lunes, 11 de marzo de 2013

Hablando de islas perdidas. Isla Clipperton o de la Pasión, isla mexicana.


          


                                       
                                                                                                  José Vitelio García


         Tuve la oportunidad de regresar a “la pluviosilla”, incidentalmente, sin haberlo planeado. Ya no recordaba su presencia urbana.

          Me sorprendió gratamente la conformación de la calle por la que accede uno a la población, arribando por la autopista de Veracruz a México.  Una avenida amplia, de doble sentido, con un camellón intermedio, en el cual de trecho en trecho están ubicadas estatuas de personajes distinguidos en el ámbito local, regional y nacional.

          Precisamente, a la altura de un centro comercial importante, me llamó la atención un busto en bronce con atuendo militar prusiano y con un nombre que de primera impresión parecía extranjero. Ramón Arnaud Vignon oriundo de Orizaba Veracruz, distinguido oficial del ejército mexicano, quien  “…mantuvo  la soberanía de México en la Isla de la Pasión hasta perder la vida  el  7 de octubre de 1914 “. Así reza la correspondiente placa. Entonces recordé que efectivamente, el uniforme de gala y de media gala de los oficiales del ejército porfirista era a la usanza prusiana, con un casco rematado en  una especie de pico metálico delgado.  Pickelhaube (Pickel, pincho y Haube, gorro, casco).

          Algunos autores como Nunn sugieren que fue Magallanes, lusitano al servicio de España, quien descubrió las islas Clipperton y Clarión, el 24 de enero de 1521, bautizándolas como Islas de San Pedro y San Pablo. Sin embargo en una Relación presentada en Madrid el año de 1534, Vicente de Nápoles señala que su descubridor fue Álvaro de Saavedra Cerón durante el viaje que por encomienda de Hernando Cortés, realizó en noviembre de 1526 para descubrir el camino hacia las islas de Maluco.

         Aislada en la inmensa soledad del Océano Pacífico, dista unos 1200 kilómetros del puerto de Acapulco y poco más de 900 de la mexicana isla Socorro, en el archipiélago de Revillagigedo. Mide unos seis kilómetros de largo, por dos en su parte más ancha. De origen volcánico y coralino, está situada sobre una formación montañosa que corre por el fondo del Pacífico, perpendicular al continente americano. Gruesos arrecifes de coral la acorazan y constituyen un peligro mayor para los barcos que pretenden acercársele.

         Situada relativamente cerca del Ecuador, la isla recibe una precipitación pluvial anual cercana a los 5000 milímetros, entre junio y noviembre, cantidad que no se alcanza ni en la selva húmeda de Chiapas.

         La isla fue conocida antes que nadie por los españoles, sus buques que transitaban entre la Nueva España y Filipinas salían de Acapulco durante los dos o tres primeros meses de cada año y en dirección suroeste alcanzaban la latitud entre los 10 y 11 grados norte. De allí, tomando como referencia la Isla de Médanos (posteriormente Clipperton o de la Pasión),  viraban hacia el poniente para tomar la corriente paralela al ecuador e impulsados por vientos favorables a través de un mar apacible que los españoles llamaron “mar de las damas” seguían en línea recta hasta alcanzar la isla de  Mindanao y finalmente Manila. Un aviso de cambio de ruta, una especie de semáforo en el mar, una marcación para indicar aproximadamente el desvío de curso hacia occidente, esa fue la función de la Isla de la Pasión.

         Durante más de un siglo y medio, nadie nunca argumentó derechos contra España en cuanto a la soberanía de la isla, de tal suerte que ésta pasó a la jurisdicción mexicana cuando nuestro país logró su independencia, igual que todos los territorios de tierra firme e islas que constituían la antigua colonia española.

         En noviembre de 1858, Napoleón III, “el pequeño”, ordenó al teniente de navío Víctor Le Coat que se dirigiera al Pacífico en buque mercante, partiendo del puerto de El Havre como comisario del gobierno francés, para tomar posesión de la Isla Clipperton o de la Pasión. De manera taimada, siete meses antes ya había concesionado la explotación del guano en esa isla, a la casa  M. Lockhart. Sólo faltaba apoderarse del territorio para darle vida al contrato. El acta de posesión de la isla se realizó en la cubierta del buque expedicionario, puesto que el teniente Le Coat no pudo desembarcar en ella y en consecuencia tampoco pudo dejar ninguna señal de dicho evento. En seguida los navegantes se alejaron 6000 kilómetros hasta Hawai para comunicar al rey de ese archipiélago, lo que habían realizado. Presagio sombrío de las pérfidas intenciones del pequeño Napoleón, quien después en l864 apoyaría la invasión francesa de México, para imponer al Archiduque de Austria Maximiliano de Habsburgo, como emperador mexicano, apoyado por el clero y los conservadores (burguesía mexicana).      

