Años Después de la FDA
LoboCarpintero Navidad
Introducción por Christian W. Pickup
Por Si eres aficionado de la pipa o el puro, seguramente has
escuchado quejas sobre la FDA (Food and Drug Administration) en los Estados
Unidos, y su nuevo reglamento que en efecto es un ataque fuerte contra el puro,
la pipa, y los que disfrutan el arte del buen fumar. En ello vemos como los
lobbyistas anti-tabaco están sin sentido, sin razón, y están buscando controlar
las vidas de los fumadores.
La FDA ha decido matar la industria tabacalera en los EUA,
que directamente emplea 50 000 produciendo tabaco en aquel país. En América
Latina, la industria del puro emplea mas de 500 000 personas. Muchos van a
perder sus trabajos con esta nueva ley. Muchas tabaquerías van a tener que
cerrar sus puertas, y la industria tabacalera sufrirá aún más. El
prohibicionismo gringo, que primero atacó al alcohol, y luego las drogas, ahora
viene por el tabaco. El nana-estado trata de dictar a la gente decente y
honesta como vivir y disfrutar sus vidas.
Y esto si nos va a afectar aquí en México. Los grandes
productores de puros exportan mucho producto a los EUA, y es dudable que ellos
van a poder cumplir con los requisitos de la nueva ley. Muchas de las mezclas
de tabaco para pipa que fumamos en México contienen tabaco importado desde los
EUA, of de otras regiones vía los EUA. Si, lo vamos a sentir aquí en México, y
si las demandas que han sido armadas en contra de la nueva ley no tienen exito,
seguramente tenemos que esperar unas generaciones para quitar o poner de
reversa la nueva ley del FDA, que empezó el 8 de Agosto de 2016, una fecha
conocida dentro la comunidad de aficionados como el día del tabacapocalipsis.
Nuestro amigo, pipafumador, artesano, y maestro de pipas,
LoboCarpintero Navidad, meditando en el futuro difícil de la pipa, escribió
este relato breve: AÑOS DESPUÉS DE LA FDA
Es el año 2086, estoy muy contento celebro mi cumpleaños
No.7 (lo sé, ya soy grande) Todos vinieron a la fiesta en el jardín menos el
abuelo, dejaron rebosante la mesa de regalos ¡Qué bien! pero me faltaron las
divertidas historias de… No puede ser, si es él ¡Ahí viene! ¡Abuelo, que bueno
que llegaste!
¿Qué me trajiste? ¿A dónde vamos? ¿Por qué no dices nada?
Caminamos en silencio atravesando el suave pasto,
alejándonos del bullicio y los sonrientes payasos. Me miro un instante antes de
cambiar de mano el bastón y tocar el bolsillo de su chaqueta con una torva
mirada.
El corazón me dio un vuelco. Empecé a brincar a su alrededor
con un regusto anticipado. Los caramelos que solía traer siempre eran
deliciosos.
Llegando a la orilla del lago me apuré a tomar mi lugar bajo
la sombra de nuestro árbol favorito notando que las cuerdas del columpio se
veían gastadas. No pude reprimir tocarlas; suaves como siempre.
Esperaba el armónico vaivén que me daban fuertes manos y esas
palabras que acompañaban la brisa en mi rostro.
No pasó.
Con la mirada busqué al hombre atemporal que conocía todos
mis secretos. Se acomodaba plácidamente descalzando pies que habían recorrido
el mundo entero (seguramente) Me arrellané a su lado y esperé.
Sin pronunciar palabra sacó el tesoro de su bolsillo, pero
no eran dulces. Un objeto redondo de madera se descubrió ante mis asombrados
ojos. Jamás había visto nada parecido. Llenó, con calma su cavidad con unas
hebras marrón que desprendían aromas de nuez, chocolate y algo que me recordó
las fogatas de mis campamentos.
Encendió una cerilla y acercó la flama a lo que mi padre
tiempo después llamó pipa. Bocanadas de humo blanco y denso aparecieron.
La mirada perdida en el infinito de mi abuelo parecía contener
toda la sabiduría. El sol acarició sus mejillas y el trinar de los gorriones se
escuchaba cuando cerró los ojos a una ensoñación de la que no despertó jamás.
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