lunes, 7 de noviembre de 2016

BOSQUEJO AUTOBIOGRAFICO


AGUEDA  DELMAR
Se  dice que no hay nada nuevo bajo el sol… esto se reafirma con las palabras que en múltiples ocasiones hemos escuchado: nada muere, todo se transforma y permanece.  Y en base a este paradigma me reconozco idéntica a mí misma desde mi más tierna infancia: enormes ansias de aprender, amor absoluto por la palabra escrita y un anhelo nunca saciado de apoderarme de ella. La osadía por poseer ese mundo secreto de pequeños signos negros, que en solitario no nos dice nada, pero que agrupados crean ante nuestros ojos paisajes de ensueño, planetas lejanos, detallando para regalo nuestro, pasiones turbulentas, crueldades sin límites, o mares de inmensa tranquilidad, en donde nuestra alma se expande y navega como dueña y señora.
Este tipo de anhelo fue el que impulsó a nuestra madre Eva a desprender el fruto del  árbol del bien y el mal  del todo similar al anhelo de miles de mujeres, que como ella, vamos por la vida sin conocernos a nosotras mismas, ahogándonos en un mar de confusiones, anhelos insatisfechos y sueños rotos.
Eva se apoderó de su destino atreviéndose a manejar su libre albedrío y fue maldecida ¡Parirás con dolor!   escuchó cuando era expulsada del Paraíso.
 A todas nosotras a quienes animan los mismos anhelos de nuestra antecesora, con las manos atadas por el miedo, sin atrevernos a decir a quienes nos rodean nuestra insatisfacción y desconsuelo, no nos queda más que armarnos de valor y a contra corriente, apropiarnos de nuestro derecho a SER. Todo apremia a nuestro derredor; todos necesitan de nosotras y presurosas cerramos nuestro caos interior, bajamos a la tierra y nos aprestamos a servir el desayuno. Limpiamos, alimentamos, consolamos, sonreímos, besamos, damos ánimos y nadie, absolutamente nadie nos estimula con un ¡gracias…que haríamos sin ti!...
Siempre rodeadas de gente, aturdidas con la algarabía que generan los niños, nuestra soledad interior se desborda por la cocina inundando todos los espacios; nos cobijamos en nuestro desamparo mientras nuestros sueños naufragan en ese mar de responsabilidades sin fin.
La maldición que ha venido rodando desde los tiempos bíblicos ¡parirás con dolor!, sigue sonando en nuestros oídos… ¡vivirás con dolor!... a menos que nos atrevamos a apropiarnos de nuestro destino a través de la palabra escrita.
MIS ESPACIOS.-
Como una concesión, por ser una mujer que pasa de los 70 años, me he ganado el privilegio de tener, no uno, sino tres espacios para mí.
1.- La mesa del antecomedor, mientras espero que el arroz se seque o la válvula de la olla Express deje de rumbear, escribo algo breve, leo algún cuento corto, o me solazo con la revista cultural “El país semanal” ante la mirada indiferente de Calzeto, un pez beta glotón y egocéntrico, que recorre sus dominios con un aire de suficiencia insufrible; aclaro, el nombre se lo puso mi nieta Silvana.
2.- Un sillón Reposet instalado junto a la ventana de mi recámara. Ahí leo por las mañanas (robando una horita a las labores propias de mi sexo) libros que amo y que por su volumen, no puedo leer por las noches recostada en mi cama, posición de mi preferencia. Por esa ventana veo desfilar por la calle (que por cierto parece del Siglo XVII)  al Caballero de la Triste Figura y su fiel escudero, o pasan vertiginosos los Bandidos de Río Frío, capitaneados por el cruel Evaristo “el Tornero”.
3.- Mi estudio; en él está la computadora, el archivo con los trabajos que he hecho hasta la fecha, los que se han publicado o presentado en charlas. Yo llamo a esta habitación “El monumento al Ego” pues en sus paredes he ido colgando reconocimientos, diplomas, constancias de diplomados y talleres. En el muro contrario presiden las fotografías de mi padre y de mi madre, a quienes pese al tiempo transcurrido, a las fallas en que incurrieron (como todos los padres)  profeso una honda ternura y absoluta comprensión.
MI TIEMPO.-
Vivo sola, así que puedo hacer de mi vida un papalote… en teoría, porque en la práctica, lo confieso soy una maniática irredenta del orden, neurótica compulsiva de la limpieza. Por lo antes revelado podrán comprender porque escogí como hora ideal para sentarme a escribir las 4 o 5 de la mañana. Es hasta ahora, al estar escribiendo estas líneas que con horror descubro que el motivo que me impulsa a hacerlo es porque siento que con ese horario ¡NO ESTOY ROBANDO TIEMPO A MIS OBLIGACIONES! No es, como suponía, por el silencio, la quietud y frescura de esa hora temprana, sino porque en mi fuero interno, siento que si disfruto del inigualable placer de la escritura, debe ser a una hora que no me impida cumplir con las cargas de trabajo que mi carcelero interior me ha impuesto. Comprendo perfectamente que si bajara un 50% a esta obsesión, si pudiera asesinar al cruel tirano que me mantiene en perpetuo movimiento, lograría convertirme, quizá, en una mujer productiva dentro de la Literatura y una madre y abuela reposada dispuesta al disfrute; pero lo cierto es que no es así, la verdad es que vivo apremiadaen esta estéril empresay pese a reconocerlo, continúo haciéndolo, dándome el lujo de amenizar esta tortura voluntaria a que me someto, con música clásica mientras la llevo a cabo.  Una vez concluida la extenuante jornada, pese al cansancio que me embarga, siento mi espíritu rebosante de una modesta satisfacción al dejar vagar la mirada por mi hogar y constatar la brillantez de los pisos, los encerados muebles y las húmedas hojas de mis plantas en las macetas. Creo que cada vez me parezco más al “Principito” cuando habitaba en aquel planeta diminuto y él, tratando de mantenerlo siempre iluminado durante la breve noche, se la pasaba prendiendo y apagando el único farol existente.
MI NOMBRE.-
El diccionario Larousse dice: Agueda, Agatha o Gadea: virgen y mártir patrona de la Isla de Malta.
Me impusieron ese nombre por deseo expreso de mi padre, ya que fue el que llevó su madre mientras vivió. No obstante tener cuatro hijas de un matrimonio anterior y dos hermanas que me antecedieron, nunca mencionó el  deseo de que alguna de ellas llevara ese nombre. Quizá por ser yo la última hija que él tendría (tenía 52 años cuando yo nací) fui su hija más amada y la  que llevó el nombre de la abuela.
Me agrada mi nombre, su sonoridad, lo rotundo de su pronunciación; junto a mi apellido, Délmar, les encuentro incluso musicalidad, ya que ambos tienen en su composición únicamente vocales fuertes, constan del mismo número de letras y se acentúan en la primera sílaba. Cuando me publicaron un libro de cuentos la escritora Mónica Lavín me hizo el honor de prologarlo. Al margen de sus comentarios sobre ellos, enfatizo…”Águeda Délmar, cuyo nombre me quisiera yo robar para un personaje de novela…”
Puedo visualizarlo en tonos fríos, como azul plúmbago, lila, púrpura y lo identifico con una fresca y robusta mata dehortensias.
CARACTERISTICAS FISICAS Y SENTIMIENTOS.-
YO SOY.-
Una mujer de 79 años madre de 3 hijos –dos mujeres y un hombre. A los 28 años quedé viuda. A partir de ese momento he trabajado sin descanso, me he angustiado más de la cuenta y la soledad ha sido mi compañera casi permanente. Esto ha propiciado que mi físico esté más deteriorado de lo que debería, pero la vejez, así como limita nuestros movimientos, nos obsequia con una hermosísima y plena indiferencia ante los estragos superficiales que el tiempo nos inflinge. El llegar a los70 años equivale a inmunizarse contra las críticas ajenas y propias. Cesa la angustia por subir de peso o profundizarse las arrugas y el hecho de que nuestras manos y rostro se vayan cubriendo de pigmentaciones oscurasdeja de ser una tragedia.. Se agudiza en cambio el placer de disfrutar de la naturaleza, la música, la lectura, la compañía de personas inteligentes.
NO SOY.-
Amargada, resentida o apática; el resultado de mi vida (quizá por ser muy benevolente conmigo misma) no me parece del todo malo. Llego a esta edad sin envidia del bien ajeno, sin rencores, sin odio; creo en la vida, construyo mis días con alegría, innovando dentro de la monotonía cotidiana, algún cambio positivo que pueda proporcionar alegría a los que me rodean y a mi misma.
ME DA MIEDO.-
… Muchas cosas, casi todo. El hecho de haber perdido a mi padre cuando tenía  yo 5 años de edad, por haberse arrebatado la vida por propia mano, me quebró el espíritu por mitad. He vivido desde ese momento, previendo tragedias, vaticinando catástrofes, temiendo la pérdida de alguien amado en cualquier momento.
He dejado caer mi humanidad a lo largo de mi existencia, en todos los divanes de psicoanalistas y terapeutas que la vida me ha puesto enfrente, y logrado vivir hasta esta edad, gracias a que nunca he soltado la Mano de Dios y jamás tomé ninguna de las pastillas “amansalocos” que me recetaron.
ESPERO.-
Que cuando me llegue el momento de partir, pueda hacerlo sin dar muchas molestias a mis hijos. Irme apagando lentamente, como la luz en el atardecer, como las nubes cuando se alejan después de la tormenta, tan quedamente como se deposita el rocío sobre la tierra.
MI MUNDO ES.-
Sumamente entretenido y luminoso. En la medida  que envejezco, se me multiplican los proyectos, me identifico más con las personas, crece en mí el deseo de aprender cosas nuevas, de ayudar a los que me rodean, de disfrutar lo que la vida me brinda.La percepción, la memoria, la energía, no siento que hayan disminuido con el correr del tiempo, antes al contrario, creo que aumentan. Sin embargo debo rendirme a la evidencia que el espejo me brinda cada mañana, y aceptar de buen grado y con sentido de humor, los estragos que hace ese personaje inoportuno que, guadaña al hombro, camina junto a nosotros desde el momento en que nacemos. Sé que el tiempo se agota, pero les juro queridos lectores, eso sí, que he deaprovechar cada minuto que esté en este mundo aprendiendo de los  que me rodean, disfrutando con todos mis sentidos la maravillosa aventura del VIVIR.
El Mtro. Víctor Manuel Vásquez Gándara Director del periódico “Tlanestl”, nos está brindando generosamente la impartición de un Taller de Creación Literaria, en nuestra casa sede del Club Escritoras de Xalapa A.C. Como parte fundamental de este taller está el ejercicio cotidiano de escribir y de lo que logremos plasmar en nuestro intento, remitir lo que creamos más logrado a la mencionada publicación.
Creo que como primera aportación, debemos presentarnos al público lector y al equipo de trabajo que labora en este rotativo, para que una vez concluido este trámite protocolario, tengan una imagen aproximada de sus “nuevas colaboradoras temporales “.


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