         En junio de 1889 el gobierno mexicano estableció una agencia oficial en la isla, tras la ocupación formal de ella, por parte del cañonero Demócrata. Después se concesionó la explotación de los depósitos de guano a la empresa inglesa Oceanic Phosphate Co.

         Hasta 1905, Francia dejó de reclamar a México la propiedad de la isla y tras 16 años de explotación ininterrumpida, la cancillería mexicana recibió informes de que el país galo pretendía arrendar la explotación del guano de la isla, a sus nacionales. En agosto de ese mismo año, la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria comisiona al coronel Abelardo Ávalos para que se translade a la Isla de la Pasión a fin de garantizar a la compañía inglesa la posibilidad de seguir exportando el guano concesionado.

         En carta dirigida al Presidente Porfirio Díaz, el coronel de ingenieros Fernando Avalos, recomienda al subteniente Ramón Arnaud “joven de regular ilustración que conoce idiomas francés e inglés” para que desempeñe la función de delegado político en la isla. La respuesta fue afirmativa. A la sazón, Arnaud, tiene 26 años, es soltero y viene de la tropa. Ha estado en la campaña de Yucatán contra los mayas sublevados, ha sido condecorado, pero también al desertar temporalmente del ejército, ha conocido la prisión militar.”Graduado en dificultades y templado para su destino”, dice Miguel González Avelar.

         Una primera estadía de Arnaud llega hasta principios de 1908, período que le permitió conocer hasta el último resquicio de la isla y familiarizarse con las exigencias del mando en una comunidad de trabajadores y soldados, “aprendices de náufragos en aquella soledad inmensa del océano Pacífico”. El 24 de junio de aquel año, regresa a Orizaba en donde contrae matrimonio con su novia Alicia Rovira. Dos meses después regresa a la isla Clipperton en el buque Corrigan II en compañía de su esposa  y una partida de 11 soldados.

          En una segunda estancia de Arnaud en la isla, el cañonero Demócrata y el vapor Corrigan II realizaron con regularidad el abastecimiento de la isla, con una frecuencia promedio de de tres veces al año. Siete meses después de la caída de Porfirio Díaz, Arnaud decide regresar a México en compañía de su esposa y de sus dos hijos, Ramón y Alicia, ambos nacidos en Clipperton. Corría el mes de diciembre de 1911.

         El movimiento revolucionario comenzaba a sacudir a la sociedad mexicana. En la capital del país Arnaud se entrevistó con funcionarios nombrados ya por la Revolución triunfante de Francisco I. Madero. Obtuvo la ratificación de su comisión y la promesa de que un barco de la marina continuaría proveyendo a la isla de lo indispensable.

         Después de poco más de dos años en México, lapso durante el cual  nació su segunda hija Olga y tras haber presenciado  los acontecimientos de la “Decena Trágica” tuvo que refrendar las autorizaciones y promesas que había recibido del régimen maderista, ahora ya tramitándolos ante la administración del usurpador Victoriano Huerta.

         A fines de 1913 regresa a la isla. Detrás el país se debatía en una cruenta guerra intestina. El 11 de enero de 1914 el vapor Carrigan II arriba una vez más a la Clipperton, llevando al ahora ya capitán Ramón Arnaud, a su familia y al relevo de la guarnición, algunos de cuyos miembros iban acompañados de familiares.

         El grupo militar encabezado por el Capitán Arnaud Vignon, contaba con el teniente Secundino Cardona, el cabo Felipe Lara y los soldados Faustino Almazán, Victoriano Alvarez, Pedro Carvajal, Agustín Irra, Dionisio Juárez, Constancio Mejía, Juan Neri y Arnulfo Pérez. El conjunto civil estaba integrado por la esposa de Arnaud, Alicia Rovira y sus tres pequeños hijos, la mujer de Cardona Tirsa Rendón, las mujeres de los soldados, salvo Victoriano Alvarez quien llegó en calidad de soltero, el guardafaro Silverio Rodríguez Meza y el encargado de los bienes de la Pacific Oceanic Co., Gustavo Schultz.

         Los acontecimientos posteriores no dejan de ser más trágicos para la Clipperton y sus habitantes. En febrero del 14 el cañonero Tampico que estaba encargado de llevar las subsistencias a la isla se declara partidario del ejército Constitucionalista que encabezaba Carranza. Pocas semanas después fue hundido en las cercanías de Mazatlán por el más moderno cañonero Guerrero, todavía leal a Huerta. En agosto del 14 al triunfo de Carranza el ejército federal fue disuelto completamente y los barcos de guerra se concentraron en Manzanillo y en Coatzacoalcos, quedando así sin reabastecimiento la isla  Clipperton. La suerte estaba echada, nunca más sus habitantes volverían a ver un barco de la marina nacional  en sus inmediaciones. Para colmo de males un fuerte ciclón arrasa con todas las instalaciones  habitacionales e industriales del área, quedando sólo incólume el faro, pero sin el suficiente combustible para su funcionamiento regular.

