Alberto Rafael León Ramos
albertoleon@crespf.com.mx
¿Qué
ser hombre? Es la pregunta que ha detonando desde la antigüedad variadas
respuestas. Si recordamos la respuesta de Aristóteles nos dirá que el hombre es
un ζῷον πολιτικόν (zoon politikon); en ésta frase se puede interpretar como un
animal que hace política. Eso, por un lado. Pero hay más que inferir de aquella
sentencia. Como ser social el hombre tiene la necesidad de vivir en comunidad
con otros humanos, por tanto, será un sujeto que sociabilice. Es ese el sentido
más exacto de la frase aristotélica, ya que como ser social tiene que entablar
diálogo con otros hombres para tratar diversos asuntos que van desde lo más
común hasta los más universales e importantes.
El hombre de la Grecia clásica era un ser que necesitaba de la palabra
para convencer, es pues, necesita ser un buen orador y en eso le asistía la
retórica. La participación del ciudadano
libre en la polis era de suma
importancia ya que ahí se dirimían asuntos del bien común y de la justicia;
prueba de ello la podemos observar en el diálogo que Platón tituló “El
banquete”. Para la ciencia el hombre es
un conglomerado de materia que ostenta una inteligencia, es decir, es un homo sapiens sapiens. ¿Es suficiente ésta respuesta? ¿se podrá
indagar en otra dirección sobre la respuesta que inquiere sobre el ser del
hombre? Este breve artículo esbozará de manera general la postura del filósofo
Eduardo Nicol.
Para
entrar en el tópico del hombre es menester presentar el punto central en la
filosofía de Eduardo Nicol: el hombre es un ser
de expresión. ¿Qué significa ésta definición tan sencilla? Para poder
entenderla es necesario hacer una excursión en su filosofía. Primeramente, hay que entender que Nicol no
ve al hombre como algo fragmentado ya que su postura será entender al hombre
como unidad. “No basta integrar en unidad las funciones psíquicas que la psicología
consideraba tradicionalmente de manera aislada; era necesario integrar la
presunta unidad constituida por la psique entera con el factor somático, para
obtener al hombre completo” (Nicol, 1989; 17) De esa manera el hombre va ser ante todo
unidad. Anteriormente se entendía que el hombre constituida dos o tres partes,
es decir, se pensaba que estaba por un lado la razón, por otra el alma y por
otra el cuerpo[1],
esas tres partes se integraban de alguna forma que no se podía explicar. De otra manera, la filosofía platónica fue
enseñando que el hombre era una mezcla; ya que por un lado estaba la parte
concupiscible, por otra la irascible y por otra la racional. De esa manera en
la historia de la filosofía el hombre se fue entendiendo como algo roto. Muchos
problemas se generaron a la hora de tratar de indagar por el ser del hombre.
Nicol parte de considerar ésta distinción errónea para poder generar su
reflexión filosófica.
Ahora
bien, Eduardo Nicol entiende al hombre como aquel ser que busca su propio ser.
Es pues, algo que está incompleto. Algo que no tiene suficiencia
ontológica. Y luego lanza una pregunta
radical “¿Qué clase de ser es el que no
sólo tiene idea de las cosas, y necesita de tales ideas para existir, sino que
además ejecuta en su existencia ese acto singular, que consiste en comparecer
ante sí mismo y formar una idea de sí mismo?” (Nicol, 2013:14) Con esto
podemos evidenciar la latente preocupación no sólo por el ser del hombre sino
por su actitud de asombro ante sí mismo y ante lo que le rodea. Con esta aseveración el filósofo vasco
tratará de apuntar una característica del ser del hombre. “El hombre es el ser carente de ser: el único al que no le basta el ser
recibido para ser en propiedad, cuya existencia consiste en irse haciendo”
(Nicol, 2013;54) Ésta cita nos constata
la postura sobre el hombre. La
antropología en Nicol apunta a un ser que no está constituido de forma total
por ello siempre va en pos de sí mismo y esto le hace ir forjando su ser en la
realidad. ¿No es acaso esta proposición una evidencia de la genuina reflexión
filosófica que se gesta entorno al tópico del hombre?
De
otra forma, Nicol, se apuntará a que el hombre es aquello que no está oculto.
Jamás ha sido de esa manera, por lo cual aquello que se busca está a los ojos
de todo, solamente que muchos filósofos se han empeñado en ocultarlo o
aniquilarlo[2]. Con esa forma de colegir al ser del hombre
se llegan a muchos problemas, el punto está en terminar con esa visión errada
de la esencia del hombre, ya que no hay tal ocultamiento u aniquilamiento, al
contrario, el ser del hombre es lo más visible. “Es inexacto que sólo percibamos lo contingente; el Ser mismo está a la
vista” (Nicol, 2013; 65) Con ello está apuntando a que en la filosofía se
había pensado que las esencias estaban debajo de “algo”, detrás de los entes y
que era necesario “descubrir o develar” la esencia misma del ente. He ahí lo
que apuntaba tanto Heidegger cuando hablaba del olvido del ser. Se empezó a hablar
del ente dejando de lado el ser. Un gran problema en la historia de la
filosofía.
Entendido
esto hay que dar un paso más. El hombre
tiene un ser como cualquier otra cosa en el mundo. Las
piedras son. Los árboles tienen ser. Los animales poseen un ser distinto a todo
los demás. Y en el caso del hombre la cosa no varía. Pero en el hombre el asunto se vuelve
distinto porque el hombre es un ser que ya entiende que es el Ser. Con ello va
llegar a la siguiente implicación “el
hombre es el ser que habla del Ser” (Nicol, 2013; 72). Es decir, el hombre
puede proferir a través del logos lo
que es el ser mismo. De esa manera el ser es expresado por el hombre. De esto se da otro paso para afirmar que la
forma humana de ser consiste en hablar del Ser.
Y por ello “en el hombre, el acto
de ser distintivo es la expresión” (Nicol, 2013; 80)[3]
En el hombre la distinción
fundamental es que es un ser que expresa.
Es un ser expresivo. Presenta ante el mundo y la
realidad lo que es él mismo a través de la expresión, es decir, a través del logos de formas muy particulares.
También inquiere sobre sí mismo por el logos
mismo. Así pues, el hombre va estar
constantemente expresando el ser y esa expresión es algo que le va caracterizar
ante los otros seres del mundo e incluso con los otros hombre, ya que cada
hombre es particularmente distinto. La
concepción que tiene E. Nicol sobre el hombre y su ser es radicalmente distinta
a lo que se viene dando en la historia
de la filosofía. De esa manera se nos
presenta una enfoque radical para inquirir y tratar el tema antropológico. Pero
el tratamiento no va ser de una manera tajante o definitoria sino de una manera
abierta en donde la pregunta va por delante.
“La comprensión del hombre no se
obtiene, pues, meditando sobre las necesidades naturales, aunque éstas parecen
ser lo común a todos y en todo tiempo. La comprensión del hombre
y de su historia no empieza con una certidumbre, sino con unas preguntas…”
(Nicol,2013;35)
Sea
hasta aquí la breve exposición de las líneas fundamentales en la filosofía de
Eduardo Nicol en lo referente al tópico del ser del hombre.
Bibliografía:
·
Nicol, Eduardo (1974), Los principios de la ciencia,
editorial Fondo de cultura económica. México.
·
Nicol,
Eduardo (1980), La reforma de la filosofía, editorial Fondo de cultura
económica. México.
·
Nicol, Eduardo (1982), Crítica de la razón
simbólica, editorial Fondo de cultura económica. México
·
Nicol, Eduardo (1989),
Psicología de las situaciones vitales, editorial Fondo de cultura económica.
México
·
Nicol, Eduardo (2013),
La idea del hombre, editorial Fondo de cultura económica. México
[1]
Esta visión se origina desde Platón, llega a San Agustín, Santo Tomás y culmina
con René Descartes. Incluso en nuestros días se sigue pensando en ésta división
del hombre (mente-cuerpo o alma-cuerpo).
[2]
Por ejemplo, Martín Heidegger con la famosa aletheia.
[3]
Muchas cosas en la vida del hombre son expresión, con esto no se refiere a solo
las palabras, sino también las posturas, los gestos, las acciones, entre otras
cosas que denotan intriga, seguridad, curiosidad, miedo, etcétera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario