Por Raúl Hernández Viveros
Para aproximarse al conocimiento de nuestro
pasado prehispánico es conveniente revisar cada una de las versiones del
sacerdote humanista, filólogo e historiador Ángel María Garibay Kintana (1892-1967).
Canónigo lectoral de la Basílica de Guadalupe, quien por sus estudios de
cultura náhuatl fue designado Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional.
Catedrático en la Facultad de Filosofía y Letras y Director del Seminario de
Cultura Náhuatl.
Preparó la edición de Historia general de las cosas de Nueva España, de fray Bernardino
de Sahagún, Relación de las cosas de Yucatán, de fray de
Landa; Historia de los indios de Nueva
España e islas de tierra firme, de fray Diego Durán, Historia antigua y de la conquista de México, de Manuel Orozco y
Berra. También realizó la Historia de la
literatura náhuatl y Poesía náhuatl, en tres tomos. Visión de los vencidos, La llave del náhuatl, Panorama literario de los
pueblos náhuatl e identidad.
A
través de su trabajo de investigador y traductor, principalmente heredó un
profundo conocimiento del pensamiento prehispánico. Un ejemplo sustancioso
corresponde a la filosofía que se encuentra en los Cantares mexicanos. Hasta nuestra
actualidad corresponde la vigencia el
“Enigma de vivir”, Anónimo de Chalco: “No es verdad que vivimos, / no es
verdad que duramos / en la tierra. / ¡Yo tengo que dejar las bellas flores, /
tengo que ir en busca del sitio del misterio! / Pero por breve tiempo, /
hagamos nuestros los hermosos cantos.”
Por
otra parte, las profundas reflexiones: “La vida pasa...”: “¡Oh flores que portamos, / oh cantos que
llevamos, / nos vamos al Reino del
Misterio! / ¡Al menos por un día / estemos juntos, amigos míos! / ¡Debemos
dejar nuestros cantos: / y con toda la tierra seguirá permanente! / Amigos
míos, gocemos: gocemos, amigos!” Esta herencia cultural pertenece y siempre se
le agradecerá a Ángel María Garibay
Kintana. Divulgador de textos sagrados,
mitos y sabio conocedor de nuestros dioses prehispánicos.
En la colección “Biblioteca del Estudiante
Universitario”, pueden consultarse algunas aportaciones sobre el origen del
mundo mesoamericano. Fue un extraordinario continuador de la sabiduría
mexicana, y nos descubrió el tesoro del pensamiento prehispánico. A través del
estudio de la literatura náhuatl logró transmitirnos una parte fundamental del
mundo prehispánico. La memoria histórica que no pudo ser borrada durante la
conquista y la imposición de una lengua y religión ajenas a la creación del Hombre
de Maíz, los gigantes de piedra, y a los adoradores del Sol.
El amor ancestral por la naturaleza y el
cosmos. La vida humana como un bien precioso. El respeto al medio ambiente y el
reconocimiento por la pureza del aire y el agua. Las esculturas sobre las
piedras, o el arte de las plumas. La poesía náhuatl en la experiencia del
huehuetlatolli, que aportaba los sabios consejos de los ancianos hacia los
jóvenes y niños. Actualmente los grupos indígenas en México sobreviven frente a la marginación y el abandono.
Entre el olvido, la discriminación y la desesperanza de haber sido sometidos y
sojuzgados por la vida institucional.
Nuestra
madre venerada
La evangelización del Nuevo Mundo, a partir de
la conquista española fue acompañada por un grupo de misioneros, que en 1523
comenzaron el estudio de las lenguas indígenas para imponer el castellano y la evangelización.
Antes tuvo efecto la destrucción del imperio azteca, que culminó con la
aprehensión y asesinato de Cuauhtémoc.
Desde el 8 de noviembre de 1519, llegó Cortés
a Tenochtitlan acompañado de miles de sus aliados indígenas. Moctezuma engañado
por las profecías recibió al conquistador abriéndole las puertas de su palacio,
y comenzó a ejercer el poder en la ciudad, hasta que una insurrección popular le
dio muerte a su emperador. Lo cual motivó la derrota conocida como la Noche
Triste. En mayo de 1521, Cortés se instaló en Texcoco y emprendió un sitio
contra la ciudad. Frente a los ataques, falta de alimentos y enfermedades,
Cuauhtémoc se rindió el 13 agosto de 1521.
