Alberto
Rafael León Ramos
Suena
la música…
Dos almas que en el mundo
había unido Dios
dos almas que se amaban
eso éramos tú y yo.
Por la sangrante herida
de nuestro inmenso amor
nos dábamos la vida
como jamás se dio.
Un día en el camino
que cruzaban nuestras almas
surgió una sombra de odio
que nos aparto a los dos.
Y desde aquel instante
mejor fuera morir
ni cerca ni distante
podremos ya vivir.
había unido Dios
dos almas que se amaban
eso éramos tú y yo.
Por la sangrante herida
de nuestro inmenso amor
nos dábamos la vida
como jamás se dio.
Un día en el camino
que cruzaban nuestras almas
surgió una sombra de odio
que nos aparto a los dos.
Y desde aquel instante
mejor fuera morir
ni cerca ni distante
podremos ya vivir.
“El amor a veces no es suficiente para que dos
personas estén juntas” Fueron las palabras de Adriana Marcela. Otra vez he
despertado porque en mis sueños ha estado ella. Se me aparece como el fantasma
de Canterville, siempre en las más abigarradas situaciones. Y hoy la he soñado
metida en un problema muy ridículo, pues, le acusaban de robarse un teléfono.
Estaba ella tomando un helando con un amigo, su celular sonaba, le avisaban que
tenía que devolver el teléfono, se espantaba y decía que no había problema, de
pronto llegaba una chica, al parecer yo acompaña a la que reclamaba en cuestión
el objeto, nos mirábamos pero ella asustada solo entregaba el teléfono, yo al
saber quién era ella trataba de preguntarle, pero en ese momento mi sueño me
arrastraba a otro lado instantáneamente y me iba sin poder hacerle ninguna
pregunta. Hago el esfuerzo por saber qué le pasa, de entender mi sueño pero no
puedo porque siempre me despierta el ladrido de mi perro en el patio que
insistentemente ladra esforzándose que no pueda continuar mi sueño. Me
despierto alterado y ella es lo único que se me viene a la mente. ¡Adriana
Marcela! ¡Adriana Marcela!
-
¿Estarás bien? … Me pregunto como tonto
porqué me preocupas todavía toda tú.
-
-Todo fue un mal sueño (me digo a mí
mismo y viendo al gato que ha entrado por la ventana que me mira fijamente como pensando ¿qué le pasa
a éste loco?, ¡bueno ya dame de comer!
Me
quedo tirado en la cama otros 7.37
minutos. Trato de pensar en mis actividades diarias que necesito hacer: el
ejercicio, tomar la medicina para la diabetes, salir a pasear a los perros, ordenar la casa, lavar la ropa,
llevar el carro a la verificación, escribir. Son tantas cosas que necesito ordenar mi agenda pero
insistentemente ese pensamiento me asalta de nuevo ¿pensará en mí? ¿Cómo
estará? ¿Qué hará? Y entonces vuelvo a pensar en ella; mi mente vuela al pasado
recordando cómo era cuando estábamos juntos. Si quererlo la música ya suena en la
computadora; boleros cubanos para excitar más a la memoria.
Recuerdo
cuando nos conocimos, el día estaba lluvioso como esos típicos días jalapeños.
El chipi chipi estaba cubriendo la
ciudad y en la escuela las clases habían comenzado ya así que el alboroto de la
facultad parecía un hormiguero, como
dice mi abuelita , puesto que cada persona se dedicaba a su vida. Ella estaba
reunida en la salida con un par de amigos fumando un delicado cigarro ya
que el tiempo lo ameritaba. Me acerqué y vi a varias personas, pero de momento
me llamó la atención su desnudez, no física, sino de alma porque se notaba que
no había malicia en ella, parecía tan simple y
despreocupada. Su mirada fue de alegría al presentarme como lo hice,
parece que le causó gracia como les hable a todos; recuerdo que la palabrita
“suave y tropical” se quedó para siempre
en su mente y después me confesaste que te parecí “un buen tipo”. Con el paso del tiempo así como de la
insistencia de mi parte salimos varias
veces a hacer lo típico de las personas que se están conociendo, tomar el café
(en el Calí), al cine ( Aula Clavijero), a platicar por el parque ( los Berros
y Tecajetes) para conocer más del uno sobre el otro. Recuerdo muy bien una cosa
que nunca se me va olvidar: tu aversión por todas las frutas y verduras. Al
salir uno de esos días del parque Tecajetes
te ofrecí unas uvas que traía en mi maleta,
puesto que siempre traigo algo como snack,
dicen los gringos, antes de comer en punto a las 2 pm. Extendí
la fruta para dártela pero tú me la rechazaste como si fuera el peor de
las comidas diciendo ¡ggggrrr iuuu…
mejor invítame unas papitas! A lo cual quedé atónito; te confieso que después
de ese día tu desnudez, como ya dije de alma,
sinceridad , tono de hablar y carácter me enamoraron. No quiero cansar
al lector contando lo bueno y maravillosa que eres porque eso solamente nos
compete a los dos, ni tampoco contar los buenos tiempos de nuestra vida junto
–ya hay demasiadas buenas novelas sobre eso-, también hubo malos ratos, así que
creo que estos últimos son la razón por la cual siempre apareces en mi sueños.
Nos
divorciamos ¿recuerdas esa parte? A mí
me duele tanto porque pensaba que después de esperar en la vida, viendo pasar
mujeres que no me llamaban la atención en lo más mínimo – hago notar al lector que
sí conocí diversas mujeres pero no había llegado el tipo de mujer que es ella,
desnuda de alma- por fin había encontrado a mi <mujer que vuela>; como en
el poema de Oliverio Girondo[1].
