Calixto Azuara Mendívil
Xiaolong es un narrador eficaz con
dotes poéticas que a través de sus interesantes historias nos invita a
disfrutar una veta poco explorada en las novelas policiacas, el mundo del
crimen a través de la poesía en un país para muchos de nosotros desconocido.
Chen Cao se distingue de otros
ilustres detectives de la literatura universal sobre todo por su peculiar
método de investigación de crímenes. Cuando debe actuar encubierto se asume
como escritor, historiador o poeta, sin que ello le implique mayor dificultad
pues es también, o sobre todo, poeta. También traductor de novelas policiacas.
De esta manera, las novelas
policiacas de Xiaolong poseen esa afortunada doble vertiente en la que a la vez
que el lector va develando en la trama los pormenores del crimen que se
investiga, disfruta de poemas por lo general relacionados con el tema central
de la novela.
Al inspector Jefe Chen Cao de la policía de Shangai es usual le
asignen casos que rebasan el ámbito judicial. Nunca sin embargo uno tan
delicado como el que ahora le ha sido encargado por un prominente secretario
del Partido Comunista Chino vía
telefónica desde Pekin: investigar a la nieta de una conocida actriz de cine de
la década de los cincuentas que tuvo una relación cercana con el expresidente
Mao, para saber si tiene consigo cierto material que de ser divulgado dañaría no
sólo la memoria del fundador de la República Popular China, sino que el
desprestigio podría incluso afectar al Partido Comunista Chino, en el poder
desde hace más de cincuenta años.
Chen Cao es un policía hábil y honrado, es una excepción en
un ambiente de corrupción generalizada. Esquivo, terco, escrupuloso,
inteligente, astuto y ocasionalmente ladino. Los casos que investiga al final
siempre tienen que ver con el poder, con el Estado, con la burocracia china: en
Muerte de una heroína roja, primera
novela de la zaga, el asesino es hijo de un prominente burócrata del Partido
Comunista Chino. En El crimen del lago un funcionario de una empresa que ansía el
puesto de su jefe y lo asesina. En Seda
roja, el asesino es a su vez víctima de la Revolución Cultural. En El caso Mao las víctimas, tres
generaciones de mujeres, la abuela, la madre
y la nieta padecen la violencia propiciada por la Revolución Cultural.
Las novelas de este original escritor
poseen una sensibilidad literaria disfrutable. Para muestra dos ejemplos. La
sonrisa de Jiao: “Esbozaba
una sonrisa melancólica, como si le acabara de venir a la memoria un poema
semiolvidado”. Sus ojos: “Las olas
otoñales de sus ojos reflejaban pensamientos lejanos”.
Chen Cao es un poeta por designios del sistema político chino
metido a detective que encuentra la clave para descifrar sus casos en la
poesía. La solución del Caso Mao la encuentra mientras relee un poema que en su
época de estudiante de literatura escribió a su novia, vale la pena
transcribirlo:
Triste de no seguir triste,
el corazón endurecido de
nuevo,
ya no espera el perdón,
y se muestra agradecido y
contento
de haber estado contigo.
Nadie disfruta de la luz del
sol en el jardín vacío.
“…
El poema le trajo la respuesta (…) un destello revelador cruzó su mente, y se
le ocurrió otra posibilidad”.
Hay otros rasgos de su literatura
que es importante mencionar:
Recurrente en la novela el tema del
doble. El expresidente Mao vinculado a
Hua, personaje siniestro tan obsesionado por él que en secreto viste,
habla y actúa como Mao. Jiao se ve obligada a representar el papel de su abuela
Shang para complacer al supuesto Mao de quien ésta fue una de las muchas
amantes. Chen Cao es desde luego el alter ego de Xiaolong. Ambos son
escritores, traductores de poesía. Los padres del novelista y del protagonista
fueron víctimas de la llamada revolución cultural. “Cuando lo ficticio es real, lo real es ficticio./ Donde no hay nada,
está todo”, cita de memoria Chen Cao del poema Sueño en el pabellón rojo. Sus novelas son un juego de espejos, sus
personajes producto de una sociedad China, la actual, que no termina de
encontrar su ubicación exacta: un socialismo que niega la cada vez más evidente
economía de mercado que a la vez propicia; una atroz desigualdad social que
prohija una sorda inconformidad imposible de manifestarse ante los férreos
controles que ejerce el Partido Comunista Chino; una ciudad, Shangai, en la que
convive el esplendor de una sociedad consumista con sus grandes y lujosos
hoteles, sus restaurantes caros, los modernos edificios, las ostentosas
residencias donde viven los nuevos ricos a quienes despectivamente el pueblo
llama “bolsillos llenos” y los llamados “cuadros superiores”, la casta
burocrática en el poder, al lado de vecindarios miserables donde la gente vive
hacinada, de falta de trabajo, de carencias alimentarias que ponen a prueba la
capacidad de sobrevivencia de la gente. Y en el fondo un sistema político vigente
desde el año de 1949, con la llegada al poder de Mao Zedong, que ejerce un
despiadado control que justifica aduciendo que todo es por el bien del partido.
A
fin de cuentas, Qiu Xiaolong, víctima con su familia, su padre principalmente,
de la llamada Revolución Cultural, a través del Inspector Jefe Chen Cao hace
efectivo un ajuste de cuentas que reivindica a su padre, a su familia, a todas
las victimas de ese y otros periodos trágicos de la historia reciente de China,
con un eficaz estilo narrativo pleno de poesía y de maestría literaria asociada
a las convenciones de la llamada novela negra que es evidente maneja de forma
eficaz, por lo que su lectura es un placer recomendable.
Xiaolong, Qiu; El caso Mao, Editorial Tusquets,
Colección Andanzas, México, febrero de 2011.
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