        Un barco norteamericano tripulado por holandeses, el Nokomis, naufraga en los arrecifes cercanos, logrando llegar a la isla sus doce ocupantes, lo que va a constituir una presión más  sobre los limitados suministros de todo tipo, tan escasos en el lugar. Después de tres meses,   en un incipiente velero, cuatro de los náufragos deciden navegar hasta Acapulco, llegando al cabo de 17 días, no sin la pérdida de uno de los tripulantes. En la costa  encuentran surto en la bahía al buque de guerra norteamericano  U.S.S. Cleveland que bloqueaba el acceso al puerto. Aquí cabe anotar que para ese entonces, los EEUU habían tomado el Puerto de Veracruz a pesar de la heroica defensa realizada por un grupo de cadetes de la Escuela Naval ubicada ahí, por eso la marina norteamericana tenía bloqueados todos los puertos de la República Mexicana. Sin embargo, convencido el capitán del U.S.S. Cleveland, parte para la isla, llevando 200 bultos de abastecimientos, gestionados  en el viceconsulado británico y con los agentes de la Pacific Phosphate, destinados a los náufragos holandeses, a los empleados de la compañía  y a la guarnición mexicana.

         El arribo de este buque debe haber sido saludado con alegría, pero al saber de la actitud hostil del gobierno norteamericano para con nuestro país, el  Capitán Arnaud y los náufragos mexicanos prefirieron quedarse en la isla , por no contemporizar con el enemigo. Arnaud rehusó el ofrecimiento de llevarlo al continente en compañía de toda la guarnición y sus familiares. Habló antes con todos los suyos. Todos lo escucharon y le dieron la razón. Allí se quedaban. Sólo los holandeses y el encargado de la compañía explotadora del guano, Miguel Schultz y la joven Altagracia Quiroz, abordaron el barco de regreso.

         Así quedó sellada la suerte de aquel grupo. Contratiempos y sinsabores. Limitados alimentos, sin medicinas, sin comodidades. Algunos murieron de escorbuto. Bebían agua que se juntaba de la lluvia, comían cangrejos rojos abundantes en la isla y huevos de pájaros marinos.

         Una mañana de mayo de l915, Ramón Arnaud divisó en el horizonte el perfil de una embarcación. Desesperado por la situación del prolongado abandono, llamó a su lugarteniente  Secundino Angel Cardona y con su ayuda habilitó una especie de balsa para tratar de acercarse al lejano navío. En el intento perecieron presos de furioso oleaje y víctimas de hambrientos escualos. Así murieron los dos esforzados y heroicos soldados mexicanos.

         Vergonzoso y trágico fue lo que ocurrió con lo que quedaba de la guarnición mexicana en  Clipperton. Lo que siguió fue una espantosa pesadilla para las mujeres que sobrevivieron en la isla a cargo de un puñado de niños. Pensando al principio que habían quedado solas con sus pequeños, al cabo de algún tiempo, en un mal día, apareció en su campamento un soldado que había vivido por el rumbo del faro, en el otro extremo de Clipperton. Era un colimense conocido como el Negro Victoriano, que habiendo tenido frecuentes dificultades con Arnaud por razones de disciplina, había sido confinado al área del faro y librado a sus propias fuerzas. De mal carácter, náufrago entre los náufragos, sólo tenía odio y rencor para las sobrevivientes. De aquel desdichado grupo hizo su pueblo, su servidumbre y su corte y llegó a proclamarse entre todos rey de Clipperton.

         El gobierno despótico y caprichoso de este Victoriano, tocayo del usurpador Huerta, duró exactamente hasta el 18 de julio de l916, cuando el buque norteamericano Yorktown por mera casualidad llegó a la isla rescatando a los remanentes de aquella devastada colonia. Fue esa misma mañana, antes de que llegara el bote salvador, cuando Alicia Rovira y Tirsa Rendón dieron muerte al reyezuelo de opereta.

         No cabe duda de que Ramón Arnaud tenía un acendrado sentimiento nacionalista y una percepción clara de lo que significaba para el país la defensa de la isla, llegando a considerar su presencia en la Clipperton como una elevada misión personal, algo que daría trascendencia a su existencia. Su vida es un paradigma para todo bien nacido veracruzano.

         Desafortunadamente, Francia tiene hoy el dominio de la isla dado que en 1931, el rey Víctor Manuel III de Italia falló en su favor la controversia que México y aquel país sostuvieron. El 22 de diciembre de 1933, la Cámara de diputados modificó el art. 42 de la Constitución aceptando el laudo internacional y un año después, el 26 de enero de 1935, Francia plantó su bandera y una placa en la roca principal de la isla, con la fecha del 2 de diciembre de l934.

         México vergonzosamente reafirmó así su calidad como país perdedor de territorios. Esa es nuestra historia.


         Fuente documental: González Avelar, Miguel. Clipperton, isla mexicana  Fondo de Cultura Económica, México 1992.

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