José Vitelio García
Tuve
la oportunidad de regresar a “la pluviosilla”, incidentalmente, sin haberlo
planeado. Ya no recordaba su presencia urbana.
Me
sorprendió gratamente la conformación de la calle por la que accede uno a la
población, arribando por la autopista de Veracruz a México. Una avenida amplia, de doble sentido, con un
camellón intermedio, en el cual de trecho en trecho están ubicadas estatuas de
personajes distinguidos en el ámbito local, regional y nacional.
Precisamente, a la altura de un centro comercial importante, me llamó la
atención un busto en bronce con atuendo militar prusiano y con un nombre que de
primera impresión parecía extranjero. Ramón Arnaud Vignon oriundo de Orizaba
Veracruz, distinguido oficial del ejército mexicano, quien “…mantuvo
la soberanía de México en la
Isla de la
Pasión hasta perder la vida
el 7 de octubre de 1914 “. Así
reza la correspondiente placa. Entonces recordé que efectivamente, el uniforme
de gala y de media gala de los oficiales del ejército porfirista era a la
usanza prusiana, con un casco rematado en
una especie de pico metálico delgado.
Pickelhaube (Pickel, pincho y Haube, gorro, casco).
Algunos
autores como Nunn sugieren que fue Magallanes, lusitano al servicio de España,
quien descubrió las islas Clipperton y Clarión, el 24 de enero de 1521,
bautizándolas como Islas de San Pedro y San Pablo. Sin embargo en una Relación
presentada en Madrid el año de 1534, Vicente de Nápoles señala que su
descubridor fue Álvaro de Saavedra Cerón durante el viaje que por encomienda de
Hernando Cortés, realizó en noviembre de 1526 para descubrir el camino hacia
las islas de Maluco.
Aislada en la inmensa soledad del Océano Pacífico, dista unos 1200 kilómetros del
puerto de Acapulco y poco más de 900 de la mexicana isla Socorro, en el
archipiélago de Revillagigedo. Mide unos seis kilómetros de largo, por dos en
su parte más ancha. De origen volcánico y coralino, está situada sobre una
formación montañosa que corre por el fondo del Pacífico, perpendicular al
continente americano. Gruesos arrecifes de coral la acorazan y constituyen un
peligro mayor para los barcos que pretenden acercársele.
Situada relativamente cerca del Ecuador, la isla recibe una
precipitación pluvial anual cercana a los 5000 milímetros ,
entre junio y noviembre, cantidad que no se alcanza ni en la selva húmeda de
Chiapas.
La
isla fue conocida antes que nadie por los españoles, sus buques que transitaban
entre la Nueva España
y Filipinas salían de Acapulco durante los dos o tres primeros meses de cada
año y en dirección suroeste alcanzaban la latitud entre los 10 y 11 grados
norte. De allí, tomando como referencia la Isla de Médanos (posteriormente Clipperton o de la Pasión ), viraban hacia el poniente para tomar la
corriente paralela al ecuador e impulsados por vientos favorables a través de
un mar apacible que los españoles llamaron “mar de las damas” seguían en línea
recta hasta alcanzar la isla de Mindanao
y finalmente Manila. Un aviso de cambio de ruta, una especie de semáforo en el
mar, una marcación para indicar aproximadamente el desvío de curso hacia
occidente, esa fue la función de la
Isla de la
Pasión.
Durante más de un siglo y medio, nadie nunca argumentó derechos contra
España en cuanto a la soberanía de la isla, de tal suerte que ésta pasó a la
jurisdicción mexicana cuando nuestro país logró su independencia, igual que
todos los territorios de tierra firme e islas que constituían la antigua
colonia española.
En
noviembre de 1858, Napoleón III, “el pequeño”, ordenó al teniente de navío
Víctor Le Coat que se dirigiera al Pacífico en buque mercante, partiendo del
puerto de El Havre como comisario del gobierno francés, para tomar posesión de la Isla Clipperton o de la Pasión. De manera taimada,
siete meses antes ya había concesionado la explotación del guano en esa isla, a
la casa M. Lockhart. Sólo faltaba
apoderarse del territorio para darle vida al contrato. El acta de posesión de
la isla se realizó en la cubierta del buque expedicionario, puesto que el
teniente Le Coat no pudo desembarcar en ella y en consecuencia tampoco pudo
dejar ninguna señal de dicho evento. En seguida los navegantes se alejaron 6000 kilómetros
hasta Hawai para comunicar al rey de ese archipiélago, lo que habían realizado.
Presagio sombrío de las pérfidas intenciones del pequeño Napoleón, quien
después en l864 apoyaría la invasión francesa de México, para imponer al
Archiduque de Austria Maximiliano de Habsburgo, como emperador mexicano,
apoyado por el clero y los conservadores (burguesía mexicana).
En
junio de 1889 el gobierno mexicano estableció una agencia oficial en la isla,
tras la ocupación formal de ella, por parte del cañonero Demócrata. Después se
concesionó la explotación de los depósitos de guano a la empresa inglesa
Oceanic Phosphate Co.
