Juan Fernando Romero
Fuentes.
Leyenda
tras leyenda,
Xalapa se construye a sí misma
y funda en su equis lo mexicano
y en su guión (-) escribe lo culto;
en la niebla de su paisaje
lo invisible/visible/divisible
de la política
y en su cal y canto,
la arquitectura y la música
de su historia.
De misterioso perfil, la urbe conserva la
incógnita de su origen. Llama la atención la flaca historia de Xalapa y la escueta
historiografía de su pasado. La prescripción historiográfica xalapeña obedece sin
lugar a dudas, a la cronología o la ley
enmascarada[1]
preestablecida según la secuencia de la Historia
Patria , que le otorga un sentido previo y la ubica en su
lugar institucional al contextualizarla así. Esta historia tradicional de la
capital y cabecera municipal del estado se pierde en la oscuridad de los
tiempos prehispánicos, ya que "no fue en 1313, sino muchos siglos atrás, desde hace 3,500 años" enfatiza sin
precisar, el cronista de la ciudad en 1991 don Rubén Pabello. Sin embargo, 1313
es la fecha cabalística de la "fundación"; ella se repite en muchos textos,
aunque Pasquel reconoce que "no se ofrece prueba alguna de tal
afirmación".
Durante
la época colonial la cuna de "hombres -que lo serían- ilustres" fue
una región más bien despoblada que empezó a crecer debido a la guerra entre
España e Inglaterra en el siglo XVII, pero sobre todo debido al comercio.
Entre
1720 y 1776 se realizaron cinco ferias, y de acuerdo a Blázquez, "el
laborioso comercio de las ferias transformó las costumbres y el modo de vida de
los moradores, quienes dejaron sus actividades tradicionales para seguir el
esquema europeo". Sin embargo, en 1778, Carlos III expide el Reglamento y
Arancel del Comercio Libre de España y las Indias y por este estatus
imperial se ubicó a Xalapa en el camino
real; pero, dice Blázquez, "para 1786, como la libertad comercial era
ya un hecho, las ferias deben desaparecer". No obstante el intenso
comercio novohispano que cruzaba transversalmente al país, el intercambio no
benefició mayormente a Xalapa -en marcado contraste con Puebla de los Angeles-,
que permaneció como modesta provincia repetidora del modelo y los modos de las
haciendas cafetaleras y azucareras, con sus altos y anchos muros y sus esclavos
negros, a partir de un centro político y religioso unido en el embrión del
parque Juárez, en el centro de la ciudad, construyendo una ciudad para burros. El
municipio xalapeño osciló por siglos entre el comercio y la agricultura, sin
inclinarse decididamente por ninguno de ellos. La angelópolis veracruzana dimitió antes de crecer.
La
historiografía tradicional no intenta ninguna explicación de estos “hechos”,
solo registra: 1) las fuentes no son tanto históricas como de leyendas,
que si proliferan y 2) las ediciones con "mayor categoría" o
pretensión de historia, son publicadas por los gobiernos municipales o del
estado. Las fuentes son las instituciones políticas, eruditas y eclesiásticas
que se especializan recíprocamente: la historia tradicional de la ciudad
capital obedece a las normas y el código del evangelio laico, liberal y
político elaborado del siglo XIX.
Propongo que la
nueva historia de Xalapa incluya una explicación de su muy lento crecimiento
demográfico. En esta tierra de paso,
la nueva historia debería explicar porque desaparecen los indios, porque se ha
excluido la raíz negra de su población[2] y como
Xalapa llega a ser lo que ahora es: “cuna de hombres ilustres”, ciudad
burocrática y educativa. El lento proceso de integración a la modernidad
incluye el relativo prestigio de la ciudad adquirido por la escuela normal
abierta a fines del siglo XIX, que le dio fama de "culta" a esta
"Atenas” veracruzana. Estas situaciones, un tanto exiguas, dan pretexto a
historiógrafos y cronistas para hablar sobre el supuesto prestigio cultural de
la ciudad[3]. Se
evoca así, el prestigio del así pasó, a propósito de la historia. Se le otorga
así a la ciudad no solo el prestigio, sino la categoría, el peso intelectual
realimentado por la historiografía cacofónica. En lugar de la construcción de
un discurso histórico deberíamos hablar de sólo, una más, de las numerosas
leyendas de Xalapa.
