Doña Dary
Con la anuencia de nuestros lectores, para quienes está
dedicado el esfuerzo de todos aquellos que hacen posible editar mensualmente
-hasta ahora- Tlanestli, dedico estas breves líneas para homenajear muy
modestamente a la Sra. Doña Dary Gándara Bello, tía mía, quien a partir de las
siete de la mañana del 24 de octubre de este 2015, a la edad de 91 años,
descansa en paz.
La Dama de la triste figura, como de autodenominó hace unos
meses, para mí fue una segunda madre -similar sentimiento guarda innumerable
gente, incluyendo personas a su servicio-, brindándome siempre amor,
comprensión, cariño y hasta admiración por mis actividades. Ella valoraba,
expresando gran orgullo por mi labor editorial y periodística. Esto lo externo,
sin afán de presunción, mas bien con la intención de hacer evidente que
únicamente una madre -también el padre- siente orgullo por el logro ajeno,
incluso sobrevalorándolo en ocasiones.
Su vida, objetivamente analizada, no fue nada diferente a
otras: tuvo logros económicos, sociales y hasta políticos; padeció azares del
destino en su vida matrimonial. Sepultó a cinco de sus seis hijos procreados;
viajo al extranjero; leyó, escribió, publicó; fue dueña de una fe infinita en
la religión católica. Su carácter férreo contrastante con su sensibilidad ante
el dolor del prójimo, probablemente le otorgaron esas vivencias la fortaleza
suficiente para mantener el optimismo hasta su muerte Descanse en paz.
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