viernes, 25 de junio de 2021

Un Mundo de Plástico

 


Por Mariana Platas Morales, Carlos Larrinaga Portilla e Ixchel Luna Baruch

 

Descritos como seres dotados de inteligencia superior y raciocinio, los seres humanos presumimos ser la cúspide de la evolución, sin embargo, ¿qué tan inteligentes son realmente quienes destruyen su propio hogar, amenazando con ello toda forma de vida, incluyendo a su propia especie? Y en este sentido conviene preguntar también: ¿En qué momento pasamos de ser un mundo verde y vivo, a un mundo de plástico?

 

La respuesta proviene de la conexión entre modernidad y liberalismo. Como es sabido, durante la modernidad surgió la idea de que mediante la razón era posible dominar, someter y controlar la naturaleza. Esta idea en conjunción con la exaltación del individualismo y de la competencia en la batalla por la ganancia y la utilidad, fruto del liberalismo económico, nos permite vislumbrar que desde ese entonces se ha ido gestado un terrible escenario caracterizado por un incremento de escasez debido a la contaminación y sus efectos sobre el clima y los ecosistemas.

 

Como sabemos, el liberalismo económico defiende que la economía se debe autorregular sin intervención del Estado, lo que significa que será la propia ley de la oferta y la demanda la que encuentre una solución igualitaria y armónica al crecimiento y desarrollo social. Fue en el siglo XIX cuando este modelo comenzó a tomar fuerza como modelo económico y dio origen al enorme monstruo del capitalismo como lo conocemos hoy.

 

En 1907 la mente brillante del químico belga-americano Leo Baekeland creó la baquelita, el primer plástico fabricado, y con su enorme éxito en 1909 se inició la industria del plástico. Sus ventajas respecto al vidrio son básicamente su menor precio y su gran versatilidad de formas. Y para visibilizar la conexión de este acontecimiento con el liberalismo económico, es preciso recordar que, de acuerdo a este modelo, el objetivo de cualquier productor es reducir gastos y aumentar ingresos para tener un gran beneficio.

 

Por ello, en la década de los cincuentas se partió de este principio del liberalismo económico y se terminó convirtiendo el plástico en la alternativa perfecta para un negocio altamente rentable. Desde ese entonces, la apertura y diversidad de mercados junto con la oferta y demanda de productos elaborados en plástico, dieron lugar a una sobreexplotación sin medida del medio ambiente buscando satisfacer las exigencias del mercado.

 

Además, conviene recordar que en una sociedad liberal la demanda aumenta, y que, por ello mismo, las grandes industrias deben buscar otras fuentes de materias primas para solventar la producción, y esto es realmente problemático, pues genera explotación de ecosistemas en otros países, así como una excesiva contaminación.

 

No hay que dejar de lado que la contaminación es un subproducto indeseado de la sobreproducción, Y al respecto es pertinente recordar que en 1950 se produjeron dos toneladas de plástico en el mundo y en 2015, 448 millones de toneladas. En referencia estos datos los investigadores creen que, si se sigue produciendo plástico al ritmo actual, alrededor de 12.000 millones de toneladas de basura de plástico acabarán en los vertederos y en nuestro entorno en 2050.

 

Consideramos que la razón instrumental en conjunción con el mercado liberal cuyo fin absoluto es la creación de productos desechables para así generar consumo continuo, nos han llevado al punto

grave en el que nos encontramos hoy; grandes sequías, inundaciones, huracanes, extinción de especies y demás, son enormes indicadores del daño que le hacemos a nuestro planeta y a su vez, a nosotros mismos.

 

Sin embargo, las preocupaciones sobre este asunto no han faltado. Un mundo con serios problemas ambientales en aumento ha ocasionado el surgimiento de un nuevo liberalismo: el “liberalismo verde”. El filósofo político Marcel Wissenburg en 1998 argumentó que se debe rechazar la idea de los derechos de propiedad absolutos y aceptar restricciones que limiten la libertad de abusar de la naturaleza y los recursos naturales, otorgando prioridad a la producción más eficiente, energías renovables, y estableciendo al mismo tiempo frenos a la sobreproducción y la sobreexplotación de recursos.

 

Pero si partimos de lo evidente, de una sociedad individualista, consumista y preocupada por la ganancia y la utilidad, nos preguntamos, no sin una profunda preocupación ¿Qué tan grave debe ser la situación ambiental para que tomemos cartas en el asunto desde hoy y no lo dejemos para mañana? Después de todo, creemos que es preciso hacer un llamado urgente, pues por primera vez en la historia estamos en riesgo todos y todos necesitamos intentar solucionar este problema universal.

 

1 comentario:

Unknown dijo...

Hablando de ecosistemas existe una teoría relacionada con la pandemia y la alteración de los ecosistemas