Gilberto
Nieto Aguilar
La Propuesta
Curricular 2016 causará controversias y opiniones diversas, contradictorias o
complementarias. Es obvio ante un documento tan importante. Para enriquecer el
criterio personal, sobre todo si hay que trabajar con el documento, conviene leerlo
primero y después consultar distintas fuentes académicaspara comparar los
criterios, aun cuando probablemente no coincidan los puntos de vista. En la variedad
está la riqueza para aquél que investiga.
El maestro
frente a grupo debiera ser el centro de las teorías y recomendaciones de la Propuesta, ya que es el verdadero
artífice del proceso educativo, el último de la cadena de mando, un punto en el
organigrama burocrático, pero el más importante para alcanzar los aprendizajes
de los alumnos. El director organiza la escuela y el supervisor acompaña y da
seguimiento a las acciones de mejora, pero el trabajo del maestro es la clave
para mejorar la calidad de la enseñanza y, sobre todo, lograr los aprendizajes.
Los padres son
otra parte fundamental en el desarrollo de la familia yla sociedadque incide en
el carácter de los menores, por lo que debieran contemplarse acciones que vayan
más allá de ser los simples proveedores y receptores de quejas. La función
fiscalizadora no les viene bien (Acuerdos 716 y 02/05/16) porque entonces queda
de lado lo primordial, lo valioso, lo fundamental: la crianza y educación en el
hogar. Los errores que no se reconocen se reciclan, se amplían, nos ahogan.
Tenemos que
reconocer que somos un pueblo inculto, que desprecia el noble acto de leer y de
saborear espacios culturales y artísticos de sana recreación, o de cualquier
índole que enaltezca los sentidos y eleve la percepción emotiva. Somos
multiculturales, no interculturales, y por eso convivimos a duras penas en la
diversidad y la tolerancia.
Resulta muy interesante resaltar que
uno de los ataques reiterativos a la Reforma Educativa 2013 se basó en la
“ausencia” de reforma curricular. Me intriga que esto mismo lo afirmaron
intelectuales, investigadores, académicos y pedagogos, pero nadie quiso
recordar la Reforma 2011. En ese momento crucial cabía alguna reflexión sobre
la trascendencia educativa y social de las reformas curriculares de 1993 a
2011, cuando menos.
¿Cómo han impactado a la sociedad? ¿En
qué han mejorado el perfil de egreso del estudiante de educación básica? ¿Qué
tanto han influido en la práctica docente de los últimos 23 años? ¿Cambiaron en
algo la cultura escolar? Creo que estas preguntas eran más apremiantes que la
crítica por el simple afán de criticar, entendiendo que la reforma 2013 iba en
otro sentido y que apenas dos años antes (2011) se emitió el Plan y programas
de estudio para toda la educación básica.
Resulta obvio
que no existía la conciencia de que la reforma 2013 estaba ya en el papel pero
sin publicarse; que estaba en los documentos de grupos jurídicos y académicos
que la trabajaron a instancias internacionales y que sólo faltaba el “pagano”
(DRAE: personaquepaga
lascuentasolasculpasajenas) que comprometiera su nombre y su prestigio
para hacerla realidad.
Es innegable que México necesita una
reforma real en materia educativa. La Propuesta
sugiere: «El currículo ha de responder a un análisis acerca de la función que
cumple la educación en la sociedad. Asimismo, ha de atender a las
recomendaciones derivadas de la pedagogía, las cuales establecen la importancia
de focalizar la enseñanza en aprendizajes clave, en no demeritar lo
fundamental, que es desarrollar las habilidades cognitivas superiores, como el
pensamiento crítico, en aras de abarcar muchos temas» (p. 20).
La Propuesta asegura que es humanista,
inclusiva y democrática. Afirma que la Educación Obligatoria requiere
reformarse porque, según criterios nacionales e internacionales, los
aprendizajes de los alumnos son deficientes; y porque sus prácticas no cumplen
con las necesidades de formación de los niños y jóvenes que exige la sociedad
actual. El documento cita las fuentes que apoyan este argumento (p. 15).
Tradicionalmente
el currículo se ha concebido más desde la lógica interna de las asignaturas
académicas, sin duda importantes, pero dejando de lado las necesidades de aprendizajes
para la formación de los educandos y para el logro de un desarrollo armónico
como señala el artículo tercero constitucional en su segundo párrafo (p. 16). Desde
1993 hemos venido escuchando reiterativamente que el currículo resulta muy
extenso y por lo tanto no es factible profundizar en el desarrollo de las
habilidades básicas. Entonces,… ¿Por qué no hemos podido corregir el rumbo desde
entonces?
Dice la Propuesta que el enfoque en temas académicos deja de lado otros aspectos
fundamentales del desarrollo personal y social. Acepta que no brinda a las
escuelas espacios locales de decisión sobre el currículo (Ojo: esto es muy
importante). El objetivo general de la educación es que los alumnos reciban los
aprendizajes y conocimientos significativos, relevantes y útiles para la vida,
sin perder de vista que el conocimiento aumenta y cambia a gran velocidad (pp.
16-17).
El currículo
ha de responder a un análisis acerca de la función que cumple la educación en
la sociedad. Por ello es que los contenidos de la educación obligatoria son
tema de debate permanente en todos los países. ¿Qué se debe enseñar? ¿Qué es
lo prioritario? ¿Para qué? y ¿Para quién? son preguntas que admiten variadas
respuestas (p. 20). Desde hace años en México se discute la facultad del Estado
para emitir los Planes de estudio y programas educativos y hoy se abrenespacios
para la revisión de la Propuesta.
La Propuesta
asevera que «Una competencia clave que estructura a otras es “aprender a
aprender”, que significa aprender a pensar, a cuestionarse acerca de los
diversos fenómenos, sus causas y consecuencias, a controlar los procesos
personales de aprendizaje, así como a valorar que dicha competencia se
construye en la interacción con otros» (p. 22).
De igual
importancia son las competencias “aprender a ser” y “aprender a convivir”, que
implican el desarrollo de las habilidades socioemocionales de los niños y los
adolescentes (p. 23). Sin embargo, sin explicación pedagógica, “aprender a
hacer” la deja para Educación Media superior (¿Será por las asignaturas
tecnológicas?). Se trata de fines que no habían sido
explícitos para la escuela mexicana desde que Jacques Delors encabezara el
Informe a la Unesco en 1996 y reuniera los cuatro pilares en “La educación encierra un tesoro”.
Seguramente lo
más relevantes es el cuestionamiento directo al enfoque conductista, dominante
durante todo el siglo pasado en la educación mexicana, y a su visión pasiva de la
adquisición del conocimiento. Señala como prioridad el «advenimiento de
la psicología cognitiva, que destaca la actividad del aprendiz en el proceso de
construir conocimiento. También surgió la mirada constructivista que planteó la
necesidad de explorar nuevas formas de enseñanza que no siempre se han visto
reflejadas en las aulas» (p. 30).
¿Para qué se
aprende? ¿Cómo y con quién se aprende? ¿Qué se aprende? (p. 35-36). Estas
preguntas son una guía para seleccionar los contenidos del currículo, pero las
respuestas no son fáciles, pues se deben privilegiar los contenidos que
propicien aprendizajes relevantes y duraderos –dice la Propuesta–, que permitan a los alumnos no sólo saber y pensar
acerca de ese contenido, sino que además sean la llave que abra el pensamiento
a otros conocimientos para resolver problemas, sopesar opciones, tomar
decisiones y ayudar a comprender mejor el mundo (p. 55-56).
Otra
conclusión muy importante es lograr un conocimiento que nos permita aprender
acerca de cómo aprendemos. Ese saber (al que se le llama “metacognición”)
permite a los alumnos comprender que pueden aprender de muchas formas y hacer
consciente en ellos tales procesos para que tengan un mayor control sobre las
formas de cómo aprenden (p. 57).
gilnieto2012@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario