Raúl Hernández
Viveros
Para
recordar este año al escritor Ángel de Jesús Rafael Delgado, quien nació en Córdoba,
Veracruz, el 20 de agosto de 1853, y falleció en Orizaba, Veracruz, el 20 de
mayo de 1914, escribo las siguientes notas. Durante estos meses se organizarán
conferencias con motivo del centenario de su muerte.
Ahora recuerdo que hace muchos años,
tuve la oportunidad de asistir todas las tardes, como estudiante a la Escuela Secundaria
y de Bachilleres Nocturna de Orizaba, Veracruz. No puedo olvidar la fotografía
sepia de Rafael Delgado que se distinguía enganchada a la entrada de la biblioteca
con el nombre del autor de La Calandria. Para
mí fue un verdadero misterio, tratar de investigar algunos datos sobre aquel
rostro con bigote, ojos iluminados y frente ancha que advertía la firmeza de
una vital y terrible inteligencia. Desde luego, Rafael Delgado impartió cátedras
en el entonces llamado Colegio Preparatorio de Orizaba, donde se desempeñó como
director y promotor de varias generaciones de estudiantes, en sus aulas
promovió la divulgación de autores universales.
Al poco tiempo, me enteré de que a la ciudad, la bautizó como
Pluviosilla. En ese entonces, cuando éramos jóvenes, a la cual nos referíamos
como el pueblo de las aguas alegres, por sus lagunas y ríos todavía
transparentes. Después, entre los libros de la biblioteca descubrí varios
ejemplares de la revista trimestral “Universidad Veracruzana”. En el número 2, Año
II, Abril-junio de 1953, me aproximé por primera vez a la lectura y
conocimiento de un cuento, género literario que hasta la fecha representa una
de mis vitales preocupaciones frente a la creación que me agobia cada día, en
mi trabajo cotidiano de narrador.
Tal vez en aquel instante nació mi decisión por entregarme a la
creación literaria. Leí varias veces el cuento
“La chachalaca” Casi entre lagrimas y sollozos llegué al final de las descripciones bajo cita seleccionada por Rafael Delgado:
“El pensamiento humano, / como el mar, sus cadáveres arroja.” Sin duda alguna, la comprensión de cada
párrafo me llevó a enfrentarme con la experiencia juvenil, la inocencia
infantil, el interés o curiosidad más bien por los asuntos de la vida, delante
de la perversidad en los seres humanos.
La desgracia de navegar entre la vida de los adultos y el papel del
frágil paso de la infancia a la adolescencia. No puedo olvidar el final de esta
pequeña obra maestra de la narrativa mexicana: “Esta es la historia, amigo mío.
Cuando la recuerdo, y la recuerdo todos los días, y siempre con dolor y
remordimientos crueles, me pregunto: -¿Qué sentirá el asesino cuando le ponen
delante de su victima?”.
En otra ocasión, revisé el sumario del número siguiente de “Universidad
Veracruzana”, y mi asombro llegó a alturas infinitas. Encontrar páginas
dedicadas en homenaje a Rafael Delgado; fue una revelación hacia el amor por el
autor de Los parientes ricos, Historia
vulgar, y Angelina. En esta
monografía se recogieron excelentes ensayos que estudian la obra literaria, con
motivo de la celebración centenario de este autor, quien nació en Córdoba,
1853, y murió en Orizaba, 1914. Por lo cual se organizaron eventos culturales,
y concursos literarios a nivel internacional. También la Universidad
Veracruzana editó las Obras
completas, de Rafael Delgado, con los volúmenes: “Poesías”, “Conversaciones
literarias”, “Estudios literarios”, “Discursos”, y “Lecciones de literatura”, (en
dos tomos).
Fue trascendental la ubicación de las líneas de Federico Gamboa: “…un
caballero de buen pergeño oscuro, de poblado
mostacho de mirar hondo y expresivo, de voz opaca y tarda, parco en ademanes y
sonrisas, armada la diestra de
cigarrillo de papel cuya lumbre adquiría relieve y cuerpo en las crecientes y
tercas agonías crepusculares…” Por su parte, Amado Nervo hizo esta descripción:
“Delgado era un hombre de mediano estatura, de regulares carnes, de inteligente
cabeza, coronada por cabellos ligeramente rubios y en la cual se advertía
insipiente calvicie, ojos de sincera mirada, correcta nariz y boca de expresión
bondadosa”.