Durante el desmoronamiento de Tenochtitlan,
fueron destruidos los códices; los templos y palacios, con sus restos se
levantaron las iglesias y edificios españoles. Se intentó sepultar todo el
esplendor de la cultura azteca. Miles de ídolos fueron pulverizados, y en las
zonas sagradas dedicadas a las deidades prehispánicas se fundaron zonas urbanas
que marcaron las señales del colonialismo.
En el
cerro del Tepeyac tuvo su templo Tonantzin, que también fue desbaratado. Fray Juan de Torquemada en su Monarquía
indiana advirtió que la diosa adorada “se les aparecía en figura de
jovencita, con su túnica blanca ceñida, aunque siempre a uno solo y le revelaba
cosas secretas”. Tonantzin, en 1756, volvió en forma de una indiecita, igual
que la describió Torquemada en un escenario “todo resplandeciente”.
Fray Bernardino de Sahagún transcribió las
versiones de que la jovencita se transformaba en “la señora vieja” o “mujer
infernal”. De acuerdo con la mitología se escuchaban en el Tepeyac los lamentos
femeninos en protesta por la desaparición de su centro de adoración. Al mismo
tiempo eran gritos de terror y miedo,
que por el genocidio y destrucción de Tenochtitlan, miles de mujeres al caer la
noche iban como sombras por las ruinas en búsqueda de sus hijos sacrificados
por las espadas, ballestas, arcabuces y cañonazos de los conquistadores.
Las formas de interpretación realizadas por
los misioneros obtuvieron informaciones de que anteriormente se escuchaban en
las noches los lamentos de una mujer que flotaba lamentando la muerte de su
hijo y la pérdida de su propia vida. La llamaban Chocacíhuatl, la Llorona,
quien murió al dar a luz. Se la veía volar rodeada de calaveras desprendidas de
sus esqueletos. Esto representó el antecedente del infortunio y el presagio de
intentar el aniquilamiento del pensamiento azteca.
La mayor parte de los pensadores de México,
siempre se han cuestionado sobre la esencia de nuestras raíces. El estudio del
origen como árbol genealógico se refiere al rechazo de un pasado que se
desprende actualmente entre los mestizos
y los criollos. Somos y no reconocemos a los
ancestros; rechazamos constantemente la realidad de que la población está
dividida en tres grandes grupos. Los
grupos indígenas que al principio formaban parte, durante la colonia y la
independencia, bastante más de la tercera
parte de la población total. Actualmente representan la cantidad de más de doce
millones de habitantes que el indígena vive marginado de la vida política y
social.
En 1917, un equipo de arqueólogos y
antropólogos llevó a cabo una investigación en la zona de San Juan Teotihuacan
y, sobre todo, para limpiar y restaurar el antiguo centro ceremonial. El Templo
de Quetzalcóatl, fue restaurado. Teotihuacan, se convirtió en el principal
monumento público de México, con sus monumentos impresionantes que invitaban a
la comparación con el antiguo Egipto, Grecia o el imperio romano La civilización mesoamericana se estableció
así como fundamento de la historia mexicana.
La cultura mexicana del siglo XX inventó un ser nacional cuya identidad,
a pesar de ser poco concreta y cambiante, sirvió como importante presencia
imaginaria en la constitución de un poder político nacional: al plantear la
configuración de un modelo nacionalista y revolucionario de “lo mexicano”, la
identidad se transformó en mecanismo legitimidad.
El pueblo mexicano imaginó un ser, que es el
resultado de una mezcla de razas y costumbres muy ajenas a lo que en realidad
es un verdadero mexicano. Los mexicanos sufrimos ese complejo de ser seres
inferiores a otros por el simple hecho de haber nacido en un país trágico,
violento y corrupto. A veces el sarcasmo lleva a nombrar adjetivos tan perversos
para describir la idiosincrasia, por ejemplo señalar con desprecio a los “taranacos”.
