Alberto Rafael León
Ramos
albertoleon@crespf.com.mx
La filosofía es una actividad que se forjó en la antigua
Grecia como respuesta a las grandes interrogantes del hombre: ¿qué
es el ser? ¿qué es la realidad? ¿existe el mundo?, ¿por qué hay algo y no
precisamente nada?, ¿qué es la substancia?, entre otras preguntas
fundamentales. Estas interrogaciones son
eminentemente metafísicas.
“La metafísica es
materialmente idéntica a lo que entendemos por filosofía. E insisto en la
palabra materialmente. Puede decirse que la metafísica es una parte de la
filosofía, además de la lógica, la ética, la filosofía de la naturaleza.
Ciertamente; pero todo esto en definitiva es metafísica; la lógica es la
metafísica de conocimiento, como la ética es la metafísica de la vida, como la
filosofía de la naturaleza es la metafísica de la naturaleza. En este sentido,
la metafísica no es una parte de la filosofía, sino que es materialmente
idéntica a la filosofía misma.”
(Zubiri, 1933)
Siguiendo a Xavier Zubiri se puede afirmar que filosofía y metafísica son idénticas,
esto quiere decir, que la propia filosofía es en esencia metafísica ¿por qué?
Porque las preguntas que guían su reflexión son tan profundas que no es posible
responderlas de una manera simple. La respuesta a ese tipo de preguntas siempre
lleva al hombre a reflexiones muy peculiares, profundas además de interesantes. En seguida podemos ejemplificar. Si retomamos
la pregunta de Aristóteles ¿qué es la substancia?
entenderemos que la respuesta no puede ser tan sencilla, es decir, no se puede dar
una definición llana y demarcada.
El filósofo griego tuvo que gestar una ingente reflexión
sobre aquella sencilla pregunta, para ello empezó a escribir sus respuestas en
un libro que hoy conocemos como Metafísica[1], aunque él
propiamente no lo llamó así, sino que nombró a ésta actividad como Sabiduría Primera[2], en donde
desarrolló ampliamente una respuesta para llegar a concluir que la substancia es el sentido fundamental del
ser. En ese sentido Metafísica es
ciencia de la substancia. En síntesis,
la substancia es uno de los modos en que el ser
aparece, ya que puede “acontecer” en otros sentidos, pero todo en relación a un
único principio, el ente.
“En todas las formas
del ser está presente la substancia, y, por tanto, esta no es algo distinto del
ente en cuento tal y de Dios, sino que el ente como ente encuentra su unidad en
la substancia. se trata, pues, de una única filosofía primera o metafísica en
su triple raíz.” (Marías, 1997)
Hasta aquí de manera somera la respuesta que Aristóteles
nos da en torno a la pregunta ¿qué es la substancia? En el libro antes
mencionado - La Metafísica- la explicación se extiende por catorce capítulos,
cada uno de ellos infestado de ejemplos, terminología y reflexiones filosóficas
de gran envergadura. Explicar cada uno sería tema para un buen trabajo de
investigación doctoral y aquí sólo se quiere mostrar algunos ápices de la
filosofía como reflexión metafísica.
Retornando a Xavier Zubiri en su afirmación “La metafísica es materialmente idéntica a lo
que entendemos por filosofía” y para hacerla más evidente es menester
proporcionar un segundo ejemplo. Vayamos
al conocido dictum de René Descartes “cogito ergo sum”, se puede traducir
como <<pienso, luego existo>>. La conocida frase es mencionada en
su libro “Meditaciones Metafísicas[3]” en donde va
exponiendo de manera cuidadosa su pensamiento, a la vez que construye un
edificio epistemológico que no tenga fisura alguna. El filósofo francés desea
con toda su alma una filosofía exenta de errores y para ello usa un método
¿cuál?; es la llamada <<duda metódica>>, que le proporciona ir paso
por paso hasta llegar a lo que él llama <<verdades claras y
distintas>>, y aplica la fórmula en todo su libro.
Descartes llega a través de su método, de su razonamiento
y apoyado con reflexiones metafísicas a
enunciar las <<verdades más claras y distintas>>, estas son: yo (res cogitans) y Dios. Para después
inferir por medio del argumento del genio
maligno[4] la existencia del mundo (res extensa), es decir, de la realidad. Con esto el filósofo puede
empezar a explicar de qué manera el hombre está en el mundo y cómo es que puede
llegar a conocer tanto el mundo como a sí mismo. Asimismo, opinan los expertos,
se inicia la filosofía subjetiva que estará presente en la mayoría de las
discusiones filosóficas futuras. Aunque aquí simplemente se quiere evidenciar
que en René Descartes existe también una relación intrínseca entre la filosofía
y la metafísica.
Si retomamos las filosofías expuestas anteriormente
podemos interpretar que las dos tienen temas peculiares y poco comunes, es
decir, las respuestas a los problemas planteados por cada uno de los filósofos
antes mencionados no se pueden catalogar en la región de la simplicidad, sino
al contrario, en la región de la pura reflexión filosófica metafísica.
Entendiendo metafísica como aquella disciplina que se enfoca en tratar los
temas del ser, la substancia, el yo, la
existencia del mundo, etcétera.
Expuesto lo anterior se puede inferir que la actividad
metafísica es precisamente la misma filosofía, si parafraseamos las palabras de
Xavier Zubiri, dado que tanto Aristóteles como Descartes están reflexionando y
usando tópicos que tienen un carácter de universal[5], fundante
y último. Por último, deseo hacer la invitación a ti, amable lector, a
incursionar en la metafísica, para
ello te menciono algunos autores: Leibniz, Plotino, B. Spinoza, Hegel o más
actuales como Xavier Zubiri o Eduardo Nicol.
Bibliografía.
Descartes,
René, (2004), Meditaciones Metafísicas, editorial Aguilar. España.
Marías,
Julián, (1997), Historia de la filosofía, editorial Alianza, Madrid.
Zubiri,
Xavier, (1933) Sobre el problema de la filosofía, editorial Fundación Xavier
Zubiri, España.
[1]
Como recomendación la mejor traducción, hasta el momento, es la de Valentín G.
Yebra en editorial Gredos. Por si existe un curioso en ingresar a estos
tópicos.
[2]
Para Aristóteles existen filosofías segundas las cuales tratan de temas de
menor importancia, entre ellas se pueden mencionar: astrología, física,
biología, etc.
[3]
Una buena traducción de las Meditaciones Metafísicas está en editorial Aguilar.
[4]
Descartes afirma, como hipótesis, que existe un genio maligno (Dios) el cual desea que nos equivoquemos y por tanto
no lleguemos a la verdad, con lo cual el hombre no puede llegar jamás a conocer
la realidad, el mundo y mucho menos albergar conocimiento alguno. Después de
analizar exhaustivamente la hipótesis llega a concluir que éste genio maligno no puede existir ya que no
está en su naturaleza mentir, dado que lo asemeja con Dios. Es pues, que la
hipótesis del genio maligno es un recurso para afirmar por vía negativa la
bondad y cualidades de la divinidad que desea que el hombre se acerque a él y
también construya su propio conocimiento. Para mayor entendimiento del
argumento consultar Margaret Dauler
“Descartes”.
[5]
Para Aristóteles la Metafísica se entiende como el estudio de las causas y
principios más universales, es decir, del ente,
del ser, de la substancia y de Dios.
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