miércoles, 16 de junio de 2021

La ecología amenazada por la modernidad

 





 

Por Paulina García Barna Hernández y Silvana Herrera Martínez

 

Desde nuestros antepasados hasta hoy, los seres humanos hemos aprovechado lo que nos ofrece la naturaleza para sobrevivir. Indudablemente, el ser humano siempre ha pensado en dejar huellas. Sin embargo, resulta problemático este modo de proceder cuando se concluye que todo lo que tenemos alrededor podemos dominarlo, controlarlo y someterlo. Al actuar de esta manera, se suele olvidar que los seres humanos no somos la única especie en el planeta y que, por tanto, debemos aprender no sólo a no considerarnos dueños de todo lo que existe, sino a coexistir con los demás seres vivos de la Tierra.

El objetivo de esta pequeña reflexión es evidenciar, criticar y cuestionar los planteamientos de la modernidad en su versión humanista y liberal, así como visibilizar la repercusión que sobre el medio ambiente tienen estas ideas. De paso, queremos sugerir volver la mirada a determinados valores sociales.

 

El dejar una huella siempre ha sido uno de los objetivos del ser humano; cambiar, revolucionar, producir y dejar nuevos conocimientos a través del tiempo. Sin embargo, actualmente se están dejando huellas devastadoras en el medio ambiente; se están explotando los recursos naturales sin ningún cuidado. Pero esto inicia en una época: la modernidad. En épocas pasadas no se veía este impacto negativo en la naturaleza; los pueblos originarios en el México antiguo, por ejemplo, tenían rituales que pretendían la conservación de la madre naturaleza ya que formaba parte de sus creencias. Sin embargo, desde la modernidad hasta la fecha, y sobre todo por el desarrollo científico y tecnológico contemporáneo, se perdió esto y se vive tratando de seguirle el paso a los nuevos productos tecnológicos.

Desde la modernidad, lo que más ha importado es la eficacia, el rendimiento y el beneficio. Son factores que aparte de darle ganancia a una empresa productora, también le dan poder y un gran sentimiento de superioridad y seguridad por sobre todas las cosas. Quizá por ello mismo, podemos decir que se han descuidado algunos valores fundamentales, tales como la justicia, la equidad y la igualdad.  

Desde el humanismo renacentista se ha establecido como centro y medida de todas las cosas al hombre, y esto, cabe destacar, ha generado la exaltación del mismo por sobre todas las cosas. Esta proclamación, juntamente con el liberalismo económico ha contribuido a la exaltación de la individualidad y al consecuente rechazo de los valores comunitarios. Esto es evidente cuando nos percatamos de que los individuos y sus grandes compañías han acaparado los recursos naturales porque la competencia lo exige y porque se piensa en el propio beneficio, generando con ello mucha desigualdad.

Respecto al liberalismo, queremos decir que es cierto que implica libertad, pero también beneficio y crecimiento propio. Y ante esto, sugerimos problematizar lo anterior preguntando: ¿hasta dónde esa libertad proclamada beneficia realmente a todos y promueve equidad?

Desde el punto de vista de la política liberal se sugiere darle importancia al ciudadano antes que al soberano; respetar derechos de los individuos y evidenciar que el Estado solo los preserva. Esta visión nos parece acertada ya que no marca distinción entre los seres humanos a partir del nacimiento, sino que resalta que solo por el hecho de nacer tenemos los mismos derechos, además, la división de poderes pretende evitar el dominio de una sola persona. Sin embargo, queremos decir que entre estos derechos es necesario insistir en que también tenemos derecho a un medio ambiente adecuado para nuestro desarrollo y bienestar. Decimos que insistimos en la necesidad de este derecho porque en la actualidad en nombre de la individualidad y la libertad se utilizan los recursos naturales para la conveniencia de empresas o corporaciones específicas, perjudicando con ello a la naturaleza y a todos los seres vivos. En este sentido, nos parece pertinente afirmar que tenemos el derecho a la vida, a la propia conservación, pero ¿eso implica violar y sobreponer nuestros derechos sobre todo lo viviente? En nuestra opinión, esto no es así.

Para continuar con nuestros comentarios sobre el liberalismo, esta vez en su aspecto económico, sabemos que se parte del supuesto de que hay una libre competencia entre individuos. Sin embargo, en el plano de lo concreto, lo cierto es que nunca se toma en cuenta que no todos pueden participar en el juego, y de ser así, no todos empiezan del mismo lugar. En términos generales, podemos decir que el liberalismo económico tampoco genera equidad, sino desigualdad de oportunidades para los individuos.

Desde nuestro punto de vista, consideramos que es necesario proclamar la libertad, es decir, proteger y mantener las libertades individuales, furto del liberalismo, pero también es necesario considerar que se requiere volver a situar en el centro de atención el valor de la colectividad y el necesario cuidado del medio ambiente.

 

A partir de un pensar en la modernidad (razón instrumental) y en el liberalismo económico (exaltación de la competencia), consideramos que es importante visibilizar que éstos han generado repercusiones negativas no sólo en el plano social, sino en el medio ambiente. El comercio excesivo de recursos naturales, como combustibles y productos forestales, mineros y pesqueros, ejemplifica esto. Es verdad que tales recursos son fundamentales para la vida humana, pero cuando se trata de considerar su agoptabilidad, esto no se ha tomado muy en serio. En efecto, debido a la desigualitaria distribución de recursos en todo el mundo, muchos países toman el papel de exportar o importar recursos dejando de lado el daño que producen. El “libre acceso” (fundamento del liberalismo) a los recursos naturales, trae consecuencias para la naturaleza, ya que los recursos se extraen sin consideración y sin reglas de protección.

 

Después de lo anteriormente mencionado, queremos concluir que los conceptos de modernidad (razón instrumental) y liberalismo económico han generado consecuencias negativas en la sociedad y en el medio ambiente. La exaltación de la razón instrumental se ha convertido en una forma de hacer uso de la razón con fines profundamente economicistas, rentistas y alienantes, basándose en el desarrollo científico-tecnológico. Ante esta situación muy propia de la modernidad, pero muy latente hasta la fecha, consideramos que es necesario volver la mirada a valores tales como la equidad y la justicia, pero también es necesario hacer un llamado para que se adquiera conciencia de las consecuencias que sobre nuestro entorno natural genera la competencia y la acumulación de capital.

 

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