Aquellos individuos sojuzgados por su origen y
nulo poder de exigir siquiera un poco de respeto, y que constantemente son
objeto de burla por su ineptitud de participar en actos cívicos, o de enfrentar el derrumbe
del Estado de Derecho. Casi pasan desapercibidos
e invisibles frente a la realidad nacional. Nada más forman parte de
estadísticas y obtienen su identidad a través de la credencial de elector, que
canjean por despensas, algún pago, becas o caridad institucional, en lugar de
abrir fuentes de trabajo con salarios dignos, como lo dispone el mandato
constitucional
Octavio Paz en sus profundos ensayos reconoció
que: “El proyecto del Imperio mexicano resolvía la contradicción ideal entre el
México precolombino y nueva España pero no resolvía la contradicción real entre los criollos y mestizos. El
imperio era una universalidad a la que no tenían acceso los segundos. Por eso
la realidad hizo añicos el proyecto imperial.”[1]
Prosiguió con el planteamiento de que: “El
primer golpe fue la expulsión de los jesuitas por Carlos III, consecuencia de
la oposición de intereses del Estado nacional borbónico y el universalismo
jesuita. El segundo golpe fue la guerra
de independencia. La expulsión de los jesuitas privó al proyecto criollo de su
fundamento teológico e intelectual”.
Y agregó qué: “no tuvimos reyes sino caudillos
y dictadores constitucionales que llamamos presidentes.” Respecto a la imposición religiosa planteó
que: “Aunque la devoción a la Virgen de Guadalupe es anterior al siglo XVII –ya
Sahagún veía una “superchería del demonio” en la costumbre que tenían los
indios de llamarla Tonantzin- fue el siglo criollo el que transformó la
devoción a la virgen en un culto nacional.”
También recopiló la sentencia del bachiller
Miguel Sánchez que en 1648 definió a “la
primera mujer criolla”. Octavio Paz continuó con su estudio: “Pero la Virgen
fue y es algo más y de ahí que haya sobrevivido al proyecto histórico de los
criollos. La Virgen es el punto de unión de criollos, indios y mestizos y ha
sido la respuesta a la triple orfandad: la de los indios porque
Guadalupe/Tonantzin es la transfiguración de sus antiguas divinidades
femeninas; la de los criollos porque la aparición de la Virgen convirtió a la
tierra de la Nueva España en una madre más real que la de España, la de los
mestizos porque la Virgen fue y es la reconciliación con su origen y el fin de
su ilegitimidad.”
Las investigaciones de Octavio Paz recogieron:
“El titulo del folleto que contiene la descripción de la obra es muy explicito Teatro de virtudes políticas que constituyen
a un príncipe, advertidas en los monarcas antiguos del Mexicano Imperio,
Itzcóatl, Ilhuicamina, Axayácatl, Moctezuma, Cuauhtémoc y el mismo
Huitzilopochtli, que Sigüenza y Góngora consideraban también emperador: esos
eran los modelos de gobierno que proponía el criollo al virrey español.”
En
El ogro filantrópico[2],
Octavio Paz destacó que: “Quetzalcóatl desaparece en el horizonte histórico del
siglo XIX, salvo para los escritores y los pintores que, sin mucha fortuna, lo
han escogido como tema de sus obras. Desaparece pero no muere: ya no es dios ni
apóstol sino héroe cívico. Se llama Hidalgo, Juárez, Carranza: la búsqueda de
la legitimidad se prolonga hasta nuestros días. Cada una de las grandes figuras
oficiales del México independiente y cada uno de los momentos capitales de su
historia son manifestaciones de este cambiante principio de consagración.”
Idéntica
descripción de Quetzalcóatl se ofreció con el rostro y la figura de Porfirio
Díaz que hizo Rafael de Zayas Enríquez[3]:
“En el cambio de su rostro influyó, ya siendo Presidente de la República, el no
exponerse al sol de la manera que la tez,
no cobriza pero sí cetrina, se blanqueó con el tiempo e incluso llegó
aparecer sonrosada por allá entre los sesenta y setenta años; el pelo
totalmente cano de la cabeza y del amplio y nutrido bigote, terminado en guías
contribuyó a la impresión del aclaramiento del rostro. La fisonomía del
caudillo fue perdiendo los rasgos característicamente indígenas y acentuando
los de la raza blanca, y así el Presidente ofrecía por aquella década la
impresión cabal de ser un europeo meridional”.
