viernes, 25 de junio de 2021

La tradicion oral nahua, punto de partida de su historia

 

 

 

Por: Juan Martínez María

 

La expresión náhuatl define al hombre como “dueño de un rostro y de un corazón”, y estas características se han desarrollado a través de la historia del México antiguo hasta el presente en todas las facetas de su cultura, otorgándole un rostro y corazón propios caracterizado por el mundo de sus mitos y su cosmogonía.

 

El presente artículo alude a la importancia que tiene rescatar las diferentes facetas culturales que a lo largo de la historia le han otorgado identidad a nuestros pueblos indígenas, para conocer su pasado y así entender su presente, considerando dentro de ello su pensamiento religioso, su arte y educación, su concepción de la historia, su organización social y política. En el México antiguo Tlacaélel y Netzahualcóyotl fueron unos sabios tlamatinime, legaron al pueblo azteca una cultura basta y reformadora que cimentó el gran dominio cultural en sus territorios conquistados, estos antecedentes son base testimonial de una raza que llegó a ser tan fuerte en todos sus aspectos.  En el presente, somos los educadores quienes debemos de considerar la etnología como parte de nuestra formación y que en cierta forma permitirá integrarnos al mundo de la información de la tradición popular que existe en aquellos que han sobrevivido a los embates de la alienación y que son nuestros sabios huehuentzis o hueytatas (hombres viejos y sabios) que aún tienen mucho que legarnos de sus sabios saberes.

Uno de los fines educativos, es precisamente el rescate de la tradición oral de nuestros pueblos, como el redescubrimiento de sus raíces dentro una actividad pedagógica de investigación inculcada desde temprana edad en los educandos, partir con la promoción de la lectura basada en escritos que incluyan leyendas y tradiciones de cultura popular regional o nacional, y una vez abierto el interés en este ámbito proseguir con la investigación de las fuentes orales que existen en la comunidad.  Al realizarlo se constituyen espacios de placer y de convivencia, se fomenta la investigación, y se practica la redacción de textos con sentido antropológico.  A continuación, se presenta la parte I de un relato de nuestro informante Loreto Hernández de la localidad Sasaltitla, Chicontepec, Veracruz.

 

“Un día de tantos, soleado como nunca bajo los efectos de un calor agobiante, cansado de acarrear piedras del arroyo para construir el horno de la molienda de caña, presionado por mi padre porque ya la caña maduraba floreciendo como señal de corte, cuanto antes debía quedar el horno para la próxima molienda”

 

-“Se me hizo fácil faltar a los principios de respeto hacia lo hecho por nuestros antepasados dado que nuestros abuelos siempre nos inculcaron valorar las construcciones o montículos de tipo piramidal que yacen enterrados bajo tierra, simulando ser cerros pequeños en la parte plana o de vega donde solemos cultivar caña o maíz”

 

“Para ahorrar tiempo, tomé la piocha y empecé a escarbar la base de una de estas construcciones y encontré muchísima piedra, suficiente para concluir el horno de molienda”

 

En eso estaba cuando de pronto se vino un derrumbe de piedra y tierra y por poco muero aplastado, mis ojos no alcanzaban a mirar dentro de la nube de polvo y cuando por fin lo pude hacer, vi a una anciana vestida con una blusa de manta bordada en punto de cruz, sentada en una silla pequeña de palma y sin quitarme la vista de encima de manera furiosa me llamó por mi nombre y me dijo:

 

Tá Loreto, ashcana ti techtlepanita campa titztoque tojuanti,

¿ quenque ti xolequi ni nocha?

ashcuali tlen tichitocj,

nama tipia sampa ti cualtlalis nocha,

pampa tlan ash ticualtlalis,

ashcana huelis ti cochis,

hasta queme ti miquis.

 

Traducida al español, me dijo:

_Oye tu Loreto, tu no respetas aquí donde vivimos nosotros,

_¿Por qué destruiste mi casa?

_No es bueno lo que hiciste,

_Ahora tienes que volver a componer mi casa,

_Porque si no la compones,

_No podrás dormir,

_Hasta que te mueras.

 

En efecto, desde esa noche cada vez que pretendía dormir, veía en mis sueños a la anciana mirándome con furia diciéndome –“conponme mi casa Loreto” -- y así llegué a aguantar cuatro días sin dormir hasta que estuve a punto de volverme loco.

Visité a un curandero, le llevamos a la anciana su ofrenda y me dispuse a colocar piedra por piedra lo destruido hasta que terminé, solo así pude dormir ya en paz.

-- Esto que les cuento es cierto, aprendan a respetar estos lugares donde vivieron y siguen viviendo nuestros antepasados, ellos conviven con nosotros y nos protegen siempre y cuando no los molestemos.

 

correo supjuanmaria @gmail.com

 

 

 

 

 

 

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