Semblanza de un Nuevo Jalapeño Ilustre.
Rafael
Mario Islas O.
Hablar en esta ocasión sobre un hombre con quien se comparten
lazos familiares, es un difícil aunque a la vez grato encargo. Difícil puesto
que se cae fácilmente en la tentación de exaltar sus méritos dejándose llevar
por el afecto, pero grato por cuanto puede ser ocasión para hablar del hombre
íntimo y de su entorno familiar. Por ello recurro a sus propias memorias que
aunque en el contexto total se refieren más a su vida profesional que a la
privada, ilustran de manera amena sus vivencias tempranas en la que seguramente,
en sus tiempos, era una placida capital provinciana. Escuchemos sus propias
palabras:
“Nací en la ciudad de Jalapa, capital del Estado de Veracruz,
el 10 de Agosto de 1927, en el número 8 de la calle de Zamora. Mis padres
fueron Mario Ojeda Ruvira, oriundo de Orizaba y Dolores Gómez Casauranc, de
Santiago Tuxtla. Mis abuelos fueron Sotero Ojeda, Francisca Ruvira, Pedro Gómez
y Dolores Casauranc. Sotero de Alvarado,
Francisca de Orizaba, Pedro de Santiago Tuxtla y Dolores de Minatitlán. Mis
padres tuvieron además de mí, a dos hijas un poco mayores que yo: Dolores
(Lolin) y Paz Alicia (Pacha).”
“Viví en ella (esta ciudad) hasta los diez años, cuando nos
mudamos a la Ciudad de México, por razones de trabajo de mi padre. Asistí a la
Escuela de Párvulos de las señoritas Ramos, como se llamaba entonces a la
preprimaria - No recuerdo si eran monjas o solamente muy católicas - y a la
Escuela Primaria Práctica para niños, anexa a la Escuela Normal del Estado, que
en aquel entonces se ubicaba en la calle de Zamora, frente a mi propia casa. El
nombre de mi escuela derivaba del hecho de que ahí practicaban los pasantes de
la Escuela Normal, antes de partir a sus destinos profesionales. Cuando llegué
a México mi nueva profesora se sorprendió –así se lo dijo a mi madre- de lo
adelantado de mis conocimientos. Digo esto en honor de mi antigua escuela.”
“De mi primera educación aún mantengo en mi memoria que
iniciábamos las clases con una o dos canciones, dependiendo del clima. Una era
una Oda a la Luz que se cantaba cuando hacía buen tiempo. La otra se iniciaba
cantando “Triste está el día, no brilla el sol” dado el clima de la ciudad de Xalapa,
casi siempre iniciábamos el día cantando la segunda.”
Si hubiera alguna duda sobre su condición de jalapeño, creo
que la cita anterior no deja lugar a duda como tampoco lo hacen las siguientes
palabras retomadas también de sus Memorias publicadas en 2013.
“Fui bautizado, creo yo más por tradición que por devoción.
Hice mi primera comunión en la trastienda de una botica, pues era la época del
cierre de las iglesias en el estado.” “Guardo recuerdos muy gratos de mi vida
de infancia en esta ciudad. Por ejemplo de las pambazadas en los alrededores de
Banderilla, las empinadas de papalote en las lomas del Estadio y de los viajes
en autovía a Coatepec, junto con mi madre, para visitar la tumba de mi abuela.
También visitábamos, en Coatepec, a una tía, cuyo esposo se dedicaba a
embotellar gaseosas de limón y de grosella, proceso que yo observaba fascinado
por largo rato. Mi madre solía llevarme también al mercado y premiaba mi
paciencia con visitas al puesto de Lolita “La Tamalera”. Recuerdo igualmente
con satisfacción las matinées del Cine-Salón Victoria, las tostadas de frijol
del Parque Juárez, los refrescos y pabellones de Doña Gloria, así como las
frutas (dulces) de las monjas. Queda en mi memoria igualmente el juego de “los encantados” en el Parque de los
Berros, o en la Rampa del Parque Juárez.”