Hasta
1905, Francia dejó de reclamar a México la propiedad de la isla y tras 16 años
de explotación ininterrumpida, la cancillería mexicana recibió informes de que
el país galo pretendía arrendar la explotación del guano de la isla, a sus
nacionales. En agosto de ese mismo año, la Secretaría de Fomento,
Colonización e Industria comisiona al coronel Abelardo Ávalos para que se
translade a la Isla
de la Pasión a
fin de garantizar a la compañía inglesa la posibilidad de seguir exportando el
guano concesionado.
En
carta dirigida al Presidente Porfirio Díaz, el coronel de ingenieros Fernando
Avalos, recomienda al subteniente Ramón Arnaud “joven de regular ilustración
que conoce idiomas francés e inglés” para que desempeñe la función de delegado
político en la isla. La respuesta fue afirmativa. A la sazón, Arnaud, tiene 26
años, es soltero y viene de la tropa. Ha estado en la campaña de Yucatán contra
los mayas sublevados, ha sido condecorado, pero también al desertar
temporalmente del ejército, ha conocido la prisión militar.”Graduado en
dificultades y templado para su destino”, dice Miguel González Avelar.
Una
primera estadía de Arnaud llega hasta principios de 1908, período que le permitió
conocer hasta el último resquicio de la isla y familiarizarse con las
exigencias del mando en una comunidad de trabajadores y soldados, “aprendices
de náufragos en aquella soledad inmensa del océano Pacífico”. El 24 de junio de
aquel año, regresa a Orizaba en donde contrae matrimonio con su novia Alicia
Rovira. Dos meses después regresa a la isla Clipperton en el buque Corrigan II
en compañía de su esposa y una partida
de 11 soldados.
En
una segunda estancia de Arnaud en la isla, el cañonero Demócrata y el vapor
Corrigan II realizaron con regularidad el abastecimiento de la isla, con una
frecuencia promedio de de tres veces al año. Siete meses después de la caída de
Porfirio Díaz, Arnaud decide regresar a México en compañía de su esposa y de
sus dos hijos, Ramón y Alicia, ambos nacidos en Clipperton. Corría el mes de
diciembre de 1911.
El
movimiento revolucionario comenzaba a sacudir a la sociedad mexicana. En la
capital del país Arnaud se entrevistó con funcionarios nombrados ya por la Revolución triunfante
de Francisco I. Madero. Obtuvo la ratificación de su comisión y la promesa de
que un barco de la marina continuaría proveyendo a la isla de lo indispensable.
Después
de poco más de dos años en México, lapso durante el cual nació su segunda hija Olga y tras haber
presenciado los acontecimientos de la
“Decena Trágica” tuvo que refrendar las autorizaciones y promesas que había
recibido del régimen maderista, ahora ya tramitándolos ante la administración
del usurpador Victoriano Huerta.
A
fines de 1913 regresa a la isla. Detrás el país se debatía en una cruenta
guerra intestina. El 11 de enero de 1914 el vapor Carrigan II arriba una vez
más a la Clipperton ,
llevando al ahora ya capitán Ramón Arnaud, a su familia y al relevo de la
guarnición, algunos de cuyos miembros iban acompañados de familiares.
El
grupo militar encabezado por el Capitán Arnaud Vignon, contaba con el teniente
Secundino Cardona, el cabo Felipe Lara y los soldados Faustino Almazán, Victoriano
Alvarez, Pedro Carvajal, Agustín Irra, Dionisio Juárez, Constancio Mejía, Juan
Neri y Arnulfo Pérez. El conjunto civil estaba integrado por la esposa de
Arnaud, Alicia Rovira y sus tres pequeños hijos, la mujer de Cardona Tirsa
Rendón, las mujeres de los soldados, salvo Victoriano Alvarez quien llegó en
calidad de soltero, el guardafaro Silverio Rodríguez Meza y el encargado de los
bienes de la Pacific Oceanic
Co., Gustavo Schultz.
Los
acontecimientos posteriores no dejan de ser más trágicos para la Clipperton y sus
habitantes. En febrero del 14 el cañonero Tampico que estaba encargado de
llevar las subsistencias a la isla se declara partidario del ejército
Constitucionalista que encabezaba Carranza. Pocas semanas después fue hundido
en las cercanías de Mazatlán por el más moderno cañonero Guerrero, todavía leal
a Huerta. En agosto del 14 al triunfo de Carranza el ejército federal fue
disuelto completamente y los barcos de guerra se concentraron en Manzanillo y
en Coatzacoalcos, quedando así sin reabastecimiento la isla Clipperton. La suerte estaba echada, nunca
más sus habitantes volverían a ver un barco de la marina nacional en sus inmediaciones. Para colmo de males un
fuerte ciclón arrasa con todas las instalaciones habitacionales e industriales del área,
quedando sólo incólume el faro, pero sin el suficiente combustible para su
funcionamiento regular.
