jueves, 31 de agosto de 2017

Sergio Pitol de cuerpo presente


Raúl Hernández Viveros

Con motivo de la entrega a Sergio Pitol, del Premio Cervantes 2005, la revista Cultura de VeracruZ,(Marzo /Abril, No. 6),dio a conocer un número monográfico dedicado a este importante autor que radica en la capital veracruzana. Por lo cual se hizo un volumen con escritores de la región de Orizaba y Córdoba. También en dichas páginas incluyeron el discurso del Premio Cervantes 2005, pronunciado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, el 21 de abril de 2006, en un acto presidido por los reyes de España. Vale la pena revisar esta interesante entrega de la revista Cultura de Veracruz.
A lo largo y ancho del Estado de Veracruz siempre han aparecido movimientos culturales de vital importancia a nivel nacional. Por ejemplo, en el norte nació la literatura indigenistacon Gregorio López y Fuentes. Por su parte, en el puerto de Veracruz brotó la literatura proletaria, y particularmente brilló el talentoso autor e historiador José Mancisidor. Desde la capital veracruzana se impulsó el movimiento estridentista como una propuesta estética a la revolución mexicana; uno de sus más importantes promotores fue Manuel Maples Arce, cuya estatua hace varios años, en pleno centro de Xalapa, fue robada.
En Coatzacoalcos nació Rubén Salazar Mallén, creador de la teoría del malinchismo. De Orizaba fue Parménides García Saldaña, fundador de la literatura de la onda. Sin embargo, en Córdoba brotaron las figuras de Jorge Cuesta, Rubén Bonifaz Nuño, Ramón Rodríguez, Emilio Carballido ySergio Pitol. A toda esta región se le reconoce como de las nubes, por sus hermosas montañas que comienzan en las cumbres de Acultzingo y Maltrata, y terminan en las márgenes del rio Atoyac; donde vivió de niño Sergio Pitol, al mismo tiempo que estuvo en las proximidades de Huatusco, ciudad en que escribe su obra poética Guillermo Landa.
Después de más de cincuenta años de entrega, esfuerzo y dedicación a la literatura, Sergio Pitol recibió el premio Cervantes 2005. Se trata de una larga carrera involucrada con la constante lectura, creación y estudio de las letras contemporáneas. Sergio Pitol construyó el edificio que alberga la obra narrativa del autor que por causas de un viaje efectuado por su madre hacia la ciudad de México, dio a la luz en Puebla de los Ángeles, y por lo tanto su acta de nacimiento lo registró, como originario de la mencionada ciudad.
Sin embargo, tuvo una infancia entre la frágil tranquilidad de la colonia italiana próxima a Huatusco. Después, Sergio Pitol realizó estudios de bachillerato en la tierrascercanas de Rafael Delgado: Córdoba. Además vivió algunas temporadas inolvidables en las próximas de Potrero. Por lo cual quedó marcado por el destino de los viajes; encrucijada en la cual continua inmerso. Cuando dirigió el Departamento Editorial y La Palabra y el Hombre, espacios culturales de nuestra Universidad Veracruzana, pude conocerlo en la plenitud de mi adolescencia, hace más de tres décadas.
No puedo olvidar las veladas literarias en su departamento que tenía frente al Hospital Civil. De la capital veracruzana. Durante muchas noches, pude contagiarme de su amor a la literatura y la pasión por los viajes. Desde luego nos convenció a Mario Muñoz, Lorenzo Arduengo Pineda, y a mí de la necesidad trascendental de experimentar alguna estadía en el viejo continente.También en aquellas disertaciones, Sergio Pitol comenzó a descubrimos el mundo de la literatura polaca; entonces la editorial Era dio a conocer su antología El cuento polaco contemporáneo. Al poco tiempo, seguí los pasos de mis amigos antes mencionados, y llegué a Varsovia a vivir algunos aspectos del ambiente que Sergio Pitol nos describió en aquellas reuniones nocturnas. Precisamente recuerdo su recomendación de leer los ensayos de JanKot, con su profundo estudio sobre la obra de William Shakespeare.
En la Facultad de Letras de la UV, Sergio Pitol impartió un curso magistral sobre las obras de teatro del más grande autor de la lengua inglesa. Un día nos confesó que todo esto formaba parte de su tesis de licenciatura para recibirse en la Facultad de Derecho de la UNAM. Este entusiasmo llevó a Mario Muñoz a escribir un profundo análisis sobre Shakespeare, que le publicó Sergio Pitol en las páginas de La Palabra y el Hombre. La dirección editorial de la Universidad Veracruzana incluyó en la serie ficción su libro de cuentos Infierno de todos, y sus traducciones Cartas a la Señora Z, de KazimierzBrandys, Las puertas del paraíso, deJerzyAndrzejewski, y en el número 42 de La Palabra y el Hombre, (Abril/junio de 1967), dio a conocer la obra de teatro “Las tinieblas cubren la tierra”, del, antes mencionado escritor polaco.
Algunos meses más tarde, lo acompañamos hasta Tampico, puerto en donde abordó un barco rumbo a Yugoslavia, y dio inicio una prolongada correspondencia entre nosotros; hasta quede la embajada mexicana en Belgrado, lo trasladaron a la de Paris, ciudad en que Carlos Fuentes era el representante nuestro en Francia, cuando en esta capital había escritores-embajadores. Por ejemplo estuvieron Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, ambos Premio Nobel de Literatura, y Alejo Carpentier galardonado con el Premio Cervantes.Posteriormente, el autor de El mago de Viena, hizo un paréntesis en España, durante los momentos más complicados para que un escritor latinoamericano pudiera abrirse paso en el campo de la cultura hispana. Sergio Pitol desde el principio ocupó un lugar importante en la vida cultural de Barcelona, y trabajó en el campo editorial, particularmente tuvo la dirección de algunas colecciones en Tusquets. En este periodo llevó a cabo infinidad de traducciones de autores italianos, polacos y la obra novelística de Henry James.
Luego volvió a trabajar como agregado cultural en Polonia; continuó dichas actividades en Moscú, y descubrió en su lengua original a imprescindibles autores como Boris Pilneak, y brotó su total admiración por la obra narrativa de Antón Chéjov. Muchas reflexiones permanecen en su libro El Viaje y Nocturno de Bujara.Como broche de oro en su carrera diplomática estuvo varios años como embajador en la entonces llamada Checoslovaquia. En Praga llegó adentrarse en la atmósfera de Kafka, lo que le permitió enfocar otras vertientes de su obra literaria. Con inteligente destreza, Sergio Pitol ubicó la simultaneidad para representar la realidad de explorar lo trágico del ser humano de nuestro tiempo, y de comprender con bastante sentido de humor el momento presente de la realidad nacional y de otras partes del mundo.
Sin duda alguna, los pensamientos veracruzanos nunca podrán olvidarse: "he recordado imprevisiblemente fases de mi vida, unas radiantes y otras atroces, pero siempre volvía a la infancia, un niño huérfano a los cuatro años, una casa grande en un pueblo de menos de tres mil habitantes. Un nombre, tan distante a la elegancia: Potrero. Era un ingenio de azúcar rodeado de cañaverales, palmas y gigantescos árboles de mangos, donde se acercaban animales salvajes. Potrero estaba dividido en dos secciones, una de unas quince o diecisiete casas, habitadas por ingleses, americanos y unos cuantos mexicanos", que incluyó Sergio Pitol, en un párrafo parte de su discurso con que recibió el Premio Cervantes 2005. Ahora nuestro amigo, maestro y colega sobrevive, terriblemente, entre las tinieblas que cubren la tierra.







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