Leyendo en Italian Cofee, después de permanecer larga
jornada en Cafetería Moretto asentada muy cerca al Club de Yates del bello y
caluroso puerto de Veracruz, inevitablemente necesidad de escribir aflora. Y al
hacerlo, paralelamente nace otra pasión: compartir alguno de los párrafos,
compartirlos con persona amada, admirada. Atrapa placer, esa sensación de
encontrar letras conmovedoras en amplio sentido y difundirlas en reconocimiento
y homenaje al escritor, aquel, para una infinidad anónimo, de quien, expresa
Pitol, “se lee con agradecimiento en ocasiones hasta con estupor”. Transcribo:
-Qué ha sido de la edad de oro de los libreros a la
intemperie -dijo- Porque es ahí donde mi ilustre amigo Barbier coligió
tantos tesoros que llegó a construir una
bibliografía especial de varios miles de artículos. Por aquí prolongaban
durante horas y horas sus doctos y fructíferos paseos el erudito Monmerqué, de
camino al palacio de justicia y el también erudito Labourderie, al salir de la
metrópoli. De aquí se llevaba todos los días el venerable Boulard un metro de
rarezas, calibrando con su bastón medidor, que no hallaba cabida en ninguna de
sus seis casas atestadas de volúmenes. ¡Hay cuantas veces anhelo en semejante
ocasión el modesto angulus de Horacio o la cápsula elástica de pabellón
de hadas que habría poder dar cobijo a los ejércitos de Jerjes u que se llevaba
al cinto con la misma facilidad que la vaina de los cuchillos del abuelo de
Jeannpr... Es evidente, coincidimos en bibliomanía
“...esa literatura moderna que nunca llegará a ser
antigua, cuya vida es efímera en veinticuatro horas, como la de las moscas del
río Hypanis:... (Pp.32)
“...el noble in-folio tres veces centenario que ha
alegrado la vista a diez generaciones con sus tapas de piel de cerdo y sus
cierres de bronce.
"...curiosas insignificancia literarias y
bibliográficas...
"...la vida del hombre no es más que un tránsito
y ni siquiera el mundo se asienta en cimientos eternos.[1] Ha de tener un fin como todo lo
que ha tenido comienzo.
"Como iba desmejorando a ojos vistos, mandaron
llamar a su médico, que casualmente era filósofo y hombre agudo. El médico se
percató de la congestión cerebral era inminente y publicó en la Revista de
Ciencias Médicas un bonito informe sobre esa enfermedad que se denominó
<<monomanía del tafilete o tifus del bibliómano>> Mas la Academia
de las Ciencias no se hizo con del trastorno, por considerarse que competía con
el cólera morbo. (Pp.30)
Controvertidas
sensaciones asaltan al dejar, en lugar de espera El aprendizaje del escritor
obra de Jorge Luis Borges adquirido compulsivamente en Sanborns Plaza Américas
de Boca del Río editado por Lumen colección Narrativa y adentrarme en libro de
viejo adquirido allá por Los Sauces.
Robando
minutos a seres querido queridos, al tedio, a la inactividad. Probablemente
existen expresiones indicativas de vejez o decadencia, por ejemplo, pensar o
creer que lo apreciado en cierto momento constituya lo mejor. Eso experimenté
al leer el artículo -así lo define autor del escrito- El Bibliómano en la obra
El amante de los libros de Charles Nodier: Metafóricamente, juzgo, el mejor
final leído en últimos tiempos. Transcribo otra parte de contenido y así
compartir alegría vivida al adentrarme en libro circunstancialmente adquirido
Epitafio
A Théodore
-personaje central de la narrativa.
AQUÍ YACE
ENCUADERNADO
EN MADERA
UN EJEMPLAR
IN-FOLIO
DE LA MEJOR
EDICIÓN
DEL HOMBRE
ESCRITA EN
UNA LENGUA
DE LA EDAD DE
ORO
QUE HOY YA
NADIE
ENTIENDE.
ES AHORA
UN LIBRO
AJADO
MACULADO
DESCABALADO
FALTO DE
FRONTISPICIO
PASTO DE
GUSANOS
Y HARTO
ENMOHECIDO.
NO CABRÍA
ESPERAR PARA ÉL
LOS TARDÍOS E
INÚTILES
HONORES
DE LA
REIMPRESIÓN.
Puerto de
Veracruz, octubre 5, 2018.
Charles Nodier. (2015) El amante de los libros. Traducción
de Alicia Herrero Arreola; Trama. España.
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