Alberto Rafael León Ramos
Un tema que preocupa actualmente, no sólo a la sociedad sino también al Estado mexicano
es el de educar en valores. Mucho se habla de ello en los planes y programas de
estudios, las reformas en ese sentido han llegado para tratar de enseñar
valores en las escuelas, pero el tópico se vuelve confuso y surgen varias preguntas. ¿Qué es la
educación? ¿Qué son los valores? Es aquí cuando el tema da paso a la reflexión.
Por ello aquí trataré de barruntar una somera respuesta ante dichas cuitas, de
una manera diferente.
Educación
Para poder dar una respuesta, primero hay que
definir los dos conceptos centrales: educación y valores. Educación es un término que puede llegar a confundir, porque se puede
tomar como aquella instrucción recibida en el ámbito escolar impartida por un
maestro, también se puede pensar que sea aquella dada en la familia, y por último
se puede pensar que sea aquella adquirida en el ámbito social donde se desenvuelva
la sustantividad humana. ¿Cuándo se
habla de educación a cuál de estas tres se refiere? La respuesta a la pregunta es la siguiente:
al decir educación, no se puede conceptualizar de una manera muy rígida,
es decir, no es posible hablar estrictamente de ella en un sólo ámbito, por
ello hay que retomar una definición que abarque todas y dejar de pensar la
educación como un simple educere o
educare; retomando la definición etimológica clásica. Es pues, que cuando hablo de educación aquí
quiero referirme al conjunto y no a la parte, por eso educación es una forma de ser. Ello engloba a todo el
hombre y no solo una porción. Porque no se es
solamente en la escuela, sino también se es
en la casa, con los amigos, en el club, en la calle, en el cine, en la
biblioteca y en el trabajo. Educación
incluye todo esto, por tanto es forma de ser.
La educación aunque se pueda tomar como un proceso
individual, es más bien social. Es
cierto que la escuela enseña contenidos que se tiene que aprender para
acreditar un grado, sea de kínder,
primaria, etc., ella forma una parte del ser persona. Moldea un fragmento de la
forma de ser, que se va proyectar en la sociedad. Parece que últimamente se
le carga toda la responsabilidad a la escuela como formadora de la
sustantividad humana en su conjunto, es pues, que se piensa que ella tiene la obligación de entregar a la sociedad
hombres plenamente “educados” en contenidos: históricos, geográficos, matemáticos,
artísticos y de valores. Hay que
recordar que aquella es una parte del conjunto que va moldeando a la persona, pero no es la única
responsable de toda su conformación.
Según la
noción gadameriana[1]
de educación; educar es educarse. La
cual se resume en: educándome educo (Gadamer, 2002:11). Esto
es, que la educación va ser gestada por la propia sustantividad humana, es pues
una forma de ser; que abarca muchos
ámbitos como ya se dijo y cada día, en cada hora, en cada momento, en cada
lugar, va estar modelando su educación en éste sentido. Por lo que si se toma la educación desde un
principio como educación ante sí mismo
se puede proyectar hacía otro eso mismo aprendido. Es que la educación no es un
proceso estático de recibir información para interiorizarla, y comprenderla,
sino que es algo dinámico que se gesta en la vida.
Entendiendo así la educación, es cuando se puede
avanzar en dirimir el concepto de valor.
La educación en valores es tema de los contenidos curriculares de la
mayoría de los niveles educativos. Se
puede encontrar materias que hablen de ética y valores, humanismo,
educación en valores, entre otras. Con lo cual se pretenden dos cosas:
primero, que el alumno conozca cuáles son los valores, reflexione sobre ellos y
los aplique en su vida. Segundo, “inculcar” a través de teoría los valores
usando variados recursos como: cuentos, fabulas, moralejas, situaciones
extremas, entre otros recursos. Esto es una situación presente y necesaria porque se afirma “hay una crisis
de valores”. Y regularmente se enfocan más en la teoría y dejan de lado un
factor importante, la práctica.
Valores
Actualmente se escuchan frases como: “estamos en una
crisis de valores”, “ya no hay valores” o “los valores están por los suelos”.