El día en el juzgado, todos estábamos muy callados esperando que nos llamaran
para firmar el papelito que disolvería el matrimonio que habíamos contraído un
año y dos meses antes, ¿las razones? Aun
no lo sé de cierto aunque tengo que confesar
amable lector, que el malo en éste cuento soy yo (siempre tiene que
haber una parte buena y una mala). El
comportamiento no fue el más adecuado al de un hombre que es casado, también sé
que influyó mucho el que hubiésemos perdido a nuestro hijo nonato.
Un buen día me mandaste un mensaje diciéndome
“estoy en el hospital, me sentí mal, tenía un dolor en el vientre y mis papas
me trajeron… tengo miedo, parece que estoy embarazada”. Al recibir el mensaje –sin antes abrirlo
viendo solamente el remitente- en el celular
pensé que era otro de esos que se envían los enamorados por fuerza de la
costumbre diciendo que se quieren y que le desea un bonito día, pero ese día
fue diferente, al terminar de leerlo me quedé preocupado, pensé por un momento
¿está en el hospital? No creo sea grave, tal vez comió algo que le hizo daño,
pero después reflexionando pensé “está embarazada” “tiene miedo” oía tu voz en
mi cabeza repitiendo esas palabras. ¡Ahora sí
que se verá de qué cuero estamos hechos! Terminé mi clase de inglés que
tomaba en ese entonces, agarre el celular te marqué pero no hubo respuesta. En
la tarde acudí a mis otras clases. Volví a llamar viendo que no respondías volví
a insistir con mensajes, llamadas otra vez, buzón de voz, a lo cual empezó a
preocuparme tu ausencia.
Las
mismas pregunta me hacia
-¿qué
le pasará?
-¿estará
bien?
Saliendo de clases te fui a buscar a tu casa
en Coatepec, no vi luces ni nada pero no
me atreví a tocar, me fui a la clínica que está ahí pero no estabas, me acorde
que el hospital más grande estaba en Xalapa – ya antes habías acudido a citas- en
la zona UV, fui ahí al seguro, te busqué en urgencias, pregunté tu nombre, me
dijeron que habías llegado de emergencia porque habías tenido un embarazo
ectópico ¿qué es eso?, dije para mí adentros tratando de no pensar en lo peor.
Así que te habían operado y al parecer estabas bien. Ya era de noche, como las
11:30 pm sino mal recuerdo, así que las visitas ya no estaban permitidas, me
las arreglé para decirle al guardia que necesitaba hablarte pero se negó
rotundamente, además no podía pasar a la sala donde estabas, pero lo que logré
es le hablará a quien te cuidaba -tu madre- para que me informara de tu
situación, así lo hizo. Ella bajo del ascensor, salió con un aire de cansancio
y frustración, su cara cambio al verme ahí a esas horas, pues no pensaba
encontrarse conmigo, le pregunte de tu salud y con aire frio y parco me informo:
“tuvo un embarazo ectópico, le quitaron una trompa de Falopio”, sentí que el alma se me
congelaba pero después sólo conseguí decir…”estoy muy preocupado”
tartamudeando, a lo cual solamente tu madre me dijo “vete, no puedes estar aquí
ya luego podrás hablar con ella”. Ese noche fue la peor que tuve que pasar en
mucho tiempo, después de la muerte de mi padre acaecida dos años atrás.
Después
de eso pasaron varios meses para vernos, hablar y contarnos que había pasado
realmente. Tu no eras la misma, tu voz, tu cara, tu carácter había cambiado
totalmente parecía que ya no eras la mujer que conocí antes, ahora estabas
triste, aburrida, muy seria conmigo y rechazabas mis abrazos así como los besos
que antes adorabas, cuando me decías:
“pachurro, eres muy calientito, ¡me gusta abrazarte!” ¿qué había pasado? ¡será
que se te metió un mal espíritu en aquel hospital! O ¡será que la perdida de
nuestro hijo te afecto tanto que sólo me podías ver como el responsable de todo
lo que te había pasado! Lo que recuerdo es que te pregunté si estábamos bien,
te dije que íbamos a seguir adelante y que este obstáculo lo superaríamos juntos. Pero me respondiste:
-Ya
no podemos estar juntos. No podemos.
-¿Pero
cómo no? ¿por qué?
-Tú
tienes cosas que hacer, metas proyectos, yo terminar mi carrera, somos
incompatibles
-¿No
me quieres? ¿qué te pasa pachurra? ¡yo te quiero!
-
El amor a veces no es suficiente para que dos personas estén juntas
Ahí
sentí, como se dice, un golpe de realidad.
“El amor a veces no es suficiente para que dos personas estén juntas”
“El amor a veces no es suficiente para
que dos personas estén juntas” “El amor a veces no es suficiente para que dos
personas estén juntas” “El amor a veces no es suficiente para que dos personas
estén juntas” “El amor a veces no es suficiente para que dos personas estén
juntas” “El amor a veces no es suficiente para que dos personas estén juntas”
Golpe
de realidad. Golpe de realidad.
Y
aquí sigo tomando un café por la mañana con unas galletas chokis, esas de
colores que tanto adoras tratando de entender mis sueños tan raros. Tratando de
entender todo. Me consuelo al pensar que sólo sean sueños, que mi subconsciente
me traicioné, no quiero pensar que realmente ella esté mal yo sé que tiene
demasiada suerte. Pero será que ¡¿el
amor a veces no es suficiente para que dos personas estén juntas?! Termina la canción. Se acaba mi café así como mis ideas, dejo de escribir.
[1]
Oliverio Girondo tiene un poema que empieza “No sé me importa un pito”… para
que entiendas de lo que te hablo cuando digo del tipo de mujer que es ella.
1 comentario:
Muy bueno
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