lunes, 9 de noviembre de 2015

Un concepto de Dios en el Siglo XXI


= Una visión sociológica y educativa =


José Vitelio García Maldonado
    
   El concepto de Dios, se ha conforma en la mente del hombre, ante las manifestaciones de fuerza en la naturaleza, (inexplicables en su momento) y que toma como características  la omnipresencia y la omnipotencia, atribuibles a la divinidad.
(Único, eterno, inmutable, ilimitado e inmóvil, son los atributos que Parménides de Elea le dio al ser).
     Los eleáticos al fundir lo infinito y lo uno en la teoría del ser, dan el paso para encontrar a Dios. La superación idealista de la antítesis entre causa y efecto, desembocó así, en la idea platónica y en el Dios de los cristianos.
     De alguna manera todas las religiones con algunas variantes pequeñas, no tanto conceptuales sino idiomáticas, conciben a su Dios, similarmente.
     De tal suerte que los dioses de la humanidad y en las distintas etapas históricas son una visión primigenia, una resultante del pensamiento humano como reflexión sobre el mundo que rodea al hombre.
     El ser y el pensar son una y la misma cosa. El Dios de la humanidad con sus distintas apariencias es así, una creación del pensar humano.
    Para Parménides las propiedades esenciales del ser son las mismas que las propiedades del pensar, de tal suerte que a partir de ese momento y durante más de 25 siglos se pusieron las bases de la filosofía occidental.
      Frente al mundo sensible que vemos, que tocamos, pero que no podemos comprender del todo, Parménides coloca un mundo que no vemos, que no tocamos, pero que podemos comprender, un mundo inteligible, un mundo del pensamiento, en donde se conceptúa a Dios como producto del pensar humano.
     Dentro del mundo conceptual que el hombre ha creado podemos distinguir el conjunto de valores que el ser humano a través de su historia va adoptando como normativos de su vida, ya que le permiten convivir con sus semejantes.
     La categoría del valer es no ser indiferente dentro de la urdimbre de relaciones sociales en el colectivo del que forma parte el hombre.
    “En esa tesitura el concepto de Dios debe ser el que permita a los hombres convivir entre sí; y construir cada vez más un mundo mejor.”
     Dios como valor no se puede demostrar pero si se puede mostrar como una posibilidad de existencia posible dentro de una senda de superación del humano.
     El concepto de los valores como una guía en la existencia humana, dentro de un ámbito de convivencia, cooperación y progreso podrá ser el Dios del presente; en otros términos, la conducta del hombre imbuida por principios de valor hacia un fin recomendable dentro de la sociedad actual (S.XXI), puede conformar la idea de un Dios contemporáneo.
     Así, el concepto de los valores como una guía en la existencia humana, dentro de un ámbito de convivencia, cooperación y progreso, podrá ser el Dios del presente. En otros términos, la conducta del hombre imbuida por la axiología hacia un fin plausible dentro de la sociedad actual (SXXI).
    El conjunto de conceptos, normativos de la vida del hombre para que pueda realizarse positivamente dentro de su respectivo colectivo social, bien pueden entenderse como los principios que conforman un Dios socializante.
     Un Dios que permite vivir en paz, dada la posibilidad de que el individuo pueda identificarse con los valores que permiten la convivencia y por los cuales muchos integrantes de esa sociedad han luchado e incluso se han sacrificado.
    La vivencia histórica que conlleva a una comunión de valores y la convergencia en ideales a través de un proceso de socialización se convierten así en un colectivo conceptual de “Dios para el hombre”, que pertenece a la sociedad moderna al interior de las diversas nacionalidades que pueblan el mundo y que anhelan convivir en nuestro escenario terrenal.
    La educación como “una evolución personal, metódicamente ayudada y simultáneamente un proceso de socialización”, permitirá al hombre del siglo XXI identificarse con ese Dios conceptual que podrá mantenerlo sobre la faz del planeta alejando de sí, el riesgo de la autodestrucción.
   El “ser-dios” (dios-ser) es igual al pensar humano. Ser y pensar es una y la misma cosa, según Parménides.       
   La comunión con Dios es una comunión conceptual con los valores que permitan la convivencia, la tranquilidad y la paz de los grupos sociales.
   Para el ser terrenal, es necesaria la urdimbre conceptual que le permita vivir en paz. Así la humanidad tendrá que magnificar las virtudes de una sociedad basada en sus relaciones de vecindad. El principio de “ama a tu prójimo como a ti mismo” trasladado a las condiciones de una sociedad extensa implicará la creación de instituciones que incorporen en sus acciones las virtudes primarias de la empatía y la fraternidad.
   Ahora más que nunca, la educación debe trascender las funciones de la vida familiar y poner un  énfasis mayor en la consecución de la ciudadanía nacional en principio, y posteriormente la de carácter  mundial.
   Superar la época de la máquina con el apoyo de nuevos valores para considerar adecuadamente los procesos de trabajo y de ocio, procurar la interconexión en la mayoría de las actividades del hombre moderno para que quede en el pasado el individuo ubicado en una sociedad sin forma, en la cual, aún en las situaciones más sencillas, tuvo que escoger entre varios modelos de conducta y diversos valores sin sanción, cuando lo más grave fue  que a ese individuo no se le hubiese enseñado a elegir los valores más adecuados para una convivencia universal.

 Si el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza, como urdimbre conceptual axiologicamente positivo, ese Dios conceptual podrá guiar el destino de la humanidad hacia un futuro de convivencia pacíficamente constructiva.


Epílogo: A pesar de que el  siglo XX  ha sido el más sangriento de la historia  porque fue el de mayor número de individuos sacrificados por guerras y conflictos, paradójicamente por esencia, también fue el que por los avances científicos y tecnológicos propició el mayor crecimiento de la humanidad, (que se duplicó casi en  los 42 años finales del siglo XX de 3mil a 6 mil millones de personas). La expectativa para el siglo presente es que se pueda alcanzar con la vivencia de valores más adecuados, enmarcando un nuevo concepto de Dios, y con el apoyo de una nueva educación para el hombre del siglo XXI “la convivencia pacífica de todos los integrantes de la humanidad que pueblan el planeta.”

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