Raúl
Hernández Viveros
Con
motivo de la entrega a Sergio Pitol, del Premio Cervantes 2005, la revista Cultura
de VeracruZ,(Marzo /Abril, No. 6),dio a conocer un número monográfico
dedicado a este importante autor que radica en la capital veracruzana. Por lo
cual se hizo un volumen con escritores de la región de Orizaba y Córdoba. También en dichas páginas incluyeron el discurso del
Premio Cervantes 2005, pronunciado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá
de Henares, el 21 de abril de 2006, en un acto presidido por los reyes de
España. Vale la pena revisar esta interesante entrega de la revista Cultura
de Veracruz.
A lo largo y ancho del Estado de Veracruz
siempre han aparecido movimientos culturales de vital importancia a nivel
nacional. Por ejemplo, en el norte nació la literatura indigenistacon Gregorio
López y Fuentes. Por su parte, en el puerto de Veracruz brotó la literatura
proletaria, y particularmente brilló el talentoso autor e historiador José
Mancisidor. Desde la capital veracruzana se impulsó el movimiento estridentista
como una propuesta estética a la revolución mexicana; uno de sus más
importantes promotores fue Manuel Maples Arce, cuya estatua hace varios años, en
pleno centro de Xalapa, fue robada.
En
Coatzacoalcos nació Rubén Salazar Mallén, creador de la teoría del malinchismo.
De Orizaba fue Parménides García Saldaña, fundador de la literatura de la onda.
Sin embargo, en Córdoba brotaron las figuras de Jorge Cuesta, Rubén Bonifaz
Nuño, Ramón Rodríguez, Emilio Carballido ySergio Pitol. A toda esta región se
le reconoce como de las nubes, por sus hermosas montañas que comienzan en las
cumbres de Acultzingo y Maltrata, y terminan en las márgenes del rio Atoyac;
donde vivió de niño Sergio Pitol, al mismo tiempo que estuvo en las
proximidades de Huatusco, ciudad en que escribe su obra poética Guillermo
Landa.
Después
de más de cincuenta años de entrega, esfuerzo y dedicación a la literatura,
Sergio Pitol recibió el premio Cervantes 2005. Se trata de una larga carrera
involucrada con la constante lectura, creación y estudio de las letras
contemporáneas. Sergio Pitol construyó el edificio que alberga la obra
narrativa del autor que por causas de un viaje efectuado por su madre hacia la
ciudad de México, dio a la luz en Puebla de los Ángeles, y por lo tanto su acta
de nacimiento lo registró, como originario de la mencionada ciudad.
Sin
embargo, tuvo una infancia entre la frágil tranquilidad de la colonia italiana
próxima a Huatusco. Después, Sergio Pitol realizó estudios de bachillerato en
la tierrascercanas de Rafael Delgado: Córdoba. Además vivió algunas temporadas
inolvidables en las próximas de Potrero. Por lo cual quedó marcado por el
destino de los viajes; encrucijada en la cual continua inmerso. Cuando dirigió
el Departamento Editorial y La Palabra y el Hombre, espacios culturales
de nuestra Universidad Veracruzana, pude conocerlo en la plenitud de mi adolescencia,
hace más de tres décadas.
No
puedo olvidar las veladas literarias en su departamento que tenía frente al
Hospital Civil. De la capital veracruzana. Durante muchas noches, pude
contagiarme de su amor a la literatura y la pasión por los viajes. Desde luego
nos convenció a Mario Muñoz, Lorenzo Arduengo Pineda, y a mí de la necesidad
trascendental de experimentar alguna estadía en el viejo continente.También en
aquellas disertaciones, Sergio Pitol comenzó a descubrimos el mundo de la
literatura polaca; entonces la editorial Era dio a conocer su antología El
cuento polaco contemporáneo. Al poco tiempo, seguí los pasos de mis amigos
antes mencionados, y llegué a Varsovia a vivir algunos aspectos del ambiente
que Sergio Pitol nos describió en aquellas reuniones nocturnas. Precisamente
recuerdo su recomendación de leer los ensayos de JanKot, con su profundo estudio
sobre la obra de William Shakespeare.
