AGUEDA DELMAR
Se dice que no hay nada nuevo bajo el sol… esto
se reafirma con las palabras que en múltiples ocasiones hemos escuchado: nada
muere, todo se transforma y permanece. Y
en base a este paradigma me reconozco idéntica a mí misma desde mi más tierna
infancia: enormes ansias de aprender, amor absoluto por la palabra escrita y un
anhelo nunca saciado de apoderarme de ella. La osadía por poseer ese mundo
secreto de pequeños signos negros, que en solitario no nos dice nada, pero que
agrupados crean ante nuestros ojos paisajes de ensueño, planetas lejanos,
detallando para regalo nuestro, pasiones turbulentas, crueldades sin límites, o
mares de inmensa tranquilidad, en donde nuestra alma se expande y navega como
dueña y señora.
Este tipo de anhelo fue el
que impulsó a nuestra madre Eva a desprender el fruto del árbol del bien y el mal del todo similar al anhelo de miles de
mujeres, que como ella, vamos por la vida sin conocernos a nosotras mismas,
ahogándonos en un mar de confusiones, anhelos insatisfechos y sueños rotos.
Eva se apoderó de su destino
atreviéndose a manejar su libre albedrío y fue maldecida ¡Parirás con
dolor! escuchó cuando era expulsada del
Paraíso.
A todas nosotras a quienes animan los mismos
anhelos de nuestra antecesora, con las manos atadas por el miedo, sin
atrevernos a decir a quienes nos rodean nuestra insatisfacción y desconsuelo,
no nos queda más que armarnos de valor y a contra corriente, apropiarnos de
nuestro derecho a SER. Todo apremia a nuestro derredor; todos necesitan de
nosotras y presurosas cerramos nuestro caos interior, bajamos a la tierra y nos
aprestamos a servir el desayuno. Limpiamos, alimentamos, consolamos, sonreímos,
besamos, damos ánimos y nadie, absolutamente nadie nos estimula con un
¡gracias…que haríamos sin ti!...
Siempre rodeadas de gente,
aturdidas con la algarabía que generan los niños, nuestra soledad interior se
desborda por la cocina inundando todos los espacios; nos cobijamos en nuestro
desamparo mientras nuestros sueños naufragan en ese mar de responsabilidades
sin fin.
La maldición que ha venido
rodando desde los tiempos bíblicos ¡parirás con dolor!, sigue sonando en
nuestros oídos… ¡vivirás con dolor!... a menos que nos atrevamos a apropiarnos
de nuestro destino a través de la palabra escrita.
MIS ESPACIOS.-
Como una concesión, por ser
una mujer que pasa de los 70 años, me he ganado el privilegio de tener, no uno,
sino tres espacios para mí.
1.- La mesa del antecomedor,
mientras espero que el arroz se seque o la válvula de la olla Express deje de
rumbear, escribo algo breve, leo algún cuento corto, o me solazo con la revista
cultural “El país semanal” ante la mirada indiferente de Calzeto, un pez beta
glotón y egocéntrico, que recorre sus dominios con un aire de suficiencia
insufrible; aclaro, el nombre se lo puso mi nieta Silvana.
2.- Un sillón Reposet
instalado junto a la ventana de mi recámara. Ahí leo por las mañanas (robando
una horita a las labores propias de mi sexo) libros que amo y que por su
volumen, no puedo leer por las noches recostada en mi cama, posición de mi
preferencia. Por esa ventana veo desfilar por la calle (que por cierto parece
del Siglo XVII) al Caballero de la
Triste Figura y su fiel escudero, o pasan vertiginosos los Bandidos de Río
Frío, capitaneados por el cruel Evaristo “el Tornero”.
3.- Mi estudio; en él está
la computadora, el archivo con los trabajos que he hecho hasta la fecha, los
que se han publicado o presentado en charlas. Yo llamo a esta habitación “El
monumento al Ego” pues en sus paredes he ido colgando reconocimientos,
diplomas, constancias de diplomados y talleres. En el muro contrario presiden
las fotografías de mi padre y de mi madre, a quienes pese al tiempo
transcurrido, a las fallas en que incurrieron (como todos los padres) profeso una honda ternura y absoluta
comprensión.
MI TIEMPO.-
Vivo sola, así que puedo
hacer de mi vida un papalote… en teoría, porque en la práctica, lo confieso soy
una maniática irredenta del orden, neurótica compulsiva de la limpieza. Por lo
antes revelado podrán comprender porque escogí como hora ideal para sentarme a
escribir las 4 o 5 de la mañana. Es hasta ahora, al estar escribiendo estas
líneas que con horror descubro que el motivo que me impulsa a hacerlo es porque
siento que con ese horario ¡NO ESTOY ROBANDO TIEMPO A MIS OBLIGACIONES! No es,
como suponía, por el silencio, la quietud y frescura de esa hora temprana, sino
porque en mi fuero interno, siento que si disfruto del inigualable placer de la
escritura, debe ser a una hora que no me impida cumplir con las cargas de
trabajo que mi carcelero interior me ha impuesto. Comprendo perfectamente que
si bajara un 50% a esta obsesión, si pudiera asesinar al cruel tirano que me
mantiene en perpetuo movimiento, lograría convertirme, quizá, en una mujer productiva
dentro de la Literatura y una madre y abuela reposada dispuesta al disfrute;
pero lo cierto es que no es así, la verdad es que vivo apremiadaen esta estéril
empresay pese a reconocerlo, continúo haciéndolo, dándome el lujo de amenizar
esta tortura voluntaria a que me someto, con música clásica mientras la llevo a
cabo. Una vez concluida la extenuante
jornada, pese al cansancio que me embarga, siento mi espíritu rebosante de una
modesta satisfacción al dejar vagar la mirada por mi hogar y constatar la
brillantez de los pisos, los encerados muebles y las húmedas hojas de mis
plantas en las macetas. Creo que cada vez me parezco más al “Principito” cuando
habitaba en aquel planeta diminuto y él, tratando de mantenerlo siempre
iluminado durante la breve noche, se la pasaba prendiendo y apagando el único
farol existente.
