Alberto Rafael León Ramos
A mi
vida ha llegado una florecita rockera. Así es, has leído bien apreciadolector; tengo una florecita rockera. Tal vez en este
momento estés desconcertado por la contradicción que a primera vista pueda causar
el leer “florecita rockera”; ¿cómo es que algo como una flor pueda tener el adjetivo de rockera? Pero no te
extrañe que así sea. La florecita
rockera a la que hago alusión es sin duda real. Si he de ser sincero cuando la
conocí también pensé lo mismo, no sabía que pudiera existir una florecita ni
mucho menos que fuera tan rockera.
Conocer
una florecita rockera a la que me
refiero es uno de esos eventos raros que suelen pasar en menos de 2 segundos en
la vida de un ser humano o como digo de manera filosófica hermenéutica
neumática, una sustantividad humana. Mostrar de manera indudable la existencia
se torna difícil ya que no se le puede definir de una manera concisa como lo
podríamos hacer con un zapato o un árbol. Mucho menos se le puede mostrar sin
tener complicaciones para efectivamente hacerlo.Es complicado, por ello tendré
que contar las minucias que la hacen singular.
Primero
que nada tengo contar que la característica que más le define es que posee una
sutil belleza lo cual hace que la mayoría de los mortales la alaben por
ello. Es pues, los ojos ajenos a ver más
allá de lo físico solo se concentran en alabar los atributos propios de sus 15
primaveras. Lo cual es normal si tomamos
en cuenta que su existencia por éste planeta no tiene más de 5,475 días y
contando. Pequeños de mentes son
aquellos humanos que toman la apariencia física por el más preciado de los
bienes, ya que de ellos no será el reino de los cielos. Recordemos también aquel adagio que reza“la belleza del rostro es frágil, es una
flor pasajera, pero la belleza del alma es firme y segura”; mi amigo
Moliere seguro podría ver, como yo, a la florecita rockera de la cual estoy enamorado.
Cuando me refiero a la sutil belleza que posee no es aquella dada por la
naturaleza de sus años. Es otra.
-¿Entonces cuál es? Pregunta mi Daemon
interno.
- Lo
sutil tiene la tendencia de esconderse tras lo evidente. Esa belleza que la
identifica es así. Te diré algunas de
ellas: por ejemplo, los ojos cafés claros que al mirar el entorno alumbran la existencia
de todo cuanto enfoca, la línea que marca su sonrisa traviesa que de inmediato
torna de alegría el lugar que habita, esa voz suave la cual tiene la capacidad
de derretir hasta el iceberg más añejo, sin olvidar los ondulados cabellos
sueltos que en todo momento están en lucha por su libertad contra el viento que
trata de ponerles orden, el andar de sus pies por la tierra los cuales parecen
pisar nubes sin la menor preocupación, su mano izquierda con el poder de tocar
el corazón de cualquier persona, no se debe olvidar la tendencia de sacar la
lengua en las fotos lo que nos indica
que ese momento guarda en sí felicidad desbordada
- ¿Esa es la sutil belleza de la tal
florecita rockera? Dice mi Daemon.
-
Es una parte entre un billón de las cosas únicas de ella.
Otra
característica de la florecita rockera es que a pesar de su corta existencia
por éste mundo sabe identificar las almas afines a ella, es por eso que no
cuenta sus secretos a cualquier humano. Tiene el don de ver las almas de las
personas. Con la mirada identifica a los buenos o a los perversos. Eso le ayuda
mucho a reservar sus secretos que viene más allá de nuestro sistema solar los
cuales no puede contarle a cualquiera. Solo cuando puede ver un alma semejante
a ella se muestra tal como es, es decir,
siempre escondida vive entre los humanos observando a todos pasar, en sus
complicadas e irrisorias vidas, esperando el momento adecuado para mostrarse sutilmente y como solo se necesitan
2 segundos para identificar a la florecita rockera, son pocos los que han
podido darse cuenta de que ella realmente existe.
Ya
mencioné que es una florecita y que además es rockera. Ésta última
característica es la que más me gusta de ella. Podría pensar que algo tan delicado como una
flor sea rockera, pero no es así. Aun siendo una flor se sabe poseedora de una
fuerza extraordinaria. Es así, que su música favorita es el rock. Cuando apareció en la tierra se dio cuenta que
habían ciertas melodías agradables a su oído, es así que se aprendió numerosas canciones de aquellos grupos de
antaño. Los grupos de los cuales goza su predilección son anteriores a su
nacimiento, por tanto, es algo extraño que sea su música favorita. Pero, si nos detenemos a pensar pausadamente
de ese gusto podemos darnos cuenta que entre ella y el rock existe una
conexión.
Mi
florecita rockera es algo maravilloso porque nadie que conozca tiene una, no he
visto en mis 30 inviernos por la tierra otro humano que sea merecedor de tal
dicha, es pues, la florecita rockera que los dioses del olimpo no la comparto.
Y no por un sentimiento egoísta, sino porque son pocos los que entienden lo que
es estar enamorado de una sustantividad así.
No sé si viviré mucho o poco, mal o bien, con dinero o sin fortuna, pero
lo que sí sé es que con mi florecita rockera a mi lado soy
hipersustantividifragilisticontentistomegarequete feliz, o para resumirlo: “¡me
siento suave y tropical!”
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