domingo, 7 de julio de 2013

PAISAJES Xalapa: la historia tradicional y la nueva historia



 

Juan Fernando Romero Fuentes.     

                                         Leyenda tras leyenda,

Xalapa se construye a sí misma

y funda en su equis lo mexicano

y en su guión (-) escribe lo culto;

en la niebla de su paisaje 

lo invisible/visible/divisible

de la política

y en su cal y canto,

la arquitectura y la música

de su historia.

 

 

 
 De misterioso perfil, la urbe conserva la incógnita de su origen. Llama la atención la flaca historia de Xalapa y la escueta historiografía de su pasado. La prescripción historiográfica xalapeña obedece sin lugar a dudas, a la cronología o la ley enmascarada[1] preestablecida según la secuencia de la Historia Patria, que le otorga un sentido previo y la ubica en su lugar institucional al contextualizarla así. Esta historia tradicional de la capital y cabecera municipal del estado se pierde en la oscuridad de los tiempos prehispánicos, ya que "no fue en 1313, sino muchos siglos atrás, desde hace 3,500 años" enfatiza sin precisar, el cronista de la ciudad en 1991 don Rubén Pabello. Sin embargo, 1313 es la fecha cabalística de la "fundación"; ella se repite en muchos textos, aunque Pasquel reconoce que "no se ofrece prueba alguna de tal afirmación".

Durante la época colonial la cuna de "hombres -que lo serían- ilustres" fue una región más bien despoblada que empezó a crecer debido a la guerra entre España e Inglaterra en el siglo XVII, pero sobre todo debido al comercio.

 

Entre 1720 y 1776 se realizaron cinco ferias, y de acuerdo a Blázquez, "el laborioso comercio de las ferias transformó las costumbres y el modo de vida de los moradores, quienes dejaron sus actividades tradicionales para seguir el esquema europeo". Sin embargo, en 1778, Carlos III expide el Reglamento y Arancel del Comercio Libre de España y las Indias y por  este estatus imperial se ubicó a Xalapa en el camino real; pero, dice Blázquez, "para 1786, como la libertad comercial era ya un hecho, las ferias deben desaparecer". No obstante el intenso comercio novohispano que cruzaba transversalmente al país, el intercambio no benefició mayormente a Xalapa -en marcado contraste con Puebla de los Angeles-, que permaneció como modesta provincia repetidora del modelo y los modos de las haciendas cafetaleras y azucareras, con sus altos y anchos muros y sus esclavos negros, a partir de un centro político y religioso unido en el embrión del parque Juárez, en el centro de la ciudad, construyendo una ciudad para burros. El municipio xalapeño osciló por siglos entre el comercio y la agricultura, sin inclinarse decididamente por ninguno de ellos. La angelópolis veracruzana dimitió antes de crecer.

 

La historiografía tradicional no intenta ninguna explicación de estos “hechos”, solo registra: 1) las fuentes no son tanto históricas como de leyendas, que si proliferan y 2) las ediciones con "mayor categoría" o pretensión de historia, son publicadas por los gobiernos municipales o del estado. Las fuentes son las instituciones políticas, eruditas y eclesiásticas que se especializan recíprocamente: la historia tradicional de la ciudad capital obedece a las normas y el código del evangelio laico, liberal y político elaborado del siglo XIX.

 

Propongo que la nueva historia de Xalapa incluya una explicación de su muy lento crecimiento demográfico. En esta tierra de paso, la nueva historia debería explicar porque desaparecen los indios, porque se ha excluido la raíz negra de su población[2] y como Xalapa llega a ser lo que ahora es: “cuna de hombres ilustres”, ciudad burocrática y educativa. El lento proceso de integración a la modernidad incluye el relativo prestigio de la ciudad adquirido por la escuela normal abierta a fines del siglo XIX, que le dio fama de "culta" a esta "Atenas” veracruzana. Estas situaciones, un tanto exiguas, dan pretexto a historiógrafos y cronistas para hablar sobre el supuesto prestigio cultural de la ciudad[3]. Se evoca así, el prestigio del así pasó, a propósito de la historia. Se le otorga así a la ciudad no solo el prestigio, sino la categoría, el peso intelectual realimentado por la historiografía cacofónica. En lugar de la construcción de un discurso histórico deberíamos hablar de sólo, una más, de las numerosas leyendas de Xalapa.