Una interpretación
de cauce marxista aflora en este relato modernista: ¿se mantiene en el poder la
clase burguesa por vía de este discurso historiográfico, claro, además de su
economía depredadora del presupuesto estatal y de los bienes raíces? El
relativo incremento en la población a lo largo del tiempo, viene a ser más
importante por su carácter de clase, que por su cantidad, es decir, su
condición mercantil, pequeñoburguesa, clave de la movilidad social que por el
sólo factor de la riqueza material, logró aprovechar el incipiente camino que
trajo consigo el comercio del siglo XVII.
Parece que la
historia se repite, pues, como en 1786, nuevamente la libertad del comercio,
ahora propiciada por el TLCAN, es la que hoy ahoga a los agricultores xalapeños[4];
ahora que el café y el azúcar están en decadencia, ahora que hay telcel para
rato, la aldea ha sido enfrentada de golpe,
a la globalización y al posmodernismo retro.
Pero hay otro gran
asunto: el tema del tiempo: ¿A un espacio cerrado corresponde un tiempo
cerrado?. El espacio colonial del centro de la ciudad, el más bello
estéticamente hablando, es, “casi” patrimonio de la humanidad, pero la falta de
apreciación, de valoración de la arquitectura colonial por la clase política y
pequeñoburguesa de la ciudad que tienen una visión corto placista hacia adelante y hacia atrás[5], los
limita tanto para convivir con la modernidad como con la antigüedad.
Xalapa se debate
en esta contradicción, que oscila entre un modernismo imitativo y consumista y
un anacronismo provinciano, de mode, donde se constituye la cotidianeidad actual poblada de
aspirantes a políticos con un supuesto linaje, ¿pero linaje de qué?.
Xalapa, Ver. 2 de junio del 2013
Fuentes:
Blázquez, Domínguez Carmen y Delgado Ana Laura. Veracruz: imágenes de su historia.
Xalapa, tomo 7. Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa 1992.
De Certau, Michel. La escritura de la historia. Universidad
Iberoamericana, México 2006
Pabello Acosta, Rubén, Bocetos
antiguos del cronista de la de la ciudad de Xalapa. H Ayuntamiento
Constitucional de Xalapa,1991.
Pasquel Leonardo. Cronología
Ilustrada de Xalapa, 3 tomos, Editorial Citllalteptl *Conocer, amar y servir a Veracruz*, 1978.
[1] De Certau, 2006:104. y “ Pero esta temporalización que esquiva de esta
manera los límites impuestos con todo rigor y construye un escenario en el que
puede n actuar al mismo tiempo los
incompatibles, tiene que enfrentarse con su recíproca; el relato solo puede
guardar la apariencia de un silogismo; cuando explica es entimemático,
‘aparenta’ raciocinar” Id: 105.
[2] Solo en un caso la
historiografía consultada menciona que
“La trata de megros en Xalapa no tuvo la importancia que revistió en el Puerto
de Veracruz, pero si fue relevante para su entorno. (…) Entre 1578 y 1600 se efectuaron
208 ventas [de esclavos negros] . Las cifras citadas son vagas. Blázquez 1992: 17.
[3] Así el pasado nos resulta una ficción del presente. De Certau, 2006:
23
[4] Por otro lado, vemos la confluencia del poder: Xalapa, es un
laboratorio político muy productivo (o bien, una olla de grillos): de él han
emanado varios presidentes nacionales. El centro de poder de la burocracia
xalapeña vive alternadamente, disputa, con Veracruz. Sus muchas escuelas y
creciente burocracia le dan cauce a la limitada economía de la ciudad en una
permanente contradicción interna sobre el supuesto pasado ilustre y la
chabacana modernidad presente que no acaba de definirse, entre el orgullo del
apellido familiar, el abuso del poder y la corrupción sin límite.
[5] Es curioso: la falta de un horizonte temporal largo, hacia delante,
impide, dificulta el desarrollo
económico y crea problemas ecológicos que están dañando el ambiente. Pero lo
mismo sucede hacia atrás: los xalapeños no están interesados en su historia que
más la consideran como una leyenda, pero que no tiene otra consideración.
2 comentarios:
De esta forma gatopardista, Xalapa va a un futuro incierto.
Si, a un futuro incierto, pues no hay planes, ni programas,ni atisbo, parece, del futuro, sólo el comercial inmediato. Ya lo escribió Italo Calvino en "La especulación inmobiliaria", viendo como se destruía una ciudad de Italia por el puro negocio. Xalapa crece con el mayor desorden, sin articulacón, sin arterias: crece como un cuerpo moribundo, canceroso.
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