Gilberto Nieto Aguilar
La persona, la familia y la
sociedad, tienen parte en la gran responsabilidad de luchar por contener la
Tercera Ola de la pandemia SARS-CoV-2. El cubrebocas es un sencillo utensilio
necesario para todos: niños, jóvenes, adultos y ancianos. El agua y jabón, el
gel, el alcohol, cuidar la distancia, salir a la calle sólo cuando sea
indispensable o muy necesario, aunque hayan recibido la vacuna. Si, aunque
hayan sido vacunados.
Usar el cubrebocas es primordial, una
sensata precaución de primer orden en nuestros hábitos. La vacuna es sólo un
avance médico para hacer más ligero el contagio, no para prevenirlo. Muchos
creen que con la vacuna están a salvo y que pueden movilizarse sin
precauciones, lo cual es falso y lo comprobarían si recaban información de
buena fuente. No importa que en Palacio no lo usen, el deber ciudadano nos
señala que el cubrebocas sí es necesario. Se cuida usted y cuida a quienes le
rodean.
Cuando las advertencias de las
autoridades locales o federales son contradictorias, se siembra el
desconcierto. Por ejemplo, con lo que recomienda la OMS, o los organismos de la
ONU. Más fuerte es el desconcierto si crees todo lo que se dice en las redes
sociales sobre tal o cual vacuna y sus efectos, la calificación que le otorgan
o la necesidad de un refuerzo. Lo importante es que aquí seguimos, aunque sea
en la indefinición, con nuevas variantes, nuevas cepas, nuevos brotes, nuevas
dudas.
Quizá has escuchado que hay
personas vacunadas que se están contagiando. Que ahora hay muchos jóvenes y
adolescentes contagiados. Lo que tal vez sea por las nuevas cepas, más
contagiosas, con otra carga viral. Pero el aumento en los contagios puede
provenir de la relajación en los cuidados sanitarios, no lavarse las manos con
frecuencia, no usar cubrebocas, no guardar la distancia, no estornudar en el
ángulo interno del brazo, fiestecitas caseras.
Con la incertidumbre de no saber mucho sobre las posibles
secuelas, su duración y efectos, ya se escucha hablar de fisioterapias para
ayudar a quienes han padecido y sobrevivido a esta pesadilla, pues los daños,
dicen algunos médicos, pueden ser múltiples, desde los pulmones, el sistema
nervioso, el cerebro, el corazón, la motricidad, entre otras no menos
importantes y según las condiciones de salud del contagiado.
El SARS-CoV-2 se renueva, muta, cambia. Recrudece los embates
con la aparición de nuevas cepas, distintas a las originales. El esfuerzo de la
vacunación se convierte en una carrera contra el tiempo. Y existen persona que
no quieren vacunarse. Con la vacuna, se libera parte de la tensión social,
aunque los individuos deben seguirse cuidando. Puebla, Veracruz y Chiapas, por
diversas razones, parecen ser los más rezagados en este asunto (Excélsior,
29/08/21).
Cuando se abran las aulas
escolares (por año y medio cerradas), será un momento grandioso, en el que
todos necesitarán readaptarse: los padres, los maestros, los alumnos y hasta la
ciudad, que tendrá que volver a vivir las prisas y las horas pico de las entradas
y salidas de las escuelas. Nada volverá a ser igual, pues la experiencia de
esta pandemia dejó una huella imborrable, que debemos convertir en algo
positivo.
En las escuelas será difícil pedirles
a los alumnos que sean poco expresivos, que no se abracen, que no formen grupos
cercanos, que no compartan alimentos y golosinas, que no recurran a sus formas
habituales para manifestar sus afectos y cariño. Será muy duro. Traumático. Los
niños y adolescentes suelen ser muy expresivos. La mayoría pensó que al
desinfectarlo todo se encontraban a salvo. Los adultos creyeron que una vez
vacunados volverían a abrazarse, a estrecharse las manos, a darse un beso de
afecto. Que con la vacunación obtendrían la inmunidad suficiente para dejar
atrás la pandemia.
Estamos en el camino, pero aún
existe un tramo por recorrer. Los laboratorios en el mundo trabajan
intensamente en la vacuna, los gobiernos en dar lo mejor para la población, la
sociedad en cuidarse a sí misma y en cuidar de los demás. Hagamos nuestro
esfuerzo, colaboremos cada uno para que los contagios no sigan esparciéndose,
simplemente cuidándonos.
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