Gilberto
Nieto Aguilar
Cada
22 de julio se celebra el Día Mundial del Cerebro, acordado por la Federación
Mundial de Neurología (WFN) desde 2014, con la finalidad de crear conciencia sobre la importancia
vital de este órgano, sus cuidados, alimentación, oxigenación, movimiento,
puesto que todo lo que ocurre en nosotros es gracias a su buen funcionamiento.
Somos lo que ocurre en las neuronas.
Hace
muchas décadas, cuando cursaba la secundaria, me dijeron que el ciclo vital de todo
ser vivo es «nacer, crecer, reproducirse y morir». Con el tiempo descubrí que
entre líneas de esos cuatro verbos encontramos infinidad de espacios enriquecedores
que le dan sentido y valor a la existencia. Y también descubrí que, por
desgracia, no hay una ciencia que nos diga cómo afinar las funciones de nuestro
cerebro, cómo lograr que rinda más y mejor, cómo elevar el pensamiento hacia
estadios superiores de conciencia, lo que podría definir un camino positivo para
el futuro de la humanidad.
La
ciencia busca cómo prolongar
significativamente la actividad del cerebro humano enfocando la incidencia de
las enfermedades neurodegenerativas que en la edad avanzada son un factor de
riesgo y cuyas investigaciones en las últimas décadas han avanzado bastante. La
ciencia ha descubierto que hay seres
vivos con una supervivencia de cientos de años, lo que hace de esta área fascinante
de la salud y la longevidad, una lucha por retrasar el deterioro del organismo
y, en especial, del cerebro humano. El número de personas mayores crece
progresivamente haciendo más relevantes estos estudios.
Juan
Vicente Sánchez Andrés, doctor en medicina y especialista de gestión clínica en
salud mental por la Universidad de Deusto, director de la Revista de Neurología
en España entre varias otras encomiendas, es el autor del texto “La edad del
cerebro” que publica RBA, 2019, Barcelona.
El objetivo de tales
investigaciones, que auguran grandes progresos en el transcurrir del presente
siglo, es acumular el conocimiento suficiente para intervenir sobre el proceso
de envejecimiento del cerebro y lograr que las facultades mentales puedan
mantener su función normal al paso de los años, lo que resulta inminente puesto
que el cerebro no solo afecta a las funciones mentales, sino que es responsable
del control de casi todo el organismo.
Con el tiempo se pierden la
agilidad mental, capacidad de retención de recuerdos nuevos, tiempos de
reacción, atención, concentración y percepción. Otros tejidos van renovándose a
lo largo de los años, pero las neuronas, una vez maduras, no se dividen más y
serán las mismas el resto de la vida. Según el neurocientífico yugoeslavo Pasko
Rakic, de la Universidad de Yale, es posible que el propósito sea conservar los
circuitos neuronales complejos. Pero gracias a la plasticidad neuronal se pueden
formar nuevas conexiones sinápticas, recuperarse y reestructurarse.
Algunos científicos creen que la
nanotecnología y los nanocircuitos, las células madre y la ingeniería genética
revolucionarán el mundo de la medicina futura y podrán ofrecer un mayor tiempo
de funcionamiento en buen estado del cerebro. El problema sigue siendo de uso
que le damos o que no le damos; el poder de autogestionar nuevas perspectivas
para el desarrollo personal.
gnietoa@hotmail.com
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