domingo, 7 de julio de 2013

La visión académica de Carlo Antonio Castro


 
 

 Raúl Hernández Viveros

 

            Durante varias décadas tuve la oportunidad de disfrutar   muchos instantes con mi amigo Carlo Antonio Castro Guevara. En la última etapa de su vida,  iba a visitarlo hasta el espacio  de su biblioteca, y hacíamos muchos planes sobre diversos proyectos editoriales de nuestras carreras literarias.  Recuerdo que siempre asistía puntual y  nos  acompañaba con sus recomendaciones en  las reuniones del Consejo Editorial de La Palabra y el Hombre revista de la Universidad Veracruzana. La cual  definimos como una parte  de nuestro patrimonio cultural. Al mismo tiempo,    impulsó algunas tareas de la  Dirección Editorial para dejar una herencia de  información bibliográfica a las nuevas  generaciones de universitarios e intelectuales  de Veracruz.

            Años más tarde,   participó  en la fundación de las ediciones y la revista Cultura de Veracruz. En sus páginas  dedicamos    un número a la Constancia, de Carlo Antonio Castro, en julio de 1997. Por otra parte, se dieron a conocer sus libros: Lupe la de Altotonga, 1998, y Recuerdos de Calixta Guiteras Holmes 2000, en ediciones  Cultura de Veracruz.

            Se permitió obsequiarme  un ejemplar de la Revista  evocacão. Panorámica Poética Luso Hispánica, que en 1964 dedicó sus páginas  al poeta salvadoreño Armando López Muñoz, desde Lisboa.  En la portada se encuentra un dibujo de Quilo Guevara, fechado en 1963, con letras manuscritas que avizoran la creación literaria de Carlo Antonio Castro: “Sinceridad / Destierro Poesía - lágrima / sonata Tiempo sobre mis venas Ausente / poema sin desenlace / Rojo nocturno / ciudad desde mi torre / confessio / vida del hombre”.

A partir de aquí,  se ubica el proyecto creativo de Carlo Antonio Castro Guevara, quien construyó el camino y la búsqueda de la poesía. Posteriormente a través de la escritura describió los sufrimientos y angustias  del escritor. Del trabajo incansable por organizar su trabajo literario, y la construcción de sus versos, y al mismo rescatar la iluminación de la conciencia sobre el  hemisferio izquierdo del pensamiento, donde se esconden los recuerdos para saber encontrar y descubrir cada uno de los sentimientos.  Ser y estar poeta significa hacer frente a la incertidumbre de la creatividad.

Vislumbrar los secretos de pasiones ocultas. Mirar hacia atrás, sin remordimientos, los recuerdos que brotan de la lectura y representatividad que traslada  el libro Mago del idioma, Búsqueda Perenne. Hasta los pasajes de iniciación en la vida infantil, el rescate de las imágenes familiares, los amores perdidos, y la crítica política hacia la intervención de las fuerzas militares de Estados Unidos de Norteamérica.

            Todo está consignado mediante la mirada  del escritor, en este breviario con la   claridad que permite el  poder de  reflexionar frente al miedo de que las cosas vividas ya no vuelvan otra vez hasta el presente. Llega a mi pensamiento un poema de Constantino Cavafis, cuyos versos recitábamos en algunas ocasiones: “Esta habitación, qué bien la conozco. / La han alquilado ahora, ésta y la contigua, / como oficinas comerciales. / Toda / la casa han convertido / en oficinas para agentes, comerciantes, compañías. / Esta habitación, qué familiar me es. / Aquí cerca de la puerta, había un sofá, / y, frente a él, una alfombra turca; / al lado, una repisa con dos floreros amarillos/ A la derecha, no: enfrente, un armario de espejo. / En el centro, la mesa donde él solía escribir, / y las tres grandes sillas de mimbre. / Junto a la ventana estaba el lecho / donde nos amamos tantas veces. / Estos pobres sujetos, todavía / estarán en alguna parte. / Junto a la ventana estaba el lecho; /  el sol de la tarde lo cubría. / …una tarde, a las cuatro nos despedimos / pero sólo una semana….Ay de mi, esa semana / duró para siempre.”

            Estas lecturas en voz alta marcaron el inicio de mi gusto por la creación literaria. Carlo Antonio Castro Guevara colaboró en otra de mis revistas Cosmos, con una sátira sobre el tirano Pinochet.   Resulta imprescindible la lectura del diálogo ante la muerte de otro valioso escritor amigo nuestro: César Rodríguez Chicharro, quien en sus versos  ofreció  su despedida: “Las cosas me parecen / hoy tan claras… No camino / ya   por las oscuras calles / de la vida… No pregunto nada. Lo sé todo, Vivo en cada sombra fraterna”.

            Tales  fragmentos forman parte de  una conferencia sobre la herencia literaria de Carlo Antonio Castro Guevara, que se impartió durante la FILU 2013. Además, en el Instituto de Antropología  de la U.V. llevé  a cabo una investigación sobre sus colaboraciones en  La Palabra y el Hombre, y también en la serie de Biblioteca dimos a conocer su libro Enero y febrero, ¡ahijadero!, cuando me desempeñé como Director de la Dirección Editorial de la U.V.

 

Carlo Antonio Castro en Cultura de VeracruZ

 

La lengua es el vehículo sonoro de la cultura, la lengua describe al pueblo que lo habla. Una lengua mal hablada evidencia una mala educación formal e informal.