MI NOMBRE.-
El diccionario Larousse
dice: Agueda, Agatha o Gadea: virgen y mártir patrona de la Isla de Malta.
Me impusieron ese nombre por
deseo expreso de mi padre, ya que fue el que llevó su madre mientras vivió. No
obstante tener cuatro hijas de un matrimonio anterior y dos hermanas que me
antecedieron, nunca mencionó el deseo de
que alguna de ellas llevara ese nombre. Quizá por ser yo la última hija que él
tendría (tenía 52 años cuando yo nací) fui su hija más amada y la que llevó el nombre de la abuela.
Me
agrada mi nombre, su sonoridad, lo rotundo de su pronunciación; junto a mi
apellido, Délmar, les encuentro incluso musicalidad, ya que ambos tienen en su
composición únicamente vocales fuertes, constan del mismo número de letras y se
acentúan en la primera sílaba. Cuando me publicaron un libro de cuentos la
escritora Mónica Lavín me hizo el honor de prologarlo. Al margen de sus
comentarios sobre ellos, enfatizo…”Águeda Délmar, cuyo nombre me quisiera yo
robar para un personaje de novela…”
Puedo
visualizarlo en tonos fríos, como azul plúmbago, lila, púrpura y lo identifico
con una fresca y robusta mata dehortensias.
CARACTERISTICAS
FISICAS Y SENTIMIENTOS.-
YO
SOY.-
Una mujer de 79 años madre
de 3 hijos –dos mujeres y un hombre. A los 28 años quedé viuda. A partir de ese
momento he trabajado sin descanso, me he angustiado más de la cuenta y la
soledad ha sido mi compañera casi permanente. Esto ha propiciado que mi físico
esté más deteriorado de lo que debería, pero la vejez, así como limita nuestros
movimientos, nos obsequia con una hermosísima y plena indiferencia ante los
estragos superficiales que el tiempo nos inflinge. El llegar a los70 años
equivale a inmunizarse contra las críticas ajenas y propias. Cesa la angustia por
subir de peso o profundizarse las arrugas y el hecho de que nuestras manos y
rostro se vayan cubriendo de pigmentaciones oscurasdeja de ser una tragedia..
Se agudiza en cambio el placer de disfrutar de la naturaleza, la música, la
lectura, la compañía de personas inteligentes.
NO SOY.-
Amargada, resentida o
apática; el resultado de mi vida (quizá por ser muy benevolente conmigo misma)
no me parece del todo malo. Llego a esta edad sin envidia del bien ajeno, sin
rencores, sin odio; creo en la vida, construyo mis días con alegría, innovando
dentro de la monotonía cotidiana, algún cambio positivo que pueda proporcionar
alegría a los que me rodean y a mi misma.
ME DA MIEDO.-
… Muchas cosas, casi todo.
El hecho de haber perdido a mi padre cuando tenía yo 5 años de edad, por haberse arrebatado la
vida por propia mano, me quebró el espíritu por mitad. He vivido desde ese
momento, previendo tragedias, vaticinando catástrofes, temiendo la pérdida de
alguien amado en cualquier momento.
He dejado caer mi humanidad
a lo largo de mi existencia, en todos los divanes de psicoanalistas y
terapeutas que la vida me ha puesto enfrente, y logrado vivir hasta esta edad,
gracias a que nunca he soltado la Mano de Dios y jamás tomé ninguna de las
pastillas “amansalocos” que me recetaron.
ESPERO.-
Que cuando me llegue el
momento de partir, pueda hacerlo sin dar muchas molestias a mis hijos. Irme
apagando lentamente, como la luz en el atardecer, como las nubes cuando se
alejan después de la tormenta, tan quedamente como se deposita el rocío sobre
la tierra.
MI MUNDO ES.-
Sumamente entretenido y
luminoso. En la medida que envejezco, se
me multiplican los proyectos, me identifico más con las personas, crece en mí
el deseo de aprender cosas nuevas, de ayudar a los que me rodean, de disfrutar
lo que la vida me brinda.La percepción, la memoria, la energía, no siento que
hayan disminuido con el correr del tiempo, antes al contrario, creo que
aumentan. Sin embargo debo rendirme a la evidencia que el espejo me brinda cada
mañana, y aceptar de buen grado y con sentido de humor, los estragos que hace
ese personaje inoportuno que, guadaña al hombro, camina junto a nosotros desde
el momento en que nacemos. Sé que el tiempo se agota, pero les juro queridos
lectores, eso sí, que he deaprovechar cada minuto que esté en este mundo
aprendiendo de los que me rodean,
disfrutando con todos mis sentidos la maravillosa aventura del VIVIR.
El Mtro. Víctor Manuel Vásquez
Gándara Director del periódico “Tlanestl”, nos está brindando generosamente la
impartición de un Taller de Creación Literaria, en nuestra casa sede del Club
Escritoras de Xalapa A.C. Como parte fundamental de este taller está el
ejercicio cotidiano de escribir y de lo que logremos plasmar en nuestro
intento, remitir lo que creamos más logrado a la mencionada publicación.
Creo que como primera
aportación, debemos presentarnos al público lector y al equipo de trabajo que
labora en este rotativo, para que una vez concluido este trámite protocolario,
tengan una imagen aproximada de sus “nuevas colaboradoras temporales “.
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