 

Una interpretación de cauce marxista aflora en este relato modernista: ¿se mantiene en el poder la clase burguesa por vía de este discurso historiográfico, claro, además de su economía depredadora del presupuesto estatal y de los bienes raíces? El relativo incremento en la población a lo largo del tiempo, viene a ser más importante por su carácter de clase, que por su cantidad, es decir, su condición mercantil, pequeñoburguesa, clave de la movilidad social que por el sólo factor de la riqueza material, logró aprovechar el incipiente camino que trajo consigo el comercio del siglo XVII.

 

Parece que la historia se repite, pues, como en 1786, nuevamente la libertad del comercio, ahora propiciada por el TLCAN, es la que hoy ahoga a los agricultores xalapeños[4]; ahora que el café y el azúcar están en decadencia, ahora que hay telcel para rato, la aldea ha sido enfrentada de golpe, a la globalización y al posmodernismo retro.

 

Pero hay otro gran asunto: el tema del tiempo: ¿A un espacio cerrado corresponde un tiempo cerrado?. El espacio colonial del centro de la ciudad, el más bello estéticamente hablando, es, “casi” patrimonio de la humanidad, pero la falta de apreciación, de valoración de la arquitectura colonial por la clase política y pequeñoburguesa de la ciudad que tienen una visión corto placista hacia adelante y hacia atrás[5], los limita tanto para convivir con la modernidad como con la antigüedad.

 

Xalapa se debate en esta contradicción, que oscila entre un modernismo imitativo y consumista y un anacronismo provinciano, de mode, donde se constituye la cotidianeidad actual poblada de aspirantes a políticos con un supuesto linaje, ¿pero linaje de qué?.

 

Xalapa, Ver. 2 de junio del 2013                             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuentes:

 

Blázquez, Domínguez Carmen y Delgado Ana Laura. Veracruz: imágenes de su historia. Xalapa, tomo 7. Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa 1992.

 

De Certau, Michel. La escritura de la historia. Universidad Iberoamericana, México 2006

 

Pabello Acosta, Rubén, Bocetos antiguos del cronista de la de la ciudad de Xalapa. H Ayuntamiento Constitucional de Xalapa,1991.

 

Pasquel Leonardo. Cronología Ilustrada de Xalapa, 3 tomos, Editorial Citllalteptl  *Conocer, amar y servir a Veracruz*, 1978.

 



[1] De Certau, 2006:104. y “ Pero esta temporalización que esquiva de esta manera los límites impuestos con todo rigor y construye un escenario en el que puede n actuar  al mismo tiempo los incompatibles, tiene que enfrentarse con su recíproca; el relato solo puede guardar la apariencia de un silogismo; cuando explica es entimemático, ‘aparenta’ raciocinar” Id: 105.
[2]  Solo en un caso la historiografía consultada menciona  que “La trata de megros en Xalapa no tuvo la importancia que revistió en el Puerto de Veracruz, pero si fue relevante para su entorno. (…) Entre 1578 y 1600 se efectuaron 208 ventas [de esclavos negros] . Las cifras citadas son vagas. Blázquez  1992: 17.
[3] Así el pasado nos resulta una ficción del presente. De Certau, 2006: 23
[4] Por otro lado, vemos la confluencia del poder: Xalapa, es un laboratorio político muy productivo (o bien, una olla de grillos): de él han emanado varios presidentes nacionales. El centro de poder de la burocracia xalapeña vive alternadamente, disputa, con Veracruz. Sus muchas escuelas y creciente burocracia le dan cauce a la limitada economía de la ciudad en una permanente contradicción interna sobre el supuesto pasado ilustre y la chabacana modernidad presente que no acaba de definirse, entre el orgullo del apellido familiar, el abuso del poder y la corrupción sin límite.
[5] Es curioso: la falta de un horizonte temporal largo, hacia delante, impide,  dificulta el desarrollo económico y crea problemas ecológicos que están dañando el ambiente. Pero lo mismo sucede hacia atrás: los xalapeños no están interesados en su historia que más la consideran como una leyenda, pero que no tiene otra consideración.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De esta forma gatopardista, Xalapa va a un futuro incierto.

el tio dijo...

Si, a un futuro incierto, pues no hay planes, ni programas,ni atisbo, parece, del futuro, sólo el comercial inmediato. Ya lo escribió Italo Calvino en "La especulación inmobiliaria", viendo como se destruía una ciudad de Italia por el puro negocio. Xalapa crece con el mayor desorden, sin articulacón, sin arterias: crece como un cuerpo moribundo, canceroso.