De esta manera, el mito de Quetzalcóatl se
repite en la historia de México mezclándose con la llegada de Hernán Cortés,
considerado cómo el fundador del ser mexicano. Aunque se debe distinguir lo que
planteó Octavio Paz en su pequeño libro Posdata[4],
sobre el México indígena y el México mestizo, como pilares del subdesarrollo y
atraso sociocultural: "Apenas si debo repetir que el otro México no está
afuera sino en nosotros: no podríamos extirparlo sin mutilarnos. "
Señaló que la plataforma superior de la
pirámide truncada es un sitio de sacrificio sangriento. La pirámide es “tiempo
petrificado” e “imagen del estado azteca y de su misión: asegurar la continuidad
del culto solar...” Confirmó que la continuidad entre el mundo azteca y el
México de hoy es “el arquetipo religioso-político de los antiguos mexicanos: la
pirámide, sus implacables jerarquías y, en lo alto, el jerarca y la plataforma
de sacrificio...” Desde el punto de vista de Octavio Paz advirtió la necesidad
de que: “En México urge ante todo exorcizar la violencia, el mundo azteca.”
En su propuesta criticó la fundación del
imperio azteca en la gran Tenochtitlan, y puntualizó sobre la terrible imposición
sentenciada por Hernán Cortés cuando aceptó reconocer con el nombre de México
al poder central desde el altiplano del valle de Anahuac. Fatalidad histórica
del destino nacional que prosigue en la actualidad con el centralismo que
impide el desarrollo en cualquier parte del territorio de México. Antiguos
presagios del autoritarismo con la imposición de símbolos, usos y costumbres
que no corresponden a la sustentabilidad
y esencia plural de los pueblos y culturas que sobreviven con sus
idiomas y religiones, como está escrito en la Carta Magna[5]
Santiago Ramírez en su libro El mexicano, psicología de sus motivaciones,
realizó un profundo estudio sobre la personalidad de los habitantes urbanos en
México. “El mexicano se mueve en un
terreno inhóspito, carente de seguridad; piso prestado, abonos que le brindan
un anhelo de seguridad mensual…”
Representa el escenario en que tiene que actuar y simular el orgullo
nacional.
El compositor Chava Flores, ubicó el espacio
de la mentira en las líneas de su canción: “¿A qué le tiras cuando sueñas,
mexicano?” -Ganar el premio mayor, o conseguir un nombramiento institucional
donde obtengas riquezas. Incluyó el sueño del mañana si que lo hago y mañana sí te pago. “La
fantasía de que no hay contribuciones, ya no hay mordelones, y puedes
ahorrar.... Mañana nos casamos, mañana
te lo doy, la ultima y nos vamos”.
Detrás de las mentiras, brotan la violencia,
frustración, la carencia y la desesperación.
“Las fritangas odio, rivalidad, recelo. Fritangas, fritangas, fritangas, fritangas,
alimento sin proteína, tristeza, dolor y hambre”, forman parte del teatro
nacional, en donde finalmente se acepta el aumento de la pobreza y la
marginación social. El fraude electoral con la
manipulación de enormes recursos para el pago de campañas publicitarias sobre
obras públicas que por Ley deben de realizarse en beneficio de la sociedad.
Los pensadores mexicanos se plantearon la
cuestión del ser mexicano. Con Justo Sierra y José Vasconcelos, se intentó
inventar un proyecto educativo de
superación desprendido de la visión positivista. Vasconcelos criticó los
presupuestos destinados a la guerra; advirtió sobre “el pulpo de un ejército
opresor, costoso e inútil”, y acerca de “la ínfima condición en que hoy vivimos
en vergonzante subordinación”.
Dentro de esta evolución de la radiografía
nacional todavía no se encuentra el camino hacia la recuperación de los valores
humanos y las garantías individuales asentadas en la Carta Magna. El Estado de
Derecho debe regir otra vez la vida de los ciudadanos. Sólo con el respeto a la
Ley y el rechazo a la mentira se reintegra la legitimidad. Detrás del engaño y
la simulación, destacan las afirmaciones de Jorge Carpizo, general de la
República, ante “el gravísimo problema de inseguridad” que vive el país; señaló
frente al triunfo de la mentira, la necesidad de recuperar: “la vida en
democracia para no combatir los delitos cometiendo otros delitos”.