Toda esta información actuó en mi espíritu como conocimiento, para
abrir las puertas a la imaginación, y aceptar el mundo de la fantasía. Hasta
ahora me pregunto qué aconteciera si en mis días adolescentes, hubieran pertenecido
a otra historia. Existía la necesidad de comunicarme con experiencias fuera de
la vida provinciana, y me llamó la atención que a pesar de la pequeñez en el
ambiente orizabeño, Rafael Delgado logró la trascendencia a través de sus
libros.
En un rincón de la biblioteca, entonces con bastante asombro pude
alcanzar el libro Lecciones de Literatura (Estilo y
composición), obra editada por la imprenta del Gobierno del Estado de Veracruz, en 1904. Comencé el
recorrido por el análisis y estudio de estilo y composición. Estoy de acuerdo
en que representó una enciclopedia sobre el arte de la escritura, desde el
punto de vista de un verdadero escritor, y un mentor que transmitía su
experiencia literaria.
Estos apuntes que Rafael Delgado dictaba a
sus alumnos en la Escuela Preparatoria
de Xalapa, que fueron posteriormente recogidos en un libro, significaron el proyecto de escribir bien
porque con ello se identifican el talento, el alma y el gusto. Con suficientes
fragmentos de sus autores preferidos, Rafael delgado reflejó que era un
contemporáneo de los escritores de su tiempo, y demostró su amor por el contacto
de otros idiomas. Desgraciadamente, la segunda parte “Retórica y Poética”, no
pudo salir a la luz pública.
Sin embargo, la lectura de Lecciones de Literatura (Estilo y composición), me permitió
aproximarme al arte de escribir, a buscar la técnica del estilo literario, que
se puede aprender y perfeccionar. Iluminado por mi encuentro con las obras de
Rafael Delgado, lentamente abrí las posibilidades del recurso a la descripción;
de cómo se puede escribir para rescatar infinidad de recuerdos o historias
inolvidables, amores imposibles y derrotas sentimentales, como lo advirtió
Rafael Delgado en estos versos: “ella empieza a vivir y nada sabe! / él sabe
todo y a olvidarlo empieza!”.
Fue considerado como parte de una trilogía
de novelistas realistas, al lado de Emilio Rabasa y José López Portillo y
Rojas. Puede consultarse la nota crítica de Carlos González Peña, en su Historia de la literatura mexicana, editorial
Porrúa, 1928. Escribió poemas, cuentos, novelas y breves obras de teatro. Fue apreciado
como un autor que describió el paisaje maravilloso y real de su lugar de
origen, en el centro del estado de Veracruz.
Rafael Delgado fue uno de los creadores e
impulsores de las formas del realismo literario, en base a la observación
profunda y minuciosa de las relaciones humanas, y principalmente por su amor a
cada una de las cosas de su lugar de origen o vivencia dentro de la exuberante
naturaleza veracruzana. Del romanticismo enlaza a un costumbrismo que es
ampliamente superado en la concepción directa de los conflictos y ambiciones,
que plantea y proyecta la conciencia de los seres humanos.
Toda esta experiencia del hecho de vivir
impulsó las meditaciones retrospectivas de un personaje agobiado por su
profunda cimentación religiosa frente a la preocupación de las cosas materiales.
Rafael Delgado obtuvo el impulso de la comprensión y análisis de escritores que
le fueron contemporáneos, y ahondó en las fuentes extraordinarias de las propuestas
literarias de Cervantes, Shakespeare y Flaubert. Por lo tanto, su escritura
exploró diversos temas, vivencias y hechos significativos entre las
frustraciones y victorias del espíritu creador.
A su muerte, Salvador Díaz Mirón escribió:
“El alto varón murió en la fuerza de la edad, consumido por su genio como un
cirio por su llama”. Falleció luego de realizar un recorrido en caballo de
Jalapa a Orizaba, igual que su personaje Gabriel “pretendía ser muy hábil en su
oficio, y se preciaba de consumado jinete”, p.44, en “La calandria”, cuarta edición, “Clásicos mexicanos agotados, 1931” . Pocas veces la palabra
escritor se logró unificar con la de maestro. Un poeta por obra y gracia de la
naturaleza. Un narrador con un misticismo persistente, pero alejado de los
dogmas, y arraigado en el escenario de la familia, la enseñanza y el respeto
por el paisaje veracruzano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario