martes, 11 de octubre de 2016

Apuntes sencillos sobrela Propuesta Curricular 2016



Gilberto Nieto Aguilar
La Propuesta Curricular 2016 causará controversias y opiniones diversas, contradictorias o complementarias. Es obvio ante un documento tan importante. Para enriquecer el criterio personal, sobre todo si hay que trabajar con el documento, conviene leerlo primero y después consultar distintas fuentes académicaspara comparar los criterios, aun cuando probablemente no coincidan los puntos de vista. En la variedad está la riqueza para aquél que investiga.
El maestro frente a grupo debiera ser el centro de las teorías y recomendaciones de la Propuesta, ya que es el verdadero artífice del proceso educativo, el último de la cadena de mando, un punto en el organigrama burocrático, pero el más importante para alcanzar los aprendizajes de los alumnos. El director organiza la escuela y el supervisor acompaña y da seguimiento a las acciones de mejora, pero el trabajo del maestro es la clave para mejorar la calidad de la enseñanza y, sobre todo, lograr los aprendizajes.
Los padres son otra parte fundamental en el desarrollo de la familia yla sociedadque incide en el carácter de los menores, por lo que debieran contemplarse acciones que vayan más allá de ser los simples proveedores y receptores de quejas. La función fiscalizadora no les viene bien (Acuerdos 716 y 02/05/16) porque entonces queda de lado lo primordial, lo valioso, lo fundamental: la crianza y educación en el hogar. Los errores que no se reconocen se reciclan, se amplían, nos ahogan.
Tenemos que reconocer que somos un pueblo inculto, que desprecia el noble acto de leer y de saborear espacios culturales y artísticos de sana recreación, o de cualquier índole que enaltezca los sentidos y eleve la percepción emotiva. Somos multiculturales, no interculturales, y por eso convivimos a duras penas en la diversidad y la tolerancia.
Resulta muy interesante resaltar que uno de los ataques reiterativos a la Reforma Educativa 2013 se basó en la “ausencia” de reforma curricular. Me intriga que esto mismo lo afirmaron intelectuales, investigadores, académicos y pedagogos, pero nadie quiso recordar la Reforma 2011. En ese momento crucial cabía alguna reflexión sobre la trascendencia educativa y social de las reformas curriculares de 1993 a 2011, cuando menos.
¿Cómo han impactado a la sociedad? ¿En qué han mejorado el perfil de egreso del estudiante de educación básica? ¿Qué tanto han influido en la práctica docente de los últimos 23 años? ¿Cambiaron en algo la cultura escolar? Creo que estas preguntas eran más apremiantes que la crítica por el simple afán de criticar, entendiendo que la reforma 2013 iba en otro sentido y que apenas dos años antes (2011) se emitió el Plan y programas de estudio para toda la educación básica.
Resulta obvio que no existía la conciencia de que la reforma 2013 estaba ya en el papel pero sin publicarse; que estaba en los documentos de grupos jurídicos y académicos que la trabajaron a instancias internacionales y que sólo faltaba el “pagano” (DRAE: personaquepaga lascuentasolasculpasajenas) que comprometiera su nombre y su prestigio para hacerla realidad.
Es innegable que México necesita una reforma real en materia educativa. La Propuesta sugiere: «El currículo ha de responder a un análisis acerca de la función que cumple la educación en la sociedad. Asimismo, ha de atender a las recomendaciones derivadas de la pedagogía, las cuales establecen la importancia de focalizar la enseñanza en aprendizajes clave, en no demeritar lo fundamental, que es desarrollar las habilidades cognitivas superiores, como el pensamiento crítico, en aras de abarcar muchos temas» (p. 20).
La Propuesta asegura que es humanista, inclusiva y democrática. Afirma que la Educación Obligatoria requiere reformarse porque, según criterios nacionales e internacionales, los aprendizajes de los alumnos son deficientes; y porque sus prácticas no cumplen con las necesidades de formación de los niños y jóvenes que exige la sociedad actual. El documento cita las fuentes que apoyan este argumento (p. 15).
Tradicionalmente el currículo se ha concebido más desde la lógica interna de las asignaturas académicas, sin duda importantes, pero dejando de lado las necesidades de aprendizajes para la formación de los educandos y para el logro de un desarrollo armónico como señala el artículo tercero constitucional en su segundo párrafo (p. 16). Desde 1993 hemos venido escuchando reiterativamente que el currículo resulta muy extenso y por lo tanto no es factible profundizar en el desarrollo de las habilidades básicas. Entonces,… ¿Por qué no hemos podido corregir el rumbo desde entonces? 
Dice la Propuesta que el enfoque en temas académicos deja de lado otros aspectos fundamentales del desarrollo personal y social. Acepta que no brinda a las escuelas espacios locales de decisión sobre el currículo (Ojo: esto es muy importante). El objetivo general de la educación es que los alumnos reciban los aprendizajes y conocimientos significativos, relevantes y útiles para la vida, sin perder de vista que el conocimiento aumenta y cambia a gran velocidad (pp. 16-17).
El currículo ha de responder a un análisis acerca de la función que cumple la educación en la sociedad. Por ello es que los contenidos de la educación obligatoria son tema de debate permanente en todos los países. ¿Qué se debe enseñar? ¿Qué es lo prioritario? ¿Para qué? y ¿Para quién? son preguntas que admiten variadas respuestas (p. 20). Desde hace años en México se discute la facultad del Estado para emitir los Planes de estudio y programas educativos y hoy se abrenespacios para la revisión de la Propuesta.
La Propuesta asevera que «Una competencia clave que estructura a otras es “aprender a aprender”, que significa aprender a pensar, a cuestionarse acerca de los diversos fenómenos, sus causas y consecuencias, a controlar los procesos personales de aprendizaje, así como a valorar que dicha competencia se construye en la interacción con otros» (p. 22).
De igual importancia son las competencias “aprender a ser” y “aprender a convivir”, que implican el desarrollo de las habilidades socioemocionales de los niños y los adolescentes (p. 23). Sin embargo, sin explicación pedagógica, “aprender a hacer” la deja para Educación Media superior (¿Será por las asignaturas tecnológicas?). Se trata de fines que no habían sido explícitos para la escuela mexicana desde que Jacques Delors encabezara el Informe a la Unesco en 1996 y reuniera los cuatro pilares en “La educación encierra un tesoro”.
Seguramente lo más relevantes es el cuestionamiento directo al enfoque conductista, dominante durante todo el siglo pasado en la educación mexicana, y a su visión pasiva de la adquisición del conocimiento. Señala como prioridad el «advenimiento de la psicología cognitiva, que destaca la actividad del aprendiz en el proceso de construir conocimiento. También surgió la mirada constructivista que planteó la necesidad de explorar nuevas formas de enseñanza que no siempre se han visto reflejadas en las aulas» (p. 30).
¿Para qué se aprende? ¿Cómo y con quién se aprende? ¿Qué se aprende? (p. 35-36). Estas preguntas son una guía para seleccionar los contenidos del currículo, pero las respuestas no son fáciles, pues se deben privilegiar los contenidos que propicien aprendizajes relevantes y duraderos –dice la Propuesta–, que permitan a los alumnos no sólo saber y pensar acerca de ese contenido, sino que además sean la llave que abra el pensamiento a otros conocimientos para resolver problemas, sopesar opciones, tomar decisiones y ayudar a comprender mejor el mundo (p. 55-56).
Otra conclusión muy importante es lograr un conocimiento que nos permita aprender acerca de cómo aprendemos. Ese saber (al que se le llama “metacognición”) permite a los alumnos comprender que pueden aprender de muchas formas y hacer consciente en ellos tales procesos para que tengan un mayor control sobre las formas de cómo aprenden (p. 57).
gilnieto2012@gmail.com

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