Víctor Manuel Vásquez Gándara
Ha empezado a llover, en breve
el agua corre por la calle, su caída opaca el silencio dominguero. Yo camino en
alrededores de mi residencia hasta la colindancia con boscoso parque repleto de
Hayas evitando resbalar o pisar secas hojas alfombrando banqueta estrecha.
Otoño fresco en espera de luna
llena, la más espléndida de temporada. Grises nubarrones escapan sustituidos
por algodones blancos delineados en resplandor plateado. Tonalidades infinitas
del verde paisaje ilusión y esperanza se adueñan del alma.
Planeaba salir por el
periódico semanal, sorber una copa de vino, interpretar, comprender poesía
leída y escribir semblanza muy personal, no propia, de ser muy querido.
A cambio camino acompañado de
cientos de ideas bullendo en el cerebro, incansable, hiperactivo piensas: la
carne se marchita el cerebro desecha paradigmas. Aire frío, anuncia proximidad
a Todosantos, alienta, mueve y conmueve. Saldar cuentas pendientes o imaginar
realizar proyecto nuevo motiva esbozar sonrisa testificada por alambrada. El Todopoderoso
único dueño de la verdad sobre tu estado de ánimo alegre, esperanzador enmedio
de realidad social compleja, violenta, exasperante.
Un ron a la luz de la luna o
de mi compañera lámpara de buró, permeará celebración del finiquito. Escribiré
versos ideados entre párrafos de semblanza o insertaré estrofas musicales del
romanticismo ido. Iniciaré mañana semana. Renovados bríos son requeridos.
Gotas de agua escurren de interminables
follajes. Caen desde las alturas. Pequeñas ramas secas se esparcen adornando el
tapete de naturaleza a lo largo de la calle libre de autos aparcados
cotidianamente entre semana. La pesadumbre, intranquilidad quedaban atrás, un
respiro, todo pasa nada es permanente: felicidad y tristeza son como día y
noche, luz y sombra. La existencia, novela de final desconocido,
afortunadamente. Sueños, pretensiones, ideales mueven cada una de innumerables
neuronas, ejercitar cada musculo, levantarse, caminar y enfrentar, gozar,
disfrutar. Somos constante renacer.
Consciente de la vida porque:
creo en un artífice del universo, creo en el amor hacia todo y todo es todo,
creo en la mujer, en la justicia divina
y en la injusticia humana, creo en la solidaridad y en la ingratitud, en
la pasión y en la infidelidad, sin concordar y sin embargo existen.
Cubrir deudas, lluvia, verdor
o próxima luna llena no lo es todo, es gratitud a la vida, al destino al Gran
Constructor. Hay una presencia vigía en todo momento, en toda acción
personalizada regalándote una sonrisa, una mirada, su intimidad sin exigir
ninguna de tus promesas no solicitadas. Brillan miles de estrellas iluminando
tu andar y al cerrar los ojos el sonido del silencio conduce a pensamientos.
Miedo escapa, ahuyentado por ánimo, deseo de vivir, gratitud sin aspirar
inmortalidad, ésta reservada a los
dioses.
He sido privilegiado, surjo de
entorno intelectual restringido de hogar de valores firmes en honestidad,
respeto, hambre formándome en cimientos capaces de valorar en toda su dimensión
lo que gozo. Acepto: todo lo poseído ha sido recibido, iniciando con la vida,
conocimiento, placer. Saciar el deseo tiene un precio, todo en la existencia
tiene un precio. Aspirar al éxito es estar dispuesto a pagar su precio.
Beberé el ron en mi vaso
favorito: corto, fondo de cristal grueso, al calor de la lámpara, del Caminante
de Herman Hesse, instantes leyendo, otros más escribiendo. Evocaré imágenes de
quien amo profundamente agradeciendo su existencia, dulces miradas, bellas
sonrisas, hasta vencerme el sueño. Las horas de lluvia continúen rompiendo los
sonidos del silencio. Desearé vivir para complacer, elevando mi plegaria por el
placer de ser. El soplo divino ha permanecido, larga vida permitida por el
destino, satisfactoria ya expresado plenamente por Nervo: vida nada me debes,
vida estamos en paz.
¡Qué bella cada hoja, cada
tronco, cada raíz!, imposibles de creación humana ¿Un sueño, espejismo o
realmente se me concede el don de la admiración?
Atenas veracruzana octubre 16,
2016. 22:07
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