Un
barco norteamericano tripulado por holandeses, el Nokomis, naufraga en los
arrecifes cercanos, logrando llegar a la isla sus doce ocupantes, lo que va a
constituir una presión más sobre los
limitados suministros de todo tipo, tan escasos en el lugar. Después de tres
meses, en un incipiente velero, cuatro
de los náufragos deciden navegar hasta Acapulco, llegando al cabo de 17 días,
no sin la pérdida de uno de los tripulantes. En la costa encuentran surto en la bahía al buque de
guerra norteamericano U.S.S. Cleveland
que bloqueaba el acceso al puerto. Aquí cabe anotar que para ese entonces, los
EEUU habían tomado el Puerto de Veracruz a pesar de la heroica defensa
realizada por un grupo de cadetes de la Escuela Naval
ubicada ahí, por eso la marina norteamericana tenía bloqueados todos los
puertos de la
República Mexicana. Sin embargo, convencido el capitán del
U.S.S. Cleveland, parte para la isla, llevando 200 bultos de abastecimientos,
gestionados en el viceconsulado
británico y con los agentes de la Pacific Phosphate , destinados a los náufragos
holandeses, a los empleados de la compañía
y a la guarnición mexicana.
El arribo de este buque debe haber sido
saludado con alegría, pero al saber de la actitud hostil del gobierno
norteamericano para con nuestro país, el
Capitán Arnaud y los náufragos mexicanos prefirieron quedarse en la isla
, por no contemporizar con el enemigo. Arnaud rehusó el ofrecimiento de
llevarlo al continente en compañía de toda la guarnición y sus familiares.
Habló antes con todos los suyos. Todos lo escucharon y le dieron la razón. Allí
se quedaban. Sólo los holandeses y el encargado de la compañía explotadora del
guano, Miguel Schultz y la joven Altagracia Quiroz, abordaron el barco de
regreso.
Así
quedó sellada la suerte de aquel grupo. Contratiempos y sinsabores. Limitados
alimentos, sin medicinas, sin comodidades. Algunos murieron de escorbuto.
Bebían agua que se juntaba de la lluvia, comían cangrejos rojos abundantes en
la isla y huevos de pájaros marinos.
Una
mañana de mayo de l915, Ramón Arnaud divisó en el horizonte el perfil de una
embarcación. Desesperado por la situación del prolongado abandono, llamó a su
lugarteniente Secundino Angel Cardona y
con su ayuda habilitó una especie de balsa para tratar de acercarse al lejano
navío. En el intento perecieron presos de furioso oleaje y víctimas de
hambrientos escualos. Así murieron los dos esforzados y heroicos soldados
mexicanos.
Vergonzoso
y trágico fue lo que ocurrió con lo que quedaba de la guarnición mexicana en Clipperton. Lo que siguió fue una espantosa
pesadilla para las mujeres que sobrevivieron en la isla a cargo de un puñado de
niños. Pensando al principio que habían quedado solas con sus pequeños, al cabo
de algún tiempo, en un mal día, apareció en su campamento un soldado que había
vivido por el rumbo del faro, en el otro extremo de Clipperton. Era un
colimense conocido como el Negro Victoriano, que habiendo tenido frecuentes
dificultades con Arnaud por razones de disciplina, había sido confinado al área
del faro y librado a sus propias fuerzas. De mal carácter, náufrago entre los
náufragos, sólo tenía odio y rencor para las sobrevivientes. De aquel
desdichado grupo hizo su pueblo, su servidumbre y su corte y llegó a
proclamarse entre todos rey de Clipperton.
El
gobierno despótico y caprichoso de este Victoriano, tocayo del usurpador Huerta,
duró exactamente hasta el 18 de julio de l916, cuando el buque norteamericano
Yorktown por mera casualidad llegó a la isla rescatando a los remanentes de
aquella devastada colonia. Fue esa misma mañana, antes de que llegara el bote
salvador, cuando Alicia Rovira y Tirsa Rendón dieron muerte al reyezuelo de
opereta.
No
cabe duda de que Ramón Arnaud tenía un acendrado sentimiento nacionalista y una
percepción clara de lo que significaba para el país la defensa de la isla,
llegando a considerar su presencia en la Clipperton como una elevada misión personal, algo
que daría trascendencia a su existencia. Su vida es un paradigma para todo bien
nacido veracruzano.
Desafortunadamente, Francia tiene hoy el dominio de la isla dado que en
1931, el rey Víctor Manuel III de Italia falló en su favor la controversia que
México y aquel país sostuvieron. El 22 de diciembre de 1933, la Cámara de diputados
modificó el art. 42 de la
Constitución aceptando el laudo internacional y un año
después, el 26 de enero de 1935, Francia plantó su bandera y una placa en la
roca principal de la isla, con la fecha del 2 de diciembre de l934.
México
vergonzosamente reafirmó así su calidad como país perdedor de territorios. Esa
es nuestra historia.
Fuente
documental: González Avelar, Miguel. Clipperton, isla mexicana Fondo de Cultura Económica, México 1992.
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