Olga Fernández Alejandre
Colaboradora de Tlanestli
titama43@hotmail.com
Un libro abierto es un cerebro que habla;
cerrado, un amigo
que espera; olvidado, un alma que perdona;
destruido, un corazón que llora.
Proverbio indú
Todos los días, de uno u otro modo, vemos
libros. Los tomamos, los sentimos, los recomendamos y algunas veces hasta los
leemos; y en ocasiones los llegamos a prestar, aunque a veces no nos sean
devueltos. Y me pregunto… ¿Nunca ha sentido la inquietud de cuestionarse qué
hay detrás de un libro?, ¿Cómo fue que evolucionó para que llegara a nosotros
tal como lo conocemos?
John
Milton aseveraba: “Un buen libro es preciosa sangre de vida de un espíritu
magistral, embalsamado y atesorado con el propósito de dar vida más allá de la
vida” ¡Y cómo no va a ser cierto! Si un libro va más lejos que la propia
existencia del autor y, para bien o para mal, influirá en quién lo lee, dejando
un caudal de ideas para la posteridad.
Como es lógico suponer, el homo
erectus primero comenzó a hablar, después a escribir. Al principio toda la
información fue oral; con el tiempo, el hombre sintió la necesidad de plasmar
dicha información. Así, el avance de la escritura resultó excitante y muy estimulante
para el espíritu humano. Esta, es un conjunto de signos lingüísticos que
permiten la transmisión y conservación del pensamiento humano. En tiempos
antiguos, se decía que la escritura fue un regalo de los dioses.
Cuando el mamut merodeaba por la tierra, allá en el amanecer del hombre,
éste hacía dibujos en las rocas, las pintaba con arcillas coloreadas. Un
ejemplo claro son las cuevas de Altamira (España) o Lascaux (Dordoña). A este
tipo de dibujos se les denomina pictogramas. Los indios de Norteamérica eran
expertos en este tipo de escritura.
Quizá fueron los sumerios, pueblo muy antiguo que vivió al sur de
Mesopotamia; quienes nos legaron los primeros libros en tablillas de barro
llamadas “tuppu” que al pasar al latín el vocablo fue “Tábula”, y al español devino
en “tabla”. Primero las escribían en arcilla blanda con signos en formas de
cuñas llamada escritura cuneiforme, luego las cocían. Hasta nuestros días han
llegado 22000 tabillas de lecturas completas sobre la vida diaria, política y
religiosa de este pueblo, encontradas en lo que fue la biblioteca de la
legendaria ciudad de Nínive.
Para algunos estudiosos, el verdadero
precursor del libro fue el rollo de papiro en el antiguo Egipto. En el museo
del Louvre, se conserva un rollo con 18 columnas. Fue escrito hace 2500 años
a.C. Además, los egipcios hicieron un increíble descubrimiento, a cada símbolo
le pusieron un sonido; en ese momento había nacido el alfabeto, tiempo después
lo retomaron los fenicios y a su vez pasó a los griegos y luego al resto del
mundo conocido. Aquí en América, también el libro tuvo su apogeo con las
culturas prehispánicas, ya sea gravado en la roca o en cortezas de fibras
vegetales.
Sin embargo, los que dieron un paso asombroso
en la hechura de libros fueron los chinos; inventaron la forma de fabricar
papel y varios métodos de impresión. Debido a la complejidad de su alfabeto y
de los caracteres que usa esta lengua, los tipos móviles no representaban
ninguna ventaja para ellos, como método de impresión. Pasaría mucho tiempo,
antes de que el secreto de cómo hacer papel llegara a Europa. Se cree que fue a
través de los árabes.
La
forma del libro, tal como la conocemos, se debe a la influencia de los romanos.
Se forjaban a mano en pergamino de 2
a 3 con letra uncial (letras mayúsculas del tamaño de
una pulgada). A la caída de Roma, y mucho tiempo después, el libro se refugió
entre los monjes, en los conventos.
Cuando
se descubre cómo fabricar papel, en Europa, la materia prima es a base de
deshechos de trapos de lino y algodón, contribuyendo a la mayor divulgación de
la lectura, facilitando el estudio de las ciencias y demás aspectos en la
erudición del hombre.
Hablar del libro es hablar de imprenta y de
una simbiosis estrecha entre uno y otra. Johannes Gutenberg (c. 1398 – 3 de
febrero de 1468) nació en Maguncia, Alemania; tomó el apellido de su madre para
que no desapareciera. Su ambición personal era perfeccionar un procedimiento
que pudiera copiar los manuscritos. Asimismo, se propuso elaborar tipos móviles
intercambiables; además, fabricó una prensa para tal función. Pero quizá su
mayor invento haya sido el descubrimiento de una aleación de plomo con estaño
para que fueran resistentes a la presión. Ya que los de madera u otros
materiales se cuarteaban. También inventó la tinta para imprimir que, después
de todo, no ha variado mucho hasta nuestros días. En ese momento nació la
imprenta (1454-56): tal vez uno de los más trascendentales descubrimientos de
la humanidad, y el que mayor influencia ha ejercido en la historia del hombre.
