miércoles, 16 de enero de 2013

Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios Hacer posible lo deseable


Presentación del libro



Lourdes Hernández Quiñones

Agradezco a la doctora Ahtziri Molina su invitación para participar en esta presentación editorial, que celebro de manera especial por varias razones. Primero, porque la aparición de un libro siempre es una fiesta en torno a la palabra y, particularmente en esta ocasión, por la aparición del libro que lleva por título Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios, autoría de Ahtziri Molina Roldán, Miguel Ángel Casillas Alvarado, Aldo Colorado Carvajal y Juan Carlos Ortega Guerrero, editado por ANUIES, que es un trabajo de investigación de gran valor para los estudios culturales en nuestro país y, particularmente en nuestro estado. Agradezco a todos ellos este regalo que hoy nos hacen a  los interesados en lo cultural.
Segundo, porque se trata de una visión crítica, analítica, seria y rigurosa que aporta información de gran utilidad para delinear políticas culturales que sean incluyentes y diversas con el propósito de responder de mejor manera a las inquietudes, necesidades y deseos de los múltiples públicos de la cultura-en este caso, de los jóvenes-, ya sea en la Universidad Veracruzana, en las instituciones municipales y estatales de cultura, en otras instituciones educativas y culturales, públicas y privadas. Las políticas públicas en el trayecto de hacer posible lo deseable, deben privilegiar el pensamiento crítico de las universidades. En el caso de las políticas culturales, habrá que considerar su construcción sobre dos ejes paralelos: la promoción de la creación y la investigación artística; y el fomento de la educación artística y la formación de públicos. Sólo así podremos garantizar un quehacer cultural sustentable.
Es importante considerar el valor del trabajo de los académicos involucrados en esta investigación, cuyos resultados se obtuvieron a través de la aplicación de mil ochenta y cinco encuestas en los cinco campus de la Universidad Veracruzana, durante el segundo semestre del 2008; proyecto que parte del hecho de reconocer que en años recientes la participación de estudiantes en las actividades artístico-culturales promovidas por  la propia UV ha sido baja, situación que no es privativa de nuestra máxima casa de estudios, sino de las actividades culturales en general. En ellas, por lo menos en la ciudad de Xalapa, casi siempre nos encontramos los mismos y rara vez hay caras nuevas. Ello obedece a la ausencia de políticas públicas en materia cultural y a  la carencia de una educación artística desde el nivel de preescolar hasta la educación media superior, en el aspecto formal; y a un descuido en los programas de desarrollo cultural infantil en las instancias promotoras de cultura en la entidad. Situación que al paso de los años y frente  a los consorcios mediáticos-ahora reconocidos oficialmente como poderes fácticos-se ha agravado, pues su omnipresencia en la mayoría de los hogares, ya sea a través de los medios de comunicación masiva como el radio y la televisión, o bien de las nuevas tecnologías de la comunicación: celulares, computadoras, tabletas, etc., han propiciado una nueva manera de vivir la cultura y la comunicación, erosionando las formas tradicionales de relacionarnos en el mundo.
 A partir de esta consideración sobre el reducido público estudiantil en las actividades de la UV, el equipo de académicos planteó dos hipótesis de investigación: 1) La relación entre el consumo cultural de los estudiantes y la oferta cultural universitaria es muy endeble, pues no se han desarrollado los mecanismos necesarios para interesar a los jóvenes universitarios en las actividades propuestas por la universidad; 2) El capital cultural original de los estudiantes resulta determinante en la adquisición y fortalecimiento del capital cultural universitario.
Es un acierto que la investigación a la que nos estamos refiriendo, subraye la necesidad de considerar al estudiantado universitario como un grupo heterogéneo, con diferentes cúmulos de capital cultural y estrategias para la adquisición del mismo. Asimismo, la introducción de los conceptos de consumo cultural y capital cultural, como pilares de esta investigación, permitió organizar y analizar la información recabada a partir de cinco variables que arrojan datos fundamentales para la toma de decisiones en la Universidad Veracruzana y para futuros estudios sociológicos, culturales y antropológicos que se pudieran realizar en otras instituciones; estas variables son: región, género, área de estudio, capital cultural y trayectoria escolar. Variables que permiten tener una mirada amplia de los públicos de lo cultural, tal y como lo señala la doctora Lucina Jiménez: “es más conveniente hablar siempre en plural, pues existen públicos diversos que comparten la experiencia artística y cultural en un lugar y contexto determinado”. Así-dice Jiménez-“pueden distinguirse diferentes sectores con motivaciones, percepciones, reacciones y respuestas distintas ante un mismo hecho artístico que adquiere entonces múltiples significados”. (1)
