Javier Ortiz Aguilar.
El libro que hoy se presenta fue publicado por
primera vez en el año de 1976 por la
Secretaría de Educación Pública, en su colección SEP-setentas. En esta serie
publican reconocidos intelectuales y escritores noveles, cuya única
coincidencia son las ciencias sociales vistas desde la óptica de las novedosas
teorías de la época. Su segunda edición corre a cargo de la Editora de Gobierno
del Estado de Veracruz en el año 2008.
Subrayo
las fechas, porque esta reunión, más que una presentación de un libro parece un
recurso para estimular la nostalgia. Y puede serlo, Puesto que toda historia al
dar cuenta de un acontecimiento, pone en evidencia las preocupaciones de la
época en que fue estudiado; en este caso en los últimos años de los sesenta se
inició esta investigación, en un tiempo que a muchos nos tocó en suerte vivir.
Y si ese pasado creo las condiciones de posibilidad de nuestro tiempo actual,
es posible pensar que esta lectura puede llevarnos a la nostalgia del pasado,
pero también tomar conciencia de la existencia social y el marco
de posibilidades de futuro.
Al
autor, amigo y compañero de la Academia Mexicana de la Educación le toca vivir
en la Facultad de Historia los últimos años de la década de los sesenta. Un
periodo donde no se percibe con claridad una contradicción, por una parte una
tradición marxista, especialmente en todas las carreras de ciencias sociales y
por otra, gracias a la derrota de la huelga ferrocarrilera, que anula a la
clase obrera como sujeto de la historia, la contradicción social sufre un
desplazamiento hacia los sectores medios de la sociedad: primero la huelga de
los médicos en 1961 y después los estudiantes poblanos, tabasqueños,
michoacanos, sinaloenses, etc.; No obstante se seguía mirando al pasado como si
la clase obrera fuera la vanguardia.
Desde
esta perspectiva Octavio estudia acuciosamente un movimiento radical en tiempos
de la consolidación real del Estado producto de la Revolución Mexicana
El
´proceso es conflictivo que señala, por ejemplo, los gobernantes del Golfo,
enfrentados a la fuerza militar de Veracruz, Tejeda mal visto por Obregón, etc,
pero que su perspectiva no le da importancia a estas contradicciones secundarias,
por el contrario, nuestro autor centra
su atención en el movimiento en inquilinario
En otras palabras: esta limitación responde a la
época. Ninguno de los estudiosos de este movimiento trata el contexto político.
El reduccionismo del análisis conduce a errores estratégicos. Por otra parte es
necesario subrayar la falta de fuentes bibliográficas sobre este tema: solo hay
un libro: “La rebelión de mujeres” de Arturo Bolio, notable escritor y político
yucateco y dos ensayos históricos, uno de Rafael Ortega localizado en su libro
“las luchas proletarias en Veracruz” y otro de Mario Gil que forma parte de la obra “Episodios
Mexicanos”. La ausencia de fuentes obliga al autor a trabajar como historiador,
a decir de Jean Mayer, a usar la tecnología de la época, la cámara fotográfica
y la grabadora. Así combina la profesión de historiador con la del periodista, pues gran parte del libro es
producto de entrevistas con la esposa de Herón Proal, dirigente natural del
movimiento, sobrevivientes de la lucha social, testigos. Por otra parte
diversifica su consulta en archivos públicos y personales, hemerotecas. El
historiador abandona el gabinete para buscar la información en el “campo”
La entrevista la incorpora como un medio de
recolección de datos, Osacar Lewis, en un libro que conmovió los años sesenta, “los hijos de Sánchez”. Posteriormente Jean
Meyer la utiliza Jean Meyer en esa obra que causó gran polémica, “La
Cristiada”.
Con la herramienta teórica de la época marca el
contexto que da sentido al origen y desarrollo del conflicto inquilinario en
Veracruz hasta su represión. No obstante no es un discurso donde los conceptos
impidan comprender la vitalidad del acontecimiento, hay una descripción que
hace evidentes las estructuras y los proyectos Estado en proceso de
consolidación, así como de las distintas tendencias del movimiento popular-
La crítica de la época al libro fue positiva. Tal
vez porque los años setenta fue una década de grandes movilizaciones populares,
o porque los historiadores estaban en búsqueda de nuevos objetos de estudio. Lo
cierto es que Sergio de la Peña, distinguido maestro de la UNAM, publica en la
revista Historia y Sociedad, dirigida por Enrique Seño, una reseña crítica de
este libro, Si bien en ella marca sus diferencias no deja de manifestar sus
elogios invitándolo a continuar la investigación hasta 1932 año que se disuelve
el sindicato de inquilinos. También el Director del Centro de Estudios
internacionales del Colegio de México publica en la Revista Foro Internacional
una reseña donde afirma que este libro es la investigación más profesional que
se ha hechos sobre el tema, También es válido señalar que Paco Taibo II cita con frecuencia a Octavio
en sus historias sobre la historia radical en México.
Terminaré mi intervención con esa idea de Marc
Bloch, historiador que influyó mucho en los años setenta: La historia también tiene su historia. Cito de memoria,
una de sus frases “la historia al igual que los hombres, se parece más a su
tiempo que a sus padres”. El movimiento inquilinario de Veracruz 1922 es una
forma de historiar de aquella época que aún recuerdo con nostalgia-
Muchas gracias por su paciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario