Tefani Donashi
Jiménez Palestino
“Quien
no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada.
Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve…
Cuanto mayor es el conocimiento
inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las
frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas.”
PARACELSO
´Hoy, viven en México ocho millones de adultos
mayores. La organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que de continuar
las tendencias actuales, en el 2005 los Adultos mayores en América Latina y el
Caribe constituirán el 14.1% de la población del planeta, incrementándose hasta
el 22.6% en 2050, cuando menos uno de cada cuatro habitantes pertenecerá al
grupo de población de más de 65 años.´(Aguirre, 2009). Con base en lo anterior
nos damos cuenta que cada vez la sociedad tendrá un mayor trato con personas
que han llegado a la etapa de “adulto mayor”, por lo que se reflexionamos cómo
están nuestros principios en correlación a las obligaciones y derechos que
tenemos dentro de este nivel de organización social, resaltara el hecho de que
todos en algún determinado momento apartamos a alejamos todo aquello que
provoque la obstrucción en la realización de ciertas actividades que antes se
realizaban de una manera más fácil y rápidas.
(Cuando “juzgamos realmente a los hombre, no lo hacemos por lo que hacen
en el momento, sino que juzgamos ciertas fuerza de que intuimos, y que creemos
pueden pasar a primer plano en un momento futuro y en determinadas
circunstancias”.) (Fromm, 1968, p. 101) Es en este punto donde la familia
(padres e hijos) entran en un papel importante; ya que principalmente los hijos
son los primeros en mirar a sus padres, y estos en mirar la actitud de sus
hijos con ellos, empezando así ambas partes a reflexionar sobre los posibles
cambios radicales en sus vidas en un tiempo futuro, poniendo énfasis en los
problemas y distractores que se podrán tener cuando los padres avancen a una
edad mucho mayor de la que ya están cargando. Iniciándose la búsqueda de los
pros y los contras que llevaran a cabo los hijos para con sus padres:
examinando si estos seguirán siendo parte de sus vidas hasta donde el tiempo
les permita vivir o dando pasó a la
posible opción de que permanezcan el resto de su vida en una casa de reposo.
Siendo aquí el inicio de la baja autoestima “un concepto, un sentimiento, una
imagen; como la capacidad para valorar el yo y tratarse con dignidad, amor y
realidad, y como el juicio personal que hace el individuo acerca de su propio
valor” (Canto, 2004, p. 258). Tomando en cuenta a su vez características
imprescindibles como las actitudes, comportamientos, percepciones y
actividades; todo esto en ambos casos se está poniendo a discusión en el
trayecto futuro de la vida de los adultos mayores.
En diversas investigaciones se ha demostrado que el
periodo previo al ingreso del adulto mayor a las instituciones ´se presenta de
forma crítica […] durante este tiempo se le presenta un episodio intenso de
estrés e incertidumbre debido al miedo y expectativas hacia las condiciones y
situaciones del lugar, ocasionando así tenciones internas en el adulto
mayor´(Canto, 2004). Por lo que es claro que cada vez las decisiones que se toman
a nivel político deberían estar influidas por el bienestar y el sentido de
propósito de las personas. Es decir, el bienestar y el propósito son valiosos
en sí mismos, pero también estos son componentes que completan los actuales
indicadores económicos. Un ejemplo que nos ofrece A. Ortiz y S. Castro (2009)
dice: “los indicadores económicos han aumentado, por el contrario la tasa de
depresión, ha duplicado su magnitud, pasando a formar parte de un problema de
salud pública en la tercera edad”.
A través de los años la palabra “viejo” se ha
utilizado para reconocer aquello que ha de alguna forma pasado de tiempo.
También este concepto ha sido considerado para H. Aguirre (2009) “adjudicar el
reconocimiento que corresponde a lo añejo o a lo que se ha convertido en
clásico; en ese dicho podemos encontrar
los buenos vinos, la música de grandes maestros como Mozart o Beethoven”.
Las anteriores definiciones hacen alusión a la palabra “viejo”. Es verdad que
es este el termino más usado o también el de “anciano” para referirnos a las
personas de edad avanzada; pero yo les llamaré “adulto mayor”; porque en
realidad el tener una edad de entre 65 a 70 años puede en otro tiempo cambiar;
quizás sea nuevamente gracias a la intervención de la ciencia que este rango de
edad permanezca todavía a los adultos, y a los “viejos” se les prolongue el
rango de edad para considerarles como tales. Y es que recordando en años
anteriores la calidad de vida era mínima (en los años de la Revolución
Mexicana) a los 40 años en las mujeres y a los 45 años en los hombres ya se
consideraba a la persona como “vieja”. Es por eso que considero que hasta no
haber una referencia exacta de cuando
inicia el periodo para denominarle a alguien “viejo”, se tome en cuenta el
concepto que le antecede a esta etapa; el cual es “adulto” y para diferenciarlo
del concepto ya establecido como tal, se le agregue la palabra “mayor”,
quedándose para este ensayo el término “adulto mayor”.
Los gerontólogos son parte del equipo que debe
cuidar de los adultos mayores, y por lo general son los que saben un poco más a
profundidad como están en todos sus sentidos los adultos mayores. Pero no solo
ellos deberían saberlo, nosotros podríamos ver que tienen mucho valor y
virtudes como la honestidad, la solidaridad, dignidad, modestia y entre otra el
amor; que como dice Fromm (2012) “es un poder activo en el hombre; un poder que
atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los
demás; el amor lo capacita para superar sus sentimientos de aislamiento y
separatidad, y no obstante le permite ser él mismo, mantener su integridad.”
Otro factor como ya lo mencionábamos es la ´separatidad que provoca angustia; la cual es por cierto,
la fuente de toda angustia. “Estar separado significa estar aislado, sin posibilidad
alguna para utilizar mis poderes humanos. De ahí que estar separado signifique
estar desvalido, ser incapaz de aferrar el mundo –las cosas y las personas-
activamente; significa que el mundo puede invadirme sin que yo pueda
reaccionar. Así, pues, la separatidad es la fuente de una intensa angustia. Por
otra parte produce vergüenza y un sentimiento de culpa” (Fromm, 2012, p. 19).
Del mismo modo la ´ansiedad normal es una respuesta apropiada ante una
situación amenazante. De la misma forma, se diferencia del miedo en que la
ansiedad es una respuesta a una amenaza desconocida, interior o conflictiva,
mientras que el miedo es una respuesta a una amenaza conocida.´(Canto, 2004).
Por lo que el hombre sólo puede ir y ver hacia
adelante desarrollando y encontrando una nueva armonía en reemplazo de la que ya está
irremediablemente perdida. Es por eso que se proponen hacer actividades, es
decir; cualquier tipo de tarea creadora, donde la persona que ´crea se une con
su material, que representa el mundo exterior a él. Lo cual sólo es válido para
el trabajo productivo, para la tarea en la que yo planeo, produzco y veo el
resultado de mi labor.´(Fromm, 2013). De esta forma se tomara una actitud “que
se enfocará en un objetivo especifico, o en una situación; con una finalidad
deseada” (Ramos y Xavier, 1978, p. 335). Mismo que nos llevara a relacionarnos
con la “percepción o apreciación subjetiva de sentirse o hallarse bien, de
estar de buen ánimo, de sentirse satisfecho” (Ortiz, 2009, p. 27-28).
Colaborando a llevar un mejor comportamiento “proceso personal o social, que no
se puede mantener inmóvil para observarlo; es cambiante” (Skinner, citado en
Fadiman y Frager, 1979). Además este “debe ser observable por más de una
persona, debido a que la conducta se fortalece o debilita por medio de los
eventos que siguen a la repsuesta; por lo tanto es controlada por sus
consecuencias” (Reese, citado en Fadiman y Frager, 1979, p. 259).
Ahora bien, si es que realmente tomamos conciencia
de los pasos (conceptos anteriores) y los aplicamos a nuestra persona mayor,
observaremos como sus ideas, opiniones y percepciones (componente cognitivo y
afectivo) para interpretar acontecimientos de su ambiente ha cambiado. Todo
debido a que ahora se valora más como la persona agradable que es, o puede
llegar a ser si ella así lo decide.
Todo lo anterior me remonta a decir que por lo tanto
“la importancia de la autoestima radica en que es un factor clave en el
desarrollo de un buen ajuste emocional, cognitivo y práctico, afectando de un
modo importante todas las áreas de la vida” (Ortiz, 2009, p. 30-31) pero en
especial la del adulto mayor. Y es que para la tercera edad, la autoestima es
clave, debido a que el adulto mayor debe valorar sus habilidades y
características, las que han sufrido cambios en comparación con años atrás. La
dificultad para mí radica principalmente en el momento en que se realiza esta
investigación, ya que el adulto mayor se encuentra en una situación física,
social y culturalmente confundida, motivo por el cual se siente o sienten
rechazados y perciben que la sociedad los valora negativamente, debido al mayor
aprecio a los valores asociados a la belleza de la juventud (por parte de la
sociedad) y del menos aprecio a la experiencia y sabiduría, como valores
propios de la tercera edad. Además se ha de saber que entre unos de los
aspectos más importantes en la autoestima se encuentran todas aquellas
conductas que promueven la salud, por tal motivo es trascendental mantenerla y
promoverla a niveles de bienestar adecuados con los adultos mayores. Atendiendo
a su vez a la participación activa de tareas y relacionadas principalmente con
su estado de bienestar y de salud. De esta forma “no me cabe duda de que es
posible construir una sociedad industrial centrada en el pleno desarrollo del
hombre, y no en la producción y el consumo máximos” (Fromm, 1968, p. 106).
Referencias
Aguirre G.H., Fajardo D.G., Mahuina E.C.C., Jorge
M.C. y Javier R.S., (2009). Recomendaciones para el cuidado de la salud del
adulto mayor. Revista CONAMED, vol. 14, núm. 3, p. 44-59
Canto P.H.G. y Castro R.E.K. (2004). Depresión,
autoestima y ansiedad en la tercera edad: un estudio comparativo. Consejo
Nacional para la enseñanza en Investigación en Psicología, México, vol. 9, núm.
2, p. 257-270
Fromm E., (2013).El arte de amar. Edición décima
cuarta reimpresión. Culturales Paidós, S.A. de C.V., México, D.F. p. 18-30
Fromm E., (1968). Planificación humanista. Instituto
de Ciencias de la Administración por el permiso para publicarlo. Los Ángeles,
California. P. 101 y 106
Ortiz A.J.B. y Castro S.M. (2009). Bienestar
psicológico de los adultos mayores, su relación con la autoestima y la
eficacia: Contribución de enfermería. Ciencia y enfermería, vol. 15, núm. 1, p.
25-31. Doi: 10.4067/50717-955320099000100004
Ramos E. y E.
Xavier E., (1978).La mansión de los valores humanos. Revista Latinoamericana de
Psicología: Fundación Universitaria Konrad Lorenz, Colombia, vol. 10, núm. 3 p.
327-336
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