Gilberto Nieto Aguilar
Se dice que la política no es ni
sucia ni tramposa. Ese ingrediente negativo lo añade el político y los
políticos de los grupos diversos que no aceptan las reglas de ganar-ganar sino que
imponen las de ganar-perder, y ellos siempre quieren ser los triunfadores. No
es como un tablero de ajedrez donde las reglas son claras y limpias, en donde
la inteligencia y el conocimiento de campo hacen la diferencia.
El término “ecología” se refiere a
la rama de la biología que estudia las relaciones de los diferentes seres vivos
entre sí y con su entorno, en una zona determinada y en el medio en que viven.
El Diccionario de la Lengua Española simplemente lo define como la “ciencia que
se da entre los seres vivos como habitantes de un medio y la relaciones que
mantienen entre sí y con el propio medio”.
Independiente de los contenidos de
la política ecológica o de la ecología en la política, que se celebra el
primero de noviembre, la atracción del término es por su amplia acepción fuera
de los patrones rígidos de su significado puramente oficial. Se habla de
ecología al referirse a la limpieza de un proceso en el que se interrelacionan
los seres humanos en un ámbito determinado, en este caso, el complicado mundo
de la política.
La filosofía política no es un
arsenal de soluciones, sino una serie de procedimientos para plantear, perfilar
y delimitar conceptualmente los problemas que se dan en ese entorno muchas
veces sombrío, lleno de descontento, de malestar social, que hunde sus raíces
en un viejo rencor por las experiencias pasadas y presentes de la política, los
políticos y la manera voraz de ejercer la “democracia”.
La influencia de la filosofía política como teoría o como
historia de las ideas, el significado de las categorías de lo político, la
política, lo social, la sociedad (orden social) y los sujetos políticos, así
como la noción de la primacía de lo político sobre lo social, son temas de
muchos debates contemporáneos, sin llegar a acuerdos sobre la conformación y
disputa del orden social, por un lado, y la constitución de los sujetos
políticos, por otro. Ni tampoco sobre la condición de la naturaleza humana cuando
la oportunidad del entramado político lo lleva al poder y el dinero.
El informe “Política, dinero y
poder. Un dilema para las democracias de las Américas”, es uno de tres informes
con relación al espinoso tema de la influencia del poder, el dinero, los
partidos políticos, la democracia y las elecciones, publicados entre 2004 y
2011 por la Organización de los Estados Americanos (OEA), en colaboración con
el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia electoral.
Después del proceso electoral, el nuevo
gobierno (antes lo usufructuaron los partidos políticos) parece que no pueden evitar
involucrarse en la insaciable rapiña de lo inmediato. No temen las
consecuencias ni ven el futuro que construyen o destruyen. Son procesos tristemente
cíclicos, mientras el pueblo aguante, no se desespere, ni llegue al borde de la
locura. Las quejas y el descrédito que se transmiten por los medios de
comunicación y las redes sociales llenan de confusión, escepticismo y
desesperanza, más a través de lo emotivo que del razonamiento crítico.
gnietoa@hotmail.com
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