Por lo cual resulta indispensable la lectura
de la crítica literaria de Octavio Paz, ya que es un saber que sobrepasa a la filosofía y a
la sociología para integrarse a la antropología. Frente a la incertidumbre y
crisis de México conviene recordar que Octavio Paz escribió que la actividad
poética "nace de la desesperación ante la impotencia de la palabra y
culmina en el reconocimiento de la omnipotencia del silencio".
Para Octavio Paz, ser poeta es sentir “el
significado que es todos los significados o con la ausencia de todas las
significaciones.” Delante del vacío y falta de un proyecto nacional que tome en
consideración las raíces del pensamiento y la cultura prehispánica, brota en silencio
como representatividad del efecto de las palabras que describen el mundo, y
juegan con los dioses. Vida y muerte, Apocalipsis y sacrificios en el tiempo
contemporáneo de México.
Octavio Paz escribió en su obra El laberinto de la soledad[6],
que el mexicano elude reconocerse a sí mismo. A pesar de recurrir siempre al empleo de la máscara para esconder su yo
verdadero, y no aceptar nuestras raíces
mesoamericanas como parte de la evolución cultural y social del ser nacional,
que recurre constantemente a la Picardía Mexicana, de Armando Jiménez.
Con
la muerte de Miguel Ángel Granados Chapa brota la reflexión sobre uno de los
pensadores de nuestra realidad nacional el poder de la escritura propuso un
diálogo acerca de los sacrificios en el México Contemporáneo. Con el constante
trabajo periodístico se involucró en la crónica relacionada con la estructura
del poder en una nación que no encuentra el verdadero y único hacia la
transición democrática.
La
radiografía sobre las infinitas formas de la corrupción, es la interpretación y
el seguimiento de los poderes fácticos. El fracaso del sistema que tuvo la
necesidad de aceptar la desaparición del poder judicial. En algunos fragmentos
del discurso al recibir la medalla “Belisario Domínguez” sentenció que: “Los
poderes fácticos, los que gobiernan sin haber sido elegidos, los que buscan y
obtienen ganancia de negocios que atentan contra el interés general gobiernan
en mayor medida que los gobiernos; la lucha de unos y otros poderes ilegítimos
contra la sociedad, su éxito en el propósito de dominarla es favorecida por una
situación económica, material cada vez más adversa, menos propiciatoria que la
prosperidad y la expansión de la potencialidad humana.”
Las palabras proféticas: “Muchos creemos
percibir la difusión de una desesperanza, de un desánimo social, un desencanto
con las formas democráticas, un cinismo social que como los depredadores en infortunios
impuestos por la naturaleza aprovechan la desgracia ajena para medrar.
Pero eso que nos ocurre, los fenómenos en sí
mismos, y los que provocan esta desesperanza, no son una condena, son
enfermedades del espíritu colectivo susceptibles de ser curadas, no con
pociones mágicas que a la postres mas envenenan, en que sanan, sino con el
empuje que más de una vez ha permitido ejercer y acrecentar la energía de los
mexicanos.”
Y
advirtió: “No nos deslicemos a la desgracia, menos aún caigamos de súbito en su
abismo, cada quien desde su sitio, sin perder sus convicciones, pero sin
convertirlas en dogma que impidan el diálogo, impidamos que la sociedad se
disuelva. No es un desenlace inexorable, podemos frenarla, hagámoslo, y con la
misma fuerza reconstruyamos la casa que nos albergue a todos o erijámosla si es
que nunca la hemos tenido.”
[1] Sor
Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Fondo de cultura económica, México 1982.
[2] Seix Barral, Barcelona,
1979.
[3] Porfirio Díaz, La evolución de sus vida, México 1908
[4] Siglo XXI, México, 1970.
[5] Artículo 2, La Nación Mexicana
es única e indivisible. La Nación tiene una composición pluricultural
sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que
descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al
iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales,
económicas, culturales y políticas, o parte de ellas. La conciencia de su
identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se
aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas.
[6] Fondo de Cultura
Económica, México, 1950
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