El primer libro que imprimió Gutenberg fue la ya famosa Biblia, de 42 renglones, escrita en latín.
Del
siglo XV al XVIII, pocas fueron las innovaciones a la imprenta, pero en el
siglo XIX se descubrió la máquina de vapor, que vino a revolucionar la
actividad industrial y por ende a la imprenta; a partir de 1880 otro
acontecimiento innegable ayuda en la elaboración de libros e irrumpe en su historia
con fuerza avasallante: el empleo de la pulpa de madera para hacer papel como
materia prima.
En
cuanto a la tipografía (escritura) del libro, vemos que en la época del
renacimiento se basaba en los tipos romanos de la escritura uncial. Pero a
partir del siglo XIX aparecen las primeras letras capitulares (letras
mayúsculas al comenzar un capítulo, para resaltar su tamaño, o con adornos),
entonces, hubo una variedad de formas y tamaños inspirándose en la época
medieval ante los insignificantes tipos Post-renacentistas.
William Morris, impresor inglés, sostenía que: “los libros deben ser de
lectura fácil para no cansar la vista, ni turbar el intelecto por la
excentricidad en la forma de las letras”. Fundó la escuela de diseño The Arts
and Crafts Movement, famosa por modernizar el diseño y formación de libros.
A
finales del siglo XIX nace en Francia el Art
Nouveau, con aportaciones nuevas a la tipografía del libro. Se emplean las
letras con curvas de aspecto agradable y profusión de flores y vegetación,
espacios amplios y una verdadera planeación del texto.
Las
ideas originales de Morris fueron retomadas en Alemania y se crea la escuela de
diseño Bauhaus (Fundada por W. Gropius en 1919, comúnmente llamada la B). Esta
es una mezcla de las dos anteriores, pero infundiendo su estilo propio. Su fin
principal era rechazar los márgenes tradicionales y que la tipografía del libro
fuese más funcional. Repudió todo lo renacentista y la escritura uncial, finalmente
abolieron el uso de las mayúsculas y las decoraciones de letras como
innecesarias. La “B” vino a añadir una nueva dimensión a la tipografía del
libro y se abrieron nuevas corrientes modernistas en el siglo XX.
Estableciéndose nuevas normas para el diseño no sólo de libros, sino también de
carteles, anuncios, folletos, etc., con la incorporación de ilustraciones y
fotografías.
Después de 1920 los movimientos creativos
no se hicieron esperar, se buscaron diseños prácticos sin reglas trilladas y fuera
de moda. También influyó mucho en la hechura de los libros, vanguardias como el
cubismo, el dadaimo y el constructivismo ruso, que contribuyó a darle su justo
valor al espacio controlado.
Por
último, se dio el gran salto en la forma de generar libros, al introducirse
después de la segunda guerra mundial los ordenadores (Computadoras) que, tiempo
después, con el avance de la tecnología, vinieron a trasformar la formación y
creación del libro de una manera drástica; se hacen nuevos procedimientos para
transmitir información escrita, se amplían los conocimientos, incluso se abren
nuevas carreras profesionales (Periodismo, Diseño Gráfico, Informática, etc.).
El libro, al abatir sus costos, está al alcance de las grandes masas: Novelas,
seriales, pasquines, comics, libros de texto, propaganda, revistas de todo tipo,
etc. Se introduce y se perfecciona la selección de color. Sin embargo, con
todos estos adelantos, la forma del libro no ha variado mucho desde la época de
los romanos.
¿A
usted le parece sencilla la elaboración de un libro o de cualquier impresión?
Pues es bastante complicado y laborioso, ya que un buen número de personas
intervienen en su fabricación. Aun con todo esto, y la tecnología que ha
avanzado a pasos agigantados, el libro seguirá sujeto a su soporte, que ha sido
y será la voluntad humana de dar vida permanente a un pensamiento, a una idea:
a la imaginación.
Julio Escobar, escritor, director teatral y de periódicos, aseguraba: la
herramienta más maravillosa creada por el hombre ha sido el “libro”, que
desarrolló la comunicación entre los hombres.
A
manera de corolario. retomo unas frases de Rubén Darío: “El libro, ¡Bendito
sea! … pues con afán inaudito, vuela por el infinito con las alas de la idea.
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