Maribel
Roque Sánchez
“Las
implicaciones que tiene un objeto artesanal son muchas e interactúan entre sí,
van desde el diseño hasta la situación (económica, social, tecnológica, etc.)
en que se produce el mismo” (Turok, 1988:9).
San Miguel
Aguasuelos es una comunidad alfarera cuya fama ha ido creciendo a lo largo y
ancho del país. Sobre todo por la habilidad de las alfareras o alfareros ―que
son una minoría― para modelar a mano la mayoría de sus piezas. Su singularidad
en cuanto a la técnica con que son decoradas las hace incomparables con las de
otras comunidades de la entidad, se les suele reconocer fácilmente por el tipo
de bruñido1 , el pastillaje2 , el pintado o engobe3 y el alisado4 . Así como por la característica del barro o
arcilla (tierra rojiza) que se consigue entre el colinde de Aguasuelos con
Tepetates y es conocida con el nombre de tintura.
Su producción y comercialización
está organizada por unidades domesticas, es decir, en su elaboración participan
sólo los habitantes de una casa, ya sean la abuela, la madre, las hijas e hijos
y el marido, cada uno tiene un rol distinto, por ejemplo el marido y los hijos
son por lo general los encargados de ir por el barro y cernirlo, así como
acarrear la leña para el horno, mientras que las mujeres una vez que este
proceso está hecho, preparan la arcilla para empezar a crear las figuras, ya
terminadas las sacan al sol para que se sequen o si el clima no es bueno para
ello, prenden el brasero y en el comal las ponen a secar, a fuego lento o en
este caso al calor producido por las brazas. Aunque la residencia suele ser
patrilocal. También se trata de una actividad que ha pasado de generación a
generación, casi siempre de madre a hija o abuela a nieta
Pero también existe otro tipo de
organización social conformado sólo por las alfareras. Se trata de su comité,
que fue creado “[...] para la promoción y comercialización de la producción,
así como en tramitar diferentes apoyos económicos para mejorar la creación de
las piezas de barro” (Larios, 2003:15). A la presidenta en turno del comité le
corresponde organizar o colaborar en la organización de los concursos de
cerámica que se llevan dentro del pueblo cada año durante la fiesta patronal,
es decir, cada 29 de septiembre. Según el antropólogo Marco Antonio Hernández
Reyes de Culturas Populares dice que:
“A lo largo de estos años los
concursos de cerámica han servido para fomentar e intercambiar técnicas y las
variantes de formas y diseños que formaban parte de ciertas familias para
formar de lo que hoy es la cerámica de San Miguel Aguasuelos” (1985).
Sabemos que en la interacción que
han tenido estas alfareras con otras que no son de la comunidad, algunas veces
propiciadas por la misma institución de Cultura Populares entre otras, se
pierden y se ganan elementos, pero su originalidad y creatividad que han
impregnado estas mujeres san migueleñas a su cerámica es único y data tiempos
inmemorables, que sobre exalta su identidad. Actualmente en Aguasuelos se
elaboran comúnmente vasijas cerradas, es decir, ollas, jarras, coladores, jarros,
tinajas y piezas decorativas como muñecas, campanas, molcajetes para salsas,
figuras de animalitos –por ejemplo, burros, tortugas, perros, cerditos, etc-,
iglesias, candeleros, porta retratos, incensarios, canastas, etc.
La información que se ha escrito
sobre la comunidad alfarera de San Miguel Aguasuelos hasta el día de hoy, pone
en evidencia la falta de más estudios que den cuenta del uso que se le da
dentro del mismo pueblo a la cerámica. Especialmente durante sus principales
festividades que son el 29 de septiembre en que se celebra al santo patrono del
pueblo San Miguel Arcángel y las fiestas de Todos Santos. Que como bien dice
Sofía: “La época de fiestas es esperada con gran regocijo. En ellas los
‘ahorros’ obtenidos por la cosecha y venta de la loza son ocupados para la
preparación de las viandas, ricas y variadas, que serán servidas a los
visitantes y vecinos, trátese de familiares, amigos o fuereños que gustan de
las tradiciones populares” (Larios, 2003:15).
Todo Santos
en San Miguel Aguasuelos
La festividad inicia el 29 de
octubre los habitantes de la comunidad ponen ese día su mesa cubierta con un
mantel blanco decorado con papel picado y luego hacen un arco adornado de
tepejilote, flor de muerto y canastas de papel picado. En la parte del fondo se
ponen algunas imágines religiosas.
El 30 de octubre a medio día
comienzan a repicar las campanas de la iglesia que anuncian la llegada de los
niños que habitan en el limbo, es decir, aquellos que murieron sin ser
bautizados y como no tienen pecados sólo se les pone un vaso de agua y
veladoras.
El 31 de octubre a medio día vuelven
a sonar las campanas de la iglesia para despedir a los niños del limbo y dar la
bienvenida a los niños que si fueron bautizados. La ofrenda principal son las
canastas de papel picado con dulces de jamoncillo, tamales de dulces, atole y
fruta.
El 1 de noviembre el día en que
llegan los adultos, las campanas de la iglesia vuelven a repicar a la misma
hora una y otra vez. La ofrenda de este día es más abundante y variada.
Tratando de complacer a sus difuntos poniéndoles algunos de sus bocadillos
favoritos en vida incluidos sus vicios, como el alcohol o aguardiente, los
cigarros y la coca cola. El arroz, el mole y los únicos e inigualables tamales
de tortilla, así como el manjar, el atole, el chocolate, los chocos y tamales
de dulce, salsa y frijoles. Se hace mucho de todo pues es un día en que llegan
muchas visitas a las casas.
El 2 de noviembre por la tarde las
ofrendas son recogidas del altar para el disfrute de los vivos, es decir,
después de que sus muertos se han alimentado de la substancia de las cosas.
Todo lo anterior me llevo a la
siguiente pregunta:
¿Si la cerámica que se produce en la comunidad
se utilizaba en el altar de muertos como ofrenda?
Durante las visitas que realizamos a
San Miguel durante poco más de un mes y las entrevistas realizadas, se
descubrió que no todos en el pueblo utilizan la cerámica de allí en el altar y
de las pocas personas que si la ponen, lo hacen como parte de la decoración,
por lo cual, está adquiere un sentido de función contenedora, ya sea de los
tamales y el chocolate más no como ofrenda. Mientras que la gran mayoría dijo
comprar loza nueva de otras partes para la misma función.
Y como Aguasuelos es muy famoso por
sus campanas se les pregunto si además de las canastas, el tepejilote y la flor
de cempasúchil también se le decoraba al arco del altar con campanas. La
respuesta inmediata por todos fue no. Al preguntarles a las personas
entrevistadas que no ponen nada de este tipo de cerámica en su altar: el ¿Por
qué? Respondieron que porque no se les había ocurrido, aunque si podían
utilizarla para poner allí los tamales en las charolitas y en los jarrones el
chocolate o como parte de la decoración. Es decir, se trataría de la misma
función que le dan las pocas familias que si lo hacen. Las respuestas obtenidas
refutaron mi hipótesis de un sólo golpe.
Otro punto a resaltar es
que de las pocas personas entrevistadas que dijeron poner cerámica en su altar,
todas resultaron ser alfareras y aseguraron que ellas mismas fabrican las
charolas para los tamales y su jarra para el chocolate. Debo aclarar que por
las características del barro en la comunidad sólo se fabrican piezas con un
fin decorativo, ya que no aguanta el contacto con el fuego directo.
Fotografía:
Maribel Roque y Alicia Luján
Bibliografía
García
Valencia, Enrique Hugo (1991). San Miguel Aguazuelos. Estrategias de
residencia. México: Colección V Centenario y Gobierno de Veracruz.
Hernández
Reyes, Marco Antonio (Coord.) (1985). Decimo concurso de cerámica tradicional
San Miguel Aguasuelos, Municipio de Naolinco, Ver, Septiembre 29. México:
Cultura-SEP.
Larios León,
Sofía (2003). Catálogo: La cerámica de San Miguel Aguasuelos. México: Gobierno
de Veracruz.
Turok,
Martha (1988). Cómo acercarse a la Artesanía. México: editorial Plaza y Valdés.
1 comentario:
Coincido, hace falta una invetigación profunda sobre la cerámica de Aguazuelos. Muy importantes datos en este texto. Saludos.
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