No me resulta sencillo hacerlo. Reconozco y
siento las fuerzas de la separación, sin que primero llegue a entregarme y
sentir las fuerzas del amor. Requiero de: energía y serenidad en la religación
con mi entorno social y natural al “afrontar la complejidad de la vida el
pensamiento complejo conduce a una ética de la solidaridad y de la no coerción”
(Morin, 2006:71).
Advierto que mucho, de aquello con lo que crecí, crie a mis
hijos y eduqué a niños en el preescolar, no es una educación para ser mejores
personas, mejores seres humanos; no!, ha sido una enseñanza para reproducir
esquemas, fragmentaciones, estereotipos convenientemente esperados por el grupo
de poder, por los convencionalismos sociales, por lo socialmente aceptado, por
la economía occidental y por la visión conservadora y clásica en el devenir del
hombre. Por el confort del maestro…
Esta urdimbre social nos tiene atrapados, entretenidos y
embelesados en las trampas de la televisión y de la tecnología que nos ha
esculpido insensibles a la fuerza del amor. El mundo clama ser sanado y curado
pero no lo escuchamos. No lo sentimos. Tenemos miradas superficiales a la
civilización planetaria. Somos una sociedad secuestrada por el dolor, el
sufrimiento, la pérdida, el desamor, la violencia, la indiferencia, la
irresponsabilidad, el consumismo y otros males “Hay que comprender que el mundo
se organiza desintegrándose y que el mundo se desintegra organizándose; esto
determina correlativamente la crueldad del mundo y la posibilidad de
resistencia a esta crueldad” (Morín, 2006:209).
Por ello propongo un llamado a la esencia del ser humano. Me
refiero a ser como niños.
En la aportación para el diálogo de Bohm (1996), reflexioné
sobre la naturaleza y génesis de la construcción de los pensamientos en el ser
humano, sobre el cómo aprendemos: en lo social, en lo interpersonal, con la
madre, la familia, el vecindario, la escuela, la comunidad: local, regional,
nacional. Estos agentes brindan referentes sobre los que construimos nuestras
nociones de conceptos, esquemas de pensamiento y modos de comportarse en la
convivencia, el lenguaje, los valores, las costumbres y toda cultura.
Resignifiqué al advertir que desde los orígenes de la especie humana, hay
contaminación de tal modo que emergen más pensamientos, contaminados y
contaminadores al socializarlos y ampliarlos.
Sobre lo anterior, tengo mas claridad de los nodos de la
nueva racionalidad que “más que una reforma de la enseñanza, es necesaria una
revolución en el pensamiento, en la elaboración de nuestras construcciones
mentales y en su representación” (Vilar, 1997:14). Pero ¿cómo hacer frente a un proceso social que es
inconsciente, implícito y tácito?, ¿cómo acabar con la programación?, el mismo
Bohm insiste en dejarnos claro que lo único suficiente y necesario es que nos
demos cuenta del error en los pensamientos consensuados. Entiendo que
requerimos de un pensamiento colectivo serio, con rigor en su abordaje
profundo, para definir presupuestos y poder construir una nueva
racionalidad.
En los intercambios de representaciones mentales, de
pensamientos y comportamientos al relacionarnos con los colectivos, se
interactúa sobre los mismos contenidos que la sociedad nos ha heredado
generación tras generación…y así por los siglos de los siglos hasta que seamos
conscientes del error y decidamos hacer transformaciones profundas, complejas y
religar hacia un nuevo ethos .
III. Ser como
niños y abrazarnos.
“Niñez es amor, alegría, despreocupación…” (Pappini,
2012:VII). Ser como niños trata de recuperar en colectivo, la capacidad de
asombro, curiosidad y sorpresa ante el descubrimiento del mundo, retomar las
relaciones interpersonales desde el aprecio de las cualidades de las demás
personas y considerarlos como: ¡amigos!, desarrollando actitudes como modos de
ser basadas en el cuidado responsable con y para el colectivo, porque allí
mismo nos encontramos implicados.
“Todos nos sentimos ligados y re-ligados, unos a otros,
formando un todo orgánico único, diverso y siempre incluyente” (Boff, 2002:78).
De esta manera asumir espontáneamente tareas como en una fiesta, con
alegría-gozo que tiendan a desarrollar una identidad planetaria, con
sentimiento de pertenencia al Universo.
Practicar una mirada atenta a los compañeros, con ternura,
sin resentimientos y egos, haciendo un fotomontaje de este sobre su infancia,
me hace desarrollar la comprensión compleja en la comunidad planetaria y
cósmica. Con base a Boff (2002), entiendo que el Universo esta sinfónicamente
interligado y resulta necio que clásicamente vivamos redes cerradas o aisladas,
hoscos y amputados de afecto como se expresa en Pappini (2012). Así que será
extraordinario descubrir en diálogos compartidos y pensamientos colectivos que
“existe una gran unidad, pero una unidad compleja, hecha de muchos niveles de
muchos seres diferentes, todos ellos ligados y religados entre si y, por ello
mismo, en un profundo e intenso dinamismo” (Boff, 2002).
Si tuviéramos en este momento en que escribo y que me leen,
a un ser humano en sus primeros años de vida ¿que sería lo que vigilaríamos
prodigarle?, abrigo, comida, cuidado, ternura, le mostraríamos las formas para
comunicarse y de relacionarse con los otros…le mostraríamos el mundo; todo
ello, por supuesto, con base a nuestra esencia, a nuestros pensamientos y
contenido espiritual, sobre una espiritualidad humana manifiesta. Seguramente,
nuestra acción sería caracterizada por una capacidad de dialogo amoroso de y hacia
con nosotros mismos con el pequeñín, y con el “propio corazón, y se traduce en
el amor, en la sensibilidad, en la compasión, en la escucha del otro, en la
responsabilidad y en la solicitud como actitud fundamental (Boff, 2002).”
Solo que, sabemos, hay tantos hechos violentos cometidos a
niños. Quienes los dañan, evidencian el desamor, el temor, la carencia, la
pena, el tormento, la tristeza, la furia, la repetición y herencia de crianzas,
propiocepciones y en la oquedad de oscuridades espirituales.
El llamado lo siento, me hace vibrar y no solo me invita a
mostrar mi esencia como ser humano. Estoy obligada y me ha perturbado a
fundamentar mi quehacer pedagógico sobre la necesidad del dialogo y la
comunicación, desde mi esencia profunda.
Algunas reflexiones…
Debo confesar mi debilidad ante situaciones cotidianas para
mantener mi comprensión de la complejidad, sobre todo al superar y
desbloquearme ante las obsesivas dualidades ante el caos permanente y el sin
sentido de la realidad, de mi mundo y Universo. No obstante, aquello en lo que
me refugio, que me sana y salva en el caos y el desorden, es el dialogo
espiritual, la oración, mi confianza depositada en Dios, en la fuerza del amor
supremo y con el Universo.
Identifico entonces, que mi error es querer hacerle frente
desde lo individual, como me ha domesticado el paradigma clásico. Sin duda, el
camino que debo tomar es el de la conversación plena con mis próximos, en la
conspiración positiva de los amigos, en la religación con los compañeros en búsqueda
de un rumbo correcto; en el éxtasis del despertar diario al sentir el Universo
y la madre Tierra, al reconocerme en el todo del que soy también parte…de la
creación de Dios.
Pero ¿cómo despertar las consciencias ante la crisis
planetaria?...con la educación. ¡Definitivamente!
Estoy explorando y fundamentando formas de intervención en
el quehacer pedagógico para contribuir a la educación de mejores personas en
nuestra aldea planetaria. En los diferentes nichos de aprendizaje que comparto
con otros aprendientes, compañeros de trabajo, mi familia y como ciudadana.
Estoy definiendo mi proyecto relacionado con una educación para la vida. Por un
lado, desde la conversación con los otros, voy comprendiendo mejor nuestra
responsabilidad hacia la transformación de la escuela, esto es hacia la
educación. Además, debo contaminar mis
nichos vitales (donde convivo) con estos pensamientos, con esa estructura de
nociones sociales. Comprendo que estoy operando el trabajo por redes complejas
(de forma insipiente aún), no se adónde me lleve…
Miro con emoción y ternura, que no estoy sola en la
comprensión de los valores del paradigma emergente de la educación. Los
diferentes espacios vitales donde convivo han iniciado a establecer
comunicación conmigo con los mismos elementos y reflexiones con los que inundé
hace unos meses. Mis compañeritos, mis otros yo, mi familia están conversando
conmigo en esta nueva visión del mundo. Hay eco en mis espontáneos diálogos
colectivos. Inicialmente les sonaba extraña, tal vez temían que estuviera
enloqueciendo con tantas lecturas.
Ahora, observo con gozo que hemos sido tierra fértil ante
los llamados del mundo, ante la necesidad de armonizar desde la totalidad, y
que sólo, desde la esencia del ser humano y su comunión cósmica es que podemos
convocar a movilizar hacia la educación y mundo mejor.
Referencias Bibliográficas
Boff, Leonardo (2001). Espiritualidad. Un camino de
transformación. Santander: Sal Térrea.
____________________El cuidado esencial. Ética de lo humano,
compasión por la Tierra. Madrid: Editorial Trotta.
Bohm, David (1997). Sobre el diálogo. Barcelona: Editorial
Kairós.
Briggs John, Peat, David (1999). Las siete leyes del caos.
Barcelona: Grijalbo.
Morin, Edgar (2006). El método 6. Ética. Madrid: Cátedra.
Pappini, Giovanni (2012). COG & El libro negro. México:
Editorial Porrúa.
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