martes, 7 de septiembre de 2021

SOMOS MÁS QUE MÁQUINAS

 


 

 

A lo largo de la historia, el ser humano ha aprendido a amar la sabiduría y el conocimiento, anhelando cada día obtener respuestas a la multiplicidad de preguntas que se  plantea. Esto es la filosoa, el preguntarse por todo lo que vemos, sentimos, olemos, e incluso preguntarse por lo que sabemos y ya damos por sentado. Pero, ¿por qué surgió la filosoa y por qué cuestionamos todo? Concretamente porque el ser humano tiene que ser algo más que una máquina. Y es que no tiene justificación vivir en un mundo sin preguntarse siquiera de dónde viene ese mundo y de dónde uno mismo.

 

 

Actualmente vivimos una época de acelere, de globalizacn y de consumismo, en donde de acuerdo a nuestras responsabilidades creamos una rutina y tenemos hábitos permanentes para cumplir con lo que exige la vida y “vivir bien”; pero si apartamos todo eso de nuestros pensamientos y solo nos detenemos un momento para apreciar lo que está a nuestro alrededor, nos encontramos ante un mundo desconocido, lleno de enigmas que realmente no podemos comprender. Es en estos momentos cuando una persona comienza a ser filósofo. ¿De dónde viene el mundo y el universo? ¿Somos finitos o hay vida desps de la muerte? ¿Quién es Dios?

¿Quiénes somos?  ¿mo debemos vivir?  Grandes enigmas del universo que

 

raramente nos detenemos a pensar.

 

 

 

Para  convertirnos  en  buenos  fisofos  lo  único  necesario  es la  capacidad  de asombro y precisamente de esto surge la filosoa: del asombro de los seres humanos. No es mejor filósofo el que tiene más respuestas, sino el que pregunta más. Resulta más fácil hacer preguntas filosóficas que contestarlas, y si se encuentra alguna respuesta, se la propia, porque no podemos afirmar nada. Lo maravilloso de la filosoa es que aunque tengamos un enigma que no podamos resolver, sabemos que hay una respuesta.

 

 

Hay algo dentro de nosotros mismos que nos dice que la vida es un misterio, y lo hemos sabido desde antes de pensarlo. Todo es extraño, no sabemos cómo


funciona ni por qué existe lo que existe, pero precisamente es esto lo que nos humaniza: el cuestionar lo que vivimos. Sin la filosoa no seríamos humanos.

 

 

Tristemente no todas las personas tienen la pasn y la dicha de interesarse por el qué vivimos, incluso a algunas les produce miedo cuestionar todo ya que tienen sus principios plantados y prefieren aferrarse a lo cotidiano que el asombro queda en segundo plano. Una razón por la que  algunos seres humanos, principalmente adultos, ya no dudan ni se preguntan por nada es porque ya se han habituado al mundo tal y como es; ellos han perdido algo. Es interesante cómo un niño que apenas está aprendiendo puede asombrarse e interesarse por cualquier cosa y puede tomar como normal algún evento extraordinario puesto que no sabe lo que se puede y lo que no, lo que está bien y lo que está mal. Por ejemplo, si un hombre comienza a volar, para un niño de 4 años sería un asombro más, un suceso natural, pero para una mujer adulta sería escalofriante y quedaría traumada. Pero, ¿por qué no podemos volar?

 

 

Este tipo de cuestiones pueden considerarse como corrientes pero son las que inician el proceso de filosofar. Todos los seres humanos tendríamos que aspirar a comportarnos como un niño, asombrarnos por todo y aunque no sepamos las respuestas, vivir felices de que no todo está resuelto y que somos misterio.

 

 

Mi preocupación es con las personas que dan el mundo por sentado, porque significa que no viven realmente. La mejor propuesta es una vida activa en donde podamos volver a despertar. La filosoa en no nos ha felices, pero nos ayudará a vivir de una manera más inteligente: pensar mejor para vivir mejor y con esto alcanzar la felicidad. La filosoa no solo hace que trabajemos nuestra razón y mente, sino que expande nuestra alma tratando de conectarnos con un significado superior, buscando siempre el sentido de la vida para que valga la pena vivirla, porque sin estasqueda seríamos máquinas programadas y si de algo estoy segura es que los seres humanos somos más que una máquina.

 

Paulina García Barna Hernández

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