lunes, 11 de marzo de 2013

Problemática de los derechos humanos de las mujeres.



Rafael Mario Islas Ojeda
"De qué han servido tantos espacios de libertad ganados por las mujeres si no podemos salir a la calle"
Frase atribuida a Dulce María Sauri Riancho,  quien era secretaria ejecutiva del Programa Nacional de la Mujer (Pronam), al reflexionar sobre el asesinato de la antropóloga Libertad Hernández Landa en 1998.
Libertad, infatigable luchadora social,  a quien tuve el privilegio de conocer en 1996 en la Universidad Veracruzana, fue consultora internacional para los programas de Salud Comunitaria, Infancia en Situación de Calle y Derechos de la Mujer, del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Publicó, entre otros, los libros "Pedagogía de la calle", "Niños del sexto continente" y "El capital humano en la salud comunitaria y organización de la mujer y la niñez indígena en Acapulco.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, que hoy se celebra, podría haber escogido algo más agradable para iniciar mi comentario a la edición de Los Derechos de la Mujer, de Manuel Guzmán y Sergio Herrador; sin embargo al comenzar la lectura de la publicación del que hoy se hace remembranza, tuve la grata y a la vez triste sorpresa de reencontrarme, en su prólogo, con esta mujer valerosa que aún hoy aguarda justicia. Como muchas otras que sido víctimas de la violencia de género o del vendaval de inseguridad e impunidad que atraviesa México desde hace años.
Pertenezco a una generación en la que una de las frases más usadas por nuestros mayores en nuestra formación era que “a la mujer no se le debía tocar ni con el pétalo de una rosa” para significar el respeto y el cuidado que un hombre le debía guardar. Lo que hacía que ni siquiera nos atreviéramos a decir groserías en su presencia. ¿Cuándo se perdió esta educación? nos preguntamos ahora. Acaso se malinterpretó la igualdad y perdimos el respeto y la consideración que no solo le debe el hombre a la mujer, sino se deben entre si los seres humanos sin distinción de género, raza, creencia, nacionalidad o clase social.
La problemática de los derechos humanos de las mujeres es a la vez la misma y distinta que la de los hombres. Como los hombres, las mujeres son víctimas de represión, tortura, violaciones, desapariciones, explotación, hambre. En lo particular, las mujeres también son a menudo  víctimas de modos de represión particulares, tales como la violación sexual y el embarazo forzado y sin duda la discriminación cotidiana. En numerosos casos las mujeres trabajan más, ganan menos, y muchas veces no tienen el derecho a su vientre, a su nombre, a sus hijos. Según las costumbres e incluso leyes de países, o confesiones religiosas.
Hablar desde la óptica masculina de los derechos humanos de las mujeres, puede representar incluso una forma sesgada de discriminación. Pues no deja de ser una perspectiva de género. Por ello es mejor remitirse a los distintos y numerosos documentos emitidos por la Organización de las Naciones Unidas, toda vez que en ellos se refleja el consenso alcanzado por los países del mundo sobre este tema. A partir de su Carta fundamental donde se proclama: Nosotros Los Pueblos De Las Naciones Unidas Resueltos: “…a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas,…” y en sus diferentes capítulos y correspondientes articulados reitera y se propone una y otra vez el estímulo y respeto a los derechos humanos de ambos géneros. A la elegibilidad en condiciones de igualdad dentro de su organización y el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y a buscar la efectividad de tales derechos y libertades.
De igual manera la Declaración Universal de los Derechos Humanos considera que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; y que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres; y se han declarado – entre muchas otras cosas- resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad. Estableciendo también que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado esa libertad, como la aspiración más elevada del hombre y que es esencial que los derechos humanos sean protegidos efectivamente por un régimen de Derecho.
De muy particular interés dentro de este contexto es la CONVENCION SOBRE LA ELIMINACION DE TODAS LAS FORMAS DE DISCRIMINACION CONTRA LA MUJER, que a través de todos sus artículos detallan y condenan todas las formas de discriminación a la Mujer, a la vez que proponen acciones, legislación y políticas encaminadas  a definir y combatir tal discriminación.
Otra importantísima resolución lo constituye la DECLARACIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER y CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO, así como la Declaración sobre la protección de la mujer y el niño en estados de emergencia o de conflicto armado.
Nos describen los autores del libro las vicisitudes de la mujer en la historia nacional, particularmente en la Independencia, la Reforma y en forma más decidida a partir de la Revolución Mexicana  en un largo camino político por el sufragio y la participación, cuya primera culminación se dio en los sexenios de Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines, consolidándose con Adolfo López Mateos. A partir de entonces y hasta nuestros días ya no es extraño contar con la presencia de la mujer en toda la gama de actividades sociales, económicas y políticas. Su presencia es notable en los campos de la educación, no solo como maestras de primaria, sino a través de la educación superior, donde hoy en día, como estudiantes, superan numéricamente a los hombres tanto en el nivel de licenciatura como en el posgrado.
No obstante todo ello. En Veracruz, en México y en el Mundo entero sigue habiendo violencia y discriminación a la mujer pese a los avances descritos. Profesionalmente salvo honrosas excepciones no se remunera igual su trabajo. Subsisten prejuicios empresariales en la contratación. En el terreno político aún quedan resabios que tienen que vencerse obligando a partidos y actores políticos a cubrir cuotas de género. Como esto se podría ahondar en muchas actividades y campos para encontrar las fallas.
La responsabilidad de las actuales y futuras generaciones para cumplir lo que la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas ONU ha fijado entre los Objetivos del Milenio: el Objetivo 3. Promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer. Lo que solo se logrará con la educación, pues ser responsable es entender que debe existir una igualdad de género. Solo una sociedad madura entiende la igualdad de género. Hay que ser responsable y no solo aparentar serlo. Hoy la familia, núcleo de la sociedad, las organizaciones, las empresas, los gobiernos y los pueblos deben ser socialmente responsables. El primer responsable es uno mismo y de ahí la familia, la escuela y por ende la sociedad entera. Esto solo se puede lograr a través de la educación, una educación en principios y en valores. La familia es un compromiso y un deber. No basta ser consanguíneos y vivir en una misma casa. La educación de calidad puede y debe formar personas con principios éticos acordes a los principios sociales y morales rectores del fundamento de las sociedades sanas. Por ello se necesita una educación capaz de formar ciudadanos socialmente responsables y útiles a la sociedad.

Por todo lo anterior, estoy convencido de que a la larga lista de mujeres de Ayer, de Hoy y de Siempre que se mencionan en el libro. Deberán irse agregando muchas más de años más recientes, así como las que en el presente y el futuro sigan luchando, educando y transformando a la sociedad mexicana; para alcanzar junto con los hombres del futuro la plena igualdad y ejercicio de Los Derechos de la Mujer, y así entender la frase que dijo hace muchos años Domingo Sarmiento, Escritor y político argentino. (1811-1888) en cuyo honor se instituyó el 11 de septiembre, fecha de su muerte. Como el Día Panamericano del  Maestro: “Puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de la mujer.” 
De ahí que para concluir esta presentación y comentarios y parafraseando la última cita de la publicación “Los Derechos de la Mujer” de Manuel Guzmán Trujillo y Sergio Herrador de la Paz, habrá que echar mano de las reservas morales de la inteligencia femenina para seguir su marcha y alcanzar los objetivos de igualdad del milenio, como igual del hombre, pero tenemos todos la responsabilidad de apresurar el paso. Para mostrarnos como un pueblo verdaderamente democrático y civilizado.

Córdoba, Ver. A 8 de marzo de 2013.






















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