lunes, 11 de marzo de 2013

Generaciones dispares La sonrisa etrusca José Luis Sanpedro



Aurora Ruiz Vásquez





Cuando dos generaciones diferentes conviven, suelen surgir temas interesantes de discusión, anécdotas que se transforman en relatos o novelas en mentes hábiles como la del escritor español José Luis Sanpedro que crea la obra La sonrisa etrusca. Que con emotividad se adentra en las pasiones humanas.

Un hombre, Salvatore, al que  llaman Bruno, procedente de Rocassera, al sur de Italia, es llevado por su hijo Renato a Milán para ser atendido de cáncer. En un museo descubre  en la escultura de un sarcófago a unos esposos etruscos con una sonrisa enigmática que contempla  extasiado.

Conoce a la familia de su hijo Renato formada por Andrea la esposa y el pequeño hijo, con el cual se identifica plenamente.  El choque de dos mundos diferentes: la vida campesina y la modernidad de la ciudad, es evidente. Bruno Salvatore quiere salvar al niño de esa vida que no aprueba y actúa como si estuviera en la guerra que ha vivido, dejándole innumerables recuerdos. No aprueba los métodos educativos empleados con el niño y piensa llevarlo a  su tierra para que crezca en ese ambiente natural como sus corderos. A escondidas vela el sueño del pequeño,  permanece tirado en el piso tapado con la manta que lo acompañó en la guerra y piensa que cumple una guardia de antaño, sin dejar de murmurar al niño que tenga confianza, él lo defenderá del peligro.

El cambio de vida es radical y Bruno no se acostumbra, aparte no simpatiza con la nuera que es una mujer intelectual y deja al niño en manos de niñeras que vigilan su intervención; pero entre él y el niño hay una corriente de afecto mutuo que los une, al grado de sostenerlo con vida y olvidar su enfermedad.

Andrea trata de entender al viejo pero se desespera y soporta sus impertinencias de mal modo. Bruno es viudo, conoce a Hortensia como gran amiga, se encariña con ella y llega a considerarla como abuela  del pequeño Brunettino– Bruno como su abuelo- Sueña con escuchar antes de morir la palabra  Nono –abuelo- en labios de su querido nieto. Renato,   quiere y comprende a su padre, pero cuida la relación con su esposa, presentándosele dilemas fuertes.

Bruno sabe que va a morir, entonces cada minuto se vuelve trascendente, dando mayor valor a la vida al lado del niño, pero llega el momento en que no resiste a la enfermedad, “rusca” como la llama  y un día desaparece sonriente, al escuchar la ansiada palabra : Nono.
El libro está impregnado de escenas emotivas donde el rudo campesino refleja un alma sensible y pura dentro de sus desvaríos, con un amor intenso por el nieto. Ello nos permite reflexionar sobre la vida y sus etapas. Está presente el choque de esquemas tradicionales con lo moderno. El abuelo no quiere que el niño se vea influido por la publicidad y el materialismo, quiere que viva una vida pura, natural. El pequeño representa la vida palpitante: llora, patalea, sorprende a cada instante, es el brote de una ramita verde: el abuelo es el tronco recio de profundas raíces  arraigado en la tierra. Con él se despliega el pasado lleno de recuerdos. A pesar de ser de generaciones diferentes, nietos, sobre todo  de pequeños, y abuelos,  están unidos por lazos indisolubles; se identifican, son cómplices. Por eso la novela refleja ternura, protección.

Cuando los ambientes en que se crece son diferentes, hay choque de opiniones sobre educación, gustos y preferencias: muchas veces surge la adaptación, pero en otras, se siguen añorando costumbres  y amor al   lugar donde se nace.

El abuelo está consciente que le queda poco tiempo de vida, pero desea ver a su nieto crecer, compartir con la mujer que ama, Hortensia y llevarlos a su pueblo y dejar buenos cimientos para la formación de su adorado nieto. Lo sostiene el amor por él y el que conoce tardíamente. Esto lo hace sentirse fuerte y útil.

La manta que acompaña a Bruno es un símbolo de la guerra civil española que le tocó vivir, lo marcó para siempre y lo hizo valiente, como quiere que sea su nieto al que le platica al borde de la cuna  cuando vela su sueño, todas sus hazañas como si fueran el presente.

Una diferencia de costumbres los separan aunque el amor los una, se crea un conflicto generacional irremediable cuyo ideal es conciliar. Desde luego, los extremos son malos, ni mucho consentimiento ni tanta rigidez. La libertad tiene sus límites ¿cuándo podremos llegar a un equilibrio saludable? En la actualidad lo estamos viviendo.

La sonrisa etrusca es la primera novela de 320 páginas de editorial Alfaguara que escribe Sampedro en 1985 inspirada en su único nieto  llamado Miguel. El libro tuvo éxito  rotundo entre  sus numerosos lectores y lo conserva.

 José Luis Sanpedro es un  prolífico escritor español nacido en Barcelona en 1917. Muchísimas son sus obras, entre ellas tenemos por ejemplo: Octubre, Río que nos lleva, Cuarteto para un solista, La vieja sirena, El amante Boliviano, La vieja sirena, entre muchísimas otras.
En 1990 fue elegido  Miembro de la Real Academia Española y el 12 de noviembre de 2010, el Consejo de Ministros le otorgó la Orden de las Artes y Letras de España “Por  su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido con los problemas de su tiempo.”

Como vemos, tenemos muchas obras por conocer para nuestro deleite.














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