= Una visión sociológica y educativa =
José Vitelio García Maldonado
El
concepto de Dios, se ha conforma en la mente del hombre, ante las
manifestaciones de fuerza en la naturaleza, (inexplicables en su momento) y que
toma como características la
omnipresencia y la omnipotencia, atribuibles a la divinidad.
(Único, eterno, inmutable, ilimitado e
inmóvil, son los atributos que Parménides de Elea le dio al ser).
Los eleáticos al fundir lo infinito y lo uno
en la teoría del ser, dan el paso para encontrar a Dios. La superación
idealista de la antítesis entre causa y efecto, desembocó así, en la idea
platónica y en el Dios de los cristianos.
De
alguna manera todas las religiones con algunas variantes pequeñas, no tanto
conceptuales sino idiomáticas, conciben a su Dios, similarmente.
De
tal suerte que los dioses de la humanidad y en las distintas etapas históricas
son una visión primigenia, una resultante del pensamiento humano como reflexión
sobre el mundo que rodea al hombre.
El
ser y el pensar son una y la misma cosa. El Dios de la humanidad con sus
distintas apariencias es así, una creación del pensar humano.
Para Parménides las propiedades esenciales del ser son las mismas que
las propiedades del pensar, de tal suerte que a partir de ese momento y durante
más de 25 siglos se pusieron las bases de la filosofía occidental.
Frente al mundo sensible
que vemos, que tocamos, pero que no podemos comprender del todo, Parménides
coloca un mundo que no vemos, que no tocamos, pero que podemos comprender, un
mundo inteligible, un mundo del pensamiento, en donde se conceptúa a Dios como
producto del pensar humano.
Dentro del mundo conceptual que el hombre ha creado podemos distinguir
el conjunto de valores que el ser humano a través de su historia va adoptando
como normativos de su vida, ya que le permiten convivir con sus semejantes.
La
categoría del valer es no ser indiferente dentro de la urdimbre de relaciones
sociales en el colectivo del que forma parte el hombre.
“En
esa tesitura el concepto de Dios debe ser el que permita a los hombres convivir
entre sí; y construir cada vez más un mundo mejor.”
Dios como valor no se puede demostrar pero si se puede mostrar como una
posibilidad de existencia posible dentro de una senda de superación del humano.
El
concepto de los valores como una guía en la existencia humana, dentro de un
ámbito de convivencia, cooperación y progreso podrá ser el Dios del presente;
en otros términos, la conducta del hombre imbuida por principios de valor hacia
un fin recomendable dentro de la sociedad actual (S.XXI), puede conformar la
idea de un Dios contemporáneo.
Así, el concepto de los valores como una guía en la existencia humana,
dentro de un ámbito de convivencia, cooperación y progreso, podrá ser el Dios
del presente. En otros términos, la conducta del hombre imbuida por la
axiología hacia un fin plausible dentro de la sociedad actual (SXXI).
El
conjunto de conceptos, normativos de la vida del hombre para que pueda
realizarse positivamente dentro de su respectivo colectivo social, bien pueden
entenderse como los principios que conforman un Dios socializante.
Un
Dios que permite vivir en paz, dada la posibilidad de que el individuo pueda
identificarse con los valores que permiten la convivencia y por los cuales
muchos integrantes de esa sociedad han luchado e incluso se han sacrificado.
La
vivencia histórica que conlleva a una comunión de valores y la convergencia en
ideales a través de un proceso de socialización se convierten así en un
colectivo conceptual de “Dios para el hombre”, que pertenece a la sociedad
moderna al interior de las diversas nacionalidades que pueblan el mundo y que
anhelan convivir en nuestro escenario terrenal.
La
educación como “una evolución personal, metódicamente ayudada y simultáneamente
un proceso de socialización”, permitirá al hombre del siglo XXI identificarse
con ese Dios conceptual que podrá mantenerlo sobre la faz del planeta alejando
de sí, el riesgo de la autodestrucción.
El
“ser-dios” (dios-ser) es igual al pensar humano. Ser y pensar es una y la misma
cosa, según Parménides.
La
comunión con Dios es una comunión conceptual con los valores que permitan la
convivencia, la tranquilidad y la paz de los grupos sociales.
Para
el ser terrenal, es necesaria la urdimbre conceptual que le permita vivir en
paz. Así la humanidad tendrá que magnificar las virtudes de una sociedad basada
en sus relaciones de vecindad. El principio de “ama a tu prójimo como a ti
mismo” trasladado a las condiciones de una sociedad extensa implicará la
creación de instituciones que incorporen en sus acciones las virtudes primarias
de la empatía y la fraternidad.
Ahora
más que nunca, la educación debe trascender las funciones de la vida familiar y
poner un énfasis mayor en la consecución
de la ciudadanía nacional en principio, y posteriormente la de carácter mundial.
Superar
la época de la máquina con el apoyo de nuevos valores para considerar adecuadamente
los procesos de trabajo y de ocio, procurar la interconexión en la mayoría de
las actividades del hombre moderno para que quede en el pasado el individuo
ubicado en una sociedad sin forma, en la cual, aún en las situaciones más
sencillas, tuvo que escoger entre varios modelos de conducta y diversos valores
sin sanción, cuando lo más grave fue que
a ese individuo no se le hubiese enseñado a elegir los valores más adecuados
para una convivencia universal.
Si el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza,
como urdimbre conceptual axiologicamente positivo, ese Dios conceptual podrá
guiar el destino de la humanidad hacia un futuro de convivencia pacíficamente
constructiva.
Epílogo: A pesar de que el siglo XX
ha sido el más sangriento de la historia
porque fue el de mayor número de individuos sacrificados por guerras y
conflictos, paradójicamente por esencia, también fue el que por los avances
científicos y tecnológicos propició el mayor crecimiento de la humanidad, (que
se duplicó casi en los 42 años finales
del siglo XX de 3mil a 6 mil millones de personas). La expectativa para el
siglo presente es que se pueda alcanzar con la vivencia de valores más
adecuados, enmarcando un nuevo concepto de Dios, y con el apoyo de una nueva
educación para el hombre del siglo XXI “la convivencia pacífica de todos los
integrantes de la humanidad que pueblan el planeta.”
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