En
la Facultad de Letras de la UV, Sergio Pitol impartió un curso magistral sobre
las obras de teatro del más grande autor de la lengua inglesa. Un día nos
confesó que todo esto formaba parte de su tesis de licenciatura para recibirse
en la Facultad de Derecho de la UNAM. Este entusiasmo llevó a Mario Muñoz a
escribir un profundo análisis sobre Shakespeare, que le publicó Sergio Pitol en
las páginas de La Palabra y el Hombre. La dirección editorial de la Universidad Veracruzana incluyó en la
serie ficción su libro de cuentos Infierno de todos, y sus traducciones
Cartas a la Señora Z, de KazimierzBrandys, Las puertas del paraíso, deJerzyAndrzejewski,
y en el número 42 de La Palabra y el Hombre, (Abril/junio de
1967), dio a conocer la obra de teatro “Las tinieblas cubren la tierra”, del,
antes mencionado escritor polaco.
Algunos
meses más tarde, lo acompañamos hasta Tampico, puerto en donde abordó un barco
rumbo a Yugoslavia, y dio inicio una prolongada correspondencia entre nosotros;
hasta quede la embajada mexicana en Belgrado, lo trasladaron a la de Paris,
ciudad en que Carlos Fuentes era el representante nuestro en Francia, cuando en
esta capital había escritores-embajadores. Por ejemplo estuvieron Miguel Ángel
Asturias, Pablo Neruda, ambos Premio Nobel de Literatura, y Alejo Carpentier
galardonado con el Premio Cervantes.Posteriormente, el autor de El mago de
Viena, hizo un paréntesis en España, durante los momentos más complicados
para que un escritor latinoamericano pudiera abrirse paso en el campo de la
cultura hispana. Sergio Pitol desde el principio ocupó un lugar importante en
la vida cultural de Barcelona, y trabajó en el campo editorial, particularmente
tuvo la dirección de algunas colecciones en Tusquets. En este periodo llevó a
cabo infinidad de traducciones de autores italianos, polacos y la obra
novelística de Henry James.
Luego
volvió a trabajar como agregado cultural en Polonia; continuó dichas
actividades en Moscú, y descubrió en su lengua original a imprescindibles autores
como Boris Pilneak, y brotó su total admiración por la obra narrativa de Antón Chéjov.
Muchas reflexiones permanecen en su libro El Viaje y Nocturno de Bujara.Como
broche de oro en su carrera diplomática estuvo varios años como embajador en la
entonces llamada Checoslovaquia. En Praga llegó adentrarse en la atmósfera de
Kafka, lo que le permitió enfocar otras vertientes de su obra literaria. Con
inteligente destreza, Sergio Pitol ubicó la simultaneidad para representar la
realidad de explorar lo trágico del ser humano de nuestro tiempo, y de
comprender con bastante sentido de humor el momento presente de la realidad
nacional y de otras partes del mundo.
Sin
duda alguna, los pensamientos veracruzanos nunca podrán olvidarse: "he
recordado imprevisiblemente fases de mi vida, unas radiantes y otras atroces,
pero siempre volvía a la infancia, un niño huérfano a los cuatro años, una casa
grande en un pueblo de menos de tres mil habitantes. Un nombre, tan distante a
la elegancia: Potrero. Era un ingenio de azúcar rodeado de cañaverales, palmas
y gigantescos árboles de mangos, donde se acercaban animales salvajes. Potrero
estaba dividido en dos secciones, una de unas quince o diecisiete casas,
habitadas por ingleses, americanos y unos cuantos mexicanos", que incluyó
Sergio Pitol, en un párrafo parte de su discurso con que recibió el Premio
Cervantes 2005. Ahora nuestro amigo, maestro y colega sobrevive, terriblemente,
entre las tinieblas que cubren la tierra.
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