: Dinora
LucieneBlásquez Morales
Así reza el epitafio queel Mtro. Alberto C. Ruiz Quiroz dejó
escrito en el lugar que ahora guarda sus restos:
“PADRE:
Me
hiciste para ti, sólo de eso estuve seguro en este peregrinar, ¡oh DIOS!no pude verte con claridad,
por eso anduvo siempre inquieto mi corazón, hasta que ahora descansa en ti,
espero la segunda venida de tu Hijo
para que, entonces, me haga adorarte plenamente, en paz.
ARQ”
Maestro
incansable, inteligente, exigente y siempre activo. Quienes lo conocimos y
trabajamos de cerca con él coincidimos en su gran temperamento para el trabajo,
en su amabilidad para el trato con las personas, pero también en su exigencia
por un trabajo responsable, bien hecho, a tiempo. En busca de nuevos proyectos,
participó en la creación de un gran subsistema educativo al que le dio gran
parte de su vida: el TEBA
Proyecto
que tenía en sus manos lo hacía crecer, lo consolidaba, así pasó cuando fue
Presidente de la Academia Mexicana de la Educación Sección Veracruz, cuando fue
Director de la Facultad de Filosofía, como Presidente de la Red Nacional de
Escuelas y Facultades de Filosofía, Letras y Humanidades, así como de la COEPES
y muchos otros trabajos que realizó a lo largo de su vida.
Querido
por muchos, porque tendió la mano a quien lo necesitaba: amigos, colaboradores,
conocidos y no conocidos, alumnos, etc. Pero su exigencia, tenacidad,
perseverancia logró que otros no lo vieran con buenos ojos, sin embargo siempre
salió avante, hablan más sus aciertos que sus desaciertos, porque también los
tuvo, como ser humano que era. Creo que de allí surgen las palabras de su
epitafio, él se conocía bien.
Hoy
descansa, después de dejar todo arreglado, no quisoque la muerte lo
sorprendiera, casi todo lo previó, y aunque la enfermedad, desde mi punto de
vista, sí lo sorprendió, dejó todo organizado. Concluyó lo que tenía que
concluir y dejó encargado lo que ya no podría hacer. Cerró cada uno de los
círculos de amigos y de trabajo de los que formaba parte, tuvo tiempo (o se lo
dio) para despedirse de sus amigos, como siempre, le gustaba que todo estuviera
listo, previsto, organizado, sólo lo que escapaba de sus manos sería lo
imprevisto.
Ya
algunos de sus amigos nos han hablado de sus logros académicos, de sus grandes
virtudes, de su fe inquebrantable, que lo hizo ser fuerte y ofrecer por los
demás su enfermedad.
Yo
sólo quiero recordar al maestro que me formó, con sus enseñanzas aprendí la
importante que es el trabajo, la responsabilidad que ello implica, el dar lo
mejor de nosotros en la que hagamos, incluyendo nuestra vida personal y de conservar a los
amigos, de fortalecer grupos en correspondencia mutua.
Como
poder olvidar sus dichos, sus chistes, sus comparaciones, siempre tenía algo
que decir, para amenizar una reunión, un trabajo.
Se
nos fue una gran amigo, un excelente Jefe, un gran formador, lo echamos mucho de menos, siempre estaba presente cuando
requeríamos de un consejo, de una orientación, ahora, antes de tomar una
decisión, de dar una opinión, de iniciar un nuevo camino, pensaremos en lo que
él nos diría.
Siempre
permanecerá en nuestros corazones, en nuestras mentes. Nos dejó su “Santo del
Nogal” para cantarlo cada viernes en la bohemia.
Su
ausencia es temporal, en algún momento volveremos a vernos.
Gracias
por sus enseñanzas. Descanse en paz.
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