“Con mi padre viajé por todo el Estado. El conocía a la
perfección las distintas regiones, pues desempeñó, por un buen tiempo, el cargo
de Presidente de la Junta Local de Caminos del Estado de Veracruz. Con él recorrí
las carreteras de terracería, las brechas y los caminos de herradura. También
viajé con él por las playas y lo que más me emocionaba era cruzar los ríos en
automóvil, pues ello estaba siempre lleno de peripecias y muchas veces nos
veíamos obligados a pernoctar en el lugar del incidente. Recuerdo también, pero
con tristeza, que el Estado en aquel entonces estaba cubierto, en su mayor
parte, por bosques de altura y selvas tropicales. Durante estos viajes conocí
la música folklórica de nuestro Estado: los sones de la Huasteca y los sones
jarochos de la región de Sotavento. Vi bailar el danzón en el Club Villa del
Mar, del puerto de Veracruz y zapatear sones en Tlacotalpan y en Pánuco.
Navegué por el Papaloapan en la “Santa Bárbara” y viajé en el “Huatusquito”
entre Córdoba y Coscomatepec.”
Nos comparte también Mario un pasaje que refleja la época y
los valores de la gente, cuando conoció la ciudad de México en un viaje
realizado en 1933, con sus padres y hermanas en el FFCC Interoceánico, que
saliendo de Veracruz pasaba a Xalapa a las 11 de la noche, por lo que abordaban
el vagón dormitorio, donde fue ayudado a subir medio dormido por don Liborio,
un cargador de número al que llegaron a tener tanta confianza que hasta envíos
de dinero en efectivo llegaron a mandar con él.
Más adelante continúa relatando Mario su educación en tiempos
de la educación socialista del Gob. Tejeda en Xalapa, donde aprendió a cantar
“La Internacional” y el “Himno del Agrarista” lo que contrastaría más adelante
cuando al proseguir estudios en la ciudad de México, y terminada la educación
socialista, soplaban vientos de guerra contra el Eje, entonces aprendió en la
secundaria a cantar el himno América Unida y el Cantar del Regimiento,
contribución de Agustín Lara a panamericanismo.
Cabe mencionar aquí que su padre para 1934 se había iniciado
en la política como diputado local por el distrito de Paso del Macho, y fungió
como Presidente de la Legislatura durante la Gubernatura de Gonzalo Vásquez
Vela, quien lo invitó a colaborar en la Secretaría de Educación en la Ciudad de
México, lo que obligó a la familia a mudarse a esa, y fue así que un buen día como él nos dice se convirtió en chilango. Pues aprendió que debía comportarse
y hablar como tal, ya que había tenido un pleito con otro compañero que se
burló de él al pasar al pizarrón y referirse a la falta de “yeso” en lugar del
“Gis” lo que causó la risa del salón entero.
Compara también en esta etapa las diferencias entre su
escuela en Xalapa y la de México, considerando que la recibida en Xalapa, era
más dogmática por ser herencia de la gubernatura de Adalberto Tejeda, mientras
que en la ciudad de México la enseñanza era más abierta con orientación hacia
la izquierda revolucionaria, y aclara, hacia la izquierda de la Revolución mexicana,
no la bolchevique, una educación que ponía el énfasis en la justicia social, el
indigenismo, el agrarismo, el laicismo y el nacionalismo.
Relata también Mario su experiencia en 1937 como escolar, al
ir a recibir en la Estación Colonia a un grupo de niños españoles migrantes,
provenientes de Veracruz, que luego serían conocidos como los Niños de Morelia
y más tarde en 1938 acudir al Palacio de Bellas Artes a depositar un donativo
para contribuir a pago de la deuda por la expropiación petrolera, tempranas
experiencias como testigo de la Historia.
Hasta aquí podrían cerrarse los recuerdos de su formación
provinciana. Ante la temprana muerte de su padre en 1939 cuando contaba solo 12
años de edad, la familia tuvo que permanecer en México y continuó su educación
secundaria en esa ciudad, aunque regresaría brevemente a cursar un año de
preparatoria en Orizaba. Pero sus raíces veracruzanas permanecieron
indudablemente a través de su peregrinar académico nacional e internacional,
constituyéndose indudablemente en un referente tanto en su entorno familiar
como en su vida profesional.