Esto hace referencia al tipo de sociedad actual en que vive el hombre y que muestra
diferentes características: posmodernidad
para Jean Francois Lyotard, sociedad líquida dirá Z. Bauman y la era del vacío, según, Gilles Lipovetsky. Cada uno de estos
explica los rasgos esenciales y las
mutaciones que se dan en las sociedades actuales. Todos ellos coinciden en dos
cosas: uno, que la sociedad actual cambia constantemente y en ese devenir todos
los rincones sociales son transformados, no hay una base solida donde el hombre
pueda asir sus creencias más básicas, porque se tiene rechazo a lo viejo, a la
tradición, ya que se aboga por una libertad ante todo. Dos, la nueva realidad
humana es mediada por un auge de la ciencia y la tecnología, es decir, a raíz
de la explosión de las nuevas tecnologías se va gestando concepciones diferentes de la
realidad. Se puede mencionar que la forma en que se concebía a la persona cambia totalmente, ahora para
“valorar” a un hombre se le mide por su despliegue económico, dándole menor importancia a lo ideal. Es en esta nueva sociedad donde hay que hablar de valores, es aquí
donde se pretende enseñar valores, también es aquí donde no se tiene clara la
noción misma de valor.
El concepto mismo de valor es polivalente. La
disputa en el campo de la axiología está
en dos posturas, tomar al valor como aquello ontológicamente valido y universal
o como algo relativo. El valor se puede tomar generalmente como un
bien deseable y más allá de esa disputa, quiero decir que un valor del tipo
que sea ( religioso, estético, moral,
intelectual, ético) se presenta como algo digno de aprecio. Y en vez de centrar
la disputa teóricamente donde se esgrimen argumentos para defender una postura
u otra, sería mejor ir a la praxis misma. Es decir, por mucha teoría
que se tenga y se trate de convencer a las personas de la viabilidad de la
“mejor” propuesta sea ontológica o
relativa, no servirá de nada una educación en valores que no lleve a la acción
los valores que defiende. “Los
valores no son para ser conocidos teóricamente sino para ser practicados”
(Ramírez, 2011: 57).
En cuanto a la crisis de valores que tanto revuelo causa, quiero aclarar algo. Es
cierto que la sociedad cambia, se desenvuelve de diferente forma, le da más peso a unas cosas
que a otras, pero eso no va cambiar si primero no cambiamos la forma en que
entendemos, por un lado la educación y por otro, la forma en que concebimos y
ponemos en práctica los valores. Por tanto, no hay crisis de valores. Lo que
hay es cambio de valores y ese cambio se da en un movimiento constante.
El problema es que a la falta de una autentica educación en valores en acción, se
fueron aceptando las cosas materiales como bienes deseable y de aprecio, tanto
así que actualmente es más importante tener que ser.
Para
concluir
Mi respuesta, como dije al inicio, es somera y
diferente. El hablar de educación y
valores es un tema que muchas disputas genera en ámbitos filosóficos,
pedagógicos, sociales, psicológicos, educativos, etc. Trato de apartarme un
poco de eso porque sería extenderse. En resumen, tomar educación simplemente
como formar en contenidos no lleva en el
tópico de los valores a ningún lado. Por eso hay que tomar a la educación como forma de ser. Esta educación no le
compete solamente a la institución escolar, como se ha pensado últimamente,
sino que es una parte del conjunto. Hombre, escuela, sociedad, familia, entre
otros conforman el gran conjunto. Si se cambia la noción de educación en este
sentido es posible acceder al tema de los valores como praxis. La teoría de los
valores puede ser muy buena, no tener ningún error y tampoco pueden dejar
ningún ámbito sin tocar, pero de nada sirve teorizar tanto sino se lleva a la praxis desde la forma de ser.
Bibliografía
Hans George Gadamer, La educación es educarse, Paidós,
Barcelona, 2002.
Marcelo Ramírez, Los valores en la ciudad secular,
Centro Regional de Educación Superior Paulo Freire A.C., México, 2011.
[1]
Hans George Gadamer: nace el 11 de febrero de 1900 en Marburgo, Alemania y
fallece el 13 de marzo de 2002 en
Heidelberg. Es un filósofo alemán, discípulo de Martín Heidegger. Reconocido
por su principal obra Verdad y Método y máximo representante de la filosofía
hermenéutica.
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