lunes, 26 de noviembre de 2018

ECONOMIA, MERCADO Y POLITICA.


CONTRA LA CORRIENTE:



Tito Domínguez Lara.

 López Obrador anuncia una Cuarta Transformación que incluye reformas administrativas, política y legales, que inevitablemente tendrán que chocar con los intereses de los dueños del dinero y por ende, dueños del poder.  Esta clase dominante no les preocupa andar metidos en pleitos por el poder político, de hecho deciden de antemano quien les va administrar y defender sus interés, es decir, ya desde antes de las elecciones formales  en la que les dan a los ciudadanos la oportunidad (única) “de elegir a sus gobernantes”, ha sido mera formalidad aún en contra de sus propias leyes que violan descaradamente; así fue en 1988 con Salinas, en 2006 con Calderón y en 2012 con Peña Nieto.

Esto  llegó a su fin el pasado primero de julio cuando la votación  aplastante –mas de 30 millones de votos–  a favor de López Obrador les cambio la jugada.  Cumplir con el programa de la Cuarta Transformación se necesita mucho dinero, y los dueños de de la mitad de la riqueza en este país, que es el uno por ciento, sienten que sus incalculables ganancias se verán afectadas.  La causa de la pobreza en nuestro país, la corrupción y la inseguridad,  y que nuestro país sea el que  más mano de obra exporta y que a los trabajadores les paguen salarios de hambre, sin vacaciones ni seguro social todo esto se explica cuando sabemos que las 400 grandes empresas que operan en nuestro país,  obtienen una ganancia de 5 billones al año (5,000 000 000 000;  ¡5 millones de millones!) que corresponde a la mitad de Producto Interno bruto; es decir, la mitad de la riqueza que se produce en todo el año. Estas mismas grandes corporaciones pagan de impuestos al fisco 1.7 por ciento; cuando los trabajadores, los pequeños empresarios y los profesionistas pagan hasta un 30 por ciento. Las empresas mineras extranjeras, esas que se llevan nuestras riquezas naturales, que contaminan la tierra y el agua,  pagan: ¡5 pesos por hectárea al año!.

 Los bancos que operan aquí, la mayoría extranjeros y que controla la mayor parte del mercado,  los servicios financiero que proporcionan (las comisiones) son mas caros  que en  su país de origen. Dichos costos  son un impuesto extra para los usuarios de la banca, “un saqueo de divisas y una fuga de utilidades para el conjunto de la economía mexicana”, permitido por el gobierno. Y cuando sus ganancias disminuyen o se ven en peligro por mala administración y corrupción, cuentan con el apoyo del gobierno, tal y como sucedió en el sexenio de Ernesto Zedillo que implementó el llamado rescate bancario (Fobaproa) a cargo de la sociedad,  el cual seguimos pagando.  Confirmando lo que ya se sabía: las ganancias son privadas y las pérdidas son públicas. Los precios del internet, de los créditos, del teléfono y  de la luz,  son más elevados aquí en México que en los Estados Unidos, donde  el salario mínimo es diez veces mayor que el de México. Como ve usted amigo lector, sí hay dinero. En otras palabras: la riqueza que es producto social está privatizada en pocas manos.

Muchos no han entendido el alcance y la importancia  de los objetivos de esta Cuarta Transformación del nuevo gobierno. Debemos ser conscientes de que no es tarea de un hombre solo, ni de su abigarrado equipo, ni de su partido que se ha formado principalmente para la contienda electoral;  requiere de la comprensión y el apoyo masivo de la población a la  se pretende beneficiar. Tener claro quienes son los causantes de la situación que vivimos. Que no nos vendan el cuento de que la economía debe ser prioritaria a la política; no, la economía capitalista se rige por el mercado, no por la necesidad de la población: “Produzco lo que el mercado me exige”, dice el empresario. La política debe regirse por la necesidad, o al menos en armonía con la economía o regulador de esta.  En un sistema capitalista de predominio de capital trasnacional, rige su política al ritmo que le marca el mercado mundial.  Un capitalismo dependiente del capital financiero  se somete a las condiciones que le impone el capital financiero mundial cuando requiere de prestamos le impone que aplique  medidas de “austeridad”,  recortando los presupuestos sobre todo,  para la sanidad y la educación, aumentar los años de jubilación, topes salariales, etc. Romper ese cordón umbilical, ganar el mercado interno y competir en el mundial requiere el desarrollo de un capitalismo nacional, así deberían entender el sentido del programa del nuevo gobierno.



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