Víctor Manuel Vázquez Reyes
Las tradiciones culturales integran y distinguen la
identidad nacional, la identidad nacional fomenta el amor a la patria, en
consecuencia las tradiciones culturales coadyuvan a fomentar el amor a la patria.
Los entornos familiar y amistoso por su propia naturaleza
se han erigido tradicionalmente en recreadores y promotores de cultura y a
través de festejo de la infinidad de fechas y acontecimientos, trasmitiéndose
de generación en generación manteniendo su vigencia.
Olvido, pérdida, transformación de las raíces de nuestra
cultura obedecen entre otras causas, además de la económica, a la fuerte
influencia de la globalización transmitida por los medios de información y
comunicación, también probablemente a la decidía o comodidad originada en la
insensibilidad.
Ésta es una de las razones de la admirable labor del profesor Wilfrido Sánchez Márquez,
promotor cultural en ámbitos públicos y privados. Cada fecha festiva conmemora
él, compartiendo, contagiando su alegría, viandas e interés, dando así
continuidad a sus convicciones organizando actos y convivios, desbordando su
generosidad: herencia invaluable.
El 31 de octubre, por ejemplo, organizó una cena, a propósito del Día de
muertos, invitando amigos y familiares. El tradicional Altar muestra de
creencias, lleno de colorido y mesa para comensales testificarían el festín.
Acompañado Willy -orgullosamente de una etnia zapoteca - de
su esposa la maestra Celia, su hija Mirna, su yerno Daniel, nietos, nietas, abrió
las puerta de su casa -siempre dispuestas de par en par-, recibiendo con
abrazos sinceros, sonrisa expresiva y atendiendo, dialogando previo a la cena.
Una de las anécdotas, experiencias compartida por el
profesor, esa noche, fue la relacionada con su abuelo Juan de Dios. Él durante
su niñez le enseñó la fabricación de velas, allá en Tehuantepec. Recordó y
compartió cada uno de los pasos del proceso. Agradecido, emocionado charlaba:
cera, pabilos, velas de metro y medio, pétalos de flores, fuego...
Con añoranza y hasta preocupación expresó en determinado
momento de la velada, un tanto lluviosa, un tanto fría, contrastando con la
calidez del ambiente: el día primero -dijo- estábamos en Las Choapas para estar
en Tehuantepec el Día dos, visitando a mis padres, los padres de La Negra...
Hace un año y hoy, ya no, por prescripción médica.
La plática fue interrumpida, por un buen motivo siendo los
presentes invitados a ocupar lugares en la mesa: vino, ron, refrescos, botanas
habían sido degustados previamente. Ahora llegaba el momento solemne de
compartir alimentos tradicionales: chocolate, tamales, pan, calabaza, todo
preparado con ingredientes y recetas oaxaqueñas.
Entre bocado y bocado se vertieron comentarios entre los
pequeños grupos, deleitando el paladar. Sin duda los comensales quedaron
satisfechos incitando el ambiente familiar, amistoso a expresar su sentir:
Romeo Cuervo solicitó la anuencia y discurrir, felicitando al anfitrión y sus
familiares por la invitación y realizar este tipo de eventos. Continuó el
maestro Wilfrido también subrayando su satisfacción de recibir a cada uno, y
cierta tristeza por no poder viajar. La maestra Gloria entrañable amiga de Will
intervino recordando que los seres queridos están presentes sin importar lugar:
al Altar llegan. concluyó el joven Víctor Manuel Vázquez Reyes felicitando al
profesor, expresando su orgullo de estar ahí, y la necesidad de espacios, como
este, y reuniones que hagan posible la unidad de la sociedad en pro del
bienestar común, justicia y equidad.
La noche trascurrió hasta llegado el momento de despedirse
dejando otra constancia más de liderazgo, generosidad, amistad, identidad
nacional, amor a la patria de quien está viviendo su décima década de
existencia: Wilfrido Sánchez Márquez
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