 Valga mencionar que la información que arroja el libro Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios, enriquece especialmente y supera en varios temas al estudio efectuado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que se puede consultar bajo el título Infraestructura y Patrimonio, Hábitos y Prácticas Culturales. Asimismo se suma a lo aportado por el informe Acceso de los jóvenes a la cultura en Iberoamérica. Tendencias, obstáculos y experiencias, producto de un trabajo de investigación realizado durante el año 2012 en los países iberoamericanos, por la fundación Interarts con el apoyo de la  Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Este último informe constata que en muchos países iberoamericanos  el consumo cultural de los jóvenes puede calificarse como híbrido: “La asistencia a los centros comerciales, el consumo de la cultura estadounidense y la importancia de las fiestas tradicionales, son tendencias de la juventud”. En menor medida-dice el informe-, se encuentran su participación y asistencia al teatro, las exposiciones, las casas de cultura, y el cine; la mayoría de actividades se concentran en las zonas de aglomeración urbana. (2)
El libro Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios puede leerse en algunos momentos como un caleidoscopio y, en otras, como un rompecabezas (de construcción exitosa), por las cinco variables que guían el estudio. Se cuenta con información que permite hacer entrecruzamientos para tener una mirada más completa del panorama que debe afrontar la Universidad Veracruzana para lograr que más estudiantes participen en las actividades artístico-culturales promovidas por esta institución.  Por ello, a la par de presentar los resultados de esta investigación, los autores van haciendo un análisis crítico de la situación universitaria. Algunas de las cifras que resultan preocupantes son las siguientes: 90% de la oferta cultural de la Universidad Veracruzana se concentra en la ciudad de Xalapa;  en el resto de las ciudades y regiones del estado, el común denominador es la carencia de una vida cultural intensa. Ocho de cada diez estudiantes (80%)  no realizan actividades artísticas de ninguna especie; 68% de los estudiantes dicen participar en diferentes actividades artísticas como espectadores, mientras una tercera parte no lo hace; sin embargo, en cada región el panorama es distinto: en Xalapa, 76% de los estudiantes asisten a actividades culturales; en Córdoba, 75%; en Coatzacolcos, 57% de la población estudiantil asiste a estas actividades, y en Poza Rica, lo hace el 62%. Si bien ello tiene que ver con la oferta o no de actividades culturales, también se relaciona con factores económicos, intereses y antecedentes familiares.
Los resultados de la investigación confirman, de acuerdo con lo planteado por los autores, cómo las diferencias sociales se traducen en diferencias culturales entre los estudiantes; así como la hipótesis de que los estudiantes más dotados en capital cultural consumen más cultura y tienen mayor acceso a los bienes culturales. ¿Qué hacer frente a una realidad que obedece a las propias características del estado, sus actividades económicas y productivas, sus diferencias sociales, la longitud de su territorio que hace complicado establecer servicios educativos en todas las regiones? ¿Cómo hacer posible lo deseable? De eso se trata, de construir políticas culturales a partir de un diagnóstico con  información confiable como es la investigación que hoy nos covoca, para poder incidir en la realidad, por compleja que sea la problemática.
Es innegable la falta de equidad en la oferta cultural de la Universidad en las distintas regiones, y lo reducido del consumo cultural de los estudiantes en todas las zonas. Por ello, se requiere que las autoridades de la Universidad Veracruzana y las instituciones promotoras de la cultura en los municipios y la entidad, hagan una revisión autocrítica de su quehacer y consideren que la acción cultural no puede concebirse como simple entretenimiento o divertimento temporal, sino como una acción permanente que se vincula con la posibilidad de reforzar el tejido social, de propiciar la creatividad, de vivir la diversidad, de compartir identidades, de construir espacios para la imaginación. Se requiere de acciones puntuales- como señalan los autores- para diversificar la oferta cultural de la UV en las regiones y campus, y para delinear programas que propicien la creación de nuevos públicos.
Hacemos propio el exhorto de los académicos que llevaron a cabo esta investigación: “Las políticas culturales de la universidad no pueden seguir siendo indiferentes ante la diversidad de estudiantes que se expresa en las distintas áreas”. Se requiere concebir el trabajo de difusión y extensión cultural desde la diferencia para encontrarnos en aquello que nos es común. Es necesario que entendamos que nuestros hábitos culturales y, en particular, los de los jóvenes se transformaron profundamente. Debemos trabajar en la gestión cultural a partir de la realidad del siglo veintiuno. El estudio Usos del tiempo y consumo cultural de los estudiantes universitarios, es una base que puede garantizar la construcción de políticas culturales con una visión amplia y moderna. Es la posibilidad de recuperar el tiempo perdido en la gestión cultural universitaria, desde la tradición artística de más de medio siglo de la Universidad Veracruzana, con un rostro que mire hacia el futuro a partir de la realidad que hoy viven los jóvenes en Veracruz.



(1)     Jiménez Lucina, Desarrollo de públicos y procuración de fondos, (material de la Especialidad en Políticas Culturales y Gestión Cultural. Unidad de Enseñanza Aprendizaje VIII), OEI, UAM, CENART, 2008.
(2)     Acceso de los jóvenes a la cultura en Iberoamérica, Tendencias, obstáculos y experiencias, marzo 2012, interarts, AECID.


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