En ocasión de la entrega del Reconocimiento como ciudadano
jalapeño distinguido, el 12 de agosto de 1994. También nos relata Mario Ojeda lo
siguiente:
“De mi padre heredé
una joya bibliográfica: la Carta Geográfica del Estado soberano de
Veracruz-Llave, elaborado por la Comisión Geográfico/Exploradora en 1905. En
este Atlas se da noticia en detalle de montañas y litorales, de ríos y lagunas.
Y se da cuenta también de asentamientos humanos, de ferrocarriles y de caminos.
Entre estos últimos destacan, por la acuciosidad de su presentación, los
caminos de herradura. Este Atlas tiene para mí un gran valor afectivo. Sin
embargo, al saber del proyecto que se tiene en Xalapa de restaurar algunos de
los caminos de herradura en los alrededores de la ciudad para el esparcimiento
de su población y el conocimiento de su pasado histórico, caí en cuenta que en
realidad este Atlas debe formar parte del patrimonio de la comunidad
veracruzana.” Es por ello que decidió
donarlo al Instituto de Ecología, y a partir desde esa fecha quedó el
mencionado Atlas al servicio de los investigadores del Instituto y a la
disposición de la comunidad veracruzana.
En sus memorias, que como ya se ha dicho, son más de su vida
profesional que de su vida privada, relata no obstante, otros pasajes íntimos y
anecdóticos como cuando conoció a Tilda Revah, siendo aún estudiante de
Ciencias Políticas y Sociales, con quien se casaría más adelante y con quien
tuvo a sus cuatro hijos: Paloma, Lina, Mario y Diana, tres de los cuales se
encuentran aquí presentes acompañando a su esposa. No cabe duda que a través de
los años el apoyo de Tilda también fue determinante en su vida profesional. Con ellos compartimos en muchas ocasiones ya
fuera en Veracruz, Xalapa, Orizaba o en el D.F. las tradicionales reuniones
familiares, navidades, bodas y otros acontecimientos más en las que Mario nos
convocaba y en donde con su sencillez, buen humor e ironía jarocha, encabezaba
como gentil anfitrión, al reunir a la familia extendida, siguiendo los pasos de
nuestros “Mayores” que así lo habían hecho también, en épocas pasadas.
Para concluir quiero reiterar que Mario Ojeda Gómez fue un
hombre comprometido con su vocación de formador de diversas generaciones de
analistas, investigadores y funcionarios públicos. Egresado de la Universidad
Nacional Autónoma de México y de la Universidad de Harvard, Profesor emérito de
El Colegio de México, y también Presidente del propio Colegio, de 1985 a 1995.
Institución en la que fue miembro fundador del Centro de Estudios
Internacionales. Catedrático y profesor visitante en instituciones como la
Universidad Nacional Autónoma de México, la Brookings Institution, el Royal
Institute of International Affairs y el Instituto Ortega y Gasset. Reconocido
internacionalista y académico quien fue honrado como Representante Permanente
de México ante la UNESCO de 1995 a 1998. Su obra ha sido calificada por
diversos analistas e instituciones como fundamental en el análisis y la
valoración de la política exterior y la historia de las relaciones
internacionales de México. Destacando su libro: Alcances y Límites de la
Política Exterior de México en 1976, reeditado en cinco ocasiones. Así como,
entre otros de sus trabajos clave: Las relaciones de México con los países de
América Central (1985), México: el surgimiento de una política exterior activa
(1986), México antes y después de la alternancia política; un testimonio
(2004), (que presentó por invitación de la U.V. en Xalapa.) Retrospección de
Contadora: los esfuerzos de México para la paz en Centroamérica, 1983-1985
(2007), y México y Cuba revolucionaria/Cincuenta años de relación (2008).
“Memorias” Edición de autor publicadas en 2013; y el recientemente reeditado y
publicado este año de 2015 por el Colegio de la Frontera Norte “La
protección de los Trabajadores
Migrantes” Además de estos doce libros, su obra escrita añade innumerables
artículos de tipo académico entre revistas científicas y especializadas, y de
divulgación, capítulos de libros, reseñas, prólogos y comentarios. Fue también
miembro de varios consejos de redacción
nacionales e internacionales y miembro de varias juntas de gobierno y
consejos directivos como El Colegio de Sonora, El Colegio de la Frontera Norte,
El Colegio de Michoacan, El Fondo de cultura Económica, el Patronato de la
Fundación Ortega y Gasset de Madrid y la Casa de México de la Ciudad
Universitaria de París, entre otros menesteres.
Recibió
en vida diversos honores y reconocimientos tanto nacionales como
internacionales. A su fallecimiento, destacado ampliamente en la prensa
nacional le han rendido diversos homenajes Instituciones tales como el propio
Colegio de México, que además ha instituido la cátedra Mario Ojeda; la
Universidad de California en San Diego UCSD, el Instituto de Estudios
Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá; El Colegio de la Frontera
Norte; La facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. La Secretaría
de Relaciones Exteriores de México. Así mismo escribieron y publicaron diversos
artículos en la prensa nacional sobre su vida y obra investigadores e intelectuales
como: Soledad Loaeza Lorenzo Meyer, Fernando Serrano Migallón, Porfirio Muñoz
Ledo, Adolfo Castañon, Fernando Castañeda, Javier Garciadiego, Leticia
Martínez, Ricardo Pozas Horcasitas, Olga Pellicer, Silvia Giorguli, Javier
García Galiano, Jorge Bustamante, Eliseo Mendoza Berrueto, entre muchos otros.
Hoy se suma a estos homenajes el Colegio de Veracruz y La Universidad
Veracruzana a través de la Dirección General de Relaciones Internacionales. La
Academia Mexicana de la Educación, Sección Xalapa ha propuesto se coloque una
placa en la Casa en que nació. Reconociendo los valores que con su vida y obra
dieron sentido al papel de México en sus relaciones con otros países y sus
repercusiones internas.
Con seguridad hoy escucharemos de la palabra de quienes
compartieron su vida profesional como colegas en el Colegio de México, el Dr.
Francisco Gil Villegas, y el Dr. Gustavo Vega Canovas, otros aspectos
destacados de su fructífera vida.
Estos son a grandes rasgos algunos de los pasajes familiares
y otros que entresacados de sus memorias describen algunos momentos de la vida
del Profesor, investigador y diplomático Mario Ojeda Gómez. Memorias que
escribo nos dice “no porque me considere un gran hombre, lo hago para tener la
oportunidad de aclarar, particularmente a mis hijos y a mis nietos muchas
decisiones y acciones que tomé en la vida y que en su momento no tuvieron una
explicación clara.” Añadiendo más adelante “mi verdad por ser mía no es menos
cierta que las otras verdades.
A nombre de la familia reitero el agradecimiento por este
reconocimiento al que nos sumamos cordialmente. Al Colegio de Veracruz
representado por su Director General Mtro. Eugenio A. Vásquez Muñoz, A la
Universidad Veracruzana a través de su Rectora la Dra. Sara Ladrón de Guevara,
y particularmente al apoyo del Dr. Ricardo Corzo Ramírez, y el Dr. Daniel
Romero del Programa de Estudios sobre América del Norte. Por este homenaje.
Bibliografía:
Ojeda Gómez Mario “Memorias” Edición de Autor. México 2013
Ojeda Gómez Mario. Discurso pronunciado en ocasión de la
entrega del Reconocimiento como ciudadano jalapeño distinguido, el 12 de agosto
de 1994, en el cabildo del Ayuntamiento de Xalapa.
Islas Ojeda Rafael Mario. Nuevos Xalapeños Ilustres. Artículos
publicados en Diario de Xalapa (3 de enero de 2013) y Tlanestli. 11/nov/2014
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