Gilberto Nieto Aguilar
La
tradición ha señalado a México como un país muy machista, fama que se acrecentó
con el cine mexicano de los años 40 y 50. Sin embargo, el padre mexicano hoy
vive una transición del padre tradicional, autoritario, que decía la última
palabra en el hogar, a otro que participa e interviene no solo en el suministro
económico sino también en el cuidado y bienestar de su familia, con lo que genera
vínculos más profundos y afectivos con los hijos.
Hace
seis o siete décadas el padre era un poco lejano de los asuntos internos del
hogar, y la crianza de los niños recaía en la madre. Era muy común el padre
desobligado que dejaba hijos sin atender. Los últimos cambios de rol en el
ejercicio de la paternidad, tanto social como cultural, se originaron, en
parte, por la incorporación de las mujeres al ámbito laboral, sin estar
dedicadas de tiempo completo a la casa.
Con
la globalización y la emisión de incontables leyes, Convenios, Cumbres y
Conferencias Mundiales sobre la igualdad de las mujeres y los derechos de los
niños, quedaron atrás los papeles de las sociedades patriarcales, donde predominaba el modelo autoritario
del padre proveedor que delegaba en la madre el cuidado, crianza y educación de
la descendencia. El padre es cabeza de familia, y responsable de los hijos e hijas en términos económicos y
legales.
Aquel padre en extinción, se
caracterizó por conservar ciertos valores en la familia (aunque muchas veces él
no los cumplía), y practicaba en los hijos una educación rígida, poco flexible,
con mucha disciplina altamente autoritaria. La madre respetaba las decisiones
del padre aunque no fuesen justas. En pocos casos fue un padre tolerante y
liberal, cariñoso y comprensivo.
Sobre la segunda mitad del siglo
pasado, algunas cosas comenzaron a cambiar y los padres tuvieron que sufrir una
revolución ideológica y de costumbres, un cambio de paradigma conforme lo que
habían vivido como hijos. Es el espacio de los años sesenta, setenta y ochenta,
en que se educó familiarmente con mayor flexibilidad y condescendencia.
Los hijos de estas décadas serán
padres más conciliadores. Darán mayores libertades a los hijos y las parejas se
integrarán buscando mayor armonía en las responsabilidades del hogar. Claro que
todo esto son generalidades y supuestos, en virtud de que la sociedad mexicana
es muy diversa, y bastantes regiones de nuestro territorio nacional conservan
tradiciones ancestrales.
Con el nuevo milenio nos solo la
televisión transmite nuevas ideas, como lo hizo en las últimas décadas del
siglo pasado. Ahora llega el uso del Internet y más tarde de las redes
sociales, lo que trae la revolución digital y la Era del Conocimiento. En
países como el nuestro y la mayoría de los países latinoamericanos, conviven varias
percepciones de vida al mismo tiempo.
Hoy los divorcios aumentan y es
más difícil criar a los hijos. Los padres (y las madres) ven disminuida su
autoridad moral y formal por los contextos y las disposiciones protectoras de
menores. La educación familiar cambia y la sociedad digital y globalizada sufre
de una enorme confusión de valores, por la facilidad con la que fluye la información
que generalmente no se analiza ni se selecciona, y por lo tanto no se
internaliza adecuadamente.
gnietoa@hotmail.com
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