Carlo Antonio Castro

 

La revista Cultura de VeracruZ le dedicó a Carlo Antonio Castro un homenaje a su constancia, en julio 1997, su número 15. Este reconocimiento fue sustentado en la necesidad de reconocer a un maestro que dedicó más de 40 años a la construcción de la Universidad Veracruzana. También a la necesidad de recuperar el testimonio justo y amistoso de distinguidos colegas que aportaron sus reflexiones durante un acto celebrado en Punto y Aparte. Por otra parte existía la necesidad de atraer la atención de las autoridades universitarias para el reconocimiento de un docente que fue director de 1959 a 1963, de la Facultad de Antropología y fundó la carrera de Lingüística.

Por otra parte, Carlo Antonio Castro participó en el impulso de la labor editorial y  principalmente en las entregas de la revista La Palabra y el Hombre, donde colaboró con poemas originales y otros traducidos de varios idiomas. En Texto Crítico No. 34-35, 1987, ofreció el ensayo “Cultura, Lenguaje y tradición” donde analizó su versión del himno nacional en el idioma Tzeltal de los altos de Chiapas. Sus habilidades de traductor lo llevaron a presentar las versiones de los libros de Calixta Guiteras Holmes, Los peligros del alma, y en particular su excelente versión a Cultura y conquista: la herencia española de América, de George M. Foster. 

La lucidez de Carlo Antonio Castro fue extraordinaria, porque volvió a narrar aquella época brillante del impulso  a la labor editorial de nuestra Máxima Casa de Estudios, y en particular el respaldo a la fundación de la Facultad de Antropología, como parte del empeño hacia la promoción de Instituto de Antropología. Sus más importantes discípulos fueron, por ejemplo Jesús Morales Fernández,  Crescencio García Ramos y Román Güemes, estos últimos dos amantes de las lenguas indígenas.

Conmigo siempre mantuvo una profunda amistad desde los años en que fundé la revista Cosmos. Posteriormente en la década que estuve al frente del Departamento Editorial  de la Universidad Veracruzana, y a cargo de la dirección de la revista La Palabra y el Hombre, me tocó coordinar la edición de Enero y febrero, ahijadero!, en la Colección Biblioteca.

Con motivo del cincuenta aniversario de la serie Ficción, se hizo la tercera edición de su obra principal Los hombres verdaderos. Entonces pude escribir la nota de presentación al lado de otros comentarios de Sergio Galindo y Roberto Williams García. Me parece que la pasión de Carlo Antonio Castro, fue en su entrega y defensa de la literatura. Aunque mantuvo una relación demasiado estrecha con la docencia, durante cuatro décadas.

A partir del 1996, lo invité a formar parte de nuestra revista Cultura de VeracruZ; estuvo cercano a nuestra labor editorial. Al grado que se publicó un número de homenaje a su larga carreta docente y de investigación. Luego se editó la otra versión de Lupe, la de Altotonga, y su valiosa correspondencia  sobre su amistad con Calixta Guiteras Holmes, Ediciones Cultura de VeracruZ.

Como recordatorio quiero mencionar la cita de Los hombres verdaderos: “Por eso hay muerte eterna en el mundo, / ya no regresamos nunca, y jamás resucitamos; / si nuestra Madre no hubiera llorado podríamos revivir”. Líneas desprendidas de la sabiduría de nuestros pueblos indígenas. Desde mi trabajo académico en el Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana, integré como parte de mis investigaciones sobre los fundadores de la Antropología en el Golfo de México, las aportaciones de Carlo Antonio Castro.

Carlo Antonio Castro obtuvo el premio de Chiapas en la Ciencia, 1988, y el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Veracruzana, y fue Decano de nuestra Casa de Estudios. Obtuvo el Pergamino de la Superación Ciudadana, Pergamino de Fundador de la Facultad de Antropología y el Pergamino del Gobierno del Estado de Veracruz y del Conaculta.

            Entre sus traducciones destacan los libros Narraciones tzeltales de Chiapas, 1965, Flor de antigua poesía japonesa, 1983. Como ya se comentó  son valiosas sus traducciones de España 1937, Lini M. De Vries, Cultura y conquista, de George M. Foster, Los peligros del alma. Visión del mundo de un Tzotzil de Calixta Guiteras Holmes, (Carlo Antonio Castro, Recuerdo de Calixta Guiteras  Holmes (1905-1988), ediciones Cultura de Veracruz, México, 2000), entre otros. Su obra literaria trascendental se encuentra en Íntima fauna, 1962, y en Los hombres verdaderos, 2007. Al mismo tiempo realizó estudios de crítica literaria en la obra: Agustí Bartra (1908-1982): Poeta Esencial, recreador de mitos, y escribió diversos prólogos, por ejemplo al libro Rabo de mestiza, del poeta veracruzano Guillermo Landa.

            El recientemente desaparecido V. Antonio Tejeda-Moreno realizó profundas investigaciones sobre la obra  poética de Carlo Antonio Castro, en sus libros Rememoración de un instante, 1995, y  La otra exactitud, 2010. Por mi parte en la colección Ficción se hizo la tercera edición de Los hombres verdaderos, con los prólogos de Sergio Galindo,  Roberto Williams García y mis notas introductorias hacia la mencionada obra literaria de carácter indigenista. En  2003, Carlo Antonio Castro dio a conocer la hermosa edición ilustrada por Manuel Aguilar Flores, en donde se reunieron los textos: Libro de nuestro abuelo Tlacuatzin, y Semática del Tlacuache. De su puño y letra escribió lo siguiente: “…y para Raúl/un saludo cordial/y mis sinceros agradecimientos/por las atenciones/que has tenido conmigo/cordialmente/primero de junio de 2004. Carlo A. Castro”.

No hay comentarios: